Aquella boda no era la típica boda donde los protagonistas bailaban hasta el cansancio. Aquella boda no era la típica boda donde los invitados lograban oler el amor de los recién casados a leguas porque la verdad era que esa no había sido una típica boda ni mucho menos sería un típico matrimonio lleno de amor.
Tan pronto como Cristal fue sacada de la boda por los hombres de su abuelo después de que se enterara de lo que había pasado, Cristal llegó al hotel donde se supone, le harían creer a la gente que pasarían su primer noche de bodas.
El camino solo le había servido para llenarse de valor en contra de lo que estaba frente a ella. Quizá su vida no iba a ser la misma ya pero ella no estaba dispuesta a hacerla más miserable de lo que ya lo era.
En la habitación, no había señales de su esposo. Los lujos de aquella simple habitación la hacían pensar que estaba ya en casa viviendo con él.
Para esa noche, una sola cama.
Lentamente, Cristal se quitó el vestido y todo lo que había valido una fortuna solo para hacerle creer a la gente que eran la típica pareja enamorada a la que no le importaba gastar para recordar el momento. Para ese momento solo tuvo un deseo. Ella no quería verlo, ella no quería saber de él, al menos no por esa noche.
Con la mente llena de ideas, se dirigió al baño ya casi desnuda mientras desataba su cabello. ¿Cuál fue su sorpresa al encontrarse con aquel hombre que no quería ver poniendo la toalla alrededor de su cintura.
Avergonzada, todo lo que pudo hacer al momento de cerrar los ojos y gritar fue quitar la toalla de alrededor de la cintura de Brandon y cubrirse con ella el cuerpo.
Esperando todo menos aquel movimiento de su parte, Brandon fue sorprendido haciendo que de un momento a otro se lanzara casi a ella para al final, caer al suelo juntos.
Sintiendo la presión sobre su cuerpo y la manera en la que latía su corazón, Cristal abrió los ojos poco a poco solo para encontrarse con la estúpida sonrisa de aquel hombre,
— ¿Asustada, querida Cristal de Lambert? —preguntó Brandon con burla.
— ¡Quítate de encima!
—No lo disfrutes mucho, querida. Esto no es para siempre.
—Quítate o juro que te pateo.
La verdad era que ella estaba decidida a todo con tan de alejarse de él, odiaba sentir lo que estaba sintiendo, odiaba que su corazón latiera tan rápidamente al mismo tiempo que odiaba más que nunca, más que a nada sentir como su perfume impregnaba su ser al mismo tiempo que sentía su aliento navegar ya por su cuerpo y la sonrisa en el rostro masculino de Brandon que no se iba.
—Dime, contesta está pregunta siendo honesta, ¿piensas que te trato mal?
— ¡Quítate o…!
— ¡¿O qué?! No puedo esperar hasta el día en verte rendida, no puedo esperar hasta ver en tu rostro lo mucho que me detestas, lo mucho que desearías regresar el tiempo para no haber presentado ese estúpido documento en el que estipulaste que serías tu la madre de ese niño que necesito.
— ¡Veremos quien resulta ser el más infeliz!
—No lo disfrutes mucho, dime, ¿desearías que fuera el imbécil que bailó contigo en la tarde quien estuviera aquí? Ya puedo ver nuestro futuro, tú siendo la que no puede soportar la idea de no dormir con él, siendo la infiel en la relación porque, ¿te has acostado con él? ¿Miento? Vi la manera en la que bailaban, no lo niegues más.
Los ojos de Cristal se abrieron de manera sorpresiva.
—Brandon, yo, yo no… ¿cómo puedes pensar eso? Yo no haría eso.
Con una sonrisa coqueta, Brandon se apartó de ella dejándole saber a Cristal que él siempre había estado en ropa interior. Al mismo tiempo, ella se levantó. —No te preocupes, no me importa y deja de actuar como si este matrimonio te importara, al final no somos nada. No tomes un papel que no te corresponde si no quieres que tome el dinero que le he dado a tu familia para que sean quienes son. Date un baño y apúrate, tenemos una cena más tarde.
— ¿Qué? Son las ocho de la noche.
—Mi mundo funciona diferente, ya deberías de saberlo. En un momento pasan por ti y te llevarán a nuestra casa, apúrate.
Y sin más, Brandon salió dejándola con mil pensamientos en la mente.
Paredes blancas, un piso hecho del azulejo más caro y por cada habitación, podía caber una casa entera dentro. Las perfectas cortinas de las grandes ventanas. El silencio que todo lo invadía y una casa que le era presentada en donde seguramente, ella iba a pasar una vida infeliz.
Y sobre la cama de aquella habitación que era de los dos, un vestido negro. Aquel tipo de vestido que solo una dama como ella podía llevar.
Con una sonrisa en el rostro lo levantó. Realmente era hermoso y debajo del vestido, una nota.
“En diez minutos te espero en la siguiente dirección. Uno de mis hombres pasará por ti. Usa el vestido.”
Sonrió. La letra seguía siendo la misma.
Y como si algo la hubiera llamado a levantar la vista hacia arriba, logró ver aquella foto que rompería su corazón sin realmente encontrar la razón del porqué.
Sobre la cama que seguramente, ni uno de los dos pretendía compartir con el otro, había una foto. Una enorme foto como si él hubiera deseado que eso fuera lo primero que ella viera al entrar a esa habitación.
Brandon Lambert y aquella mujer de cabello rubio. La sonrisa en sus rostros era mágica, nunca antes ella había visto a Brandon sonreír de esa manera, ni siquiera en sus recuerdos se encontraba aquel Brandon.
Estaba dicho, Brandon ya tenía una vida fuera de ese contrato matrimonial y eso, eso por alguna extraña razón, le hacía sentir alguna rara emoción en el corazón de Cristal. Una inexplicable emoción.
En algún lugar seguramente se había perdido aquel Brandon que ella recordaba de su infancia y parte de su adolescencia. En algún lugar ella debía dejar aquellos recuerdos que tenía de él, en algún lugar se había perdido su felicidad y todo eso que ella había soñado. Y siendo de esa manera, queriendo olvidar todo, Cristal se cambió por el vestido que permanecía en la cama. No podía negarlo, el hombre seguía teniendo buenos gustos.Nueve y media de la noche. Ella no aparecía. Estaba perdiendo la seguridad de que ella podría asistir a esa gran celebración. Después de todo, eran marido y mujer y como tal, tenían que comportarse frente al mundo que ya los veía y sabía casados desde hacía días aunque la verdad era que ellos llevaban unas cuantas horas de casados.En su mente la última conversación que había tenido con ella y la manera en la que le había saber que ella no debía de creerse el papel de esposa aunque fueran a vivir bajo el mismo techo. ¿Cómo hacerlo? Ni siquiera sabía cómo ser
En la mente de Wyatt no podía haber otra cosa más que aquella idea que involucraba a la mujer con la que bailaba de la manera más tranquila jamás antes conocida. Aquellas olas, aquellas vibraciones, aquellas emociones que él sentía a Cristal emanar mientras bailaban eran difíciles de expresar por palabras.En la mente de Wyatt, ¿cómo Brandon pudo casarse con ella? No exactamente hablando de su belleza sino, de aquello que ella era por naturaleza. ¿Cuánto más hasta que en la mente le entrara la idea de que ella era la esposa de Brandon Lambert?— ¿Lo disfrutas? —preguntó Wyatt al verla sonreír.Prontamente la sonrisa desapareció de su rostro. Si él se había dado cuenta de eso, seguro la gente a su alrededor también, ¿qué iba a decir de ver a una mujer casada disfrutando con otra persona?—Lo sigo pensando, no creí que Brandon se casaría con una mujer como tú.— ¿De qué me hablas?— ¿Viste aquella foto en tu habitación?El corazón de Cristal paró al mismo tiempo que sus pasos se mostrar
Y de pronto, su delicado cuerpo saltó como si de un movimiento involuntario se tratara. Poco a poco, segundo a segundo, sintiéndose despertar en el nuevo día, sintiendo que ese no era su lugar aunque sí, sus pequeños grandes ojos se fueron abriendo poco a poco.A su mente comenzaron a llegar momentos de la noche anterior. Ni siquiera ella podía reconocer el lugar a simple vista porque aquel techo, aquellas decoraciones en las paredes, aquellos cuadros y todo lo que hacía a esa habitación ser, no tuvieron espacio en su mente para ser comparados. La verdad es que se sentía una invitada, una mujer que había dormido en una casa ajena solo por una noche.Sin sentir el tiempo pasar, después de haberse frotado los ojos por un breve momento, Cristal se sentó en la cama al mismo tiempo que se recargaba en la cabecera. Entonces fue cuando se dio cuenta que su vestido, el mismo que había llevado una noche anterior estaba sobre el suelo. De esa manera, por fin logró recordar todo de aquella noch
Aquellos sueños, aquellas ilusiones que algún día tuvo, aquellos sueños con los que se iba a la cama cada noche por cada vez que sentía acercarse a su meta, hoy no era más que trozos de una vida que nunca vio la luz, que simplemente se quedó queriendo ser eso, una vida. La vida que ya no era de ella porque ahora le pertenecía a las personas que la había casado con la persona de la que ella se enamoró siendo apenas una niña. No quedaba nada, no quedaba nada de aquella vida que ella comenzaba a construir y que solo quedó en planes. De sus bellos ojos, las lágrimas salieron al momento de haber entendido quien era ella. El dolor en la planta de su pie y un poco más arriba, la hizo detener casi al momento de querer levantarse del suelo. No sabía si lo que le dolía más eran los cortes en sus pies o la manera en la que aquel niño que ya no era más un niño la había tratado. Como un objeto más, como aquella caja de cristal, como aquellos vidrios rotos que inundaban el suelo, era ella. No más
—Listo, Cristal, con esto que te puse en el pie todo va a estar bien. Solo tienes que tener mucho cuidado a la hora de caminar —dijo Sebastián dándole una sonrisa a su amiga. Ella realmente no lucía igual. —Muchas gracias, Sebastián —dijo Cristal mirando su pie recién vendado. — ¿Cristal? —llamó su atención Sebastián. El momento de preguntar lo que había querido desde siempre había llegado. — ¿Sí? — ¿Quién te hizo esto? Cristal sonrió queriendo ocultar todo. —Yo, yo misma. Estaba limpiando y se me cayó ese adorno —señaló el suelo. La verdad era que en la mente de Sebastián estaba la idea de que ella hubiera sufrido violencia domestica por parte de la persona que decía ser su esposo. — ¿Estás segura de eso? —preguntó Sebastián no muy convencido de las palabras de su amiga y paciente. Él sabía cuánto ella había luchado para llegar hasta ese punto y ahora no iba a permitir que de un momento a otro, un hombre viniera a hacerle la vida imposible. —Cristal, te acabas de casar e inclu
Limpiándose de manera brusca las lágrimas, harta de que en tan solo dos días él hubiera pasado sobre ella como pasaba sobre cualquiera de los tapetes puestas en aquella casa llena de lujos, fue detrás de él. Tenía que escucharle, tenía que dejar las cosas en claro porque ella también era un ser humano, una persona que necesitaba ser tratada como tal. Había reglas en esa casa, ella no iba a luchar contra eso porque al final, Brandon tenía razón, su matrimonio solo era un maldito contrato que ella firmó sin que tuviera el tiempo de hacer preguntas porque para su abuelo, ella no había sido más que un maldito objeto, una maldita herramienta que él podía manejar a su antojo y obviamente, a su conveniencia.—Brandon, Brandon —llamó Cristal yendo detrás de él.Y él, sin detenerse continuó hasta la hab
Tan pronto como su esposo salió de ahí, ella finalmente pudo sacar el aire que estaba reteniendo su interior. No era que le tuviera miedo a su esposo, era que no sabía cuánto tiempo más iba a soportar la misma situación que sabía, se iba a repetir por mucho tiempo más.Tantas palabras al aire, tantos significados que ella pudo darle a todo lo que él decía pero al final, ella no había leído ese contrato. No había manera de interpretar aquellas palabras cuando a ella no le habían dado el tiempo para leer o para preguntar. Ella había sido humillada y seguramente lo seguiría siendo.Una cuantas lágrimas salieron de sus ojos al momento de ver el vestido que él le había escogido. Ni siquiera le gustaba pero más allá de eso, ¿qué había de la herida en su pie? Si al él no le importaba lo que ella tu
En un mundo de apariencias, había solo una cosa que se podía hacer y eso era, fingir, fingir como todos en esa fiesta debían de estar haciendo. Porque solo bastaba ver la familiaridad más falsa con la que la gente de ahí, se trataba, solo bastaba ver la sonrisas y las miradas falsas pero al mismo tiempo, siendo aquellas miradas las que declararan todo lo que ellos realmente estaban sintiendo.No era que Cristal no hubiera crecido en aquel ambiente, rodeada de aquella gente que solo sabía estar ahí por beneficio y no porque realmente lo deseara. Y aunque no había nada fuera del mundo de Cristal, ella era diferente, ella siempre queriendo ser tratada con honestidad, ella siempre queriendo casarse porque así lo decidiera su corazón y no alguien o simplemente, algún documento que la habían obligado a firmar.La puerta frente a ellos se abrió al momento que ella se quedaba en si