Capítulo 88: Extra

Lilia.

Estaba agotada, ya no podía más. Le canté una canción de cuna a Evelyn y después de media hora fue que se quedó dormida.

Salí de la habitación, le ordené a una sirvienta que la mantuviera vigilada, y caminé directo al comedor. Iba a llegar tarde al almuerzo.

Suspiré.

Cuando crucé una esquina, Samira iba en la misma dirección que yo y con su pequeña hija de cinco años al lado.

—¡Samira!

Se giró.

—Oh, Lilia. ¿Vas al comedor?

—¿Qué comes que adivinas? —bromeé, dándole un leve golpe en el hombro al llegar a su lado.

—¡Hola, tía! —exclamó la niña.

Era una copia exacta de Deus. Cabello negro y ojos oscuros como el carbón, y yo que pensaba que iba a heredar los ojos de su madre. Tenía dos coletas que la hacían lucir adorable.

Me incliné un poco y despeiné su cabello como de costumbre.

—¿Cómo estás, Diana? —Amplié la sonrisa.

—¡Bien! —respondió, con entusiasmo—. ¡Quiero jugar con Orión y Lucían!

Infló las mejillas. Me reí porque las expresiones enojadas en los niños eran demasiado tier
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