Lilia.
Me vi una última vez en el espejo de mi habitación. Carlota me había ayudado a arreglarme. Llevaba puesto un vestido casual floreado que no pasaba de mis rodillas, junto a unas zapatillas.
Inhalé hondo.
Mi cabello estaba atado en una cebolla para que no se metiera en mi boca cuando estuviera comiendo.
—Se ve hermosa, señorita —Juntó sus manos, satisfecha con el resultado.
—Es gracias a ti, tienes un buen gusto —Di una vuelta y reí—. Mis padres deben de estar esperándome abajo.
—Y lo están haciendo. Será mejor que se apure si no quiere llegar tarde —Me dio varios empujones hasta la puerta—. Yo limpiaré un poco.
—Nos vemos más tarde, Carlota —me despedí.
Caminé por los largos pasillos de la mansión Brown hasta bajar las amplias escaleras del centro y darme cuenta de que mis dos padres estaban esperando en la entrada.
Mamá tenía un hermoso vestido azul claro pegado a su cuerpo y el maquillaje ocultaba un poco las arrugas que se formaron en su frente al verme.
—Si no enamoras a Ethan, significa que no tiene buen gusto —proclamó, me guiñó el ojo.
—Tu madre tiene razón. Te ves preciosa, hija —Al llegar a su ubicación, papá me tomó de las manos—. Quiero que sepas que todo esto lo hago por ti... Tu éxito en esta vida es mi prioridad.
Su mano se posó en mi mejilla y yo cerré los ojos un segundo, disfrutando el cálido tacto paternal que me brindaba.
—Lo sé, papá. No estoy enojada contigo por esto —le dije—. Solo quieres que sea la primera mujer en dominar el ranking, ¿no?
Él soltó una carcajada.
—Lilia, me haces quedar como un villano.
—No lo quise decir así...
—Muy bien, debemos irnos —intervino mamá, revisando su celular—. Ximena me acaba de mandar un mensaje diciendo que nos están esperando.
—Vámonos —ordenó mi padre.
Los seguí hasta salir de la mansión y dirigirnos al auto. Apreté los labios porque de pronto mi corazón empezó a latir rápido al pensar en mi reencuentro con Ethan, sobre todo porque sería mi prometido después de ese día.
(...)
La casa de los Watson... Si tenían tanto dinero, ¿por qué nunca se mudaron a otro lugar más lujoso? Siempre me preguntaba eso.
—No estés nerviosa, todo saldrá bien —susurró mamá, apretando mi mano.
Le dediqué una sonrisa porque ella sabía leerme con facilidad.
Mi padre tocó el timbre y no tardaron en abrir. Nos recibió una mujer mayor, de cabello corto y negro, con unos profundos ojos marrones que parecían negros.
Era la madre de Ethan.
—¡Bienvenidos! Los estábamos esperando —Nos invitó a entrar, sacudiendo su mano—. La cena ya está casi lista. Pueden sentarse, yo iré a apresurar a la cocinera.
—Estamos encantados de volver aquí —respondió mi padre.
—Eric está en el comedor, yo no tardo para empezar con la reunión —indicó la mujer, alejándose de nosotros.
Papá siguió su indicación y llegamos al comedor. Hacía tantos años que no iba a ese lugar... Recordaba jugar mucho con Ethan y Chris cuando éramos niños.
Al atravesar el umbral, lo vi a él. Era un apuesto hombre de cabellera castaña y bien peinada hacia atrás. Sus verdosos ojos eran intensos como los recordaba, me miraban con nostalgia y ternura en su expresión.
Yo me quedé sin habla.
—¡Jax Brown! Mi más grande socio —La voz de Eric resonó y se levantó para estrechar la mano se mi padre.
—Hace tiempo que no nos reunimos así —contestó mi viejo—. Será un placer unir a nuestras familias.
—La cena está en camino —Apareció Ximena otra vez, sobresaltándome—. ¿Por qué no discutimos el tema principal mientras esperamos?
—Estoy de acuerdo —apoyó su esposo.
Mamá me guio para ambas tomar asiento juntas, ya que notó que yo no estaba del todo cómoda. Tal vez Eric y mi padre eran los mejores amigos, pero yo no veía el mío desde hace más de diez años.
¿Qué debería decirle? ¿Cómo debería actuar?
—Un gusto volver a verte, Lilia Brown —habló el hombre, sus hoyuelos se hicieron presentes—. Tu belleza superó mis expectativas, y eso que de niña eras muy linda, pero ahora... Estás radiante.
¿Radiante?
Mis labios temblaron por los nervios. Por dios... Hace tanto que no me intentaba ligar un chico, que lo primero que dije fue:
—¡Ja ja ja! Que gracioso eres. Tú igual estás radiante.
Después de eso, mi madre me vio extraño y Ethan también frunció el ceño. Definitivamente, yo no servía para eso.
Todos se sentaron por fin y agaché la cabeza por la vergüenza que me dominó, esperando que papá me salvara con su discurso.
—Ya nuestros hijos saben que se van a casar, ¿no? —cuestionó, bebiendo un sorbo de vino que le ofrecieron.
—Ethan está al tanto, y aceptó con mucho gusto.
—Si me permiten hablar —intervino él—. Lilia fue una parte importante en mi infancia y adolescencia, creo que será fácil para ambos retomar nuestra relación y enamorarnos en el proceso.
Parpadeé varias veces.
¡¿Por qué lo decía con tanta facilidad?!
—¿Qué opina Lilia? —preguntó Eric, mirándome.
Todos los ojos se clavaron en mí.
Retomé la compostura porque yo no caía ante los nervios con facilidad. ¿Dónde quedó mi parte profesional?
Carraspeé.
—Si es por el bien de nuestras familias, lo haré.
—Entonces, ¿cuándo deberíamos llevar a cabo la boda? —inquirió mi padre, con la mano en el mentón—. Yo opino que debemos de darle un mes para que se adapten un poco.
—Eso mismo estaba pensando —aseveró Eric—. Ethan hace muy poco llegó del extranjero. Tal vez le haga bien recorrer la ciudad con Lilia o tener varias citas para que compartan entre sí.
—Por mí no hay problema. Me encantaría tenerla de guía turística —expresó mi prometido.
No podía creer lo apacible que era ese hombre.
—Me emociona hacerlo —Forcé una sonrisa como pude.
—Está decidido —sentenció Eric—. En un mes se casarán. Jax y yo nos haremos cargo de los gastos y sus madres nos ayudarán con la decoración.
—Es preferible que sea una boda sencilla para no llamar mucho la atención —sugirió mamá.
—¿Por qué? Que todo el mundo sepa que dos familias poderosas se unirán —defendió Ximena, emocionada por su tono de voz—. Hoy mismo se anunciará el compromiso en las revistas y periódicos, solo necesitamos una foto de ellos dos para concretar.
—Yo fui el de la idea, por si acaso —Eric alzó la mano—. Hay que sorprender al mundo. Su compromiso será anunciado también en redes sociales.
—Ya veo —murmuró papá, pensativo—. Quieren atraer a más clientes y alejar a los enemigos, ¿cierto?
—Bingo. Watson y Brown juntos, ¿qué crees que pensará la gente? Quedarán encantados con esta unión, y es mejor que se sepa antes.
—El futuro de nuestros hijos está asegurado —mamá pareció entenderlos—. Y de nuestros nietos.
Tragué saliva.
Una sirvienta llegó con la comida y la reunión se dio por concluida. Ya yo estaba comprometida con Ethan y él me lanzaba miradas de vez en cuando.
La cena estuvo tranquila, con papá y Eric contando anécdotas graciosas sobre sus vidas como los viejos amigos que eran. Yo no comí mucho, ya que se me fue el apetito con tantos nervios.
Lilia.Después de la reunión que tuvimos en casa de los Watson, los días pasaron volando y las noticias sobre mi próxima boda estaban en boca de todos.En la empresa, mis colegas me felicitaron, por mucho que me costara creer que pronto sería esposa.Había quedado en verme con Ethan en un restaurante conocido de la ciudad. Papá insistió en que debíamos conocernos porque estábamos a semanas de la boda y no habíamos hablado desde nuestro reencuentro.Mis dedos jugaron con el mantel de la mesa, aburrida porque ya llevaba más de cinco minutos de espera y el hombre no llegaba.¿Se había perdido?—¡Lilia! —Me llamó.Sus manos se apoyaron sobre sus rodillas, y su respiración estaba entrecortada. ¿Acaso había corrido un maratón?Yo abrí los ojos.—No te ves muy bien —Fui sincera—. Toma, un poco de agua.Le ofrecí el vaso con agua que me dieron de cortesía y él se la bebió en un instante. Se sentó, soltando un largo suspiro jadeante por el cansancio.—Discúlpame, creí que el restaurante quedab
Chris.—¿Ya vio lo que corre en la noticias? ¿Esa no es la mujer que estaba planeando buscar pronto? —cuestionó Deus, mi fiel compañero.Ladeé una sonrisa porque estaba leyendo justo esa noticia en la página de mi celular.—¿Me puedes traer el periódico de hoy? Hay que comprobar que no sea algo falso —le ordené, sacudiendo mi mano y soltando el celular sobre la mesa de mi escritorio.—Ya mismo lo busco —acató, marchándose.Junté ambas manos debajo de mi mentón, pensando en cómo pudieron llegar a esa situación de comprometer a Lilia con Ethan.Yo me encontraba en otra ciudad, bastante lejos de ella a decir verdad. Planeaba hacerle una visita pronto para recordarle cierta promesa que hicimos de niños, porque por lo visto, la había olvidado.Cerré mi puño y golpeé la madera, frustrado por saber que se casaría con otro.¿Por qué? ¿Acaso me había olvidado?Deus regresó y colocó el periódico sobre la mesa.—Véalo usted mismo —indicó, sentándose frente a mí.Él encendió un cigarrillo.—¿Por
Lilia.Estaba de camino a la empresa en mi auto y faltaban unos días para la boda. Para ser sincera, pasar tiempo con Ethan no estaba tan mal como pensaba.Él me daba mi espacio y no trataba de coquetearme a pesar de que íbamos a casarnos pronto.Aparqué el vehículo en el estacionamiento y caminé directo al edificio. Ese sería un día duro pues tenía varias reuniones en menos de tres horas para tratar los asuntos de la empresa y posibles asociados.—Buen día, jefa —Lucía hizo una reverencia, era la recepcionista.—Te he dicho que no me gusta que me llames así. Somos amigas, ¿se te olvida? —Negué con la cabeza, divertida.—Sabes que me gusta molestarte en ese aspecto —bromeó—. ¿Cómo te va con tu nuevo novio? Te juro que pensé que estabas enamorada de mí porque rechazabas a cada hombre que te invitaba a salir.Ella ató su sedosa cabellera castaña porque sabía que no podía andar con el cabello suelto en la empresa, eran reglas creadas por mi padre. Sus ojos avellana me miraron con picard
Chris.—¿Qué es lo que has encontrado? —pregunté, arrugando la frente.Esperaba que el compromiso entre Lilia y Ethan no involucrara su amor de por medio, porque estaría en serios problemas si me la llevaba a la fuerza y al final ella prefería a Ethan.—¿Por qué no vamos al almacén? —Deus me miró de reojo—. Sabe muy bien que acá hay oídos entrometidos.Y tenía razón.Ambos estábamos en el bar del que era dueño, nos lo heredó el viejo antes de morir. Su aspecto elegante y moderno ocultaba las verdaderas intenciones para las que fue construido.Un sitio perfecto para llevar a cabo las reuniones que trataban de temas moralmente cuestionables. En ese lugar se mezclaban personas como nosotros, y gente normal e inocente que no tenía idea del trasfondo.Caminé hacia el almacén, dejando al barman haciendo lo suyo y Deus me siguió como mi fiel compañero. Mi mano derecha.—Dime lo que sabes.—Tienes que verlo. Me pidió que le dijera cada acontecimiento que rodeara a Lilia, y consideré important
Lilia.—Mañana es el gran día, hija mía —Papá me palmeó el hombro.Ambos estábamos saliendo del edificio después de que yo tuviera un duro día de trabajo. Él estuvo conversando con unos ejecutivos que lo ayudarían a preparar la boda.Quería que fuera la mejor ceremonia de ese año.—No me lo recuerdes porque me dan ganas de cagar por los nervios —resoplé, abriendo la puerta de mi auto—. Y sabes que no hace falta que me lleve un chófer privado, puedo ir yo misma si no tienen tiempo de buscarme.—¿La novia arreglada y con el vestido teniendo que manejar hasta su boda? No, señorita, no harás semejante barbaridad —Negó, en un tono agrio—. Contraté a un buen chófer que se hará cargo de llevarte, ya que el lugar queda bastante lejos de la mansión.Rodé los ojos y encendí el auto.—¿Por qué escogieron ese lugar?—Eric se casó con Ximena ahí, se trata de un fortín con vista a la playa y el atardecer es el mejor que se haya visto en esta ciudad, Lilia —explicó, revisando su celular.—Me imagino
Lilia.El día más esperado por todos, menos por mí, había llegado. Iba a casarme en contra de mi voluntad, pero era lo que necesitaba para seguir escalando.Me miré en el gran espejo de mi habitación, llevaba puesto un vestido de la mejor tela de la ciudad, era de escote en forma de corazón. La falda de tul se extendía, haciéndome ver como una auténtica princesa de cuento de hadas.Mis ojos estaban decaídos, eso no evitaba que el maquillaje realizado por Carlota no pudiera resaltar mi belleza.—Señorita, ¿se encuentra bien? Hoy es un día especial, y la noto deprimida —Puso su mano sobre mi hombro.Ella estaba detrás de mí, ayudándome con los últimos detalles antes de irme. Apreté los labios con fuerza porque el miedo estaba empezando a invadir mi cuerpo.—Mira mis manos —Las coloqué sobre las suya, yo estaba temblorosa—. Tengo mucho miedo, Carlota... No sé si pueda casarme. Ethan es un hombre maravilloso, cualquier mujer estaría encantada de tenerlo, pero no lo amo, y no estoy segura
Lilia.Desperté somnolienta, con un dolor de cabeza que me hizo sentir una fuerte punzada en la sien. Al abrir los ojos, me di cuenta de que estaba en una extraña y oscura habitación.Había una luz tenue encendida, y las paredes eran de color negro. Vi en todas direcciones para comprobar que estuviera sola.¿Qué rayos era ese lugar?Me asusté al recordar que el chófer no me llevó a la boda. ¿Había abusado de mí? Mis ojos viajaron a mi cuerpo, pero por suerte, mi vestido seguía intacto y sin señales de haber sido arrebatado.—¡Auxilio! —grité, con una pizca de esperanza.Mis manos estaban atadas con unas esposas junto a la madera de la cama, por lo que no podía moverme mucho. Yo estaba sentada en el suelo, aterrada por lo que podrían hacerme.¿Por qué secuestrarme justo a mí?La puerta se abrió con lentitud, erizando cada vello de mi piel por el miedo que sentí al ver de nuevo al hombre que me privó de mi libertad. Ese pelinegro de ojos vacíos y sonrisa divertida.—Veo que ya despertas
Ethan. —Insisto, lo mejor sería hablar con la policía porque no creo que Lilia haya hecho una locura como esa —habló Jax, caminando de un lado a otro. Oriana estaba sollozando desde que supimos que Lilia no llegó a la ceremonia. Tuvimos que cancelar todo y el internet explotó con noticias sobre la escapada de Lilia, cosa que no podía creer. ¿Lilia dejándome? ¿Huyendo de mí con tal de no casarse? Era imposible... Pudo habérmelo dicho y no llegar a tal extremo. —¿No hubo nadie en la mansión que hablara con ella? —cuestionó mi padre, frunciendo el ceño. Ambas familias quedamos en ridículo porque la novia dejó plantado al novio, por lo que el periódico tendría mucho de qué hablar durante un tiempo. —Mi niña no haría eso... Ella no se escaparía así —balbuceó Oriana, afligida. —Déjame llamar a Carlota, ella tenía que acompañar a Lilia, pero se le presentaron varios inconvenientes y no pudo —aseveró Jax, sacando su celular. Estaba claro que andábamos muy nerviosos por los acontecimie