Capítulo 5: Visita

Lilia.

Estaba de camino a la empresa en mi auto y faltaban unos días para la boda. Para ser sincera, pasar tiempo con Ethan no estaba tan mal como pensaba.

Él me daba mi espacio y no trataba de coquetearme a pesar de que íbamos a casarnos pronto.

Aparqué el vehículo en el estacionamiento  y caminé directo al edificio. Ese sería un día duro pues tenía varias reuniones en menos de tres horas para tratar los asuntos de la empresa y posibles asociados.

—Buen día, jefa —Lucía hizo una reverencia, era la recepcionista.

—Te he dicho que no me gusta que me llames así. Somos amigas, ¿se te olvida? —Negué con la cabeza, divertida.

—Sabes que me gusta molestarte en ese aspecto —bromeó—. ¿Cómo te va con tu nuevo novio? Te juro que pensé que estabas enamorada de mí porque rechazabas a cada hombre que te invitaba a salir.

Ella ató su sedosa cabellera castaña porque sabía que no podía andar con el cabello suelto en la empresa, eran reglas creadas por mi padre. Sus ojos avellana me miraron con picardía.

Lucía era mi mejor amiga, llevábamos años trabajando juntas y era la primera cara que veía al entrar al edificio.

—No me gustan las mujeres —refuté—. Y en mi defensa, veo a todos los hombres como compañeros de trabajo, no me agrada la idea de meterme con uno de ellos.

De solo pensarlo, sentí escalofríos.

—Pero no respondiste mi pregunta principal —Se cruzó de brazos—. ¿Cómo te va con Ethan? Debe de ser todo un caballero con lo apuesto que es.

Alcé una ceja.

—Es lindo, lo admito, pero no voy a enamorarme de él en dos semanas. Para el amor, se requiere cierto tiempo, desde mi punto de vista —confesé, firmando la hoja que me dio.

—¿No te atrae? Porque la atracción física puede ser lo principal antes de considerar enamorarte —murmuró, haciendo un puchero—. Imagínate casarte sin saber de qué tamaño lo tiene, ¿no terminarías decepcionada?

La miré horrorizada.

—¿Qué pensamientos son esos? —inquirí—. Lucía, tienes una mente muy diversa.

—Amiga, me conoces desde que llegué a la empresa, sabes que siempre he dicho lo que pienso —Se encogió de hombros—. ¿Por qué no lo pruebas antes de casarte? Así luego no andas arrepentida.

Mis mejillas ardieron.

—Basta, por favor —Sacudí mi mano—. Estoy bien así, pero agradezco tu preocupación.

—Lilia, quedarás encantada cuando pruebes un pene por primera vez, te lo digo por experiencia —informó, con orgullo en su tono.

—¡Lucía! —la regañé, porque habían cámaras arriba de nosotras— Suficiente, empezaré mi día.

Ella no paraba de reírse.

Caminé lejos de la recepción porque a veces no podía con lo que decía esa mujer. ¿Cómo podía ser así de directa y sin tener vergüenza?

—¡Nos vemos, Lilia! —saludó, emocionada.

Un duro día me esperaba...

(...)

Estiré mis brazos y me despedí de los hombres que se reunieron conmigo. Todo iba marchando según el plan.

Ya era mi hora de almuerzo y planeaba ir a la cafetería que quedaba justo al lado porque mi padre nunca quiso construir un comedor digno en el edificio.

Cuando estaba a punto de salir de la sala de reuniones, recibí una llamada de la recepción a mi celular.

—¿Hola? —contesté.

—Lilia, te solicitan en la recepción —habló Lucía, del otro lado de la línea.

—¿Quién podría ser?

—Oh, pues, se trata de tu futuro esposo —dijo, en tono burlón para molestarme—. Está esperándote en las sillas de espera, no tardes porque se nota que está interesado en ti.

Me colgó sin esperar una respuesta.

¿Qué hacía Ethan en el edificio? ¿No tenía que estar preparándose para heredar el cargo de su padre?

Suspiré y guardé el celular para bajar por el ascensor. Ethan era muy lindo y atento conmigo, pero todavía mi corazón no le daba entrada porque sentía que necesitábamos pasar más tiempo juntos.

Que problemático era el amor.

Llegué a la planta baja y ahí estaba él. Se levantó cuando me vio acercarme y tenía un ramo de flores en sus manos, eran reales porque desprendían un aroma particular.

—Lilia, lamento molestarte en tu horario laboral, pero quería darte un regalo —comentó, con timidez.

Me ofreció el ramo y lo acepté, parpadeando porque no me esperaba ese gesto de su parte. ¿Estaba tratando de enamorarme?

—Oh, vaya... —reí con nervios—. Son muy lindas, me aseguraré de mantenerlas con vida para no desperdiciar su belleza.

—Vi las flores en una tienda cuando iba pasando... Y me recordaron mucho a ti —insinuó, sin apartar la vista—. ¿Estás ocupada?

Miré a Lucía por el rabillo del ojo y me estaba haciendo señas para que aceptara todo lo que me dijera Ethan. Vaya amistad.

—Eh, de hecho, estoy a punto de salir al lado a comer —confesé—. Ando en mi hora libre.

—Perfecto, entonces yo te invito el almuerzo —Puso su brazo en forma de círculo para que yo lo tomara.

Tuve que hacerlo, aunque tenía que admitir que tantas muestras de afecto me incomodaron un poco. Dejé las flores en la recepción.

En serio que Ethan se estaba esforzando conmigo... Y saber que en algún punto le llegué a gustar, eso hacía las cosas más fáciles para él.

—¿No estás emocionada por la boda? —cuestionó, caminando.

—Un poco. Me pone nerviosa saber que usaré un vestido de novia —dije.

—Yo opino que serás la novia más hermosa del mundo, Lilia.

—Ethan, no tienes que tratarme bonito para gustarme —Lo detuve cuando salimos del edificio—. Solo sé tú mismo y con el tiempo me acostumbraré.

Apreté los labios porque no sabía cómo decirle que sus acciones me hacían sentir extraña.

—Yo no quiero que te acostumbres... Si es posible, me gustaría que fueras capaz de amarme, Lilia —Tomó mis manos entre las suyas.

—Sabes que con el tiempo lo haré, pero todavía es muy pronto para llegar a eso —resoplé.

—Por lo menos... ¿Puedo besarte? —preguntó, con las mejillas rojas como el tomate—. Lo considero un primer paso para reforzar la relación.

Abrí los ojos con sorpresa.

No me esperaba ese tipo de pregunta viniendo de él, y mucho menos en medio de la calle donde estaban caminando muchas personas de un lado a otro.

—¿J-justo ahora? —titubeé.

Asintió con pena.

—Por favor, solo quiero que me consideres un esposo digno —Apretujó su pecho y me jaló hasta quedar en un pequeño callejón entre la cafetería y la empresa.

Mi corazón dio un vuelco porque Ethan me pegó de la pared y colocó su mano a un lado, viéndose serio, cosa que no era normal en él.

Yo lo veía más como el hombre tierno y considerado.

—¿E-estás seguro?

Sería mi primer beso.

¿Quería que fuera con él...? De todas formas, tendría que besarlo el día de nuestra boda, era lo mismo.

—Dame tu permiso para hacerlo, Lilia, y te demostraré que puedo causar algo en ti —pidió, besando mi mano.

—Está bien... Hazlo.

Para ser sincera, quería saber cómo se sentían los labios de otra persona.

Ethan me agradeció y se acercó despacio, cortando la distancia entre nosotros y plantándome un suave beso en la boca que me dejó un sabor amargo y extraño, pero que también mantuvo mi corazón acelerado.

Pensé que sería algo más mágico... A pesar de que sentí cierto cosquilleo en mi estómago y mejillas, no resultó ser excitante como esperaba. Sus labios bailaron unos segundos con los míos.

Mi primer beso se lo robó Ethan, y no estaba del todo arrepentida.

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