Lilia.—¿Qué tiene que ver Chris en esto? —mascullé.No quería aceptarlo...No podía terminar de unir las piezas porque yo recordaba a Chris como un buen niño, el mejor amigo que pude tener cuando era niña.¿Qué lo llevó a eso?—Lo estás viendo ahora mismo —dictaminó, orgulloso—. Aunque ahora tengo un apellido distinto, pero sigo llamándome Chris.Me puse pálida porque lo que más temía se volvió realidad de golpe. Sentí que un fuerte dolor invadió mi pecho al saber que ese hombre era un enemigo, un malvado que me arrebató mi libertad.¿Y me estaba diciendo que era Chris?—Tiene que ser una broma —Mis labios temblaron en una risa incrédula—. Chris nunca haría este tipo de cosas. Él jamás cometería un delito.Me miró con fastidio.—Las personas crecen, Lilia, y dependiendo de su entorno, pueden cambiar —defendió, levantándose—. Tú has sido una niña rica que ha tenido todo en la palma de su mano. ¿No te has preguntado qué fue de mí cuando murieron mis padres?Por mucho que me ofendieran
Chris.Ya habían pasado dos días y Lilia hacía lo posible para no dirigirme la palabra. Ella estaba en su habitación, mientras yo andaba en mi oficina con Deus.—Estoy seguro de que con el tiempo se acostumbrará —dije.—Chris, ella ha intentado escaparse dos veces ya —Rodó los ojos—. Los barrotes de las ventanas estaban casi consumidos, y pensar que usó una lima para hacerlo —Suspiró, incrédulo.—Le estoy dando comida de calidad, justo hoy le llevaré ropa y unos peluches para que se divierta, ¿por qué es tan malagradecida? —Puse una mano en mi sien.—Deberías comprarle una televisión para que por lo menos vea películas, va a terminar volviéndose loca dentro de esa habitación sin entretenimiento —sugirió Deus, alzando una ceja—. Hasta yo te odiaría si me hicieras eso.Fruncí el ceño.No había pensado en una televisión...—¿Tú crees?—Sí, jefe. Estoy muy seguro de que ver cualquier película o programa distraerá su mente —afirmó, subiendo una pierna sobre la otra—. Por otro lado, ¿ya vio
Lilia.Mis intentos de escapar no habían servido de nada. Por muy bien que me tuviera Chris, estaba encerrada y eso le restaba puntos.¿Cómo esperaba que me enamorara de él así?Me preguntaba cómo estaban mis padres, qué habían pensado al saber que nunca llegué a la boda. Ni siquiera podía revisar las noticias para saber si me estaban buscando.Las llaves sonaron y me alerté, sabía que era él. Me cubrí hasta el cuello con las sábanas para sentirme más segura.—Lilia, soy yo —Su voz se adentró en mis oídos.—Te he dicho que no quiero verte —refuté, enojada.Por suerte, nadie había abusado de mí en ese lugar, pudo haber sido mucho peor en ese aspecto.Chris encendió la luz y pude verlo. Tenía puesto ese típico traje formal que se ajustaba a su fornido cuerpo, y su cabello despeinado lo hacía lucir rebelde.—Te traje unos regalos —comentó.Llevaba varias bolsas llenas en sus dos manos. Se acercó hasta sentarse en la orilla de la cama y yo me encogí para abrazar mis dos piernas y volverme
Lilia.Los días siguieron pasando y no me acostumbraba a esa nueva vida. Extrañaba mucho a mis padres y a Carlota, ya no sabía cuándo volvería a verlos y sentía que había pasado una semana desde mi secuestro.Encendí el televisor y casualmente estaban pasando las noticias de la ciudad de Colorado, así que me acomodé en la cama para prestar atención.—Así es, y pensar que una prometedora CEO que aspiraba a heredar el puesto número uno de su padre, decidió huir de su propia boda, ¿será cierto esto? ¿O habrá algo más profundo? —habló un presentador.Quedé con la boca abierta al escuchar semejante mentira.—Las autoridades le han dicho a Jax a Brown que es muy probable que su hija haya decidido irse de viaje para calmar su mente —comentó la presentadora que lo acompañaba—. Yo también haría eso si me comprometen con alguien a la fuerza.—Y es que el mundo se ha enterado de que su compromiso con Ethan fue arreglado por ambos padres, pobre niña —Se compadeció el hombre—. Tuvo que tener mucha
Ethan.—Tenemos que ir a casa de los Brown para preguntarles si han descubierto algo —dije.Liz me estaba acompañando en mi auto, decidí empezar a usarlo si quería encontrar a Lilia más rápido. El problema es que los policías no habían ayudado en nada, como si quisieran cubrir su desaparición.—¿Qué más podemos hacer? Sin ayuda de la policía, es difícil encontrar a una persona desaparecida —bufó, apoyándose de la ventana—. Ya ha pasado una semana, ¿no crees que debió de haber regresado si quisiera? Tal vez le da vergüenza porque te dejó plantado.Apreté el volante al escuchar esas palabras. Eran muy duras para mi corazón, yo estaba dispuesto morir por Lilia si era necesario, con tal de verla feliz.¿Por qué huiría de mí?—Liz, estoy dolido, ¿sabes?Me detuve en un semáforo en rojo y la miré, ella arrugó la frente.—Lo siento, no es mi intención tratar de abrirte los ojos —suspiró.—Me parece aún más sospechoso que no hayan podido rastrear su celular —dije, al saber que la policía no e
Chris.Estaba en la sala de reuniones junto a mis colegas más cercanos; Deus y los cabecillas de cada grupo de soldados que disponía la familia Benett.A pesar de que todos tenían sus propios apellidos de nacimiento, el "Bennet" se les agregaba como segundo apellido, atándolos a nosotros.—Está claro que Viktor irá a la gala benéfica, ese hombre no se pierde ningún evento que usted hace, jefe —Elisa rodó los ojos, con fastidio.Todos estábamos claros que Viktor, conocido por los policías y el gobierno como El Cuervo, quería apoderarse de nuestro territorio desde hace años, incluso una vez trató de bombardear la antigua mansión de mi padre adoptivo, Charles.—No hay que preocuparse por él. No hará nada estúpido porque esa sala de eventos estará repleta de aliados nuestros —informé, juntando ambas manos sobre la mesa—. Lo importante es el negocio que se llevará a cabo esa noche. —Me encargaré de acompañar a Deus para que no traten de estafarlo —Se burló Damián, otro cabecilla. —En pri
Lilia.El día de la gala benéfica y mi posible huida había llegado. Me miré una última vez en el espejo con el vestido que compró Chris para mí.Era de una tela brillante y roja, que combinaba con mi labial tan intenso que hasta a mí me chillaba. Mi figura esbelta se resaltaba gracias a lo apretado que estaba.Tenía que admitir que ese corte no me quedaba mal, era cómodo y me cambiaba totalmente la cara. La puerta se abrió.—¿Estás lista? —preguntó Chris, sacudiendo su esmoquin.Me quedé sin habla al ver lo sexy que le quedaba ese traje formal con corbata y el cabello bañado en gel, porque estaba acostumbrada a verlo despeinado.Miró el reloj en su muñeca.—El chófer nos está esperando —comentó.—¿No manejas tú?—Sí, pero llegaremos en una limusina porque habrá una alfombra roja por donde tendremos que entrar —explicó, acercándose a mi—. Te recomiendo que agaches la cabeza para las fotos. Parpadeé varias veces. —¿Eres popular o qué? —inquirí, aturdida—. No creo que los periodistas
Lilia.La iluminación suave y cálida creaba un ambiente acogedor en el salón, mientras que la música de fondo interpretada por una banda en vivo, añadía ese toque sofisticado. Estaba impresionada porque los invitados se veían como personas de gran estatus social. Habían mesas con jarrones llenos de flores para que cada uno pudiera sentarse.—Vamos, hay que saludar a la mayoría —dijo, entre dientes—. Será lo más cansado de la noche.—Y no lo dudo, Christian —Enfaticé el tono en su nombre falso.—No te burles, fue lo primero que se me ocurrió. —¿Vas a decirles a todos que soy tu esposa? —cuestioné, cambiando de tema. —Mi prometida —corrigió, caminando entre la multitud—. Los que me conocen en el mundo de la mafia, sabrán que si se meten contigo, están acabados. —Uy, que sobreprotector me saliste. —¡Christian! —Una voz masculina me alertó. Un hombre de cabello corto y oscuro como el carbón y ojos de igual color, venía a nuestra dirección con una amigable sonrisa que me dio mala esp