Lilia.El día de la gala benéfica y mi posible huida había llegado. Me miré una última vez en el espejo con el vestido que compró Chris para mí.Era de una tela brillante y roja, que combinaba con mi labial tan intenso que hasta a mí me chillaba. Mi figura esbelta se resaltaba gracias a lo apretado que estaba.Tenía que admitir que ese corte no me quedaba mal, era cómodo y me cambiaba totalmente la cara. La puerta se abrió.—¿Estás lista? —preguntó Chris, sacudiendo su esmoquin.Me quedé sin habla al ver lo sexy que le quedaba ese traje formal con corbata y el cabello bañado en gel, porque estaba acostumbrada a verlo despeinado.Miró el reloj en su muñeca.—El chófer nos está esperando —comentó.—¿No manejas tú?—Sí, pero llegaremos en una limusina porque habrá una alfombra roja por donde tendremos que entrar —explicó, acercándose a mi—. Te recomiendo que agaches la cabeza para las fotos. Parpadeé varias veces. —¿Eres popular o qué? —inquirí, aturdida—. No creo que los periodistas
Lilia.La iluminación suave y cálida creaba un ambiente acogedor en el salón, mientras que la música de fondo interpretada por una banda en vivo, añadía ese toque sofisticado. Estaba impresionada porque los invitados se veían como personas de gran estatus social. Habían mesas con jarrones llenos de flores para que cada uno pudiera sentarse.—Vamos, hay que saludar a la mayoría —dijo, entre dientes—. Será lo más cansado de la noche.—Y no lo dudo, Christian —Enfaticé el tono en su nombre falso.—No te burles, fue lo primero que se me ocurrió. —¿Vas a decirles a todos que soy tu esposa? —cuestioné, cambiando de tema. —Mi prometida —corrigió, caminando entre la multitud—. Los que me conocen en el mundo de la mafia, sabrán que si se meten contigo, están acabados. —Uy, que sobreprotector me saliste. —¡Christian! —Una voz masculina me alertó. Un hombre de cabello corto y oscuro como el carbón y ojos de igual color, venía a nuestra dirección con una amigable sonrisa que me dio mala esp
Lilia.Me sentía segura al lado del oficial, así que agaché la cabeza para que la mayoría de invitados no me reconocieran.Tenía que admitir que estaba cagada de miedo porque no sabía qué me podía hacer Chris si era descubierta. El hombre abrió una puerta y me indicó que entrara.—¿Crees que puedas esperar aquí? Le avisaré a mis hombres de lo sucedido para que puedan ayudarte —inquirió, con seriedad.—¡C-claro!—Bien, ya regreso.Él cerró la puerta y detallé el interior con mis ojos. Se trataba de un almacén con varias cajas de contenido desconocido para mí.Me abracé a mí misma porque deseaba que el oficial no tardara tanto, ya que seguramente Chris estaba sospechando de mi ausencia.¿Quién tardaría más de diez minutos en el baño si fue a orinar?Hacía un poco de frío, supuse que había un aire acondicionado por atrás, ya que ese almacén era enorme.La puerta se abrió y mis ojos se iluminaron, hasta que su figura imponente me hizo tragar saliva.Chris estaba con una sonrisa divertida
Chris. Un día después de la gala, tuve que reunirme con Deus por un asunto importante que involucraba a Ethan. El castigo de Lilia podía esperar. —Dime, ¿qué es lo que pasa? —pregunté, cuando él llegó a la sala de la mansión. Me levanté para verle la cara. —Uy, por lo menos sírveme un trago para hacerlo más interesante —Llevó ambos brazos detrás de su nuca. —Sabes que todo lo que involucre a Lilia, me involucra a mí. —Lo que sucede es que Ethan me llamó esta mañana y quiere verme —confesó, un poco nervioso—. Tal vez él sospeche de mí. —Si no aceptas, lo único que harás será levantar sospechas —indiqué—. ¿Por qué no te acompaño? Una curva se formó en mis labios.Pensándolo bien, tenía tantas ganas de ver a Ethan para ver si estaba tan preocupado por Lilia como decían las noticias. Deus alzó ambas cejas con sorpresa. —No, no, no —Negó con la cabeza—. Ni lo sueñes, lo que vas a crear son más problemas de los que ya tenemos debido al secuestro. —No tenemos problemas, Deus. Fue
Lilia.Estaba más que aburrida, cambiando canales en la televisión y sentada en el sofá. Esperaba que pasaran noticias interesantes, pero no había nada nuevo.Extrañaba tanto mi celular y poder escribirle a Lucía, ¿qué sería de ella al saber que dejé la empresa?Era de noche, me preguntaba si Chris me buscaría para comer, ya que tenía un poco de hambre. Ese sonido de las llaves ya se había vuelto costumbre para mí.—Lilia Brown —dijo mi nombre—. ¿Pensaste que me olvidaría fácilmente de tu castigo?Esa ceja alzada me hizo tragar saliva porque yo sí lo había olvidado por completo. Creí que me dejaría libre de culpabilidad por intentar escaparme en la gala.—¿D-de qué estás hablando? —Me hice la loca.—Dime, ¿por qué trataste de escapar de mí? —Se cruzó de brazos, acercándose a pasos lentos.Yo me hice bolita en el sofá, evitando su mirada porque ya no me intimidaba, más bien, me hacía palpitar muy rápido el corazón y otra zona que prefería no mencionar.—T-tal vez porque me tienes aquí
Lilia.Lo que dijo Chris me dejó en el limbo. Mi mente había quedado en blanco, como si estuviera procesando la información.¿Un oral?Jamás alguien había explorado en la parte más íntima de mi cuerpo, ni ninguna otra parte en general. La vergüenza me consumió, y el miedo que me invadía se convirtió en nervios por imaginar cómo se sentiría.—¡¿E-estás demente?! No puedes ir por ahí haciéndole orales a tus víctimas —tartamudeé, con los labios temblorosos.Mis muslos se tensaron cuando las gruesas y velludas manos de Chris se posaron en ellos, haciéndome ahogar un suspiro. Maldije en mis adentros porque ni yo misma lograba controlarme.Su expresión pícara y sensual no ayudaba para nada.—Yo no voy por ahí haciendo este tipo de cosas —refutó, burlón—. Siéntete afortunada, porque eres la primera mujer a la que se lo haré. Un hormigueo recorrió mis mejillas, mi estómago y varias zonas de mi cuerpo. Fue extraño, ¿por qué mi corazón galopaba dentro de mi pecho así de rápido?No era miedo, n
Chris.—No puedo con esto... —Hundí mi cabeza sobre la mesa—. Tú... ¿Crees que la obligué? Mierda, me tiene demasiado loco, no sabes lo que hice cuando regresé a mi habitación.—¿Y entonces por qué lo hiciste si ibas a arrepentirte? —cuestionó Deus, suspirando—. Mejor no des detalles de lo último, por favor —Puso su mano en forma de pared—. No deseo saber cuántas veces te masturbaste anoche.Estábamos en el bar como de costumbre ya que a veces tenía que supervisar que todo estuviera en orden, y esa noche nos llegaba un cargamento.—Sabes, siempre quise buscarla y comprobar mis verdaderos sentimientos hacia ella, y ahora que la tengo a mi disposición, me he dado cuenta de que estoy perdidamente enamorado —confesé, juntando ambas manos—. Haría cualquier cosa por ella, Deus.Él inhaló hondo y bebió un trago que nos habían servido en la mesa.—Es... Interesante saber que el líder de la familia más poderosa de la mafia está enamorado de una simple mujer —dijo, irónico y con la mano en el m
Chris.Mi ceño se frunció y tensé la mandíbula porque a pesar de que era una buena suma de dinero que nos beneficiaría, no podía aceptar.—¿Y bien? ¿No dirá nada?Necesitaba pensarlo, porque en mis planes no estaba acabar con la vida de mi suegro. Toqué mi mentón, sintiéndome contra la espada y la pared. No. Lilia terminaría odiándome si le quitaba la vida a su padre. Jax había sido tan bueno conmigo cuando era un niño, e hizo lo posible para quedarse con mi custodia, pero lamentablemente no lo consiguió y me mandaron al orfanato. —El trabajo que me pide es muy riesgoso —mentí—. Estamos hablando del hombre que permaneció en el puesto número uno como el mejor CEO. Su seguridad es amplia y difícil de superar. Él rio con fastidio. —Me está diciendo que no puede hacerlo —bufó. Me dolía rechazar el dinero, pero mis principios estaban antes que cualquier billete. Asesinar a Jax, significaba perder a Lilia para siempre, porque ella jamás me perdonaría algo así. —¿Y dónde está su mano d