Lilia.Estaba más que aburrida, cambiando canales en la televisión y sentada en el sofá. Esperaba que pasaran noticias interesantes, pero no había nada nuevo.Extrañaba tanto mi celular y poder escribirle a Lucía, ¿qué sería de ella al saber que dejé la empresa?Era de noche, me preguntaba si Chris me buscaría para comer, ya que tenía un poco de hambre. Ese sonido de las llaves ya se había vuelto costumbre para mí.—Lilia Brown —dijo mi nombre—. ¿Pensaste que me olvidaría fácilmente de tu castigo?Esa ceja alzada me hizo tragar saliva porque yo sí lo había olvidado por completo. Creí que me dejaría libre de culpabilidad por intentar escaparme en la gala.—¿D-de qué estás hablando? —Me hice la loca.—Dime, ¿por qué trataste de escapar de mí? —Se cruzó de brazos, acercándose a pasos lentos.Yo me hice bolita en el sofá, evitando su mirada porque ya no me intimidaba, más bien, me hacía palpitar muy rápido el corazón y otra zona que prefería no mencionar.—T-tal vez porque me tienes aquí
Lilia.Lo que dijo Chris me dejó en el limbo. Mi mente había quedado en blanco, como si estuviera procesando la información.¿Un oral?Jamás alguien había explorado en la parte más íntima de mi cuerpo, ni ninguna otra parte en general. La vergüenza me consumió, y el miedo que me invadía se convirtió en nervios por imaginar cómo se sentiría.—¡¿E-estás demente?! No puedes ir por ahí haciéndole orales a tus víctimas —tartamudeé, con los labios temblorosos.Mis muslos se tensaron cuando las gruesas y velludas manos de Chris se posaron en ellos, haciéndome ahogar un suspiro. Maldije en mis adentros porque ni yo misma lograba controlarme.Su expresión pícara y sensual no ayudaba para nada.—Yo no voy por ahí haciendo este tipo de cosas —refutó, burlón—. Siéntete afortunada, porque eres la primera mujer a la que se lo haré. Un hormigueo recorrió mis mejillas, mi estómago y varias zonas de mi cuerpo. Fue extraño, ¿por qué mi corazón galopaba dentro de mi pecho así de rápido?No era miedo, n
Chris.—No puedo con esto... —Hundí mi cabeza sobre la mesa—. Tú... ¿Crees que la obligué? Mierda, me tiene demasiado loco, no sabes lo que hice cuando regresé a mi habitación.—¿Y entonces por qué lo hiciste si ibas a arrepentirte? —cuestionó Deus, suspirando—. Mejor no des detalles de lo último, por favor —Puso su mano en forma de pared—. No deseo saber cuántas veces te masturbaste anoche.Estábamos en el bar como de costumbre ya que a veces tenía que supervisar que todo estuviera en orden, y esa noche nos llegaba un cargamento.—Sabes, siempre quise buscarla y comprobar mis verdaderos sentimientos hacia ella, y ahora que la tengo a mi disposición, me he dado cuenta de que estoy perdidamente enamorado —confesé, juntando ambas manos—. Haría cualquier cosa por ella, Deus.Él inhaló hondo y bebió un trago que nos habían servido en la mesa.—Es... Interesante saber que el líder de la familia más poderosa de la mafia está enamorado de una simple mujer —dijo, irónico y con la mano en el m
Chris.Mi ceño se frunció y tensé la mandíbula porque a pesar de que era una buena suma de dinero que nos beneficiaría, no podía aceptar.—¿Y bien? ¿No dirá nada?Necesitaba pensarlo, porque en mis planes no estaba acabar con la vida de mi suegro. Toqué mi mentón, sintiéndome contra la espada y la pared. No. Lilia terminaría odiándome si le quitaba la vida a su padre. Jax había sido tan bueno conmigo cuando era un niño, e hizo lo posible para quedarse con mi custodia, pero lamentablemente no lo consiguió y me mandaron al orfanato. —El trabajo que me pide es muy riesgoso —mentí—. Estamos hablando del hombre que permaneció en el puesto número uno como el mejor CEO. Su seguridad es amplia y difícil de superar. Él rio con fastidio. —Me está diciendo que no puede hacerlo —bufó. Me dolía rechazar el dinero, pero mis principios estaban antes que cualquier billete. Asesinar a Jax, significaba perder a Lilia para siempre, porque ella jamás me perdonaría algo así. —¿Y dónde está su mano d
Lilia.No podía creer que el hijo de Richard Collins trató de contratar a Chris para que fuera su sicario.Los días seguían pasando y yo estaba cada vez más confundida en cuanto a mis sentimientos. Quería ver a mis padres, sí, pero mi corazón latía rápidamente al ver a Chris, incluso me ponía nerviosa escuchar su voz.Lo peor era que no había pasado más nada entre nosotros desde aquel "castigo" que terminó gustándome más de lo que esperaba.Las puertas se abrieron de golpe, sobresaltándome.—Te traje compañía, Lilia. Sé que debes de extrañar a tus amigas —habló Chris.Había una mujer a su lado con traje de sirvienta y una postura encogida por timidez. Ella me sonrió con dulzura. Su cabello castaño estaba atado en una apretada cebolla, agrandando su frente.—¿Qué? —solté, incrédula.—Ella es Samira, es una de las mejores sirvientas de la casa, y vendrá seguido a visitarte para hacerte compañía y limpiar tu habitación —informó el hombre, palpando el hombro de la mujer.—Es un placer con
Chris.—Samira me comentó que usarás su reproductor de música esta noche —hablé, bebiendo un sorbo de jugo natural. —Supongo que te dijo absolutamente todo... Hasta la razón por la que lo usaré —masculló, removiendo la ensalada que casi se acababa. —No las estoy juzgando. Si logras recordar nuestra promesa, estará bien para mí —Me encogí de hombros.—Lo intentaré, pero no prome... —Lilia no terminó de hablar, porque otra voz se coló en el comedor. —¿Estás loco, Chris? Alexander me ha dicho que rechazaste su oferta, ¿en qué estabas pensando? —reprochó Elisa, apareciendo.Estaba terminando de cenar junto a Lilia, por lo que ella se quedó con los ojos abiertos al ver a la pelirroja hecha una furia y con ambas manos en su cintura. —Elisa, ¿podemos resolver este tema en otro lugar? Te he dicho que no vengas a esta ala de la mansión —Sobé mi sien, porque ella era la más rebelde. —Me importa un carajo que ella nos escuche —Tomó asiento y mordió una manzana que agarró—. Es muy estúpido q
Lilia.—Y recuerda, no vayas a quitarte los audífonos hasta que despiertes —indicó Samira, entregándome el reproductor en las manos.Yo parpadeé.Estaba loca por creer que iba a recordar un evento de cuando tenía cuatro años. ¿Cómo podría? Y peor aún, ¿cómo es que Chris también lo veía posible?En cualquier caso, ¿qué cambiaría si lo recordaba...?—Gracias, no le tengo mucha fe a esto, pero es mejor intentarlo y fracasar, que no haberlo intentado nunca —argumenté.—Sé que piensas que es una tontería —Arrugó un poco los labios—. Mírame, señorita, ¿me ves capaz de mentir? —Puso ambas manos encima de su delantal—. Una de las razones por las que me molestaban en la cocina, es porque me dejo "dominar" por así decirlo.—Me di cuenta de que eres sumisa —afirmé, sin sorprenderme.Ella abrió la boca con horror.—Tampoco lo diga de esa forma, señorita —Cubrió sus mejillas—. Puede sonar vulgar.Negué con la cabeza, divertida.—Recién nos conocemos, pero empiezas a caerme bien —Palmeé su hombro y
Chris.Tuve que esperar que Lilia saliera de su habitación, me quedé afuera, apoyando la espalda de la pared y revisando mi celular.En ese tiempo, recibí una llamada de Deus.—Jefe, me temo que tengo malas noticias —habló, su voz salió rasposa por la estática.—¿Qué sucede?A esas alturas, ya nada me daba miedo, simplemente tenía que prepararme para cualquier evento peligroso que se me viniera encima.—Perdí el rastro de Alexander —confesó, tal vez se estaba mordiendo una uña—. Y-yo... Ni siquiera me descuidé. Él se metió en un callejón, y cuando me acerqué, había desaparecido. Él tenía que ir a su trabajo, pero se desvió.—¿Exploraste bien la zona? Tal vez había alguna puerta cubierta con los propios bloques —expliqué, moviendo el pie repetidas veces.Según Deus, Alexander no había hecho nada extraño durante los días que lo había estado siguiendo. No le quitaba el ojo de encima, a menos que el hombre estuviera en su trabajo o en su departamento.—No, no hay nada de eso. Es extraño,