Lilia.Hace cinco años había sido mi boda con Chris. Él se volvió mucho más poderoso de lo que era, pues tenía el dominio completo incluso de la ciudad de Colorado.Me había reunido con mis padres ese día y llevé a los niños conmigo, Chris decidió quedarse en casa para terminar un trabajo importante.—¡Mamá, papá! —Los abracé.Ellos se la pasaban yendo a su isla privada y viniendo de visita cada cierto tiempo. —Oh, Lilia —soltó la mujer, con una enorme sonrisa—. ¿Qué tenemos aquí?Se agachó un poco para ver a la pequeña Evelyn, estaba dentro de un coche rosado y jugaba con una muñeca. Ella tenía a penas un año y salió con mi cabello negro oscuro, pero con los ojos de Chris.Tenía dos moñitos diminutos.—¡Abuelo! —Los gemelos corrieron al ver a mi padre.Adoraban los regalos que él siempre les llevaba. Los cargó con sus dos brazos con dificultad, pues papá ya estaba bastante mayor y se notaba por las arrugas en su rostro.—Lucían, Orión, ¿quién quiere un juguete nuevo? —interrogó, en
Lilia.Estaba agotada, ya no podía más. Le canté una canción de cuna a Evelyn y después de media hora fue que se quedó dormida.Salí de la habitación, le ordené a una sirvienta que la mantuviera vigilada, y caminé directo al comedor. Iba a llegar tarde al almuerzo.Suspiré.Cuando crucé una esquina, Samira iba en la misma dirección que yo y con su pequeña hija de cinco años al lado.—¡Samira!Se giró.—Oh, Lilia. ¿Vas al comedor?—¿Qué comes que adivinas? —bromeé, dándole un leve golpe en el hombro al llegar a su lado.—¡Hola, tía! —exclamó la niña.Era una copia exacta de Deus. Cabello negro y ojos oscuros como el carbón, y yo que pensaba que iba a heredar los ojos de su madre. Tenía dos coletas que la hacían lucir adorable.Me incliné un poco y despeiné su cabello como de costumbre.—¿Cómo estás, Diana? —Amplié la sonrisa.—¡Bien! —respondió, con entusiasmo—. ¡Quiero jugar con Orión y Lucían!Infló las mejillas. Me reí porque las expresiones enojadas en los niños eran demasiado tier
Lilia.El cumpleaños de los gemelos llegó en un abrir y cerrar de ojos. Mis pequeños estaban listos para ir a la primaria con sus seis añitos.Chris había preparado todo con ayuda de Deus. La habitación de eventos de la mansión estaba decorada con los Avengers, pues era la saga de películas favorita de los niños.—¡Mamá! Quiero ver a Samantha —Lucían Arrugó la boca, me sorprendí.Después de aquel encuentro que tuvimos con Ethan y su familia, él no ha podido olvidar a la morenita. Me recordó tanto a mí y a Chris.Puse una mano en mi mejilla, nostálgica.—No los invité, hijo. Lo siento —Me disculpé.—Yo sí lo hice a petición del cumpleañero —Apareció Chris de la nada.Tenía una sonrisa de oreja a oreja, me rodeó de la cintura y me plantó un suave beso en los labios. Pude ver que Lucían reaccionó con asco ante la escena.—¿L-los invitaste?—¡Papá es el mejor! —El pequeño estiró sus brazos—. ¡Hurra!—¿Verdad que sí? —Se echó el cabello hacia atrás, con aires de grandeza. Yo rodé los ojos—
Chris.Después de darle un vaso de agua a mi sobrina, regresamos al salón y nos topamos con sus padres. Habían llegado. Samira tenía una ecografía en sus manos.Casi explotaba.—¡Papá! ¡Mamá! —La pelinegra corrió hacia ellos.Fue recibida con un abrazo.—Chris, ¿cómo va la fiesta? Espero que no hayamos llegado tarde —habló Deus, tenía varias bolsas en las manos.—¿Qué traes? —pregunté, curioso.—Los regalos de tus queridos hijos —Rodó los ojos—. Me costó encontrar lo que querían, eh.Recordé que le habían pedido a Deus dos helicópteros grandes a control remoto. Era agradable ver que todos en la mansión le cumplían los caprichos a mis hijos, aunque Lilia se molestaba.Según ella, los estábamos malcriando.—La fiesta está en su máximo punto, de hecho —mentí. —¿Y Lilia? —inquirió Samira, estaba sobando su enorme panza. —Debe de estar con los niños. Supongo que ya llegaron sus padres —La busqué con la mirada, no la encontré. Vi a la pequeña Evelyn, estaba estirando sus bracitos hacia m
Lilia.—¿Tengo que casarme? —cuestioné, aturdida después de haber escuchado a mi padre.—Es importante que consigas esposo, Lilia... Recién te he cedido el puesto de CEO y necesitas a un hombre importante a tu lado para que te ayude —explicó, juntando ambas manos sobre la mesa—. Ya tienes veintinueve, ¿no tienes a nadie en mente?Me quedé sin palabras. Aunque no era mucha sorpresa para mí, ya que él me había mencionado varias veces el hecho de que era importante casarse en nuestra familia para que nuestro cargo fuera más legítimo.¿Por qué no cambiaban eso de una vez? Ya no estábamos en el pasado y las posibilidades de que yo tuviera éxito sin un hombre, de seguro eran mayores.—Sabes que los hombres no han sido importantes en mi vida —Giré el rostro, cabizbaja y hundiendo las cejas—. Con suerte tuve dos novios y me duraron una semana.—Precisamente por eso estoy haciendo un acuerdo con uno de mis más grandes aliados en el mundo de los negocios —defendió, cruzado de brazos y con una s
Lilia.Me vi una última vez en el espejo de mi habitación. Carlota me había ayudado a arreglarme. Llevaba puesto un vestido casual floreado que no pasaba de mis rodillas, junto a unas zapatillas.Inhalé hondo.Mi cabello estaba atado en una cebolla para que no se metiera en mi boca cuando estuviera comiendo.—Se ve hermosa, señorita —Juntó sus manos, satisfecha con el resultado.—Es gracias a ti, tienes un buen gusto —Di una vuelta y reí—. Mis padres deben de estar esperándome abajo.—Y lo están haciendo. Será mejor que se apure si no quiere llegar tarde —Me dio varios empujones hasta la puerta—. Yo limpiaré un poco.—Nos vemos más tarde, Carlota —me despedí.Caminé por los largos pasillos de la mansión Brown hasta bajar las amplias escaleras del centro y darme cuenta de que mis dos padres estaban esperando en la entrada.Mamá tenía un hermoso vestido azul claro pegado a su cuerpo y el maquillaje ocultaba un poco las arrugas que se formaron en su frente al verme.—Si no enamoras a Eth
Lilia.Después de la reunión que tuvimos en casa de los Watson, los días pasaron volando y las noticias sobre mi próxima boda estaban en boca de todos.En la empresa, mis colegas me felicitaron, por mucho que me costara creer que pronto sería esposa.Había quedado en verme con Ethan en un restaurante conocido de la ciudad. Papá insistió en que debíamos conocernos porque estábamos a semanas de la boda y no habíamos hablado desde nuestro reencuentro.Mis dedos jugaron con el mantel de la mesa, aburrida porque ya llevaba más de cinco minutos de espera y el hombre no llegaba.¿Se había perdido?—¡Lilia! —Me llamó.Sus manos se apoyaron sobre sus rodillas, y su respiración estaba entrecortada. ¿Acaso había corrido un maratón?Yo abrí los ojos.—No te ves muy bien —Fui sincera—. Toma, un poco de agua.Le ofrecí el vaso con agua que me dieron de cortesía y él se la bebió en un instante. Se sentó, soltando un largo suspiro jadeante por el cansancio.—Discúlpame, creí que el restaurante quedab
Chris.—¿Ya vio lo que corre en la noticias? ¿Esa no es la mujer que estaba planeando buscar pronto? —cuestionó Deus, mi fiel compañero.Ladeé una sonrisa porque estaba leyendo justo esa noticia en la página de mi celular.—¿Me puedes traer el periódico de hoy? Hay que comprobar que no sea algo falso —le ordené, sacudiendo mi mano y soltando el celular sobre la mesa de mi escritorio.—Ya mismo lo busco —acató, marchándose.Junté ambas manos debajo de mi mentón, pensando en cómo pudieron llegar a esa situación de comprometer a Lilia con Ethan.Yo me encontraba en otra ciudad, bastante lejos de ella a decir verdad. Planeaba hacerle una visita pronto para recordarle cierta promesa que hicimos de niños, porque por lo visto, la había olvidado.Cerré mi puño y golpeé la madera, frustrado por saber que se casaría con otro.¿Por qué? ¿Acaso me había olvidado?Deus regresó y colocó el periódico sobre la mesa.—Véalo usted mismo —indicó, sentándose frente a mí.Él encendió un cigarrillo.—¿Por