Capítulo 4: En la oscuridad

Chris.

—¿Ya vio lo que corre en la noticias? ¿Esa no es la mujer que estaba planeando buscar pronto? —cuestionó Deus, mi fiel compañero.

Ladeé una sonrisa porque estaba leyendo justo esa noticia en la página de mi celular.

—¿Me puedes traer el periódico de hoy? Hay que comprobar que no sea algo falso —le ordené, sacudiendo mi mano y soltando el celular sobre la mesa de mi escritorio.

—Ya mismo lo busco —acató, marchándose.

Junté ambas manos debajo de mi mentón, pensando en cómo pudieron llegar a esa situación de comprometer a Lilia con Ethan.

Yo me encontraba en otra ciudad, bastante lejos de ella a decir verdad. Planeaba hacerle una visita pronto para recordarle cierta promesa que hicimos de niños, porque por lo visto, la había olvidado.

Cerré mi puño y golpeé la madera, frustrado por saber que se casaría con otro.

¿Por qué? ¿Acaso me había olvidado?

Deus regresó y colocó el periódico sobre la mesa.

—Véalo usted mismo —indicó, sentándose frente a mí.

Él encendió un cigarrillo.

—¿Por qué sigues llamándome de usted? Ambos sabemos que eres mayor que yo —inquirí, con fastidio—. Y te he dicho que aborrezco ese olor. Vete a fumar a otro lado.

—Discúlpeme, lo había olvidado —bromeó, apagándolo—. ¿Por qué sigues obsesionado con esa niña? Nunca te atreviste a buscarla.

Lo asesiné con la mirada.

—Deus, quería asegurarme de darle una vida digna y fuera de peligro, ¿por qué otra razón esperaría tanto? ¿Sabes quién es el hombre más buscado del país? —le pregunté, echándome hacia atrás en la silla.

—Oh, déjame recordar... —Fingió no saber, y chasqueó sus dedos—. Eres tú, aunque tranquilo, tenemos a los policías comiendo de la palma de nuestras manos. Además, nadie sabe tu verdadero nombre —Estiró sus dedos.

—Pero al gobierno no, y ellos solo necesitarían una foto de mi rostro para encontrarme.

—¿Qué importa el gobierno? Ellos tienen sus propios asuntos —Frunció el ceño—. En este mundo en el que estamos metidos, tú eres el jodido amo, y sabes muy bien cómo zafarte de la autoridad sin que vean tu rostro —zanjó, en un tono grave y siniestro.

Suspiré.

Centré mi vista de nuevo en el periódico, y ahí la vi a ella...

"Lilia Brown, comprometida con Ethan Watson. Sin dudas, son la pareja del momento".

Hacía tanto tiempo que no la veía. La yema de mis dedos tocaron el papel del periódico, justo en su foto, en donde llevaba un hermoso vestido que combinaba con sus ojos.

La nostalgia me invadió tanto, que terminé por arrugar el papel y tirarlo a la basura a mi lado.

—No puedo creer que se haya comprometido con otro.

—¿Qué tiene? Es una mujer adulta y muy hermosa —expresó, en tono burlón—. Debiste de haberla buscado desde antes, no creo que de la noche a la mañana te quites todo el peso de la ley de encima por muy escurridizo que seas.

—¿Puedes dejar de mencionar ese tema? Me da escalofríos.

—Usted sabe lo que hemos hecho, y lo seguimos haciendo. Abandonar este mundo, significa traición, ¿y qué se hace cuando se traiciona a la familia? —defendió, alzando una ceja.

Tuve que inhalar hondo.

Era imposible salir ileso de la mafia, y mucho más porque yo era el líder de todo. Nadie actuaba por su cuenta a menos que yo se lo pidiera, nadie hacía negocios sin antes preguntarnos a Deus o a mí.

Él era el segundo al mando, el consejero, por así decirlo.

Tenía que empezar a mover las piezas de ajedrez si quería recuperar a mi reina, porque estaba dispuesto a hacer lo que fuera con tal de volver a verla.

—Sé mejor que nadie que la traición se castiga con muerte, Deus.

—Eres tan inteligente como alguna vez lo fue nuestro querido padre —Se mordió el labio.

—Padre adoptivo.

—¿Ya vas a empezar con eso? —bufó—. Fue el que te crio y enseñó todo para que tomaras su lugar cuando muriera, y conste que fue porque yo no quise ser el jefe, eh —avisó.

—Lo sé, eres un cobarde —me burlé.

Deus y yo nos habíamos criado juntos desde que tenía quince años y el señor Charles, el antiguo líder, me encontró en las calles porque me escapé del hogar que tenía en ese entonces.

—Hey, más respeto para tu hermano mayor —exigió.

—No somos hermanos, Deus.

—¿Me vas a tratar así, Chris? —Hizo un puchero infantil—. Sabes que daría mi vida por ti.

—Eso ya lo veremos.

Me levanté, caminando hasta el estante en donde tenía varios tipos de vinos con la intención de escoger uno. Solía beber cuando me sentía estresado.

—Deus, necesito encargarte varias cosas —comenté.

—Lo que usted ordene —Se inclinó sentado—. Sabe que usted da las órdenes, yo solo me encargo de que los demás cumplan con su parte o hacerlo yo mismo.

Me serví el vino. Definitivamente, mi corazón estaba frustrado porque Lilia no me recordaba.

¿Y cómo podría hacerlo? Si desaparecí de su vida cuando ambos teníamos diez años, pero... ¿Cómo es que esa promesa que hicimos a los cuatro años se me quedó grabada en la mente como si hubiera sido ayer?

No sabía qué pasaba conmigo. Ese era el recuerdo que me mantenía cuerdo y luchando cada día contra mis propios demonios internos.

—Primero, averigua qué día llevarán a cabo la boda, en internet no hay ninguna información al respecto —dije, tensando la mandíbula—. Quiero que investigues a Lilia de cerca, cada paso que dé en su día a día.

—Eso suena muy acosador de su parte, jefe —Se asqueó, arrugando la frente—. ¿Me va a mandar a la otra ciudad? Sabe lo lejos que queda...

—Para eso te pago y te dejo vivir aquí conmigo, no todos tienen acceso a este lugar, Deus —reproché, tomando asiento de nuevo—. Solo los de alto rango como nosotros.

—Ah, usted nunca me da un respiro a pesar de que seamos familia, y me trata como a un cualquiera —se quejó—. Pero, ¿qué es lo que planea hacer?

Coloqué la copa sobre la mesa y lo miré con una sonrisa que demostraba lo podrido que estaba mi corazón.

—¿No es obvio? Vamos a impedir esa boda —solté, como si nada.

Él quedó con la boca abierta y pude ver la saliva pasando por su garganta. Y es que ya yo había planeado todo en un momento.

No iba a permitir que Ethan se quedara con lo más preciado en mi vida. Ella tenía que ser mía y de nadie más. Me arrepentí tanto de no haberla buscado antes, así la tendría conmigo ahora...

—¿Q-qué? ¿Va a impedir la boda? ¡¿Está loco?! Pueden capturarlo si se expone demasiado, sabe que hace poco cometimos un delito y nos pillaron por su color de cabello... —espetó, mordiéndose una uña—. Ellos saben que usted es rubio.

—¿Tienes miedo, Deus? Puedo dejarte por fuera si no quieres y contratar a otro.

—N-no, no es eso. ¿Cómo carajos vamos a impedir una boda de ese tamaño? —Frunció el ceño, consternado—. Estamos hablando de la familia Brown, junto a la familia Watson. ¡Habrá seguridad en todos lados!

—Es muy fácil, Deus... Estoy seguro de que habrá un auto que llevará a la novia al lugar si queda lejos, así sea el del mismo Jax —Extendí una sonrisa lenta y calculada—. Averigua absolutamente todo; lugar, hora, día y chófer si es necesario. Si estoy en lo cierto, podemos secuestrar a la novia antes de que llegue a la ceremonia.

—Estás loco, definitivamente... —murmuró, impresionado.

—No sabes cuánto —Curveé una sonrisa calculadora, porque sabía que yo podría lograrlo.

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