Chris.
—¿Ya vio lo que corre en la noticias? ¿Esa no es la mujer que estaba planeando buscar pronto? —cuestionó Deus, mi fiel compañero.
Ladeé una sonrisa porque estaba leyendo justo esa noticia en la página de mi celular.
—¿Me puedes traer el periódico de hoy? Hay que comprobar que no sea algo falso —le ordené, sacudiendo mi mano y soltando el celular sobre la mesa de mi escritorio.
—Ya mismo lo busco —acató, marchándose.
Junté ambas manos debajo de mi mentón, pensando en cómo pudieron llegar a esa situación de comprometer a Lilia con Ethan.
Yo me encontraba en otra ciudad, bastante lejos de ella a decir verdad. Planeaba hacerle una visita pronto para recordarle cierta promesa que hicimos de niños, porque por lo visto, la había olvidado.
Cerré mi puño y golpeé la madera, frustrado por saber que se casaría con otro.
¿Por qué? ¿Acaso me había olvidado?
Deus regresó y colocó el periódico sobre la mesa.
—Véalo usted mismo —indicó, sentándose frente a mí.
Él encendió un cigarrillo.
—¿Por qué sigues llamándome de usted? Ambos sabemos que eres mayor que yo —inquirí, con fastidio—. Y te he dicho que aborrezco ese olor. Vete a fumar a otro lado.
—Discúlpeme, lo había olvidado —bromeó, apagándolo—. ¿Por qué sigues obsesionado con esa niña? Nunca te atreviste a buscarla.
Lo asesiné con la mirada.
—Deus, quería asegurarme de darle una vida digna y fuera de peligro, ¿por qué otra razón esperaría tanto? ¿Sabes quién es el hombre más buscado del país? —le pregunté, echándome hacia atrás en la silla.
—Oh, déjame recordar... —Fingió no saber, y chasqueó sus dedos—. Eres tú, aunque tranquilo, tenemos a los policías comiendo de la palma de nuestras manos. Además, nadie sabe tu verdadero nombre —Estiró sus dedos.
—Pero al gobierno no, y ellos solo necesitarían una foto de mi rostro para encontrarme.
—¿Qué importa el gobierno? Ellos tienen sus propios asuntos —Frunció el ceño—. En este mundo en el que estamos metidos, tú eres el jodido amo, y sabes muy bien cómo zafarte de la autoridad sin que vean tu rostro —zanjó, en un tono grave y siniestro.
Suspiré.
Centré mi vista de nuevo en el periódico, y ahí la vi a ella...
"Lilia Brown, comprometida con Ethan Watson. Sin dudas, son la pareja del momento".
Hacía tanto tiempo que no la veía. La yema de mis dedos tocaron el papel del periódico, justo en su foto, en donde llevaba un hermoso vestido que combinaba con sus ojos.
La nostalgia me invadió tanto, que terminé por arrugar el papel y tirarlo a la basura a mi lado.
—No puedo creer que se haya comprometido con otro.
—¿Qué tiene? Es una mujer adulta y muy hermosa —expresó, en tono burlón—. Debiste de haberla buscado desde antes, no creo que de la noche a la mañana te quites todo el peso de la ley de encima por muy escurridizo que seas.
—¿Puedes dejar de mencionar ese tema? Me da escalofríos.
—Usted sabe lo que hemos hecho, y lo seguimos haciendo. Abandonar este mundo, significa traición, ¿y qué se hace cuando se traiciona a la familia? —defendió, alzando una ceja.
Tuve que inhalar hondo.
Era imposible salir ileso de la mafia, y mucho más porque yo era el líder de todo. Nadie actuaba por su cuenta a menos que yo se lo pidiera, nadie hacía negocios sin antes preguntarnos a Deus o a mí.
Él era el segundo al mando, el consejero, por así decirlo.
Tenía que empezar a mover las piezas de ajedrez si quería recuperar a mi reina, porque estaba dispuesto a hacer lo que fuera con tal de volver a verla.
—Sé mejor que nadie que la traición se castiga con muerte, Deus.
—Eres tan inteligente como alguna vez lo fue nuestro querido padre —Se mordió el labio.
—Padre adoptivo.
—¿Ya vas a empezar con eso? —bufó—. Fue el que te crio y enseñó todo para que tomaras su lugar cuando muriera, y conste que fue porque yo no quise ser el jefe, eh —avisó.
—Lo sé, eres un cobarde —me burlé.
Deus y yo nos habíamos criado juntos desde que tenía quince años y el señor Charles, el antiguo líder, me encontró en las calles porque me escapé del hogar que tenía en ese entonces.
—Hey, más respeto para tu hermano mayor —exigió.
—No somos hermanos, Deus.
—¿Me vas a tratar así, Chris? —Hizo un puchero infantil—. Sabes que daría mi vida por ti.
—Eso ya lo veremos.
Me levanté, caminando hasta el estante en donde tenía varios tipos de vinos con la intención de escoger uno. Solía beber cuando me sentía estresado.
—Deus, necesito encargarte varias cosas —comenté.
—Lo que usted ordene —Se inclinó sentado—. Sabe que usted da las órdenes, yo solo me encargo de que los demás cumplan con su parte o hacerlo yo mismo.
Me serví el vino. Definitivamente, mi corazón estaba frustrado porque Lilia no me recordaba.
¿Y cómo podría hacerlo? Si desaparecí de su vida cuando ambos teníamos diez años, pero... ¿Cómo es que esa promesa que hicimos a los cuatro años se me quedó grabada en la mente como si hubiera sido ayer?
No sabía qué pasaba conmigo. Ese era el recuerdo que me mantenía cuerdo y luchando cada día contra mis propios demonios internos.
—Primero, averigua qué día llevarán a cabo la boda, en internet no hay ninguna información al respecto —dije, tensando la mandíbula—. Quiero que investigues a Lilia de cerca, cada paso que dé en su día a día.
—Eso suena muy acosador de su parte, jefe —Se asqueó, arrugando la frente—. ¿Me va a mandar a la otra ciudad? Sabe lo lejos que queda...
—Para eso te pago y te dejo vivir aquí conmigo, no todos tienen acceso a este lugar, Deus —reproché, tomando asiento de nuevo—. Solo los de alto rango como nosotros.
—Ah, usted nunca me da un respiro a pesar de que seamos familia, y me trata como a un cualquiera —se quejó—. Pero, ¿qué es lo que planea hacer?
Coloqué la copa sobre la mesa y lo miré con una sonrisa que demostraba lo podrido que estaba mi corazón.
—¿No es obvio? Vamos a impedir esa boda —solté, como si nada.
Él quedó con la boca abierta y pude ver la saliva pasando por su garganta. Y es que ya yo había planeado todo en un momento.
No iba a permitir que Ethan se quedara con lo más preciado en mi vida. Ella tenía que ser mía y de nadie más. Me arrepentí tanto de no haberla buscado antes, así la tendría conmigo ahora...
—¿Q-qué? ¿Va a impedir la boda? ¡¿Está loco?! Pueden capturarlo si se expone demasiado, sabe que hace poco cometimos un delito y nos pillaron por su color de cabello... —espetó, mordiéndose una uña—. Ellos saben que usted es rubio.
—¿Tienes miedo, Deus? Puedo dejarte por fuera si no quieres y contratar a otro.
—N-no, no es eso. ¿Cómo carajos vamos a impedir una boda de ese tamaño? —Frunció el ceño, consternado—. Estamos hablando de la familia Brown, junto a la familia Watson. ¡Habrá seguridad en todos lados!
—Es muy fácil, Deus... Estoy seguro de que habrá un auto que llevará a la novia al lugar si queda lejos, así sea el del mismo Jax —Extendí una sonrisa lenta y calculada—. Averigua absolutamente todo; lugar, hora, día y chófer si es necesario. Si estoy en lo cierto, podemos secuestrar a la novia antes de que llegue a la ceremonia.
—Estás loco, definitivamente... —murmuró, impresionado.
—No sabes cuánto —Curveé una sonrisa calculadora, porque sabía que yo podría lograrlo.
Lilia.Estaba de camino a la empresa en mi auto y faltaban unos días para la boda. Para ser sincera, pasar tiempo con Ethan no estaba tan mal como pensaba.Él me daba mi espacio y no trataba de coquetearme a pesar de que íbamos a casarnos pronto.Aparqué el vehículo en el estacionamiento y caminé directo al edificio. Ese sería un día duro pues tenía varias reuniones en menos de tres horas para tratar los asuntos de la empresa y posibles asociados.—Buen día, jefa —Lucía hizo una reverencia, era la recepcionista.—Te he dicho que no me gusta que me llames así. Somos amigas, ¿se te olvida? —Negué con la cabeza, divertida.—Sabes que me gusta molestarte en ese aspecto —bromeó—. ¿Cómo te va con tu nuevo novio? Te juro que pensé que estabas enamorada de mí porque rechazabas a cada hombre que te invitaba a salir.Ella ató su sedosa cabellera castaña porque sabía que no podía andar con el cabello suelto en la empresa, eran reglas creadas por mi padre. Sus ojos avellana me miraron con picard
Chris.—¿Qué es lo que has encontrado? —pregunté, arrugando la frente.Esperaba que el compromiso entre Lilia y Ethan no involucrara su amor de por medio, porque estaría en serios problemas si me la llevaba a la fuerza y al final ella prefería a Ethan.—¿Por qué no vamos al almacén? —Deus me miró de reojo—. Sabe muy bien que acá hay oídos entrometidos.Y tenía razón.Ambos estábamos en el bar del que era dueño, nos lo heredó el viejo antes de morir. Su aspecto elegante y moderno ocultaba las verdaderas intenciones para las que fue construido.Un sitio perfecto para llevar a cabo las reuniones que trataban de temas moralmente cuestionables. En ese lugar se mezclaban personas como nosotros, y gente normal e inocente que no tenía idea del trasfondo.Caminé hacia el almacén, dejando al barman haciendo lo suyo y Deus me siguió como mi fiel compañero. Mi mano derecha.—Dime lo que sabes.—Tienes que verlo. Me pidió que le dijera cada acontecimiento que rodeara a Lilia, y consideré important
Lilia.—Mañana es el gran día, hija mía —Papá me palmeó el hombro.Ambos estábamos saliendo del edificio después de que yo tuviera un duro día de trabajo. Él estuvo conversando con unos ejecutivos que lo ayudarían a preparar la boda.Quería que fuera la mejor ceremonia de ese año.—No me lo recuerdes porque me dan ganas de cagar por los nervios —resoplé, abriendo la puerta de mi auto—. Y sabes que no hace falta que me lleve un chófer privado, puedo ir yo misma si no tienen tiempo de buscarme.—¿La novia arreglada y con el vestido teniendo que manejar hasta su boda? No, señorita, no harás semejante barbaridad —Negó, en un tono agrio—. Contraté a un buen chófer que se hará cargo de llevarte, ya que el lugar queda bastante lejos de la mansión.Rodé los ojos y encendí el auto.—¿Por qué escogieron ese lugar?—Eric se casó con Ximena ahí, se trata de un fortín con vista a la playa y el atardecer es el mejor que se haya visto en esta ciudad, Lilia —explicó, revisando su celular.—Me imagino
Lilia.—¿Tengo que casarme? —cuestioné, aturdida después de haber escuchado a mi padre.—Es importante que consigas esposo, Lilia... Recién te he cedido el puesto de CEO y necesitas a un hombre importante a tu lado para que te ayude —explicó, juntando ambas manos sobre la mesa—. Ya tienes veintinueve, ¿no tienes a nadie en mente?Me quedé sin palabras. Aunque no era mucha sorpresa para mí, ya que él me había mencionado varias veces el hecho de que era importante casarse en nuestra familia para que nuestro cargo fuera más legítimo.¿Por qué no cambiaban eso de una vez? Ya no estábamos en el pasado y las posibilidades de que yo tuviera éxito sin un hombre, de seguro eran mayores.—Sabes que los hombres no han sido importantes en mi vida —Giré el rostro, cabizbaja y hundiendo las cejas—. Con suerte tuve dos novios y me duraron una semana.—Precisamente por eso estoy haciendo un acuerdo con uno de mis más grandes aliados en el mundo de los negocios —defendió, cruzado de brazos y con una s
Lilia.Me vi una última vez en el espejo de mi habitación. Carlota me había ayudado a arreglarme. Llevaba puesto un vestido casual floreado que no pasaba de mis rodillas, junto a unas zapatillas.Inhalé hondo.Mi cabello estaba atado en una cebolla para que no se metiera en mi boca cuando estuviera comiendo.—Se ve hermosa, señorita —Juntó sus manos, satisfecha con el resultado.—Es gracias a ti, tienes un buen gusto —Di una vuelta y reí—. Mis padres deben de estar esperándome abajo.—Y lo están haciendo. Será mejor que se apure si no quiere llegar tarde —Me dio varios empujones hasta la puerta—. Yo limpiaré un poco.—Nos vemos más tarde, Carlota —me despedí.Caminé por los largos pasillos de la mansión Brown hasta bajar las amplias escaleras del centro y darme cuenta de que mis dos padres estaban esperando en la entrada.Mamá tenía un hermoso vestido azul claro pegado a su cuerpo y el maquillaje ocultaba un poco las arrugas que se formaron en su frente al verme.—Si no enamoras a Eth
Lilia.Después de la reunión que tuvimos en casa de los Watson, los días pasaron volando y las noticias sobre mi próxima boda estaban en boca de todos.En la empresa, mis colegas me felicitaron, por mucho que me costara creer que pronto sería esposa.Había quedado en verme con Ethan en un restaurante conocido de la ciudad. Papá insistió en que debíamos conocernos porque estábamos a semanas de la boda y no habíamos hablado desde nuestro reencuentro.Mis dedos jugaron con el mantel de la mesa, aburrida porque ya llevaba más de cinco minutos de espera y el hombre no llegaba.¿Se había perdido?—¡Lilia! —Me llamó.Sus manos se apoyaron sobre sus rodillas, y su respiración estaba entrecortada. ¿Acaso había corrido un maratón?Yo abrí los ojos.—No te ves muy bien —Fui sincera—. Toma, un poco de agua.Le ofrecí el vaso con agua que me dieron de cortesía y él se la bebió en un instante. Se sentó, soltando un largo suspiro jadeante por el cansancio.—Discúlpame, creí que el restaurante quedab