El traje consistía en una camisa abotonada hasta el cuello, ceñida, muy ajustada, se transparentaban mis pezones en la tela. La falda, era corta y tipo tubo, de color azul oscuro. Tenía una corbata puesta, que parecía adornar mis senos a la perfección. Cuando me contemplé, algo dentro de mí me dijo que me veía bien.Que ridícula eres, Teresa. Me dije yo, esta vez más fuerte. Para silenciar esa voz lujuriosa dentro de mí que jugaba como si fuera una de las chicas de la mansión.El juego iba a comenzar pronto. Sophie y yo hablamos sobre nuestro guion, Collin, Sam y Eduard ya estaban allí para vernos. Había otros, que yo no conocía, pero estaban más lejos.Esta sería una dura prueba, para la chica virgen que apenas hacía unos segundos había tenido su primer orgasmo. Daemon, el faltaba que viniera. No quería hacerlo, pero miraba a todas partes buscándolo con los ojos.—Va a venir, tranquila. —dijo Sophie, haciendo una mueca divertida.Se acercó a mí y me indicó que el juego comenzaría. Qu
Su lengua se introdujo y empezó a recorrer mi interior de una manera que me hizo gritar del placer. Oh, era tan…—Ah… —solté, ya no podía pensar en nada más.El calor, las sensaciones, los aromas, todo se fundía en ese instante. Y solo quería más.Quería que siguiera así por siempre.Concéntrate, concéntrate. Era inútil. Allí todos eran sospechosos y yo… Estaba teniendo otro orgasmo. Ya perdía la cuenta de cuantos tuve. El me ordenó que caminara en el suelo, mientras azotaba mi nalga con la palma de su mano.Quería más.Él se acercó, sentí su miembro erecto y enorme en mis muslos, rozando lentamente.¿Cuándo terminaría esto?Yo me hice para atrás para que se introdujera en mi coño, que me llenara por completo. El se apartó. Me miró sonriente.—Eres hermosa, me gusta que seas virgen. —dijo, al tiempo en que sonreía con un modo triunfal y cínico.No, estaba bromeando.—Te voy a volver loca, Cady.Entonces jaló de la tira de cuero para atraerme hacia su cuerpo. Me pegó al suyo, haciendo
Volver a mi cuarto había sido de las mejores sensaciones que había tenido en toda mi vida. El alivio que fue cerrar la puerta y echarme sobre la cama, cubriéndome hasta la cabeza con las mantas era indescriptible.Aunque fuera una ilusión, porque ellos podían abrir la puerta en cualquier momento. De igual modo, estar un poco a solas me daba estabilidad.Piensa Teresa, ¿Qué haremos ahora? Estoy en problemas… Pensé, en silencio, con las mantas sobre mi cabeza, como si así me protegiera de los males del mundo.Quería gritar y salir por la ventana. Huir de allí, volver a mi vida normal, a mi trabajo. Maldita sea, lo que estaba sintiendo siempre.No engañaba a nadie diciendo que tenía el coraje para huir. Pero necesitaba más coraje y valentía para quedarme allí.¿No será en realidad que te quedas porque estás loca por ese mafioso? Una voz me dijo esto dentro de mi cabeza.Negué, apretando los puños. No iba a enamorarme del primer hombre que tuviera contacto físico conmigo. Sería una tonta
—Estás acalorada. —dijo ella, mirándome fijamente.Parecía que estaba leyendo mi alma con sus ojos. O quizás yo estuviera demasiado aterrada.—Has venido a entrenarme. —me adelanté a decir, me di cuenta que de verdad me hallaba sonrojada.—Sí cariño, no te apures. —Sophie caminó por toda mi habitación.Ella llevaba un vestido de color rojo, con tela delgada, al igual que mi vestido. Tenía el pelo suelto.—Lo lamento. —me senté, estaba tensa.—De igual modo debes saber cosas o no estarías aquí. Me ahorrará tiempo. —sonrió, acostándose sobre la cama y echando su cabeza hacia atrás.Miró el techo, como si esto fuera un juego.—Sí, puedo derramar sangre cuando sea necesario. —dije, con los ojos puestos en ella, para leer sus gestos y tratar de adivinar lo que vendría.Las advertencias de Scott habían sido más que claras. Allí no estaba a salvo.—No creo que haga falta, mientras hagamos nuestro trabajo nada saldrá mal. Sabes, es extraño. Creí que Daemon no querría que hagas la misión, porq
—No comprendo porque pones esa cara de rebelde. —Racchio me miró con severidad, tomándome con fuerza para que me acercara.Apretó un poco más mi cuello. Sentí un temor que se hacía más y más grande.—Lo siento… —dije, gimoteando para que me soltara.Lo hizo, me soltó y caí al suelo. El disfrutaba esto, me miraba con una malicia superior. Su porte indomable me hacía sentir diminuta, era tan fuerte.—Eres mi sumisa. Soy tu dueño y haces lo que yo te ordeno. Al parecer estás confundiendo tu lugar aquí. —su voz era hostil, me daba temor escucharlo.No comprendía porque me trataba de esa manera. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Me sentí tonta. ¿Qué demonios hacía llorando por esto? El era un cretino, lo sabía desde antes de llegar aquí. Pero recordaba su maldita sonrisa, como me había hecho sentir tanto placer.—No te vi en la cámara hoy, parece que estás haciendo algo indebido. —dijo él, su tono era amenazante.Volvió a sujetarme, tirando de mi cabello, amenazante, su tono me hacía estre
El agua suavizó cada parte de mi piel, haciendo que me relajara y no quisiera salir de allí. Otro chapoteo se hizo notar, Sam habría saltado cerca de mí. Ella estaba nadando, divertida, como una sirena cantaba por momentos.—¡Salta Scott! —gritó ella, soltando una risita.Saqué mi cabeza del agua para respirar, completamente mojada. Miré a Scott, que se quitó la camiseta para entrar al agua. Me sentí abrumada. Me quedé cerca de Sam para no seguir actuando como una mojigata nuevamente. Allí todo era normal, que yo estuviera desnuda no hacía la diferencia.—No te pongas nerviosa, Cady. Solo nos divertimos. —ella sonrió, dándome la mano para que nadáramos juntas.—Lo sé. —respondí, con algo de hostilidad.—Ella no se divierte. Es una chica severa, aunque no lo creas. —Scott habló esta vez, sonriendo.El también actuaba, lo podía leer en él. Cuando estuvo conmigo fuera de los ojos de las cámaras, actuaba muy diferente. Ahora se veía despreocupado, alocado, divertido. Antes, estaba tacitur
Por un regalo divino, pude cenar sola en mi cuarto sin que nadie requiriera mi presencia. Busqué una bandeja con sándwiches de atún y la llevé, cerrando la puerta y quedándome a un costado de la habitación, en el suelo.Ni siquiera quería subirme a la cama. Quería hablar con alguien que no fuera todas las malditas personas que vivían aquí. Me sentía acorralada con cada paso que daba. Solo Scott había hablado con sinceridad y él no podía hablarme o nos descubrirían. Así que estaba sola, completamente sola a merced de ese demonio cuyo nombre era Daemon.Lo odiaba, lo odiaba tanto. Lo peor era que también lo deseaba, no podía borrarlo de mis pensamientos. Me regañé por ser tan lujuriosa, me dije a mi misma que me estaba convirtiendo en una mujer totalmente diferente. Estaba volviéndome loca.Alguien llamó a la puerta.—¿QUE QUIEREN MALDITA SEA? NO PUEDO ESTAR NI UN SEGUNDO A SOLAS. ¡Lárguense!Eso solo sonó dentro de mi cabeza. Tuve que hacer silencio, ponerme de pie y sonreír. Mi teatro
Sophie me llevó hacia el lugar, donde los tres iniciaríamos el juego. Estaba nerviosa, demasiado nerviosa por lo que iba a pasar.Collin me miró, más que mirarme me atravesó con la mirada. Yo estaba desnuda, sentí un calor intenso entre mis piernas. Me sonrojé, otra vez me sonrojé.—¿Quieres sentir la humedad de Cady? Es increíble. —dijo ella, con un tono de voz suspicaz.El me miró, esperando que me negara o que dijera algo. Es que yo tenía mis propias preguntas. Sophie introdujo su dedo índice y me acarició, haciendo que soltara un gemido sin que pudiera contenerlo.Ella cubrió mi cuerpo con una de las mantas que había allí. Me guiñó un ojo, porque esto no era correcto. Daemon podía enterarse, de que Collin estaba demasiado cerca de mí. Aunque, si no pasaba a mayores… ¿Qué estás pensando, Teresa? Oh, cada día estaba peor.Solo el sexo no estaba permitido, pero todo lo demás sí.Collin se acercó a mí, con una mirada tan seductora que me dio un cosquilleo fuerte. Era una chica incontr