Misión

Su lengua se introdujo y empezó a recorrer mi interior de una manera que me hizo gritar del placer. Oh, era tan…

—Ah… —solté, ya no podía pensar en nada más.

El calor, las sensaciones, los aromas, todo se fundía en ese instante. Y solo quería más.

Quería que siguiera así por siempre.

Concéntrate, concéntrate. Era inútil. Allí todos eran sospechosos y yo… Estaba teniendo otro orgasmo. Ya perdía la cuenta de cuantos tuve. El me ordenó que caminara en el suelo, mientras azotaba mi nalga con la palma de su mano.

Quería más.

Él se acercó, sentí su miembro erecto y enorme en mis muslos, rozando lentamente.

¿Cuándo terminaría esto?

Yo me hice para atrás para que se introdujera en mi coño, que me llenara por completo. El se apartó. Me miró sonriente.

—Eres hermosa, me gusta que seas virgen. —dijo, al tiempo en que sonreía con un modo triunfal y cínico.

No, estaba bromeando.

—Te voy a volver loca, Cady.

Entonces jaló de la tira de cuero para atraerme hacia su cuerpo. Me pegó al suyo, haciendo
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