—Estás acalorada. —dijo ella, mirándome fijamente.Parecía que estaba leyendo mi alma con sus ojos. O quizás yo estuviera demasiado aterrada.—Has venido a entrenarme. —me adelanté a decir, me di cuenta que de verdad me hallaba sonrojada.—Sí cariño, no te apures. —Sophie caminó por toda mi habitación.Ella llevaba un vestido de color rojo, con tela delgada, al igual que mi vestido. Tenía el pelo suelto.—Lo lamento. —me senté, estaba tensa.—De igual modo debes saber cosas o no estarías aquí. Me ahorrará tiempo. —sonrió, acostándose sobre la cama y echando su cabeza hacia atrás.Miró el techo, como si esto fuera un juego.—Sí, puedo derramar sangre cuando sea necesario. —dije, con los ojos puestos en ella, para leer sus gestos y tratar de adivinar lo que vendría.Las advertencias de Scott habían sido más que claras. Allí no estaba a salvo.—No creo que haga falta, mientras hagamos nuestro trabajo nada saldrá mal. Sabes, es extraño. Creí que Daemon no querría que hagas la misión, porq
—No comprendo porque pones esa cara de rebelde. —Racchio me miró con severidad, tomándome con fuerza para que me acercara.Apretó un poco más mi cuello. Sentí un temor que se hacía más y más grande.—Lo siento… —dije, gimoteando para que me soltara.Lo hizo, me soltó y caí al suelo. El disfrutaba esto, me miraba con una malicia superior. Su porte indomable me hacía sentir diminuta, era tan fuerte.—Eres mi sumisa. Soy tu dueño y haces lo que yo te ordeno. Al parecer estás confundiendo tu lugar aquí. —su voz era hostil, me daba temor escucharlo.No comprendía porque me trataba de esa manera. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Me sentí tonta. ¿Qué demonios hacía llorando por esto? El era un cretino, lo sabía desde antes de llegar aquí. Pero recordaba su maldita sonrisa, como me había hecho sentir tanto placer.—No te vi en la cámara hoy, parece que estás haciendo algo indebido. —dijo él, su tono era amenazante.Volvió a sujetarme, tirando de mi cabello, amenazante, su tono me hacía estre
El agua suavizó cada parte de mi piel, haciendo que me relajara y no quisiera salir de allí. Otro chapoteo se hizo notar, Sam habría saltado cerca de mí. Ella estaba nadando, divertida, como una sirena cantaba por momentos.—¡Salta Scott! —gritó ella, soltando una risita.Saqué mi cabeza del agua para respirar, completamente mojada. Miré a Scott, que se quitó la camiseta para entrar al agua. Me sentí abrumada. Me quedé cerca de Sam para no seguir actuando como una mojigata nuevamente. Allí todo era normal, que yo estuviera desnuda no hacía la diferencia.—No te pongas nerviosa, Cady. Solo nos divertimos. —ella sonrió, dándome la mano para que nadáramos juntas.—Lo sé. —respondí, con algo de hostilidad.—Ella no se divierte. Es una chica severa, aunque no lo creas. —Scott habló esta vez, sonriendo.El también actuaba, lo podía leer en él. Cuando estuvo conmigo fuera de los ojos de las cámaras, actuaba muy diferente. Ahora se veía despreocupado, alocado, divertido. Antes, estaba tacitur
Por un regalo divino, pude cenar sola en mi cuarto sin que nadie requiriera mi presencia. Busqué una bandeja con sándwiches de atún y la llevé, cerrando la puerta y quedándome a un costado de la habitación, en el suelo.Ni siquiera quería subirme a la cama. Quería hablar con alguien que no fuera todas las malditas personas que vivían aquí. Me sentía acorralada con cada paso que daba. Solo Scott había hablado con sinceridad y él no podía hablarme o nos descubrirían. Así que estaba sola, completamente sola a merced de ese demonio cuyo nombre era Daemon.Lo odiaba, lo odiaba tanto. Lo peor era que también lo deseaba, no podía borrarlo de mis pensamientos. Me regañé por ser tan lujuriosa, me dije a mi misma que me estaba convirtiendo en una mujer totalmente diferente. Estaba volviéndome loca.Alguien llamó a la puerta.—¿QUE QUIEREN MALDITA SEA? NO PUEDO ESTAR NI UN SEGUNDO A SOLAS. ¡Lárguense!Eso solo sonó dentro de mi cabeza. Tuve que hacer silencio, ponerme de pie y sonreír. Mi teatro
Sophie me llevó hacia el lugar, donde los tres iniciaríamos el juego. Estaba nerviosa, demasiado nerviosa por lo que iba a pasar.Collin me miró, más que mirarme me atravesó con la mirada. Yo estaba desnuda, sentí un calor intenso entre mis piernas. Me sonrojé, otra vez me sonrojé.—¿Quieres sentir la humedad de Cady? Es increíble. —dijo ella, con un tono de voz suspicaz.El me miró, esperando que me negara o que dijera algo. Es que yo tenía mis propias preguntas. Sophie introdujo su dedo índice y me acarició, haciendo que soltara un gemido sin que pudiera contenerlo.Ella cubrió mi cuerpo con una de las mantas que había allí. Me guiñó un ojo, porque esto no era correcto. Daemon podía enterarse, de que Collin estaba demasiado cerca de mí. Aunque, si no pasaba a mayores… ¿Qué estás pensando, Teresa? Oh, cada día estaba peor.Solo el sexo no estaba permitido, pero todo lo demás sí.Collin se acercó a mí, con una mirada tan seductora que me dio un cosquilleo fuerte. Era una chica incontr
—¿No estás saltando de alegría? —preguntó Sophie, su mirada se iluminó.Oh, sí, era genial ser acusada de envenenar al jefe de la mafia más peligroso y estar rodeada de potenciales enemigos. Sentí que me desvanecería si seguía pasando por estos nervios tan frecuentes.—Sí, por supuesto. —fingí, era la reina de la mentira.—Yo la acompañaré a buscar un disfraz perfecto. Tengo una idea. —Sam me empujó levemente a un costado.Eso me hizo sentir atacada. No quería ir con ella. Maldita sea, me estaba tratando de leer la mente.—¿Un disfraz? —pregunté, con la duda plasmada en mis ojos.Esta libertad no era buena, no para mí, porque todo era peligroso aquí. Ahora, podían estar sospechando de mí. Sam era la peor de las compañías para mí, deseaba estar en cualquier parte menos con ella.—Sí, se me ocurre algo. Podemos hacer una fiesta de máscaras. Allí, podría pasar cualquier cosa … No podremos saber quién es quién… —ella sonrió, con suspicacia. —Tendremos que adivinar.—Lo permito. Será diver
Objetivo. Pensé, sin parar. Un sinfín de sensaciones que se multiplicaban por mi cuerpo.Jamás, en toda mi vida, creí que mi vida estaría tan colmada de placer.Sophie colocó unas hojuelas especiales en cada una de las máscaras. Me acerqué para ver de qué se trataba. Yo ya había sido prácticamente envenenada con esta cosa que Sam se atrevió a usar. Debía cerciorarme de que no me daría otra cosa extraña que podría matarme.—¿Qué es eso? —pregunté, al tiempo en que acariciaba lentamente su cabello.Ella arrugó la nariz en una mueca divertida, relajada. Luego, soltó una risita.—Son para los ojos, para colocar en el centro del antifaz. Es un velo oscuro para que la diversión será mayor. Esta noche se romperán todas las reglas. —guiñó un ojo y apretó los labios, con suspicacia.—Debo saber… ¿Daemon no se dará cuenta si yo pierdo…? Ya sabes. —me encogí de hombros, tratando de disimular un poco mi virginidad entre toda esa gente allí.La verdad, me preocupaba demasiado que el regresara y me
El mundo de la seducción era un terreno peligroso de explorar. Aunque aquí, las libertades eran amplias, las sumisas tenían una orden clara, en la mansión debían obedecer a sus dueños.Por ello, me quedé helada al ver que Eduard caminó hacia Sam, cuando la música cesó.El tiempo pareció detenerse. La música se cortó dejando un silencio devastador y penetrante. Miré a Eduard, estaba un poco pálido y se notaba que había tenido una descompensación. Eso no lo hacía ver menos molesto.El infierno ardía en sus pupilas.Al detenerse el ruido, Sam contempló como Eduard la estaba mirando.—Al suelo. —Fueron sus palabras, repitiéndolas para que ella obedeciera.Sam comenzó a llorar. El sollozo que soltó me hizo sentir mal, una punzada de culpa que se fue transformando en dolor de estómago.Me sentí desnuda, en medio de todo este caos. No sé porque, pero volví a sentirme como un ratoncito en medio de las bestias. Supongo que era porque por fin estaba viendo la verdadera naturaleza de un mafioso.