Montreal, Canadá Casi sin aire y con los ojos enrojecidos por el llanto, Bianca corre desesperada por el bosque, sintiendo el ardor de los pequeños cortes que las ramas de los árboles le abren en su joven rostro, pero esos simples arañazos no pueden compararse con el frenético golpeteo de los latidos de su corazón. No sabe cuánto más soportará corriendo, pero detenerse no es una opción. De solo considerarlo la asalta la imagen de esa cabaña a la que solía llamar hogar, pero que ahora se ha convertido en la tumba de los cuerpos ensangrentados y sin vida de su familia. Sintiendo que los ojos se le comienzan a llenar de espesas lágrimas , se reprocha haber sido tan tonta, tan ingenua de creer que podría rechazar al Alfa que la había reclamado como suya. Tendría que haber sabido que César no pararía hasta llegar a ella, y ahora se maldice por haber sido tan obstinada como para pensar que tenía elección, que podía decidir no convertirse en la hembra de un macho Alfa que estaba acostumbr
Bajo la ducha, Bianca siente el agua corriendo por su piel con una sensación tan reconfortante que por un momento se permite olvidar todo. A su perseguidor, la trágica muerte de su familia, el no tener a donde ir, incluso el estar al cuidado de un completo extraño. Cosas que deberían hundirla en un profundo sentimiento de soledad y angustia, pero que ha tratado de evitar convenciéndose de que debe seguir adelante, que debe hallar la manera de mantenerse firme hasta llegar a César y cumplir con la promesa que le ha hecho. Algo de lo que no será capaz si se deja quebrar, si se queda llorando en un rincón, simplemente esperando que la encuentren tarde o temprano. “¿Y quién será ese tal Julio? ¿Y por qué se me hace extrañamente familiar, pero no como si lo conociera, sino más bien como si compartiéramos algo?”, se pregunta mientras se seca frente al espejo, ese hombre representa un gran interrogante, uno que necesita responder, sobre todo al notar que tiene una inusual facilidad para mo
Phillisburgh, Canadá.Sentada en el piso, con la espalda apoyada en el umbral de la puerta de la cabaña, Bianca observa el sudoroso cuerpo de su protector. En circunstancias normales debería sentir temor de alguien que está terminando de cavar tres tumbas, tres muertes que ella provocó, ocultando la sangre que le ha hecho derramar por su culpa. Pero por el contrario, cerca de él se siente segura, con la certeza de que no desearía estar en ningún otro lugar.“Lamento lo que sucedió con Patch, yo… no quería que nada de esto pasara”, se disculpa la mujer acercándose a Julio que permanece de pie frente al lugar de descanso de su fiel compañero.“Era inevitable, sabía que alguien saldría lastimado si ponía una loba bajo mi techo”, murmura el hombre sin quitar la mirada del rectángulo de tierra negra, recriminandose no haber tenido la fuerza de voluntad para separarse de ella.“¿Entonces siempre supiste que era una loba?”, interroga sorprendida, hasta ese momento creía que él no sabía lo qu
Mientras caminan por el bosque guiados por Alina y escoltados por otros dos matones, Bianca no puede evitar pensar que ni siquiera habrá lucha, que solo los llevan a un lugar lo suficientemente apartado para asesinarlos como a perros. Es cierto que Julio pertenecía a esa manada, pero por la manera en que lo ha tratado parece que el amor fraternal que se supone debería haber entre ellos ha desaparecido por completo.“Puedes calmarte, pequeña, nadie te va a hacer daño, aunque si sigues apestando a miedo alguno podría emocionarse y salir a perseguirte como si fueras una jugosa cierva”, murmura la guía con un tono divertido en la voz, comenzando a subir por una pendiente cubierta de hojas secas.“Creo que tengo muy buenas razones para tenerlos miedo, nos sacaron de la carretera y tecnicamente nos han secuestrado”, masculla Bianca con más insolencia de la que estaba dispuesta a demostrar.Alina se para en seco y volteandose la mira de arriba abajo con el ceño fruncido, como si estuviese tr
Luego de tener que esperar lo que a Julio le resulta una eternidad en la sala de la casa de su padre, por fin ve al doctor bajando por las escaleras y anunciarle que todo está bien con solo asentir con la cabeza. Restregándose las manos con nerviosismo mira a Bianca y juntos se dirigen al encuentro del ahora derrocado Alfa, al verlo con el rostro pálido sentado en la cama, no puede evitar sentir una punzada de culpa. “No me mires como si fuese un trapo viejo, solo fueron un par de costillas rotas, nada mal para haber estado frente a una mirada carmesí”, comenta Francis con una media sonrisa, tratando de restar importancia al asunto.“¿Por qué hiciste eso? Podías ganar esa batalla, lo que me dijiste fue a propósito, provocaste la mirada carmesí”, protesta Julio sin poder entender por qué su padre se arriesgó tanto, y sabe que no es solo por amor fraternal.“Yo soy un viejo al que le queda poco hilo en el carretel, y como Alfa no podía permitir que cualquier idiota presumido viniera d
“No puedo creer que ahora que Julio ha vuelto, tenga a esa mocosa persiguiendolo por detrás como perro faldero. Puede haberlo engañado a él, pero sé muy bien lo que intenta, quiere enlazarse con él, y solo lo logrará sobre mi cadáver”, masculla una mujer de cabello rubio y figura esbelta.La mujer espera al pie de la escalera de la mansión, con los labios apretados en una fina línea, esperando a ver a esa entrometida bajar y poder poner en marcha el plan para deshacerse de ella. Será una jugada arriesgada, a todo o nada, pero debe hacerlo, no puede permitir que se repita la historia como cuando estuvo Kayla. Perdió al Alfa de la manada una vez, y no piensa volver a repetir el mismo error.Soltando una pequeña risita divertida, Bianca desciende por la escalera detrás de Julio, la noche que ha pasado allí parece ser la mejor en toda su vida. Aunque tal vez podría haber sido mejor si él le hubiese hecho una visita a su habitación, de hecho hasta cree haber soñado con algo así. De solo re
“¡¿En el calabozo? ¿Acaso están locos? ¿Cómo van a ponerla ahí?!”, reclama Julio queriendo hacer a un lado a su hermana para salir del estudio.“Tienes que calmarte, ha sido acusada de intentar asesinar a uno de nuestros miembros. Solo están siguiendo el protocolo, y lo sabes”, le recuerda Alana empujándolo hacia atrás, sabiendo que no puede permitirle salir fuera de allí en ese estado.“Ella no lo hizo, ¿por qué lo haría? Si hubiese querido matar a alguien tendría que ser a uno de nosotros, hasta estuvo a sola con papá que está postrado en cama”, expone el Alfa dispuesto a defenderla ante quien sea.“Tampoco tiene mucho sentido para mí, pero tienes que ver esto con la mente en frío. Es la palabra de una forastera contra una de nuestra manada, así que creo que es bastante claro a quienes apoyarán todos”, intenta hacerlo entrar en razón la hermana.“Y apoyarán también que decrete la muerte de Bianca, es el castigo por la vida de uno de nuestra manada.Y no pienso hacerlo, me importa un
Sentado en el borde de la cama, Julio observa a Bianca dormir placidamente, y a pesar de que ha ido hasta allí para darle el desayuno, se ha sentido incapaz de despertarla. Después de lo que le ha tocado pasar merece un buen descanso, y la verdad es que retrasar la conversación que quiere tener con ella no le parece mal.“¿Acaso que sea un Alfa el que te mira dormir no lo convierte en acoso?”, murmura Bianca abriendo los ojos lentamente, esbozando una sonrisa al verlo allí.“Supongo que depende de cómo lo toma la persona observada, ¿te sientes acosada?”, pregunta Julio no pudiendo evitar curvar sus labios en una pequeña sonrisa.“Lo que pienso es que estás demasiado lejos para un beso de Buenos días”, reclama la mujer, que le hubiese gustado despertar entre sus brazos, pero la verdad es que en cuanto tocó cama cayó rendida entre las sábanas.“Tengo un desayuno de Buenos días, que creo te vendrá mucho mejor”, responde el Alfa acercándole la bandeja y volviendo a donde estaba sentado.“