Mientras caminan por el bosque guiados por Alina y escoltados por otros dos matones, Bianca no puede evitar pensar que ni siquiera habrá lucha, que solo los llevan a un lugar lo suficientemente apartado para asesinarlos como a perros. Es cierto que Julio pertenecía a esa manada, pero por la manera en que lo ha tratado parece que el amor fraternal que se supone debería haber entre ellos ha desaparecido por completo.
“Puedes calmarte, pequeña, nadie te va a hacer daño, aunque si sigues apestando a miedo alguno podría emocionarse y salir a perseguirte como si fueras una jugosa cierva”, murmura la guía con un tono divertido en la voz, comenzando a subir por una pendiente cubierta de hojas secas.
“Creo que tengo muy buenas razones para tenerlos miedo, nos sacaron de la carretera y tecnicamente nos han secuestrado”, masculla Bianca con más insolencia de la que estaba dispuesta a demostrar.
Alina se para en seco y volteandose la mira de arriba abajo con el ceño fruncido, como si estuviese tratando de decidir si saltarle encima para enseñarle modales o esperar a que lo haga su líder. Luego de unos segundos que a la muchacha le parecen una eternidad, la escucha soltar una risita divertida, algo que la desconcierta por completo, no sabiendo cómo interpretarlo.
“Tienes agallas, puede que después de todo no seas solo una carga, bueno no deberías de serlo si mi hermano ha decidido traerte con él. Es un lobo solitario, lo que significa que no suele involucrarse con nadie, debes de ser algo especial para haber logrado conquistarlo”, comenta Alina pasando su mirada de la muchacha a Julio que solo le lanza una advertencia con su expresión de que no se meta en lo que no le incumbe.
“Deberíamos seguir, sabes que a Francis no le gusta la impuntualidad”, murmura uno de los matones que no quiere tener que lidiar con el mal humor de su líder.
“¡Francis va a esperar cuanto tenga que hacerlo, de lo contrario podría haber ido él mismo a buscarlos!”, exclama la mujer con una mirada tan seria que provoca que ambos matones bajen la cabeza atemorizados.
“Supongo que sigues siendo la difícil de la manada”, comenta Julio mirando a su hermana con una media sonrisa, viendo que ni siquiera el nuevo Alfa ha sido capaz de dominarla.
“No pienso cambiar para agradar a nadie, y como soy tan buena en lo que hago no tienen más remedio que soportarme”, sostiene Alina con seriedad emprendiendo la marcha nuevamente, con la esperanza de que ahora las cosas puedan cambiar para mejor.
Al llegar a la orilla de un lago divisan a un hombre de cabello blanco, vestido con unos jeans desgastados y una camiseta negra que esboza una amplia sonrisa al verlos llegar, Bianca lo observa queriendo notar cada detalle en él. Es un hombre bien fornido y en su mirada parece haber cierta astucia, lo cual le hace pensar que realmente podría ser un adversario para Julio.
El extraño cruza los brazos sobre su pecho sin apartar la mirada de la inesperada visita. Bianca está tan absorta en estudiarlo que ni siquiera se da cuenta que dos docena de lobos los comienzan a rodear, y para cuando los ve tiene que hacer un gran esfuerzo para no soltar un grito de sorpresa.
“Así que es verdad, estás aquí… el hijo pródigo ha vuelto”, murmura Francis con la cabeza ladeada, mirando con un brillo en los ojos al recién llegado.
“En realidad ha venido porque quiere recuperar su puesto”, anuncia Alina sintiendo el peso de la mirada de reproche de su hermano.
“Incluso aunque no lo quisiera lo tendría… si es que logra vencerme, y debo decir que te ves muy oxidado, muchacho”, responde el líder con una sonrisa ansiosa, tratando de mostrarse indiferente, aunque en realidad está más que intrigado por la causa de ese regreso.
“No recuerdo que una charla amistosa fuese un requisito para la lucha cuando un exiliado regresaba”, espeta Julio dando un paso al frente, sosteniéndole la mirada a su contrincante, queriendo terminar con eso cuanto antes, ya sea que logre vencerlo o que termine muerto.
“Siempre tan directo”, murmura el Alfa dando un paso al frente, convirtiéndose en un enorme lobo blanco cuyos ojos amarillos parecen desear solo sangre.
Al ver a la tremenda bestia, Bianca retrocede unos pasos instintivamente, es prácticamente del mismo tamaño que Julio convertido, algo que comprueba al ver de nuevo al lobo gris aparecer. Por un momento piensa que ha de ser algo propio de la manada, pero al compararlos con los demás miembros se da cuenta que solo ellos dos son diferentes.
“Es algo de familia, según dicen porque descendemos de los primeros lobos, ya sabes, ese elitismo de sangre pura”, comenta Alina sin apartar la mirada de la batalla que promete ser la mejor que ha presenciado en mucho tiempo.
“Pues tienen una manera muy extraña de tratarse para ser familia”, murmura la joven sin apartar la mirada de los dos lobos que gruñéndose caminan en círculo atentos cada uno al movimiento del otro.
“No nos hemos matado hasta ahora, creo que eso es suficiente”, se burla Alina con un brillo en los ojos al ver a su hermano saltando para dar la primera mordida, una que es esquivada rápidamente por Francis que lo vio venir en cuanto se propuso a saltar.
Luego de esquivar ese ataque tan predecible, el Alfa no puede evitar sentir una nota de decepción, por lo que ve su hijo está más descuidado de lo que creía, y va a tener que encargarse de recordarle lo que es ser un lobo. Y la oportunidad de una nueva embestida le resulta perfecta, volviendo a esquivarlo le clava sus enormes colmillos en la parte superior del cuello haciéndole soltar un chillido de dolor.
“¡Si quieres salir vivo de aquí es mejor que pelees para lograrlo, porque en nuestro mundo no hay lugar para los débiles!”, advierte el Alfa con seriedad, esperando que el dolor logre despertarlo de esa miserable vida de autocondescendencia en la que su hijo decidió sumirse.
Sintiendo el ardor de las heridas, Julio muestra los dientes en amenaza, no esperaba que su padre fuera amable, pero se había hecho a la idea de que al menos no lo trataría como a su peor enemigo. Evidentemente se equivocó, y si no quiere que esta sea su última noche en este mundo será mejor que comience a dejar de reprimir sus impulsos de lobo.
En cuanto Francis termina sus palabras, salta sobre su rival dispuesto a darle otra buena mordida en el cuello en donde una mancha de sangre resalta en su pelaje gris. Pero Julio se hace a un lado solo unos centímetros para esquivarlo, y sin miramientos le muerde con todas sus fuerzas la pata delantera izquierda haciéndole soltar un gruñido de rabia. Sin embargo, el líder lejos de rendirse toma a su rival del cuello entre sus fauces y con furia lo lanza contra el tronco de un árbol donde impacta de tal manera que varios de los espectadores cierran los ojos como si hubiesen sentido ellos mismos el dolor.
“¿Es todo lo que tienes? ¡Podría matarte aquí mismo y no sentiría ni la más mínima pizca de culpa, pues no eres mi hijo, eres solo una cáscara vacía, eres alguien que no fue capaz de proteger a quién amaba, que huyó en vez de hacerse cargo de los suyos! Incluso que tu sangre caiga en nuestro territorio será una verguenza”, espeta Francis parado frente a su adversario, apenas pudiendo apoyar la pata en el piso, aunque la mezcla de adrenalina y enojo hacen que apenas preste atención al dolor.
“Perro astuto, lo quieres hacer enojar, quieres que utilice la mirada carmesí, y quizás sea la única manera en que pueda ganar esta batalla”, murmura Alina reconociendo rápidamente la estrategia de su padre.
“¿Mirada carmesí? ¿Qué es eso?”, pregunta Bianca sintiendo el corazón en la garganta al ver a su protector a punto de ser vencido.
“Algo que hereda uno de cada generación de nuestra familia, habilidad, maldición, supongo que eso depende de la persona que lo porta. Aunque… una vez que ella surge, usualmente cuesta una vida”, responde la loba sin apartar la mirada de su hermano cuyos ojos se tiñen de rojo y comienza a jadear, sintiendo un escalofrío en el cuerpo se muerde el labio con nerviosismo, las cosas podrían llegar salir muy mal de ahora en más.
“¿Así que al fin vas a darme una buena batalla, mucha…?”, comienza a decir Francis antes de ser interrumpido por su contrincante que con una velocidad que no esperaba, lo muerde por el cuello levantándolo en el aire e impactándolo en el suelo haciendo que varios huesos crujan al romperse.
Con un hilo espeso de baba blanca, el lobo clava sus ojos que parecen mostrar solo a una bestia, puede sentir el olor de la sangre como una droga que le hace sentir la necesidad de más, hasta puede sentir ese ferroso sabor en su paladar. Abriendo sus fauces nuevamente para romperle el cuello, pero en ese momento un enorme lobo gris, aunque no tan grande como ellos se pone entre ambos.
“¡Es suficiente! “, declara Alina sabiendo que está corriendo un gran riesgo al ponerse entre una mirada carmesí y su presa, pero no está dispuesta a perder a su padre esa noche.
Julio que no es capaz de tener siquiera un pensamiento racional contempla a quien se le interpone, suelta un gruñido de advertencia, no le importa tener que matar a alguien más. Está embriagado por la sangre, por la excitación de la batalla, y no es hasta que ve el rostro aterrado de Bianca que es capaz de disipar esa bruma de violencia, poco a poco sus ojos vuelven al color normal y con una punzada de culpa mira a su padre que aún permanece en el suelo jadeando.
“Nuestro verdadero Alfa ha vuelto”, murmura Francis satisfecho, mirando a su hija por unos segundos antes de caer en la inconsciencia.
Luego de tener que esperar lo que a Julio le resulta una eternidad en la sala de la casa de su padre, por fin ve al doctor bajando por las escaleras y anunciarle que todo está bien con solo asentir con la cabeza. Restregándose las manos con nerviosismo mira a Bianca y juntos se dirigen al encuentro del ahora derrocado Alfa, al verlo con el rostro pálido sentado en la cama, no puede evitar sentir una punzada de culpa. “No me mires como si fuese un trapo viejo, solo fueron un par de costillas rotas, nada mal para haber estado frente a una mirada carmesí”, comenta Francis con una media sonrisa, tratando de restar importancia al asunto.“¿Por qué hiciste eso? Podías ganar esa batalla, lo que me dijiste fue a propósito, provocaste la mirada carmesí”, protesta Julio sin poder entender por qué su padre se arriesgó tanto, y sabe que no es solo por amor fraternal.“Yo soy un viejo al que le queda poco hilo en el carretel, y como Alfa no podía permitir que cualquier idiota presumido viniera d
“No puedo creer que ahora que Julio ha vuelto, tenga a esa mocosa persiguiendolo por detrás como perro faldero. Puede haberlo engañado a él, pero sé muy bien lo que intenta, quiere enlazarse con él, y solo lo logrará sobre mi cadáver”, masculla una mujer de cabello rubio y figura esbelta.La mujer espera al pie de la escalera de la mansión, con los labios apretados en una fina línea, esperando a ver a esa entrometida bajar y poder poner en marcha el plan para deshacerse de ella. Será una jugada arriesgada, a todo o nada, pero debe hacerlo, no puede permitir que se repita la historia como cuando estuvo Kayla. Perdió al Alfa de la manada una vez, y no piensa volver a repetir el mismo error.Soltando una pequeña risita divertida, Bianca desciende por la escalera detrás de Julio, la noche que ha pasado allí parece ser la mejor en toda su vida. Aunque tal vez podría haber sido mejor si él le hubiese hecho una visita a su habitación, de hecho hasta cree haber soñado con algo así. De solo re
“¡¿En el calabozo? ¿Acaso están locos? ¿Cómo van a ponerla ahí?!”, reclama Julio queriendo hacer a un lado a su hermana para salir del estudio.“Tienes que calmarte, ha sido acusada de intentar asesinar a uno de nuestros miembros. Solo están siguiendo el protocolo, y lo sabes”, le recuerda Alana empujándolo hacia atrás, sabiendo que no puede permitirle salir fuera de allí en ese estado.“Ella no lo hizo, ¿por qué lo haría? Si hubiese querido matar a alguien tendría que ser a uno de nosotros, hasta estuvo a sola con papá que está postrado en cama”, expone el Alfa dispuesto a defenderla ante quien sea.“Tampoco tiene mucho sentido para mí, pero tienes que ver esto con la mente en frío. Es la palabra de una forastera contra una de nuestra manada, así que creo que es bastante claro a quienes apoyarán todos”, intenta hacerlo entrar en razón la hermana.“Y apoyarán también que decrete la muerte de Bianca, es el castigo por la vida de uno de nuestra manada.Y no pienso hacerlo, me importa un
Sentado en el borde de la cama, Julio observa a Bianca dormir placidamente, y a pesar de que ha ido hasta allí para darle el desayuno, se ha sentido incapaz de despertarla. Después de lo que le ha tocado pasar merece un buen descanso, y la verdad es que retrasar la conversación que quiere tener con ella no le parece mal.“¿Acaso que sea un Alfa el que te mira dormir no lo convierte en acoso?”, murmura Bianca abriendo los ojos lentamente, esbozando una sonrisa al verlo allí.“Supongo que depende de cómo lo toma la persona observada, ¿te sientes acosada?”, pregunta Julio no pudiendo evitar curvar sus labios en una pequeña sonrisa.“Lo que pienso es que estás demasiado lejos para un beso de Buenos días”, reclama la mujer, que le hubiese gustado despertar entre sus brazos, pero la verdad es que en cuanto tocó cama cayó rendida entre las sábanas.“Tengo un desayuno de Buenos días, que creo te vendrá mucho mejor”, responde el Alfa acercándole la bandeja y volviendo a donde estaba sentado.“
“¿De qué rayos estás hablando?”, reclama Julio convirtiendo su rostro en una mueca de furia, su anfitrión está jugando con fuego y va a quemarse.“Necesita aliarte conmigo, y yo una compañera. Ambos conseguimos lo que necesitamos, no es más que negocios”, responde Stephan encogiéndose de hombros como si fuese algo de lo más natural.“Ella ni siquiera pertenece a nuestra manada, así que no podemos sellar el trato enlazándola contigo”, comenta Alana tratando de calmar las cosas de manera racional, antes de que su hermano pierda el control.“En ese caso no tienes de qué preocuparte, tu manada no estaría entregando nada, es un gran negocio”, señala el Alfa centrando su atención en Bianca que se ha quedado helada, comenzando a creer que debería haber hecho caso a Julio y quedarse en la mansión.“No, ella… es mía, si esa es tu condición entonces no tenemos nada más que hablar”, declara Julio poniéndose de pie para dar por terminada esa reunión.“Lo siento, amigo, pero no puedo dejarlos marc
“Alana, ¿a dónde vamos? Está volando de fiebre, está empeorando”, gime Bianca con temor, sentada en el asiento trasero del auto con la cabeza ardiente de Julio sobre sus piernas.“Solo hay un lugar al que podemos ir, y que puedan salvarlo, al menos si está interesada en ayudarnos”, murmura la conductora mordiéndose el labio con nerviosismo. “¡¿Cómo que si esta interesada ayudarnos?! No creo que aguante mucho más”, reclama la pelirroja observando las muecas de dolor que el Alfa hace entre sueños.“Solo una bruja puede hacer algo con la plata inundando todo su sistema, pero las cosas no terminaron muy bien con ella la ultima vez que nos vimos”, responde Alana frunciendo los labios al ingresar al pueblo de Middlebury, viniendole la mente recuerdos no muy gratos.“¿Brujas? Tratar con ellas es como hacer un pacto con el demonio”, murmura Bianca viendo a través de la ventanilla los rostros de los transeúntes girando para mirar ese auto extraño.“Y las cosas no se ponen mejor si no tienes u
“¿Por qué no nos habías dicho nada sobre este cazador? Podríamos haberte escuchado”, indaga Alana una vez que le han contado lo que ha sucedido.“Era un problema mío, iba a solucionarlo en algún momento, además que no quería meter en problemas a tu padre”, responde Margo preparando un té para Julio que ya ha despertado, pero que lo han obligado a seguir en cama por un rato más.“Papá hubiese venido corriendo por ti, lo sabes”, comenta la loba indagandola con la mirada.“No era necesario, Francis ya tiene mucho de lo que ocuparse”, comenta la bruja de manera cortante.“Él tenía un amuleto de deuda con tu sangre, ¿qué fue tan importante como para que le dieras tanto poder sobre ti?”, pregunta Alana sabiendo que ese amuleto debe ser otorgado voluntariamente por la bruja.“Podía hacer daño a alguien importante para mí, eso es todo, ya deja de interrogarme, Alana”, responde Margo no pudiendo ocultar su incomodidad.“Alguien importante…”, murmura la loba comenzando a caminar por la casa, pr
“¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué delataste a tu hermano ante los ancianos?”, interroga Francis a su hija en el despacho, queriendo comprender lo que ha sucedido.“Tenía mis razones”, responde Alana con frialdad, a pesar de sentir por dentro el dolor de la mirada de decepción que su hermano le dedicó en cuanto la vio.“¡No, señorita, tendrás que darme más que tus respuestas esquivas de siempre. Quiero saber por qué demonios mis hijos se están tratando como si fueran enemigos!”, exige el padre con suficiente seriedad como para dejar en claro que no está jugando.“Hice lo que he hecho durante toda la vida, protegerlo”, exclama la mujer no soportando la mirada inquisidora de su progenitor, una que suele estar reservada para un extraño al que está juzgando, pero que jamás le ha dedicado a ella.“¿Lo protegiste negándole unirse a la mujer que ama? Creo que entiendes que es un paso gigante que se haya interesado en alguien luego de lo de Kayla, estar con esta muchacha podría haber sido lo que