“Alana, ¿a dónde vamos? Está volando de fiebre, está empeorando”, gime Bianca con temor, sentada en el asiento trasero del auto con la cabeza ardiente de Julio sobre sus piernas.“Solo hay un lugar al que podemos ir, y que puedan salvarlo, al menos si está interesada en ayudarnos”, murmura la conductora mordiéndose el labio con nerviosismo. “¡¿Cómo que si esta interesada ayudarnos?! No creo que aguante mucho más”, reclama la pelirroja observando las muecas de dolor que el Alfa hace entre sueños.“Solo una bruja puede hacer algo con la plata inundando todo su sistema, pero las cosas no terminaron muy bien con ella la ultima vez que nos vimos”, responde Alana frunciendo los labios al ingresar al pueblo de Middlebury, viniendole la mente recuerdos no muy gratos.“¿Brujas? Tratar con ellas es como hacer un pacto con el demonio”, murmura Bianca viendo a través de la ventanilla los rostros de los transeúntes girando para mirar ese auto extraño.“Y las cosas no se ponen mejor si no tienes u
“¿Por qué no nos habías dicho nada sobre este cazador? Podríamos haberte escuchado”, indaga Alana una vez que le han contado lo que ha sucedido.“Era un problema mío, iba a solucionarlo en algún momento, además que no quería meter en problemas a tu padre”, responde Margo preparando un té para Julio que ya ha despertado, pero que lo han obligado a seguir en cama por un rato más.“Papá hubiese venido corriendo por ti, lo sabes”, comenta la loba indagandola con la mirada.“No era necesario, Francis ya tiene mucho de lo que ocuparse”, comenta la bruja de manera cortante.“Él tenía un amuleto de deuda con tu sangre, ¿qué fue tan importante como para que le dieras tanto poder sobre ti?”, pregunta Alana sabiendo que ese amuleto debe ser otorgado voluntariamente por la bruja.“Podía hacer daño a alguien importante para mí, eso es todo, ya deja de interrogarme, Alana”, responde Margo no pudiendo ocultar su incomodidad.“Alguien importante…”, murmura la loba comenzando a caminar por la casa, pr
“¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué delataste a tu hermano ante los ancianos?”, interroga Francis a su hija en el despacho, queriendo comprender lo que ha sucedido.“Tenía mis razones”, responde Alana con frialdad, a pesar de sentir por dentro el dolor de la mirada de decepción que su hermano le dedicó en cuanto la vio.“¡No, señorita, tendrás que darme más que tus respuestas esquivas de siempre. Quiero saber por qué demonios mis hijos se están tratando como si fueran enemigos!”, exige el padre con suficiente seriedad como para dejar en claro que no está jugando.“Hice lo que he hecho durante toda la vida, protegerlo”, exclama la mujer no soportando la mirada inquisidora de su progenitor, una que suele estar reservada para un extraño al que está juzgando, pero que jamás le ha dedicado a ella.“¿Lo protegiste negándole unirse a la mujer que ama? Creo que entiendes que es un paso gigante que se haya interesado en alguien luego de lo de Kayla, estar con esta muchacha podría haber sido lo que
Sin haberle dicho palabra alguna a alguien, Julio tomó el BMW y emprendió viaje hacia el punto de encuentro, si alguien se percató de su salida, probablemente no le dio mucha importancia. Pero ahora que ha pasado cerca de una hora, probablemente comiencen a preocuparse, sobre todo cuando lo busquen para tratar algún asunto de la manada. “Que se encargue esos ancianos sabelotodos”, murmura esbozando una sonrisa divertida, ahora solo tiene un objetivo, y es reunir a Bianca con su hermano. Al llegar a unos quinientos metros del punto de reunión estaciona el auto a un lado del camino y se adentra entre los árboles, avanza de forma paralela al sendero sintiendo como la respiración se le va a agitando. Cayendo en cuenta que no ha pensado en cómo reaccionará al ver a César, no tiene certeza de que no surja la mirada carmesí en cuanto vea al asesino de su esposa. Al divisar una caseta se detiene en seco al ver junto a la puerta de madera al hombre que con la espalda apoyada en una de las p
“Así que tengo al mismísimo Alfa de la temida manada Noche Oscura, es algo impresionante, puede que te conviertas en el mayor trofeo de toda mi carrera”, murmura Donato paseándose enfrente de su reciente presa, a la cual mantiene aprisionado con un grilletes conectado a cables de tensión, y una intravenosa con acónito.“No deberías darme tanta importancia, si yo muero se levantará otro Alfa que se encargue de liderar a la manada”, murmura Julio con la voz cansada, apenas pudiendo mantenerse despierto.“Sí, es verdad, pero será un Alfa sin la mirada carmesí. Había oído lo que eso podía hacer, pero verlo, fue increíble, una máquina de matar, pensaba matarte, pero cuando vi el potencial de la mirada supe que no podía perder una oportunidad como esta”, comenta el cazador poniéndose de cuclillas frente a su prisionero.“¿Oportunidad de torturarme?”, pregunta el Alfa con los ojos entrecerrados.“No, de convertirte en mi arma, en que la Mirada Carmesí se convierta en la peor pesadilla de los
“¿Alana? ¿D-dónde estamos?”, pregunta Julio abriendo los ojos con esfuerzo, sintiendo como si le hubiese pasado un tren por encima.“No te levantes, cariño, aún estás muy débil. Estamos en un cuarto de hotel, ya cure tus heridas y te di mucho líquido para sacar el acónito de tu sistema, pero aún tienes que descansar”, le informa su hermana poniéndole un paño frío sobre la frente.“Ese maldito se ensañó conmigo, pero así le fue”, murmura el Alfa esbozando una media sonrisa, seguro de que el mundo estará mucho mejor sin él.“Lo supuse por la cantidad de sangre que te cubría, casi me da un infarto al pensar que era tuya”, asegura Alana sintiendo que puede respirar en paz al verlo bien.“¿Y Bianca? ¿Quién era ese hombre que trató de llevarsela?”, pregunta Julio ya deseando verla y hasta tal vez explicarle la razón por la que estaba en ese lugar.La mujer baja la mirada nerviosa, no tiene idea de cómo decírselo, ha pasado casi un día y la verdad es que ha estado tan ocupado con él que ni s
“¿Cómo iba saberlo? Vi a ese lobo atacándola, y lo único en lo que pude pensar fue en salvarla, en evitar que le hicieran daño”, murmura Julio bebiendo un trago de whisky en el sillón del estudio.“Supongo que no podías saberlo, al menos que siquiera le hubieses dado la oportunidad de hablarte antes de que decidieras asesinar”, responde Francis mirándolo con compasión.“Tal vez no se haya equivocado en llamarme monstruo, ella arriesgó su vida para salvarme, y a cambio maté a su hermano. Nadie la culparía si no quiere volver a hablarme en la vida”, se recrimina el Alfa que desde que volvieron no ha vuelto a ver a Bianca.“Le has provocado una herida que llevará mucho tiempo sanar, pero que sanará, has hecho mucho por ella, y creo que Bianca lo tiene presente. Pero por el momento respeta su duelo, dale tiempo y distancia, creo que será lo mejor”, aconseja el padre preguntándose si debería preocuparse de que su hijo haya decidido asesinar tan rápidamente, sabe que la Mirada Carmesí conll
Bianca corre a través del bosque con desesperación, pero esta vez no para salvar su vida, no para huir de alguien, sino para encontrarse con el hombre que ama. Se enteró de que Julio fue a enfrentar a los cazadores que se adentraron en el territorio, y no puede evitar temer por él, tal vez no sean Donato, pero no tiene ninguna certeza de que no puedan atraparlo.Y esta vez no puede permitirse que los separen, no cuando necesita decirle cuánto se equivocó, cuando necesita que la estreche entres sus brazos, al bese y le diga que todo va a estar bien.Está tan concentrada en encontrarse con él, que se olvida por completo de que los cazadores se han adentrado en el bosque, y uno de ellos al verla le sale al encuentro apuntándole con su arma. Lo habitual sería dispararle sin vacilar, pero se permite un minuto para contemplar la hermosura de esa mujer, que debajo de la luz de la luna parece casi un sueño.Bianca se queda paralizada, observando la sonrisa arrogante en finos labios del hombre