Luego de tener que esperar lo que a Julio le resulta una eternidad en la sala de la casa de su padre, por fin ve al doctor bajando por las escaleras y anunciarle que todo está bien con solo asentir con la cabeza. Restregándose las manos con nerviosismo mira a Bianca y juntos se dirigen al encuentro del ahora derrocado Alfa, al verlo con el rostro pálido sentado en la cama, no puede evitar sentir una punzada de culpa.
“No me mires como si fuese un trapo viejo, solo fueron un par de costillas rotas, nada mal para haber estado frente a una mirada carmesí”, comenta Francis con una media sonrisa, tratando de restar importancia al asunto.
“¿Por qué hiciste eso? Podías ganar esa batalla, lo que me dijiste fue a propósito, provocaste la mirada carmesí”, protesta Julio sin poder entender por qué su padre se arriesgó tanto, y sabe que no es solo por amor fraternal.
“Yo soy un viejo al que le queda poco hilo en el carretel, y como Alfa no podía permitir que cualquier idiota presumido viniera después de mí y llevara a la manada a su fin. Contigo sé que estarán bien, ese era tu lugar desde que Alfred murió”, determina el padre pasando la mirada entre sus dos hijos, sintiendo que ya está en paz para morir al verlos reunidos de nuevo en la manada.
“No estoy preparado para dirigir, y habrá quienes cuestionarán que los lidere luego de que… los abandoné”, murmura el nuevo líder sentándose en el borde de la cama.
“Sabes que para un lobo la lealtad está por encima de cualquier pensamiento individual, vive para la manada, y la manada es fuerte solo cuando está unida”, le recuerda Francis mirándolo con severidad, omitiendo que de todas maneras nadie en su sano juicio se atrevería a enfrentar una mirada carmesí.
“Ya tienes lo que querías, así que ya es muy tarde para volverte atrás, querías ser un Alfa para poder hacer frente a Cesar, ya lo eres”, señala Alina parada en un rincón de la habitación, dispuesta a pelear al lado de su hermano como en los viejos tiempos.
“¿Cesar?”, pregunta el padre con un gruñido en la garganta al escuchar ese nombre que le causa repulsión.
“Es el Alfa de la manada de la que viene esta mujer, y por lo visto sigue siendo el mismo maldito de siempre. Ha reunido unos sesenta lobos, y Julio cree que es para venir contra nosotros”, le informa la hija posando la mirada en Bianca que se ha mantenido al margen al sentirse como una entrometida entre ellos.
“¿Está buscando una guerra entre manadas? Aunque con ese ejército sería más un exterminio, ni siquiera nosotros podríamos con algo así”, expone Francis con preocupación, jamás ha habido una manada tan grande.
“¿Y qué es lo que propones?”, pregunta el Alfa con atención, queriendo saber su opinión.
“Solo hay algo que podemos hacer, aliarnos con la manada Aullido plateado”, declara el anciano sin sorprenderse por la mirada de incredulidad que sus hijos le dedican.
“No puedes estar hablando en serio, nuestras manadas han sido rivales desde siempre”, replica Alina que se ha encargado más de una vez de sacar a esos intrusos de su territorio.
“Pues las rivalidades deberán quedar de lado por el momento, y estoy seguro que Ayrton lo comprenderá. Si hay algo que él detestaría más que aliarse con nosotros, sería que alguien lo gobernara”, asegura Francis con convicción, estando seguro de que no cuentan con otra opción.
Una vez que la familia del Alfa comenzó a discutir sobre los próximos pasos a dar para el bienestar de la manada, Bianca salió de la habitación convencida de que estaba de más allí. Y sin tener mucha idea de que hacer, se dispuso a explorar esa enorme mansión, que para ella le resultaba una especie de castillo.
Mientras avanza por los pasillos, no puede dejar de admirar los finos muebles de madera labrada, los hermosos cuadros colgados de las paredes que uno solo esperaría ver en un museo. Pero ninguna de esas cosas llega a comparecer con la belleza que sus ojos ven al cruzar un par de puertas dobles de caoba, al ingresar en la biblioteca de la casa y ver paredes inmensas cubiertas por estanterías de libros de todos los tamaños y colores no puede evitar sentirse en el cielo, o al menos en el suyo personal.
“Esto es increíble”, murmura pasando la yema de los dedos por una fila de libros, leyendo algunos de los títulos en letras doradas, pero deteniéndose repentinamente ante un enorme cuadro colgado en una de las paredes.
Como si una especie de magnetismo procediera de la pintura, se acerca a ella sin poder apartar la mirada de la mujer de cabellos castaños que con la luna encima de su cabeza acaricia el mentón de un lobo que parado sobre sus patas traseras extiende una mano semihumana hacia ella.
“El despertar del lobo primigenio”, anuncia Julio desde el umbral de la puerta, haciendo sobresaltar a la mujer que logra escapar de esa especie de trance en el que se había sumido.
“¿El lobo qué?”, pregunta Bianca tratando de disimular el susto de la repentina aparición.
“El lobo primigenio, es una antigua leyenda de nuestra manada. Dice que en el momento de mayor oscuridad, la protegida de la diosa luna despertara en quien sea digno, al lobo primigenio. Una mezcla entre la fuerza del lobo y la mente del hombre, capaz de doblegar la voluntad de cualquier Alfa”, relata Julio contemplando esa pintura que creía no volvería a ver en su vida.
“Tu familia parecer ser la realeza de los lobos, comienzo a preguntarme qué hago en medio de ustedes”, murmura la mujer avergonzada, recordando que la cabaña entera en la que vivía era tres veces más pequeña que esa biblioteca.
“Pues yo no desearía que estés en ningún otro lugar, debo admitir que me gusta… tenerte cerca”, confiesa el Alfa volviendo su mirada hacia ella, no puede decir que esté feliz de haber ganado esa batalla para ser el líder, pero sí para poder contemplar ese bello rostro una vez más.
“¿Lo dices en serio? Yo… no entiendo por qué lo sería, esta mansión no parece el lugar para una débil huérfana desertora”, suspira Bianca bajando la cabeza con decepción.
“¿Débil? ¿En verdad crees eso? Has escapado de tu Alfa, has sobrevivido a las corrientes de un río, y ahora estás en la Mansión de la Manada oscura, para lograr eso se necesita mucho coraje y fuerza de voluntad”, declara Julio levantándole el mentón con su dedo índice, deseando que ella sea capaz de verse como él al ve.
“Solo quieres hacerme sentir mejor conmigo misma. Porque no siento que sea capaz de lograr nada, no me siento fuerte, me siento como una débil rama que va a quebrarse en cualquier momento”, solloza la mujer sintiendo como sus ojos se llenan de lágrimas.
“Yo no dejaré que eso suceda, eres una mujer muy especial, eres…”, murmura el Alfa interrumpiéndose al sentir una presión en el pecho al estar a punto de confesar lo que siente.
“¿Soy qué?”, pregunta Bianca mirándolo con anhelo, deseando escuchar lo que quiere decirle como si su vida dependiese de eso.
Julio la observa apoyando las manos a los lados de la cintura de la mujer, atrayéndola lentamente hacia él. Hay tantas cosas que quiere decirle, desea abrirle sus corazón, pero ha pasado tanto tiempo desde que se permitió sentir algo por alguien que no puede evitar sentir miedo, temor de perderla a ella también.
Pero por más miramientos que tiene, no puede resistirse, ya no puede hacerlo. Lentamente se acerca a ella y funde sus labios en los de ella, el calor que emana de la boca es tan extasiante como la electricidad que le recorre el cuerpo. Y el hecho de que ella se deje llevar por ese beso hace que solo desee más, e incluso que se reclame haberse resistido tanto tiempo.
“¿Por qué fue eso”, pregunta Bianca una vez que se separan a pesar de los reproches de sus cuerpos.
“Para que tengas la certeza de que tu lugar es aquí, a mí lado”, responde Julio acariciándole la mejilla con el dorso del dedo.
“Par de tórtolos, ¿qué tal si dejan la telenovela para cuando ya tengamos hecha la alianza que permita que no nos exterminen?”, cuestiona Alana apoyada en el umbral de la puerta, mirando con una media sonrisa a la pareja.
“No puedo creer que ahora que Julio ha vuelto, tenga a esa mocosa persiguiendolo por detrás como perro faldero. Puede haberlo engañado a él, pero sé muy bien lo que intenta, quiere enlazarse con él, y solo lo logrará sobre mi cadáver”, masculla una mujer de cabello rubio y figura esbelta.La mujer espera al pie de la escalera de la mansión, con los labios apretados en una fina línea, esperando a ver a esa entrometida bajar y poder poner en marcha el plan para deshacerse de ella. Será una jugada arriesgada, a todo o nada, pero debe hacerlo, no puede permitir que se repita la historia como cuando estuvo Kayla. Perdió al Alfa de la manada una vez, y no piensa volver a repetir el mismo error.Soltando una pequeña risita divertida, Bianca desciende por la escalera detrás de Julio, la noche que ha pasado allí parece ser la mejor en toda su vida. Aunque tal vez podría haber sido mejor si él le hubiese hecho una visita a su habitación, de hecho hasta cree haber soñado con algo así. De solo re
“¡¿En el calabozo? ¿Acaso están locos? ¿Cómo van a ponerla ahí?!”, reclama Julio queriendo hacer a un lado a su hermana para salir del estudio.“Tienes que calmarte, ha sido acusada de intentar asesinar a uno de nuestros miembros. Solo están siguiendo el protocolo, y lo sabes”, le recuerda Alana empujándolo hacia atrás, sabiendo que no puede permitirle salir fuera de allí en ese estado.“Ella no lo hizo, ¿por qué lo haría? Si hubiese querido matar a alguien tendría que ser a uno de nosotros, hasta estuvo a sola con papá que está postrado en cama”, expone el Alfa dispuesto a defenderla ante quien sea.“Tampoco tiene mucho sentido para mí, pero tienes que ver esto con la mente en frío. Es la palabra de una forastera contra una de nuestra manada, así que creo que es bastante claro a quienes apoyarán todos”, intenta hacerlo entrar en razón la hermana.“Y apoyarán también que decrete la muerte de Bianca, es el castigo por la vida de uno de nuestra manada.Y no pienso hacerlo, me importa un
Sentado en el borde de la cama, Julio observa a Bianca dormir placidamente, y a pesar de que ha ido hasta allí para darle el desayuno, se ha sentido incapaz de despertarla. Después de lo que le ha tocado pasar merece un buen descanso, y la verdad es que retrasar la conversación que quiere tener con ella no le parece mal.“¿Acaso que sea un Alfa el que te mira dormir no lo convierte en acoso?”, murmura Bianca abriendo los ojos lentamente, esbozando una sonrisa al verlo allí.“Supongo que depende de cómo lo toma la persona observada, ¿te sientes acosada?”, pregunta Julio no pudiendo evitar curvar sus labios en una pequeña sonrisa.“Lo que pienso es que estás demasiado lejos para un beso de Buenos días”, reclama la mujer, que le hubiese gustado despertar entre sus brazos, pero la verdad es que en cuanto tocó cama cayó rendida entre las sábanas.“Tengo un desayuno de Buenos días, que creo te vendrá mucho mejor”, responde el Alfa acercándole la bandeja y volviendo a donde estaba sentado.“
“¿De qué rayos estás hablando?”, reclama Julio convirtiendo su rostro en una mueca de furia, su anfitrión está jugando con fuego y va a quemarse.“Necesita aliarte conmigo, y yo una compañera. Ambos conseguimos lo que necesitamos, no es más que negocios”, responde Stephan encogiéndose de hombros como si fuese algo de lo más natural.“Ella ni siquiera pertenece a nuestra manada, así que no podemos sellar el trato enlazándola contigo”, comenta Alana tratando de calmar las cosas de manera racional, antes de que su hermano pierda el control.“En ese caso no tienes de qué preocuparte, tu manada no estaría entregando nada, es un gran negocio”, señala el Alfa centrando su atención en Bianca que se ha quedado helada, comenzando a creer que debería haber hecho caso a Julio y quedarse en la mansión.“No, ella… es mía, si esa es tu condición entonces no tenemos nada más que hablar”, declara Julio poniéndose de pie para dar por terminada esa reunión.“Lo siento, amigo, pero no puedo dejarlos marc
“Alana, ¿a dónde vamos? Está volando de fiebre, está empeorando”, gime Bianca con temor, sentada en el asiento trasero del auto con la cabeza ardiente de Julio sobre sus piernas.“Solo hay un lugar al que podemos ir, y que puedan salvarlo, al menos si está interesada en ayudarnos”, murmura la conductora mordiéndose el labio con nerviosismo. “¡¿Cómo que si esta interesada ayudarnos?! No creo que aguante mucho más”, reclama la pelirroja observando las muecas de dolor que el Alfa hace entre sueños.“Solo una bruja puede hacer algo con la plata inundando todo su sistema, pero las cosas no terminaron muy bien con ella la ultima vez que nos vimos”, responde Alana frunciendo los labios al ingresar al pueblo de Middlebury, viniendole la mente recuerdos no muy gratos.“¿Brujas? Tratar con ellas es como hacer un pacto con el demonio”, murmura Bianca viendo a través de la ventanilla los rostros de los transeúntes girando para mirar ese auto extraño.“Y las cosas no se ponen mejor si no tienes u
“¿Por qué no nos habías dicho nada sobre este cazador? Podríamos haberte escuchado”, indaga Alana una vez que le han contado lo que ha sucedido.“Era un problema mío, iba a solucionarlo en algún momento, además que no quería meter en problemas a tu padre”, responde Margo preparando un té para Julio que ya ha despertado, pero que lo han obligado a seguir en cama por un rato más.“Papá hubiese venido corriendo por ti, lo sabes”, comenta la loba indagandola con la mirada.“No era necesario, Francis ya tiene mucho de lo que ocuparse”, comenta la bruja de manera cortante.“Él tenía un amuleto de deuda con tu sangre, ¿qué fue tan importante como para que le dieras tanto poder sobre ti?”, pregunta Alana sabiendo que ese amuleto debe ser otorgado voluntariamente por la bruja.“Podía hacer daño a alguien importante para mí, eso es todo, ya deja de interrogarme, Alana”, responde Margo no pudiendo ocultar su incomodidad.“Alguien importante…”, murmura la loba comenzando a caminar por la casa, pr
“¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué delataste a tu hermano ante los ancianos?”, interroga Francis a su hija en el despacho, queriendo comprender lo que ha sucedido.“Tenía mis razones”, responde Alana con frialdad, a pesar de sentir por dentro el dolor de la mirada de decepción que su hermano le dedicó en cuanto la vio.“¡No, señorita, tendrás que darme más que tus respuestas esquivas de siempre. Quiero saber por qué demonios mis hijos se están tratando como si fueran enemigos!”, exige el padre con suficiente seriedad como para dejar en claro que no está jugando.“Hice lo que he hecho durante toda la vida, protegerlo”, exclama la mujer no soportando la mirada inquisidora de su progenitor, una que suele estar reservada para un extraño al que está juzgando, pero que jamás le ha dedicado a ella.“¿Lo protegiste negándole unirse a la mujer que ama? Creo que entiendes que es un paso gigante que se haya interesado en alguien luego de lo de Kayla, estar con esta muchacha podría haber sido lo que
Sin haberle dicho palabra alguna a alguien, Julio tomó el BMW y emprendió viaje hacia el punto de encuentro, si alguien se percató de su salida, probablemente no le dio mucha importancia. Pero ahora que ha pasado cerca de una hora, probablemente comiencen a preocuparse, sobre todo cuando lo busquen para tratar algún asunto de la manada. “Que se encargue esos ancianos sabelotodos”, murmura esbozando una sonrisa divertida, ahora solo tiene un objetivo, y es reunir a Bianca con su hermano. Al llegar a unos quinientos metros del punto de reunión estaciona el auto a un lado del camino y se adentra entre los árboles, avanza de forma paralela al sendero sintiendo como la respiración se le va a agitando. Cayendo en cuenta que no ha pensado en cómo reaccionará al ver a César, no tiene certeza de que no surja la mirada carmesí en cuanto vea al asesino de su esposa. Al divisar una caseta se detiene en seco al ver junto a la puerta de madera al hombre que con la espalda apoyada en una de las p