“No puedo creer que ahora que Julio ha vuelto, tenga a esa mocosa persiguiendolo por detrás como perro faldero. Puede haberlo engañado a él, pero sé muy bien lo que intenta, quiere enlazarse con él, y solo lo logrará sobre mi cadáver”, masculla una mujer de cabello rubio y figura esbelta.
La mujer espera al pie de la escalera de la mansión, con los labios apretados en una fina línea, esperando a ver a esa entrometida bajar y poder poner en marcha el plan para deshacerse de ella. Será una jugada arriesgada, a todo o nada, pero debe hacerlo, no puede permitir que se repita la historia como cuando estuvo Kayla. Perdió al Alfa de la manada una vez, y no piensa volver a repetir el mismo error.
Soltando una pequeña risita divertida, Bianca desciende por la escalera detrás de Julio, la noche que ha pasado allí parece ser la mejor en toda su vida. Aunque tal vez podría haber sido mejor si él le hubiese hecho una visita a su habitación, de hecho hasta cree haber soñado con algo así. De solo recordarlo se le sonrojan las mejillas, y de hecho hasta se permite pensar que eso podría suceder en un futuro no muy lejano, al menos si es que pueden deshacerse de César de una vez por todas.
“La mansión parece estar mucho más risueña que de costumbre, ¿será por el nuevo Alfa o por esta alegre visita?”, pregunta Camille con su mejor sonrisa fingida, una que no le cuesta al usarla constantemente para ocultar su verdadera personalidad.
“Creo que me conoces lo suficiente como para saber que no se debe a mí, ni a nadie de mi familia a decir verdad”, responde Julio no pudiendo evitar sentirse algo incómodo de ser visto tan cercano a Bianca.
“Tienes razón, la melancolía parece ser el rasgo distintivo de ustedes. Y mucho más desde que sucedió lo de Kayla, aunque supongo que a ella le habría gustado que fueras capaz de superarla y seguir adelante”, comenta la mujer sabiendo que ha dado en el blanco al ver la expresión de su Alfa al oírla.
Julio siente una punzada en el pecho ante esas palabras, ya que se refiere a algo que ha estado dandole vueltas en la cabeza, y al que hasta ese momento se ha estado resistiendo. Pero el hecho de escucharlo de otra persona lo hace casi palpable, y es sentir que está traicionando la memoria de su difunta esposa, a la que le falló en su promesa de protegerla.
“Yo tengo que ocuparme de unos asuntos, siéntete libre de explorar lo que quieras”, le dice el Alfa a su compañera, prefiriendo alejarse de un tema que no está dispuesto a tocar.
“Aún la tiene muy presente, ¿verdad?”, murmura Bianca más para sí misma mientras lo observa alejarse.
“No es para menos, Kayla no tenía igual, la verdad es que si alguna vez intenta estar con otra mujer, esa pobre siempre estará a la sombra de ella. Lo cual puede llegar a ser algo frustrante, saber que nunca podrá poseerlo por completo”, responde Camille dispuesta a sembrar la suficiente cizaña.
“¿Tú llegaste a conocerla?”, pregunta la visitante, soltando un suspiro de resignación.
“Sí, claro, todos la conocíamos. Pero no aquí no les gusta que se hable de ella, es un tema demasiado doloroso. ¿Qué tal un paseo por el bosque?”, propone la mujer mirando a ambos lados como si estuviese por revelarle secretos de estado.
Bianca asiente con la cabeza siguiéndola fuera de la mansión, y a pesar de que es una extraña, siente que puede confiar en ella ya que es la única que está dispuesta a hablarle sobre Kayla. Un tema del que necesita saber si es que aspira a volverse alguien más cercana de Julio, necesita saber lo que más pueda sobre ella, ya que le queda claro que él no va a decírselo.
“¿Entonces? ¿Qué es lo que puedes decirme sobre ella?”, pregunta Bianca una vez que se ha adentrado en el bosque mucho más de lo que cree que sea necesario.
“Kayla, la hermosa Kayla, capaz de hacerse querer por todos, ella era el rayo de solo para todo. Aunque también podía ser un témpano de hielo cuando la defraudabas, o la hacías enojar. Fuego y hielo, apasionada y despiadada”, responde Camille sin poder ocultar su desprecio hacía su eterna rival.
“Suena a alguien a quien no puedes olvidar fácilmente”, murmura la mujer bajando la cabeza con pesar, ¿Está dispuesta a vivir siempre opacada por el recuerdo de Kayla?
“Julio, jamás la olvidará, y mucho menos si la mujer que tiene al lado no llena su medida. Ella era una mujer, tú eres casi una niña, ella era una guerrera despiadada tú creo que ni siquiera has participado en una pelea. ¿No te has dado cuenta que solo te mantiene cerca por lastima? César asesinó a Kayla, y tú eres su oportunidad de redimirse, pero está muy claro que no eres la loba que necesita a su lado como el Alfa de la Manada Oscura”, expone Camille mirándola con una mirada gélida, y todo el desprecio que es capaz de cargar en cada palabra.
“E-eso no es verdad, yo… soy importante para él”, replica Bianca sintiendo una presión en el pecho al no ser capaz de tener la suficiente convicción en su afirmación.
“Eres un sustituto para su dolor, una vez que César ya no esté nada lo unirá a ti. Deberías ahorrarte el dolor de ver en sus ojos que te vea solo como a una carga, que busque cualquier excusa para deshacerse de ti”, continúa atacando la rubia, satisfecha de saber que está asestando cada golpe al corazón de esa ingenua zorra.
Bianca siente el ardor en sus ojos al pensar que esa posibilidad puede real, que son miedos latentes en su mente, pero luego recuerda las palabras de Julio la noche anterior, el calor de sus cuerpos cercanos, el ardor de sus besos. Lo que la hace convencerse de que lo que él siente es genuino, no sabe si tan fuerte como lo que sintió hacia Kayla, pero sin duda real.
“¡No, no voy a caer en tu jueguito! Supongo que creiste que soy una niña tonta a la que podrías manipular fácilmente, ¿verdad? Pues no, no seré Kayla contra la que seguro que nunca le llegaste ni a los talones, pero tampoco seré quien te deje el camino libre, si quieres a Julio tendrás que ganarlo. Aunque sabes tan bien como yo que te rechazará, como de seguro lo ha hecho siempre”, contraataca Bianca levantando el rostro con una firmeza que casi le parece desconocida.
Camille siente el calor que le inunda el rostro, y no necesita mirarse para saber que lo tiene enrojecido. Tal y como sospechaba la zorra tiene dientes, y se los ha mostrado, tal vez más pronto de lo que esperaba, pero si cree que con eso la asusta está muy equivocada. Esa pequeña parece que aún no ha descubierto que se encuentran en las grandes ligas, y que el gran premio es Julio, uno que ella no piensa perder esta vez. Así que mientras la ve darle la espalda para volver a la mansión, saca de dentro de su chaqueta su plan B.
Bianca se detiene al escuchar un extraño gemido de dolor a su espalda, con una sensación de desconfianza se voltea para encontrar sea Camille de rodillas en el piso, con el rostro sobre la cara. Por instinto corre hacia ella, y al tomarla del hombro para enderezarla y preguntarle si se encuentra bien mira horrorizada el puñal que tiene clavado en el abdomen.
“Por favor… duele…”, gime Camille con las lagrimas rodando por sus mejillas.
“Yo… no…”, balbucea la joven sin estar segura de que deba quitar el arma de la herida, pero al notar que despide una especie chirrido, comprende que se trata de una hoja de plata, así que conteniendo la respiración toma el mango y tira de él.
El grito de dolor que Camille expulsa se escucha a lo largo del bosque, por lo que Bianca deduce que alguien aparecerá pronto para ayudarla. Aunque quizás su principal temor debería ser encontrar al cazador que ha hecho eso, por lo que se pone de pie con el arma entre las manos para estar atenta a ese asesino que aún debe seguir cerca.
Quizás hasta esperando que ella baje la guardia para atacar también, y al comenzar a oír el sonido de ramas volviéndose siente que ha acertado. Por lo que se voltea un segundo para comprobar que está cubriendo a Camille de un nuevo ataque, y separa sus pies para sosportar una posible embestida. Conteniendo la respiración al no estar segura de si podría hacer frente a un hombre entrenado para asesinarla.
“Dios mio”, suspira aliviada al ver a un par de lobos saliendo de entre los árboles.
“¿Qué ha pasado aquí?, pregunta uno de los lobos paseando la mirada del puñal ensangrentado en la mano de Bianca a su compañera tratando de contener la hemorragia de su herida.
“Ella… ella quiso asesinarme, grité esperando que alguien pudiera salvarme…”, acusa Camille dejándose caer en la inconsciencia una vez que ha logrado su objetivo.
“¡¿En el calabozo? ¿Acaso están locos? ¿Cómo van a ponerla ahí?!”, reclama Julio queriendo hacer a un lado a su hermana para salir del estudio.“Tienes que calmarte, ha sido acusada de intentar asesinar a uno de nuestros miembros. Solo están siguiendo el protocolo, y lo sabes”, le recuerda Alana empujándolo hacia atrás, sabiendo que no puede permitirle salir fuera de allí en ese estado.“Ella no lo hizo, ¿por qué lo haría? Si hubiese querido matar a alguien tendría que ser a uno de nosotros, hasta estuvo a sola con papá que está postrado en cama”, expone el Alfa dispuesto a defenderla ante quien sea.“Tampoco tiene mucho sentido para mí, pero tienes que ver esto con la mente en frío. Es la palabra de una forastera contra una de nuestra manada, así que creo que es bastante claro a quienes apoyarán todos”, intenta hacerlo entrar en razón la hermana.“Y apoyarán también que decrete la muerte de Bianca, es el castigo por la vida de uno de nuestra manada.Y no pienso hacerlo, me importa un
Sentado en el borde de la cama, Julio observa a Bianca dormir placidamente, y a pesar de que ha ido hasta allí para darle el desayuno, se ha sentido incapaz de despertarla. Después de lo que le ha tocado pasar merece un buen descanso, y la verdad es que retrasar la conversación que quiere tener con ella no le parece mal.“¿Acaso que sea un Alfa el que te mira dormir no lo convierte en acoso?”, murmura Bianca abriendo los ojos lentamente, esbozando una sonrisa al verlo allí.“Supongo que depende de cómo lo toma la persona observada, ¿te sientes acosada?”, pregunta Julio no pudiendo evitar curvar sus labios en una pequeña sonrisa.“Lo que pienso es que estás demasiado lejos para un beso de Buenos días”, reclama la mujer, que le hubiese gustado despertar entre sus brazos, pero la verdad es que en cuanto tocó cama cayó rendida entre las sábanas.“Tengo un desayuno de Buenos días, que creo te vendrá mucho mejor”, responde el Alfa acercándole la bandeja y volviendo a donde estaba sentado.“
“¿De qué rayos estás hablando?”, reclama Julio convirtiendo su rostro en una mueca de furia, su anfitrión está jugando con fuego y va a quemarse.“Necesita aliarte conmigo, y yo una compañera. Ambos conseguimos lo que necesitamos, no es más que negocios”, responde Stephan encogiéndose de hombros como si fuese algo de lo más natural.“Ella ni siquiera pertenece a nuestra manada, así que no podemos sellar el trato enlazándola contigo”, comenta Alana tratando de calmar las cosas de manera racional, antes de que su hermano pierda el control.“En ese caso no tienes de qué preocuparte, tu manada no estaría entregando nada, es un gran negocio”, señala el Alfa centrando su atención en Bianca que se ha quedado helada, comenzando a creer que debería haber hecho caso a Julio y quedarse en la mansión.“No, ella… es mía, si esa es tu condición entonces no tenemos nada más que hablar”, declara Julio poniéndose de pie para dar por terminada esa reunión.“Lo siento, amigo, pero no puedo dejarlos marc
“Alana, ¿a dónde vamos? Está volando de fiebre, está empeorando”, gime Bianca con temor, sentada en el asiento trasero del auto con la cabeza ardiente de Julio sobre sus piernas.“Solo hay un lugar al que podemos ir, y que puedan salvarlo, al menos si está interesada en ayudarnos”, murmura la conductora mordiéndose el labio con nerviosismo. “¡¿Cómo que si esta interesada ayudarnos?! No creo que aguante mucho más”, reclama la pelirroja observando las muecas de dolor que el Alfa hace entre sueños.“Solo una bruja puede hacer algo con la plata inundando todo su sistema, pero las cosas no terminaron muy bien con ella la ultima vez que nos vimos”, responde Alana frunciendo los labios al ingresar al pueblo de Middlebury, viniendole la mente recuerdos no muy gratos.“¿Brujas? Tratar con ellas es como hacer un pacto con el demonio”, murmura Bianca viendo a través de la ventanilla los rostros de los transeúntes girando para mirar ese auto extraño.“Y las cosas no se ponen mejor si no tienes u
“¿Por qué no nos habías dicho nada sobre este cazador? Podríamos haberte escuchado”, indaga Alana una vez que le han contado lo que ha sucedido.“Era un problema mío, iba a solucionarlo en algún momento, además que no quería meter en problemas a tu padre”, responde Margo preparando un té para Julio que ya ha despertado, pero que lo han obligado a seguir en cama por un rato más.“Papá hubiese venido corriendo por ti, lo sabes”, comenta la loba indagandola con la mirada.“No era necesario, Francis ya tiene mucho de lo que ocuparse”, comenta la bruja de manera cortante.“Él tenía un amuleto de deuda con tu sangre, ¿qué fue tan importante como para que le dieras tanto poder sobre ti?”, pregunta Alana sabiendo que ese amuleto debe ser otorgado voluntariamente por la bruja.“Podía hacer daño a alguien importante para mí, eso es todo, ya deja de interrogarme, Alana”, responde Margo no pudiendo ocultar su incomodidad.“Alguien importante…”, murmura la loba comenzando a caminar por la casa, pr
“¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué delataste a tu hermano ante los ancianos?”, interroga Francis a su hija en el despacho, queriendo comprender lo que ha sucedido.“Tenía mis razones”, responde Alana con frialdad, a pesar de sentir por dentro el dolor de la mirada de decepción que su hermano le dedicó en cuanto la vio.“¡No, señorita, tendrás que darme más que tus respuestas esquivas de siempre. Quiero saber por qué demonios mis hijos se están tratando como si fueran enemigos!”, exige el padre con suficiente seriedad como para dejar en claro que no está jugando.“Hice lo que he hecho durante toda la vida, protegerlo”, exclama la mujer no soportando la mirada inquisidora de su progenitor, una que suele estar reservada para un extraño al que está juzgando, pero que jamás le ha dedicado a ella.“¿Lo protegiste negándole unirse a la mujer que ama? Creo que entiendes que es un paso gigante que se haya interesado en alguien luego de lo de Kayla, estar con esta muchacha podría haber sido lo que
Sin haberle dicho palabra alguna a alguien, Julio tomó el BMW y emprendió viaje hacia el punto de encuentro, si alguien se percató de su salida, probablemente no le dio mucha importancia. Pero ahora que ha pasado cerca de una hora, probablemente comiencen a preocuparse, sobre todo cuando lo busquen para tratar algún asunto de la manada. “Que se encargue esos ancianos sabelotodos”, murmura esbozando una sonrisa divertida, ahora solo tiene un objetivo, y es reunir a Bianca con su hermano. Al llegar a unos quinientos metros del punto de reunión estaciona el auto a un lado del camino y se adentra entre los árboles, avanza de forma paralela al sendero sintiendo como la respiración se le va a agitando. Cayendo en cuenta que no ha pensado en cómo reaccionará al ver a César, no tiene certeza de que no surja la mirada carmesí en cuanto vea al asesino de su esposa. Al divisar una caseta se detiene en seco al ver junto a la puerta de madera al hombre que con la espalda apoyada en una de las p
“Así que tengo al mismísimo Alfa de la temida manada Noche Oscura, es algo impresionante, puede que te conviertas en el mayor trofeo de toda mi carrera”, murmura Donato paseándose enfrente de su reciente presa, a la cual mantiene aprisionado con un grilletes conectado a cables de tensión, y una intravenosa con acónito.“No deberías darme tanta importancia, si yo muero se levantará otro Alfa que se encargue de liderar a la manada”, murmura Julio con la voz cansada, apenas pudiendo mantenerse despierto.“Sí, es verdad, pero será un Alfa sin la mirada carmesí. Había oído lo que eso podía hacer, pero verlo, fue increíble, una máquina de matar, pensaba matarte, pero cuando vi el potencial de la mirada supe que no podía perder una oportunidad como esta”, comenta el cazador poniéndose de cuclillas frente a su prisionero.“¿Oportunidad de torturarme?”, pregunta el Alfa con los ojos entrecerrados.“No, de convertirte en mi arma, en que la Mirada Carmesí se convierta en la peor pesadilla de los