Cap. 6: Camille

“No puedo creer que ahora que Julio ha vuelto, tenga a esa mocosa persiguiendolo por detrás como perro faldero. Puede haberlo engañado a él, pero sé muy bien lo que intenta, quiere enlazarse con él, y solo lo logrará sobre mi cadáver”, masculla una mujer de cabello rubio y figura esbelta.

La mujer espera al pie de la escalera de la mansión, con los labios apretados en una fina línea, esperando a ver a esa entrometida bajar y poder poner en marcha el plan para deshacerse de ella. Será una jugada arriesgada, a todo o nada, pero debe hacerlo, no puede permitir que se repita la historia como cuando estuvo Kayla. Perdió al Alfa de la manada una vez, y no piensa volver a repetir el mismo error.

Soltando una pequeña risita divertida, Bianca desciende por la escalera detrás de Julio, la noche que ha pasado allí parece ser la mejor en toda su vida. Aunque tal vez podría haber sido mejor si él le hubiese hecho una visita a su habitación, de hecho hasta cree haber soñado con algo así. De solo recordarlo se le sonrojan las mejillas, y de hecho hasta se permite pensar que eso podría suceder en un futuro no muy lejano, al menos si es que pueden deshacerse de César de una vez por todas.

“La mansión parece estar mucho más risueña que de costumbre, ¿será por el nuevo Alfa o por esta alegre visita?”, pregunta Camille con su mejor sonrisa fingida, una que no le cuesta al usarla constantemente para ocultar su verdadera personalidad.

“Creo que me conoces lo suficiente como para saber que no se debe a mí, ni a nadie de mi familia a decir verdad”, responde Julio no pudiendo evitar sentirse algo incómodo de ser visto tan cercano a Bianca.

“Tienes razón, la melancolía parece ser el rasgo distintivo de ustedes. Y mucho más desde que sucedió lo de Kayla, aunque supongo que a ella le habría gustado que fueras capaz de superarla y seguir adelante”, comenta la mujer sabiendo que ha dado en el blanco al ver la expresión de su Alfa al oírla.

Julio siente una punzada en el pecho ante esas palabras, ya que se refiere a algo que ha estado dandole vueltas en la cabeza, y al que hasta ese momento se ha estado resistiendo. Pero el hecho de escucharlo de otra persona lo hace casi palpable, y es sentir que está traicionando la memoria de su difunta esposa, a la que le falló en su promesa de protegerla.

“Yo tengo que ocuparme de unos asuntos, siéntete libre de explorar lo que quieras”, le dice el Alfa a su compañera, prefiriendo alejarse de un tema que no está dispuesto a tocar.

“Aún la tiene muy presente, ¿verdad?”, murmura Bianca más para sí misma mientras lo observa alejarse.

“No es para menos, Kayla no tenía igual, la verdad es que si alguna vez intenta estar con otra mujer, esa pobre siempre estará a la sombra de ella. Lo cual puede llegar a ser algo frustrante, saber que nunca  podrá poseerlo por completo”, responde Camille dispuesta a sembrar la suficiente cizaña.

“¿Tú llegaste a conocerla?”, pregunta la visitante, soltando un suspiro de resignación.

“Sí, claro, todos la conocíamos. Pero no aquí no les gusta que se hable de ella, es un tema demasiado doloroso. ¿Qué tal un paseo por el bosque?”, propone la mujer mirando a ambos lados como si estuviese por revelarle secretos de estado.

Bianca asiente con la cabeza siguiéndola fuera de la mansión, y a pesar de que es una extraña, siente que puede confiar en ella ya que es la única que está dispuesta a hablarle sobre Kayla. Un tema del que necesita saber si es que aspira a volverse alguien más cercana de Julio, necesita saber lo que más pueda sobre ella, ya que le queda claro que él no va a decírselo.

“¿Entonces? ¿Qué es lo que puedes decirme sobre ella?”, pregunta Bianca una vez que se ha adentrado en el bosque mucho más de lo que cree que sea necesario.

“Kayla, la hermosa Kayla, capaz de hacerse querer por todos, ella era el rayo de solo para todo. Aunque también podía ser un témpano de hielo cuando la defraudabas, o la hacías enojar. Fuego y hielo, apasionada y despiadada”, responde Camille sin poder ocultar su desprecio hacía su eterna rival.

“Suena a alguien a quien no puedes olvidar fácilmente”, murmura la mujer bajando la cabeza con pesar, ¿Está dispuesta a vivir siempre opacada por el recuerdo de Kayla?

“Julio, jamás la olvidará, y mucho menos si la mujer que tiene al lado no llena su medida. Ella era una mujer, tú eres casi una niña, ella era una guerrera despiadada tú creo que ni siquiera has participado en una pelea. ¿No te has dado cuenta que solo te mantiene cerca por lastima? César asesinó a Kayla, y tú eres su oportunidad de redimirse, pero está muy claro que no eres la loba que necesita a su lado como el Alfa de la Manada Oscura”, expone Camille mirándola con una mirada gélida, y todo el desprecio que es capaz de cargar en cada palabra.

“E-eso no es verdad, yo… soy importante para él”, replica Bianca sintiendo una presión en el pecho al no ser capaz de tener la suficiente convicción en su afirmación.

“Eres un sustituto para su dolor, una vez que César ya no esté nada lo unirá a ti. Deberías ahorrarte el dolor de ver en sus ojos que te vea solo como a una carga, que busque cualquier excusa para deshacerse de ti”, continúa atacando la rubia, satisfecha de saber que está asestando cada golpe al corazón de esa ingenua zorra.

Bianca siente el ardor en sus ojos al pensar que esa posibilidad puede real, que son miedos latentes en su mente, pero luego recuerda las palabras de Julio la noche anterior, el calor de sus cuerpos cercanos, el ardor de sus besos. Lo que la hace convencerse de que lo que él siente es genuino, no sabe si tan fuerte como lo que sintió hacia Kayla, pero sin duda real.

“¡No, no voy a caer en tu jueguito! Supongo que creiste que soy una niña tonta a la que podrías manipular fácilmente, ¿verdad? Pues no, no seré Kayla contra la que seguro que nunca le llegaste ni a los talones, pero tampoco seré quien te deje el camino libre, si quieres a Julio tendrás que ganarlo. Aunque sabes tan bien como yo que te rechazará, como de seguro lo ha hecho siempre”, contraataca Bianca levantando el rostro con una firmeza que casi le parece desconocida.

Camille siente el calor que le inunda el rostro, y no necesita mirarse para saber que lo tiene enrojecido. Tal y como sospechaba la zorra tiene dientes, y se los ha mostrado, tal vez más pronto de lo que esperaba, pero si cree que con eso la asusta está muy equivocada. Esa pequeña parece que aún no ha descubierto que se encuentran en las grandes ligas, y que el gran premio es Julio, uno que ella no piensa perder esta vez. Así que mientras la ve darle la espalda para volver a la mansión, saca de dentro de su chaqueta su plan B.

Bianca se detiene al escuchar un extraño gemido de dolor a su espalda, con una sensación de desconfianza se voltea para encontrar sea Camille de rodillas en el piso, con el rostro sobre la cara. Por instinto corre hacia ella, y al tomarla del hombro para enderezarla y preguntarle si se encuentra bien mira horrorizada el puñal que tiene clavado en el abdomen.

“Por favor… duele…”, gime Camille con las lagrimas rodando por sus mejillas.

“Yo… no…”, balbucea la joven sin estar segura de que deba quitar el arma de la herida, pero al notar que despide una especie chirrido, comprende que se trata de una hoja de plata, así que conteniendo la respiración toma el mango y tira de él.

El grito de dolor que Camille expulsa se escucha a lo largo del bosque, por lo que Bianca deduce que alguien aparecerá pronto para ayudarla. Aunque quizás su principal temor debería ser encontrar al cazador que ha hecho eso, por lo que se pone de pie con el arma entre las manos para estar atenta a ese asesino que aún debe seguir cerca.

Quizás hasta esperando que ella baje la guardia para atacar también, y al comenzar a oír el sonido de ramas volviéndose siente que ha acertado. Por lo que se voltea un segundo para comprobar que está cubriendo a Camille de un nuevo ataque, y separa sus pies para sosportar una posible embestida. Conteniendo la respiración al no estar segura de si podría hacer frente a un hombre entrenado para asesinarla.

“Dios mio”, suspira aliviada al ver a un par de lobos saliendo de entre los árboles.

“¿Qué ha pasado aquí?, pregunta uno de los lobos paseando la mirada del puñal ensangrentado en la mano de Bianca a su compañera tratando de contener la hemorragia de su herida.

“Ella… ella quiso asesinarme, grité esperando que alguien pudiera salvarme…”, acusa Camille dejándose caer en la inconsciencia una vez que ha logrado su objetivo.

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