Bajo la ducha, Bianca siente el agua corriendo por su piel con una sensación tan reconfortante que por un momento se permite olvidar todo. A su perseguidor, la trágica muerte de su familia, el no tener a donde ir, incluso el estar al cuidado de un completo extraño. Cosas que deberían hundirla en un profundo sentimiento de soledad y angustia, pero que ha tratado de evitar convenciéndose de que debe seguir adelante, que debe hallar la manera de mantenerse firme hasta llegar a César y cumplir con la promesa que le ha hecho.
Algo de lo que no será capaz si se deja quebrar, si se queda llorando en un rincón, simplemente esperando que la encuentren tarde o temprano.
“¿Y quién será ese tal Julio? ¿Y por qué se me hace extrañamente familiar, pero no como si lo conociera, sino más bien como si compartiéramos algo?”, se pregunta mientras se seca frente al espejo, ese hombre representa un gran interrogante, uno que necesita responder, sobre todo al notar que tiene una inusual facilidad para movilizar sus sentimientos.Envuelta en una toalla, se dirige hacia la habitación para vestirse con su ropa que ya está seca, pudiendo dejar de lado la incomodidad de estar casi desnuda junto a ese desconocido. Y por la mañana Julio ha prometido llevarla al pueblo, en donde se comprará un boleto de bus al lugar más lejano posible, quizás a Estados Unidos, dejando pasar el tiempo para buscar la manera de acabar con César. Tal vez consiguiendo el apoyo de una manada, aunque sabe que eso representaría unirse a un Alfa, una idea que no le agrada demasiado, pero que tal vez sea el precio que deba pagar para conseguir su venganza.“¡¿Qué demonios haces aquí?!”, exclama Bianca al ver al hombre parado junto a la puerta del baño, asustada intenta correr hacia la cocina, pero sus pies se enredan y se abalanza sobre el piso.Julio reacciona rápidamente para tratar de atajarla tomándola de la cintura, pero él también pierde el equilibrio y termina cayendo al piso con la muchacha encima de él. Soltando un gemido por el impacto se queda recostado sintiendo el peso de la mujer encima suyo.
“Este es mi cuarto, así que mi ropa está aquí. Estabas en la ducha así que no creí que debiera pedir permiso”, murmura el hombre tratando de recuperar el aliento.“Oh, claro… eso tiene sentido…”, susurra Bianca sintiéndose como una completa tonta.
A pesar de la vergüenza que siente por su injustificado temor, ella no hace ningún movimiento para ponerse de pie. En ese momento solo puede contemplar el rostro de ese hombre, sus facciones, sus ojos profundos, sus labios, y un cautivador calor que emana de su fornido cuerpo. Un calor que parece envolverla, atraerla para probarlo más de cerca sin que haya ninguna barrera de tela entre ellos.
Julio es consciente de la dureza que comienza a sentir en su entrepierna, así como de su respiración que comienza a agitarse. Y no es para menos al tener a esa hermosa mujer casi desnuda encima suyo, el tiempo que ha estado solo comienza a pasarle factura, pero no es solo eso. Ella es como una droga que lo atrae, que le pide que se deje de resistir a lo que siente, que deje de lado los pretextos y miedos, que deje que el deseo sea libre, que se deje perder en ella.
La mujer se muerde el labio con ansiedad, ya no le importa si es un extraño, si no sabe nada de él, lo único que desea en ese momento es entregarse a él. El calor que crece en su vientre le dice que él es la persona correcta, que él puede hacerla mujer, que él sabrá cómo darle la mejor experiencia en esa transición. Que si bien a los veinte años ya debería haber tenido, ha preferido retrasarla hasta sentir que estaba frente al hombre indicado, y ahora lo siente.
Bianca apoya sus manos en esos anchos hombros y lentamente comienza a acercar sus labios a los de él, queriendo saborearlo, queriendo perderse en sus besos. Algo a lo que él no parece resistirse, sino que mirándola como si estuviera perdido en un hechizo se deja a total merced suya.
Unos fuertes e inesperados golpes en la puerta, sacan a la pareja del embelesamiento en el que se habían sumido. Julio como si acabara de despertar de un sueño sacude la cabeza, y apartando suavemente a la mujer se lleva el dedo índice a los labios para indicarle que permanezca en silencio. El asentimiento de la atemorizada y algo avergonzada Bianca, es la señal para que vaya a ver de quién se trata.
“Buenas noches, ¿puedo ayudarlos en algo?”, pregunta Julio al par de hombres que se encuentra al abrir, entrecerrando la puerta detrás de él por precaución, al percibir que están lejos de ser amigables.
“Disculpe la molestia, es que mi hermana se ha perdido. Es una muchacha de un metro sesenta, cabello rojizo, y un tanto temperamental, puede que la haya visto pasar por aquí. Estamos muy preocupados de que algo le haya pasado, se ha escapado luego de una tonta pelea con nuestra madre”, expone uno de ellos de barba gris y chaqueta de cuero negro, intentando poner su mejor expresión de preocupación.
“Siento oír eso, pero no he visto a nadie por aquí. Aunque podría llamar al Sheriff, para que los ayude con su búsqueda, seguramente hasta conseguiría un grupo que los apoye, el bosque es demasiado grande para que solo dos personas la estén buscando”, responde el dueño de casa sacando su celular como si le fuese a marcar, esperando ahuyentarlos con eso.“No es necesario involucrar a las autoridades aún, no quiero asustarla y que se aleje más. Además el resto de la familia y algunos amigos también la están buscando”, replica rápidamente el hombre de barba gris negando con la cabeza, dando unas palmadas en la espalda a su compañero para indicarle que deben marcharse.
“En ese caso no puedo más que desearles suerte”, murmura Julio comenzando a cerrar la puerta, aliviado de que se marchen sin darle problemas.
“Tienes muchas plantas aromáticas”, murmura el hombre calvo con una media sonrisa en el rostro, mirando las hierbas a los lados de la cabaña. Parado frente a la puerta a pesar de que su compañero ya se ha dado media vuelta para seguir con su búsqueda. “Una buena forma de ocultar un rastro… un olor. Y estoy seguro de que te habría funcionado, si no te hubieses estado revolcando con ella, puedo olerla en ti”.
“No sé de qué hablas, como dije: buena suerte”, repite Julio sosteniéndole la mirada al calvo mientras se dispone a volver a entrar, a buscar su escopeta si es necesario.
El matón de barba inhala el aire pudiendo sentir efectivamente el leve olor de Bianca, y aunque por un momento duda si utilizar la fuerza tan lejos del territorio de su Alfa, decide que la prioridad es hacerse con la muchacha al precio que sea. Así que decidido con darle a su líder lo que quiere da un paso al frente para apartar a ese tipo. Pero en cuanto pone un pie en la cabaña, Patch le salta encima clavándole los dientes en el cuello, derribado, el hombre comienza a forcejear con el animal en el piso entre gritos de sorpresa y dolor.
Por el sorpresivo ataque, el calvo ni siquiera ve venir el puñetazo que le descargan en el rostro derribándolo en el piso. El sonido de un gruñido gutural atrae la atención de Julio que ve al barbudo convirtiéndose en un lobo marrón y dando una dentellada al perro que ante la bestia que le dobla el tamaño no puede hacer nada. El sonido del cuello de Patch quebrándose entre las mandíbulas de la bestia resuena en los oídos del dueño del animal, el cual sintiendo como su respiración se agita y el fuego de la ira crece en su interior no se percata que el calvo salta hacia él convertido en lobo.
El agresor casi puede sentir el sabor de la sangre de ese hombre que ha cometido el error de hacerlo enojar, pero en solo unos segundos su presa se convierte en un enorme lobo gris que lo intercepta en el aire tomándolo del cuello y lanzándolo a más de tres metros.
“N-no, no puede ser… un lobo… un… Alfa…”, murmura el lobo marrón con un escalofrío recorriéndole el lomo al ver los ojos rojos del enfurecido contrincante que se acerca hacia él que aun tiene el cuerpo ensangrentado del perro a sus patas.
“Tendrían que haber seguido su camino mientras aún podían, ahora ya es demasiado tarde”, advierte el lobo gris acercándose con pasos lentos hacia el asesino de su mascota.
“Solo queremos a la chica, eso es todo, entregala, no querrás ponerte en contra a nuestra manada”, expone el lobo marrón retrocediendo unos pasos hacia atrás, sintiendo la enorme presión que ese Alfa impone, pero intentando no demostrar temor.
Julio ni siquiera se preocupa en responder, de un salto está encima de su presa, clavando una y otra vez sus dientes en él, preso de una sed de sangre de la que se había alejado. Descargando toda su furia, dando justicia a su fiel amigo que no merecía morir de esa manera, deteniéndose sólo cuando la garganta del lobo ha desaparecido por completo.
Al ver a su compañero destrozado, el otro lobo comienza a retroceder dispuesto a alejarse de allí lo más rápido y cautelosamente posible. Reconociendo que han cometido un terrible error, pero sabiendo que no había manera de saber que se encontrarìan con un Alfa y sobre todo uno tan fuerte, debería estar con su manada, no en una cabaña en medio de la nada.
“No es muy valiente escabullirse en medio de una batalla, de seguro tu Alfa no echará de menos a un cobarde como tú”, reclama el lobo gris mordiéndolo en la parte superior del cuello y lanzándolo contra el tronco de un árbol en la que resuena el sonido de su columna quebrándose por la fuerza del impacto.
Julio contempla la masacre que ha hecho en solo un par de minutos, aún cuando había prometido no volver a convertirse, pero la furia de que le arrebataran a Patch fue insoportable. Aunque en el fondo sabe que esa no es la única razón que lo impulsó a hacerlo, también quería proteger a Bianca, quería seguir manteniéndola a su lado. Al pensar en ella se hace consciente del peso de una mirada sobre él, por lo que lentamente voltea la cabeza hacia la cabaña.
“¿Quién eres… qué eres?”, susurra la mujer apoyada en el umbral de la puerta con una mirada de temor en los ojos, contemplando a esa enorme bestia que casi dobla el tamaño de los otros dos lobos.
Phillisburgh, Canadá.Sentada en el piso, con la espalda apoyada en el umbral de la puerta de la cabaña, Bianca observa el sudoroso cuerpo de su protector. En circunstancias normales debería sentir temor de alguien que está terminando de cavar tres tumbas, tres muertes que ella provocó, ocultando la sangre que le ha hecho derramar por su culpa. Pero por el contrario, cerca de él se siente segura, con la certeza de que no desearía estar en ningún otro lugar.“Lamento lo que sucedió con Patch, yo… no quería que nada de esto pasara”, se disculpa la mujer acercándose a Julio que permanece de pie frente al lugar de descanso de su fiel compañero.“Era inevitable, sabía que alguien saldría lastimado si ponía una loba bajo mi techo”, murmura el hombre sin quitar la mirada del rectángulo de tierra negra, recriminandose no haber tenido la fuerza de voluntad para separarse de ella.“¿Entonces siempre supiste que era una loba?”, interroga sorprendida, hasta ese momento creía que él no sabía lo qu
Mientras caminan por el bosque guiados por Alina y escoltados por otros dos matones, Bianca no puede evitar pensar que ni siquiera habrá lucha, que solo los llevan a un lugar lo suficientemente apartado para asesinarlos como a perros. Es cierto que Julio pertenecía a esa manada, pero por la manera en que lo ha tratado parece que el amor fraternal que se supone debería haber entre ellos ha desaparecido por completo.“Puedes calmarte, pequeña, nadie te va a hacer daño, aunque si sigues apestando a miedo alguno podría emocionarse y salir a perseguirte como si fueras una jugosa cierva”, murmura la guía con un tono divertido en la voz, comenzando a subir por una pendiente cubierta de hojas secas.“Creo que tengo muy buenas razones para tenerlos miedo, nos sacaron de la carretera y tecnicamente nos han secuestrado”, masculla Bianca con más insolencia de la que estaba dispuesta a demostrar.Alina se para en seco y volteandose la mira de arriba abajo con el ceño fruncido, como si estuviese tr
Luego de tener que esperar lo que a Julio le resulta una eternidad en la sala de la casa de su padre, por fin ve al doctor bajando por las escaleras y anunciarle que todo está bien con solo asentir con la cabeza. Restregándose las manos con nerviosismo mira a Bianca y juntos se dirigen al encuentro del ahora derrocado Alfa, al verlo con el rostro pálido sentado en la cama, no puede evitar sentir una punzada de culpa. “No me mires como si fuese un trapo viejo, solo fueron un par de costillas rotas, nada mal para haber estado frente a una mirada carmesí”, comenta Francis con una media sonrisa, tratando de restar importancia al asunto.“¿Por qué hiciste eso? Podías ganar esa batalla, lo que me dijiste fue a propósito, provocaste la mirada carmesí”, protesta Julio sin poder entender por qué su padre se arriesgó tanto, y sabe que no es solo por amor fraternal.“Yo soy un viejo al que le queda poco hilo en el carretel, y como Alfa no podía permitir que cualquier idiota presumido viniera d
“No puedo creer que ahora que Julio ha vuelto, tenga a esa mocosa persiguiendolo por detrás como perro faldero. Puede haberlo engañado a él, pero sé muy bien lo que intenta, quiere enlazarse con él, y solo lo logrará sobre mi cadáver”, masculla una mujer de cabello rubio y figura esbelta.La mujer espera al pie de la escalera de la mansión, con los labios apretados en una fina línea, esperando a ver a esa entrometida bajar y poder poner en marcha el plan para deshacerse de ella. Será una jugada arriesgada, a todo o nada, pero debe hacerlo, no puede permitir que se repita la historia como cuando estuvo Kayla. Perdió al Alfa de la manada una vez, y no piensa volver a repetir el mismo error.Soltando una pequeña risita divertida, Bianca desciende por la escalera detrás de Julio, la noche que ha pasado allí parece ser la mejor en toda su vida. Aunque tal vez podría haber sido mejor si él le hubiese hecho una visita a su habitación, de hecho hasta cree haber soñado con algo así. De solo re
“¡¿En el calabozo? ¿Acaso están locos? ¿Cómo van a ponerla ahí?!”, reclama Julio queriendo hacer a un lado a su hermana para salir del estudio.“Tienes que calmarte, ha sido acusada de intentar asesinar a uno de nuestros miembros. Solo están siguiendo el protocolo, y lo sabes”, le recuerda Alana empujándolo hacia atrás, sabiendo que no puede permitirle salir fuera de allí en ese estado.“Ella no lo hizo, ¿por qué lo haría? Si hubiese querido matar a alguien tendría que ser a uno de nosotros, hasta estuvo a sola con papá que está postrado en cama”, expone el Alfa dispuesto a defenderla ante quien sea.“Tampoco tiene mucho sentido para mí, pero tienes que ver esto con la mente en frío. Es la palabra de una forastera contra una de nuestra manada, así que creo que es bastante claro a quienes apoyarán todos”, intenta hacerlo entrar en razón la hermana.“Y apoyarán también que decrete la muerte de Bianca, es el castigo por la vida de uno de nuestra manada.Y no pienso hacerlo, me importa un
Sentado en el borde de la cama, Julio observa a Bianca dormir placidamente, y a pesar de que ha ido hasta allí para darle el desayuno, se ha sentido incapaz de despertarla. Después de lo que le ha tocado pasar merece un buen descanso, y la verdad es que retrasar la conversación que quiere tener con ella no le parece mal.“¿Acaso que sea un Alfa el que te mira dormir no lo convierte en acoso?”, murmura Bianca abriendo los ojos lentamente, esbozando una sonrisa al verlo allí.“Supongo que depende de cómo lo toma la persona observada, ¿te sientes acosada?”, pregunta Julio no pudiendo evitar curvar sus labios en una pequeña sonrisa.“Lo que pienso es que estás demasiado lejos para un beso de Buenos días”, reclama la mujer, que le hubiese gustado despertar entre sus brazos, pero la verdad es que en cuanto tocó cama cayó rendida entre las sábanas.“Tengo un desayuno de Buenos días, que creo te vendrá mucho mejor”, responde el Alfa acercándole la bandeja y volviendo a donde estaba sentado.“
“¿De qué rayos estás hablando?”, reclama Julio convirtiendo su rostro en una mueca de furia, su anfitrión está jugando con fuego y va a quemarse.“Necesita aliarte conmigo, y yo una compañera. Ambos conseguimos lo que necesitamos, no es más que negocios”, responde Stephan encogiéndose de hombros como si fuese algo de lo más natural.“Ella ni siquiera pertenece a nuestra manada, así que no podemos sellar el trato enlazándola contigo”, comenta Alana tratando de calmar las cosas de manera racional, antes de que su hermano pierda el control.“En ese caso no tienes de qué preocuparte, tu manada no estaría entregando nada, es un gran negocio”, señala el Alfa centrando su atención en Bianca que se ha quedado helada, comenzando a creer que debería haber hecho caso a Julio y quedarse en la mansión.“No, ella… es mía, si esa es tu condición entonces no tenemos nada más que hablar”, declara Julio poniéndose de pie para dar por terminada esa reunión.“Lo siento, amigo, pero no puedo dejarlos marc
“Alana, ¿a dónde vamos? Está volando de fiebre, está empeorando”, gime Bianca con temor, sentada en el asiento trasero del auto con la cabeza ardiente de Julio sobre sus piernas.“Solo hay un lugar al que podemos ir, y que puedan salvarlo, al menos si está interesada en ayudarnos”, murmura la conductora mordiéndose el labio con nerviosismo. “¡¿Cómo que si esta interesada ayudarnos?! No creo que aguante mucho más”, reclama la pelirroja observando las muecas de dolor que el Alfa hace entre sueños.“Solo una bruja puede hacer algo con la plata inundando todo su sistema, pero las cosas no terminaron muy bien con ella la ultima vez que nos vimos”, responde Alana frunciendo los labios al ingresar al pueblo de Middlebury, viniendole la mente recuerdos no muy gratos.“¿Brujas? Tratar con ellas es como hacer un pacto con el demonio”, murmura Bianca viendo a través de la ventanilla los rostros de los transeúntes girando para mirar ese auto extraño.“Y las cosas no se ponen mejor si no tienes u