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Cap. 2: Perseguidores

Bajo la ducha, Bianca siente el agua corriendo por su piel con una sensación tan reconfortante que por un momento se permite olvidar todo. A su perseguidor, la trágica muerte de su familia, el no tener a donde ir, incluso el estar al cuidado de un completo extraño. Cosas que deberían hundirla en un profundo sentimiento de soledad y angustia, pero que ha tratado de evitar convenciéndose de que debe seguir adelante, que debe hallar la manera de mantenerse firme hasta llegar a César y cumplir con la promesa que le ha hecho. 

Algo de lo que no será capaz si se deja quebrar, si se queda llorando en un rincón, simplemente esperando que la encuentren tarde o temprano. 

“¿Y quién será ese tal Julio? ¿Y por qué se me hace extrañamente familiar, pero no como si lo conociera, sino más bien como si compartiéramos algo?”, se pregunta mientras se seca frente al espejo, ese hombre representa un gran interrogante, uno que necesita responder, sobre todo al notar que tiene una inusual facilidad para movilizar sus sentimientos.

Envuelta en una toalla, se dirige hacia la habitación para vestirse con su ropa que ya está seca, pudiendo dejar de lado la incomodidad de estar casi desnuda junto a ese desconocido. Y por la mañana Julio ha prometido llevarla al pueblo, en donde se comprará un boleto de bus al lugar más lejano posible, quizás a Estados Unidos, dejando pasar el tiempo para buscar la manera de acabar con César. Tal vez consiguiendo el apoyo de una manada, aunque sabe que eso representaría unirse a un Alfa, una idea que no le agrada demasiado, pero que tal vez sea el precio que deba pagar para conseguir su venganza.

“¡¿Qué demonios haces aquí?!”, exclama Bianca al ver al hombre parado junto a la puerta del baño, asustada intenta correr hacia la cocina, pero sus pies se enredan y se abalanza sobre el piso.

Julio reacciona rápidamente para tratar de atajarla tomándola de la cintura, pero él también pierde el equilibrio y termina cayendo al piso con la muchacha encima de él. Soltando un gemido por el impacto se queda recostado sintiendo el peso de la mujer encima suyo.

Este es mi cuarto, así que mi ropa está aquí. Estabas en la ducha así que no creí que debiera pedir permiso”, murmura el hombre tratando de recuperar el aliento.

Oh, claro… eso tiene sentido…”, susurra Bianca sintiéndose como una completa tonta.

A pesar de la vergüenza que siente por su injustificado temor, ella no hace ningún movimiento para ponerse de pie. En ese momento solo puede contemplar el rostro de ese hombre, sus facciones, sus ojos profundos, sus labios, y un cautivador calor que emana de su fornido cuerpo. Un calor que parece envolverla, atraerla para probarlo más de cerca sin que haya ninguna barrera de tela entre ellos.

Julio es consciente de la dureza que comienza a sentir en su entrepierna, así como de su respiración que comienza a agitarse. Y no es para menos al tener a esa hermosa mujer casi desnuda encima suyo, el tiempo que ha estado solo comienza a pasarle factura, pero no es solo eso. Ella es como una droga que lo atrae, que le pide que se deje de resistir a lo que siente, que deje de lado los pretextos y miedos, que deje que el deseo sea libre, que se deje perder en ella.

La mujer se muerde el labio con ansiedad, ya no le importa si es un extraño, si no sabe nada de él, lo único que desea en ese momento es entregarse a él. El calor que crece en su vientre le dice que él es la persona correcta, que él puede hacerla mujer, que él sabrá cómo darle la mejor experiencia en esa transición. Que si bien a los veinte años ya debería haber tenido, ha preferido retrasarla hasta sentir que estaba frente al hombre indicado, y ahora lo siente.

Bianca apoya sus manos en esos anchos hombros y lentamente comienza a acercar sus labios a los de él, queriendo saborearlo, queriendo perderse en sus besos. Algo a lo que él no parece resistirse, sino que mirándola como si estuviera perdido en un hechizo se deja a total merced suya.

Unos fuertes e inesperados golpes en la puerta, sacan a la pareja del embelesamiento en el que se habían sumido. Julio como si acabara de despertar de un sueño sacude la cabeza, y apartando suavemente a la mujer se lleva el dedo índice a los labios para indicarle que permanezca en silencio. El asentimiento de la atemorizada y algo avergonzada Bianca, es la señal para que vaya a ver de quién se trata.

Buenas noches, ¿puedo ayudarlos en algo?”, pregunta Julio al par de hombres que se encuentra al abrir, entrecerrando la puerta detrás de él por precaución, al percibir que están lejos de ser amigables.

Disculpe la molestia, es que mi hermana se ha perdido. Es una muchacha de un metro sesenta, cabello rojizo, y un tanto temperamental, puede que la haya visto pasar por aquí. Estamos muy preocupados de que algo le haya pasado, se ha escapado luego de una tonta pelea con nuestra madre”, expone uno de ellos de barba gris y chaqueta de cuero negro, intentando poner su mejor expresión de preocupación.

Siento oír eso, pero no he visto a nadie por aquí. Aunque podría llamar al Sheriff, para que los ayude con su búsqueda, seguramente hasta conseguiría un grupo que los apoye, el bosque es demasiado grande para que solo dos personas la estén buscando”, responde el dueño de casa sacando su celular como si le fuese a marcar, esperando ahuyentarlos con eso.

No es necesario involucrar a las autoridades aún, no quiero asustarla y que se aleje más. Además el resto de la familia y algunos amigos también la están buscando”, replica rápidamente el hombre de barba gris negando con la cabeza, dando unas palmadas en la espalda a su compañero para indicarle que deben marcharse.

En ese caso no puedo más que desearles suerte”, murmura Julio comenzando a cerrar la puerta, aliviado de que se marchen sin darle problemas.

Tienes muchas plantas aromáticas”, murmura el hombre calvo con una media sonrisa en el rostro, mirando las hierbas a los lados de la cabaña. Parado frente a la puerta a pesar de que su compañero ya se ha dado media vuelta para seguir con su búsqueda. “Una buena forma de ocultar un rastro… un olor. Y estoy seguro de que te habría funcionado, si no te hubieses estado revolcando con ella, puedo olerla en ti”.

“No sé de qué hablas, como dije: buena suerte”, repite Julio sosteniéndole la mirada al calvo mientras se dispone a volver a entrar, a buscar su escopeta si es necesario.

El matón de barba inhala el aire pudiendo sentir efectivamente el leve olor de Bianca, y aunque por un momento duda si utilizar la fuerza tan lejos del territorio de su Alfa, decide que la prioridad es hacerse con la muchacha al precio que sea. Así que decidido con darle a su líder lo que quiere da un paso al frente para apartar a ese tipo. Pero en cuanto pone un pie en la cabaña, Patch le salta encima clavándole los dientes en el cuello, derribado, el hombre comienza a forcejear con el animal en el piso entre gritos de sorpresa y dolor.

Por el sorpresivo ataque, el calvo ni siquiera ve venir el puñetazo que le descargan en el rostro derribándolo en el piso. El sonido de un gruñido gutural atrae la atención de Julio que ve al barbudo convirtiéndose en un lobo marrón y dando una dentellada al perro que ante la bestia que le dobla el tamaño no puede hacer nada. El sonido del cuello de Patch quebrándose entre las mandíbulas de la bestia resuena en los oídos del dueño del animal, el cual sintiendo como su respiración se agita y el fuego de la ira crece en su interior no se percata que el calvo salta hacia él convertido en lobo.

El agresor casi puede sentir el sabor de la sangre de ese hombre que ha cometido el error de hacerlo enojar, pero en solo unos segundos su presa se convierte en un enorme lobo gris que lo intercepta en el aire tomándolo del cuello y lanzándolo a más de tres metros.

N-no, no puede ser… un lobo… un… Alfa…”, murmura el lobo marrón con un escalofrío recorriéndole el lomo al ver los ojos rojos del enfurecido contrincante que se acerca hacia él que aun tiene el cuerpo ensangrentado del perro a sus patas.

Tendrían que haber seguido su camino mientras aún podían, ahora ya es demasiado tarde”, advierte el lobo gris acercándose con pasos lentos hacia el asesino de su mascota.

Solo queremos a la chica, eso es todo, entregala, no querrás ponerte en contra a nuestra manada”, expone el lobo marrón retrocediendo unos pasos hacia atrás, sintiendo la enorme presión que ese Alfa impone, pero intentando no demostrar temor.

Julio ni siquiera se preocupa en responder, de un salto está encima de su presa, clavando una y otra vez sus dientes en él, preso de una sed de sangre de la que se había alejado. Descargando toda su furia, dando justicia a su fiel amigo que no merecía morir de esa manera, deteniéndose sólo cuando la garganta del lobo ha desaparecido por completo.

Al ver a su compañero destrozado, el otro lobo comienza a retroceder dispuesto a alejarse de allí lo más rápido y cautelosamente posible. Reconociendo que han cometido un terrible error, pero sabiendo que no había manera de saber que se encontrarìan con un Alfa y sobre todo uno tan fuerte, debería estar con su manada, no en una cabaña en medio de la nada.

No es muy valiente escabullirse en medio de una batalla, de seguro tu Alfa no echará de menos a un cobarde como tú”, reclama el lobo gris mordiéndolo en la parte superior del cuello y lanzándolo contra el tronco de un árbol en la que resuena el sonido de su columna quebrándose por la fuerza del impacto.

Julio contempla la masacre que ha hecho en solo un par de minutos, aún cuando había prometido no volver a convertirse, pero la furia de que le arrebataran a Patch fue insoportable. Aunque en el fondo sabe que esa no es la única razón que lo impulsó a hacerlo, también quería proteger a Bianca, quería seguir manteniéndola a su lado. Al pensar en ella se hace consciente del peso de una mirada sobre él, por lo que lentamente voltea la cabeza hacia la cabaña.

“¿Quién eres… qué eres?”, susurra la mujer apoyada en el umbral de la puerta con una mirada de temor en los ojos, contemplando a esa enorme bestia que casi dobla el tamaño de los otros dos lobos.

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