Capítulo 12
Durante este tiempo sucedieron demasiados asuntos. Lucía no sabía cómo solucionar esto, así que se fue a buscar a Julieta Vázquez. Al día siguiente se fue a el bar del Tiempo. Era temprano, el bar estaba tranquilo. Su amiga ordenó un cóctel y se lo entregó.

—¿Qué haces acá a esta hora? ¿Estás en problemas?

Viendo la danza del escenario, escuchando la música aturdidora acompañada de los gritos fuertes, Lucía sacudió la cabeza ligeramente. Dejó a un lado el cóctel que iba a tomar y dijo.

—Nada, solo vine a verte.

—¿Cristian te humilló de nuevo? —Preguntó Julieta con impaciencia—. Si en serio no la pasas bien, divórciate y ya. Con lo hermosa que eres y el cuerpo perfecto que tienes, ¿qué hombre no se va a enamorar de ti? ¿Qué necesidad hay de seguir estando junto a un estúpido por toda la vida? ¿No te cansa?

Julieta siempre fue directa. Ellas eran amigas de corazón, por eso no soportaba ver a Lucía colgarse en un hombre como Cristian. Por eso le acercó el informe de embarazo y comentó.

—A pesar de que sea linda ¿qué hombre va a aceptar que la mujer tenga un hijo de otro?

Sacó el informe de la mano y miró fijamente una y otra vez, con incredulidad.

—¿Seis semanas? ¿No era que ustedes ni tienen contacto físico? ¿De dónde salió el bebé?

—¿Te acuerdas el día que me emborraché y él me vino a buscar?

Lucía, mientras hablaba, volvió a tomar el informe. Su amiga se quedó muda por un instante y luego habló.

—¿Y ahora qué vas a hacer? —Lucía sacudió la cabeza. Ya no sabía qué hacer—. ¡Abórtalo! —dijo Julieta—. Tú y él no son personas del mismo camino. Ahora que Don Castillo ya se fue, si te quedas con el bebé, tarde o temprano seguro causará problemas. Es mejor no quererlo. La vida es larga, no vas a amar a una sola persona.

Lucía estaba distraída, no fue de su agrado sus palabras. Veía que el bar se iba llenando, miró hacia ella y le dijo.

—Ve a atender a los clientes. Me quiero quedar sola por un rato.

Al ver que no le entraba ni una palabra de lo que había dicho, Julieta puso los ojos en blanco y le cambió el vaso de cóctel por uno de jugo. La noche se acercaba y el bar se llenaba. Su amiga estaba ocupada trabajando y no tenía tiempo de seguir charlando con ella. Entonces se sentó en un rincón, desconcentrada.

Se quedó aturdida mirando a las parejas ir y venir. Cuando sucedió el incidente, ella ni reaccionó. Recién recuperó el sentido al escuchar los gritos pánicos de la gente. No se supo en qué momento un grupo de gánsteres entraron al bar. Rodearon a Julieta en busca de problema. Los clientes que recién estaban ya se fueron y la música también se apagó.

El rincón que estaba sentada Lucía tenía pocas luces, por eso nadie se dio cuenta de su existencia. Los gánsteres que estaban alrededor de su amiga llevaban un palo en la mano. Era evidente venían a causar problemas. Julieta se veía tranquila, los miró y comentó.

—¿Están aquí para divertirse o para hacer quilombo?

—Es obvio que vengo a causar problemas, nena. ¿Te atreves a jugar con nosotros?

Habló el líder y con una sonrisa desagradable se acercó para tocarle la cara. «¡Bang!» La mano asquerosa ni la tocó y fue golpeada por un vaso de jugo. El golpe fue de repente, el hombre se cubrió la mano del dolor y preguntó con furia.

—¿Quién fue?

—¡Yo!

Lucía se levantó y caminó hacia Julieta, su amiga con sorpresa y preocupación le preguntó

—¿Por qué sigues aquí?

Lucía se quedó sin palabras, al parecer la tipa pensó que ella ya se había ido y le puso los ojos en blancos y comentó.

—Si no estoy aquí, ¿en dónde voy a estar?

—¡Estúpida! —Julieta dijo con ira y la empujó detrás de ella, al mismo tiempo le susurró—. Ahora, cuando empiece la pelea, busca oportunidad de escaparte.

Sabía que ella estaba preocupada por lo de su embarazo y no dijo nada más, solo miró hacia los gánsteres antes de hablar.

—¿Cómo se les ve la cara de intimidar a una mujercita?
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