Iván la miraba fijamente con las cejas fruncidas y los ojos oscuros, al parecer quería saber si lo que estaba diciendo era verdad o mentira. Lucía estaba sentada tranquila con una sonrisa, dejando que él la mirara. Luego unos minutos, el hombre habló.—¡Está bien!—¡Gracias, Dr. Carrizo! Era agradable conversar con gente inteligente. No necesitabas explicar demasiado, con una sola mirada ya te entiende. Cuando el sirviente trajo el plato, él la miró curiosamente y preguntó.—¿Así que tu inteligencia siempre fue escondida? —Lucía sonrió y dijo.—Gracias. Es solo para estar a salvo. Es más, Cristian y yo no nos llevamos bien. El bebé tampoco vino en un tiempo adecuado. —Iván comió unos bocados y se vio satisfecho. La miró y preguntó.—¿Cuándo piensas irte?Ella quedó petrificada por un momento. Lo miró sorprendida. Solo quería solucionar el tema del bebé y divorciarse. En cuanto a irse de CABA, ella todavía no estaba decidida a dónde ir. Se sorprendió que pudo adivinar hasta su ú
Cristian la miraba sin decirle nada, hasta que decidió preguntarle.—¿A dónde fuiste? —Su tono era frío e indiferente, con un poco de disgusto.—A la empresa. —Lucía entró a la cocina y dijo.—¿Te cocino algo para cenar?«Con el eqscándalo que había hecho Lorena hoy en el hospital, seguro ni tuvo tiempo de para comer.». Pensando en esto, sintió que era medio entrometida. Ella ya se iba, ¿por qué tenía que preocuparse por si él tenía hambre o no? Sin embargo, a pesar de todo, ella lo amaba, tenía mucho tiempo enamorada de él, aunque tenía planeado irse, tampoco quería terminar mal, por lo menos quería dejar algunos recuerdos lindos. Cuando se estaba preparando para cocinar los fideos, ella sintió una mirada penetrante. Se dio vuelta y se encontró con los ojos del hombre, fría e indiferente.—¿Qué... qué pasa? Generalmente, la mirada del hombre siempre era fría y con disgusto, pero había cambiado la mirada que tenía ahora era muy confusa. Lucía estaba asustada, no sabía qué decir.
Apartó su mano sin usar mucha fuerza. Sin embargo, ella sintió un fuerte dolor en el corazón. Todavía no se había recuperado de la lluvia y ahora estaba enfrentándose a él. Cuando la soltó repentinamente, ella se quedó sin fuerza, y se cayó casi desmayada en los brazos del hombre.Sus brazos eran fuertes y la sostuvo de inmediato. Tras años de entrenamiento, ella podía sentir claramente los músculos que tenía. Ya no tenía fuerza y tampoco quería seguir discutiendo, así que cerró los ojos y se apoyó en sus brazos.—¡Deja de fingir estar desmayada!La voz llena de ira sonó al oído de Lucía. Este la abofeteó con un poco de fuerza en la mejilla un par de veces, a ella le dolía, pero se sentía tan mal que no podía abrir los ojos. Al notar que no respondía, probablemente debido a su poca bondad que tenía, la levantó en sus brazos y la llevó a la habitación. Una vez que la puso en la cama, Lucía escucho un silencio en absoluto. Al principio pensó que él no quería preocuparse por ella. Si
Lucía se asustó, nunca lo había visto así antes. Por instinto quiso agarrarlo de la mano, pero él la tiró. Abrió la boca una y otra vez, pero al final reprimió todo lo que quería decir. Se dio la vuelta, esquivo la mirada del hombre, y cerró los ojos.—¡Lucía eres demasiado cruel! No dijo nada más que eso, se dio la vuelta y se fue. Ella suspiró mirando su espalda. Llegando a ese punto, ese era el mejor resultado.—Señorita Torres, ¿no teme que el Sr. Castillo la odie? La voz de un anciano sonó en la puerta. Era el Sr. Ramos. Él entró a la sala con un historial médico y revisó sus condiciones, luego comentó. —Al fin y al cabo, el bebé también es de él. Aunque logres engañarlo esta vez, ¿qué harás en la próxima? No siempre vas a lograrlo.Ella sonriendo se sentó en la cama y agarró el documento que le traía. Mirándolo habló.—Esta será la última vez. ¡Sr. Ramos, gracias por su cooperación! —Guardó el documento y cuando estaba a punto de irse, el Sr. Ramos la detuvo.—Si actúa
Al principio, Lucía pensaba que la furia de Cristian era solo por un tiempo, muy seguro cuando vea a Lorena, ya no iba a seguir enojado, e iba a olvidarse del aborto. Sin embargo, ella no sabía que el conflicto entre ellos recién empezaba. Desde hace días no había casi nadie en la villa. Por lo sucedido, Cristian tampoco quería volver. Por esta razón, pasaba todo el día tranquila y feliz. Para actuar bien, ella se quedaba el día en la villa, y le encargaba a Emma que le alcanzara las cosas que necesitaba. En la tarde, su asistente vino a llenarle la heladera de comidas y le explicó cómo debía consumirlo. Luego se acercó y mirándola comentó. —Directora, el pago del proyecto del hospital Central se ha retrasado unos cuantos días. El departamento de finanzas vino a preguntar la situación. ¿Usted tiene tiempo para hacerle una llamada al Sr. Ramos?Lucía comió unos bocados del durian que tenía en la mano, pero no podía soportar el olor de la fruta, así que lo arrojó en el tacho de basu
De pronto entró una llamada telefónica. Lucía se quedó sorprendida. Al ver que era Julieta, la atendió. Ni logró hablar y una voz aturdidora sonó. —Maldita mujer, ¿abortaste al bebé?«¿Cómo lo supo en tan pocos días?» Se preguntó. Ella asintió como su pudiera verla e indagó a su amiga.—¿Cómo lo supiste? —Julieta se llenó de ira le gritó. —¿Cómo lo sé? ¿Cómo se te da la cara para preguntar? ¿Me consideras como amiga o no? Un asunto tan importante, ni siquiera me contaste una palabra. Cuando ella se enfurecía, nadie la podía calmar. Lucía se masajeó la cabeza y con paciencia. —¡Quería solucionarlo lo antes posible! Por eso hice la decisión rápida. Tenía planeado contártelo, pero estos días estabas muy ocupada, y decidí comentártelo después. —Deja de decir tonterías. No me opongo a que lo abortes. Pero en la operación necesitas que alguien te cuide. Vos no le avisaste a nadie, ¿y si sucede algo? ¿Qué pasa si pasa algo? Julieta estaba tan preocupada que se le pusieron los o
—¡Cristian!Lucía lo llamó y vio que había varias botellas vacías de whisky sobre la mesa. «¡Pero este tipo no sabe que tomar tanto va a dañar su estómago!» Al escuchar la voz, tardó unos segundos para abrir un poco los ojos. Su mirada hacia ella era fría e indiferente. Probablemente sea porque lo molestó, la atmósfera era cada vez se hacía más fría. Su mirada era cada vez con más disgusto. Abrió la boca y en un tono indiferente dijo le gritó.—¡Vete!Ella sabía que él no quería verla. Suspiró y caminó hacia el hombre. En un tono suave concilió.—Estás borracho, ¡volvamos a casa! —Entrecerró los ojos, se burló y con un tono de sarcasmos y desdén.—¿Casa? ¿A eso lo llamas casa?Lucía frunció las cejas. Por causa del embarazo, ella se irritaba fácilmente. Si fuera antes, seguro no le iba a refutar. Sin embargo, esta vez levantó la voz para hablar. —¿Y si no es casa, entonces qué sería? Si no me quieres ver, llamaré a Lorena para que venga a buscarte. Juli necesita trabajar, tú er
Cristian se quedó atónito, la miraba con una vista inexplicable. Repentinamente preguntó. —¿Fue para vengarte de mí? —Lucía se quedó paralizada, no sabía a qué se refería, pero negó con la cabeza. —No, no fue para vengarme, con lo mucho que te amo, ¿cómo podría hacerlo? Primero suéltame y volvemos a casa, ¿vale?«¡Dios mío, cuando la gente está borracha es literalmente como un niño!» Pensaba que iba a seguir causando problemas, sin embargo, él obedeció y la soltó con cuidado. Luego, con una mirada oscura comentó.—¡Vamos a casa! —A Lucía ya le dolía la cabeza, lo sostuvo y dijo.—¡Está bien! Ahora vamos.No se sabe cuánto había bebido. Con dificultad bajaron del segundo piso, y Julieta con los brazos cruzados frente a la barra exclamó.—¿Necesitas ayuda? —Lucía sacudió la cabeza, mirándola.—¿Ya pagó la cuenta? —Ella le puso los ojos en blanco.—Mi bar ya es casi suyo, ¡qué cuenta tiene que pagar!Cristian tenía casi todo el cuerpo presionando contra Lucía. Ella no pensó mu