3. ~Sopresas~

Lunaicy.

Salí de la universidad a toda prisa. Sabía que mamá me iba a matar si no llegaba a tiempo para recoger a Estrella. Se me había olvidado que mi hermana salía de su clase de ballet a las 11, mientras que yo terminaba a las 12:30. Me quedé investigando sobre el tema que quiero exponer, pero bueno, debía apurarme.

Monté en mi moto y salí lo más rápido que pude hacia la escuela de ballet. Cuando llegué, Estrella ya me esperaba en la puerta, con el ceño fruncido y los brazos cruzados. 

—Lo siento, cariño,—dije mientras me quitaba el casco. —Sabes que hoy me tocaba salir tarde.

—Ya sé, pero tengo hambre,— respondió ella, aunque su tono se suavizó un poco.

—Vamos, te llevo a casa,— añadí. Justo en ese momento, mi teléfono sonó. Era mamá.

—¿Ya están en casa? —preguntó con su tono serio habitual.

—Ya vamos para allá —respondí, intentando mantener la calma—. Estrella está conmigo.

—Bien. Quiero que se queden en casa. Voy a llevar a una persona que estará un tiempo con nosotras.

—¿Una persona? ¿Quién? —pregunté, algo desconcertada.

—Pronto lo sabrás. Nos vemos pronto, cariño. Las quiero —mencionó, colgando antes de que pudiera preguntar más.

Me quedé pensando en lo que mamá había dicho. "¿Una persona?" Estrella me miró, notando mi desconcierto, pero no dijo nada. Nos pusimos los cascos y arrancamos hacia casa.

Al llegar, aparqué la moto en el pasillo y entramos. Marta, nuestra ama de llaves, estaba limpiando en la sala.

—Hola, Marta—saludé—Ella se acercó y me saludó.

—Señorita su Mamá llamó. Me pidió que preparé algo especial para la comida.

—Vaya, ella casi, ni viene a comer en casa—murmuró pensativa.

—Sí, señorita Luna. ¿Va a querer almorzar ahora?

—No, gracias. Iré a mi habitación. ¿Sabes quién es esa persona que vendrá?

—No, no lo sé —respondió Marta.

—Qué raro —murmuré.

Subí las escaleras con Estrella siguiéndome de cerca, y nos separamos para que cada una se fuera a su habitación. Al abrir la puerta de la mía, me quedé perpleja al ver a Federico tumbado en mi cama, sonriendo.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté sorprendida.

—Tenía ganas de verte. Vi tu moto aparcada y me acerqué. Ni siquiera me viste, estaba sentando en la banca de la pulpería de doña Chata.

—Lo siento, es que estaba apurada.

—Ya lo sé —respondió mientras se levantaba y se acercaba lentamente—. Pero necesitaba verte.

—¿Cómo entraste? —le pregunté, algo nerviosa.

—Como la primera vez. No te preocupes, nadie me vio.

—Federico, podría venir mi madre en cualquier momento —dije, intentando mantener la compostura.

—Tranquila, te lo haré rápido. —murmuró mientras se inclinaba hacia mí.

—Fede, los vecinos, no te vieron, pueden decirle a mi mamá.—Susurré excitada por sus besos sobre mi pecho.

—No te preocupes por los vecinos, cariño. Tranquila, solo quiero estar contigo.

Se acercó más, lo suficientemente cerca como para sentir su aliento cálido en mi cuello. Empezó a besarme, lento al principio, y luego sus manos comenzaron a moverse por mi cuerpo. En un suspiro, sentí su mano deslizarse hacia abajo, desabrochando el botón de mi pantalón. Mi corazón comenzó a latir más rápido, pero no me resistí.

—¿Qué haces? —le pregunté, aunque ya lo sabía.

—Solo quiero sentirte... —su respuesta fue suficiente para hacerme ceder.

Dejé que sus manos hicieran lo que quisieran, recorriéndome con deseo. Me desnudó poco a poco, y sentí cómo la excitación crecía en cada rincón de mi cuerpo. Me coloqué sobre él, y el contacto con su cuerpo me hizo arder por dentro. Podía sentir su prominente bulto bajo mí, y todo en mi ser clamaba por más. Lo quería sentir, pero no a través de la ropa, sino de su piel desnuda contra la mía.

En un momento, me alzó y me colocó sobre el escritorio. Cada caricia, cada movimiento de su lengua en mi piel era una explosión de sensaciones. Quise contenerme, pero fue imposible no dejar escapar un gemido bajo mientras jugaba con mi sensibilidad.

—Puede venir mi madre, por favor... deja de jugar —le rogué, intentando mantener el control.

—Tranquila, será rápido —Nuevamente susurró con confianza.

Y lo fue. De pronto, lo sentí entrar en mí, y el placer recorrió cada fibra de mi cuerpo. Apreté los dientes, intentando no hacer ruido, pero un pequeño gemido se me escapó inevitablemente. Hasta que el momento se desvaneció cuando tocaron a mi puerta.

—Lu, mamá acaba de venir, aún no ha bajado de su coche—Mencionó mi hermana, y el  pánico me invadió. 

—Maldita sea, ¡te lo dije!— Salté del escritorio y me envolví en una toalla. Federico, que estaba conmigo, se puso nervioso.

—Diablos—Mencionó en un susurro.

—Lo siento, Fede, pero debes esconderte. Si mi mamá te ve, me va a matar. No puedes salir por la ventana, ni salir por la puerta principal porque ella está afuera, en el coche. 

—Lu, te estoy hablando.

—Cariño, ve y salúdala. Yo bajo en un segundo, me estaba duchando—le mentí a mi hermana, intentando mantener la calma.

Tan pronto como mi hermana se fue, abrí la puerta para asegurarme de que no había nadie más por los alrededores. Federico, más relajado que yo, me miraba con una sonrisa pícara.

—Lo siento, no pensé que tu mamá fuera a venir tan pronto. Fue una sorpresa—dijo con un tono que intentaba calmarme.

—Por favor, quédate aquí y no te muevas. Mamá está afuera y no quiero tener problemas. 

—Nos quedamos con las ganas...—Suspiré, mientras él intentaba bromear.

—¿Tú estás pensando en eso?—respondí, todavía nerviosa—Si me encuentra, me mata... y a ti también.

Él se encogió de hombros.

—Está bien, ve tranquila. Si quieres, te acompaño a la ducha—expreso con una sonrisa juguetona.

—No estoy apurada—repliqué, tratando de mantenerme seria—Métete por ahí, no creo que entre a mi habitación, pero me da miedo que te descubra, espero que no tengas problemas en tu casa.

—Tranquila, no me voy a ir. No tengo nada que hacer en casa. Nadie me espera—dijo con una calma que me exasperaba y, al mismo tiempo, me relajaba.

Entré al baño rápidamente. El agua me ayudó a calmarme, pero mi mente seguía en lo que casi pasó antes de que mi hermana interrumpiera. Mis pensamientos iban y venían, mientras terminaba de ducharme. Cuando salí, allí estaba Federico, sus ojos recorriéndome.

—Eres muy hermosa, lo sabías—me dijo con esa sonrisa que me volvía loca.

—Lo sé, gracias—le respondí, sonrojada.

Me vestí rápidamente, optando por un short corto y un top. Me dejé el cabello suelto y me apliqué un poco de rubor y labial. Al ver mi reflejo, recordé que mamá había mencionado una visita, así que decidí ponerme un cárdigan por si acaso.

—Estás hermosa—Nuevamente mencionó Federico, mientras yo me acercaba a la puerta.

—Gracias. Quédate aquí, no te muevas, y no abras la puerta hasta que yo vuelva—le ordené, intentando ser firme.

—Tranquila, no me iré a ningún lado—declaro con una sonrisa tranquila.—Además quiero terminar lo de hace un rato. 

Respiré hondo y salí de la habitación. Bajé despacio las escaleras, preparándome mentalmente para lo que fuera que mamá tuviera preparado. Al llegar al salón, allí estaba ella, radiante, junto a un hombre que nunca había visto.

—Cariño, demorarste en bajar, ven.

—Hola mamá, estaba en la ducha— mencione despacio.

—Te voy a presentar a mi futuro esposo, Gabriel—anunció con una sonrisa enorme.

Me quedé en shock. ¿Futuro esposo? Esto no podía ser en serio. Gabriel se acercó, apretándome la mano con demasiada fuerza.

—Mucho gusto. Tú debes ser Luna—dijo con una sonrisa encantadora.

—Sí... soy Lunaicy—respondí torpemente.

—Todos le dicen Luna—intervino mi hermana.

Gabriel sonrió aún más y, para mi incomodidad, añadió:

—Pronto seré más que un desconocido. Seré como un padre para ustedes.

Mi madre sonrió emocionada, mientras yo solo podía mirar a aquel hombre. Me abrazó demasiado fuerte y dejó un beso en mi mejilla, lo cual me hizo sentir incómoda. Me alejé lentamente, tratando de disimular mi incomodidad. Además se notaba más joven.

—Hija—dijo mamá, acercándose a mí y abrazándome—. Estoy enamorada de Gabriel, y él también de mí. No quise decirles nada hasta estar segura. Ahora estará con nosotros.

No sabía qué decir. Esta "sorpresa" me dejó helada, y lo único que cruzaba por mi mente era: ¿en qué estaba pensando mamá para meterse con hombre mas joven?

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