Gabriel.Entré a mi habitación y me quedé mirando el jardín. Las luces del atardecer pintaban un cuadro perfecto. Pasé una mano por mi barba, que empezaba a marcarse más con el tiempo, y sonreí para mí mismo. Todo iba según mi plan. Ahora las tenía aquí, bajo mi techo, y nada ni nadie podría alejarlas de mí. Miriam había sido una ingenua al aceptar traer a sus hijas a esta casa. Una madre preocupada por darles un mejor futuro... pero no sabía que había traído a sus pequeñas directamente a las fauces del lobo.Mis pensamientos se detuvieron en Luna. Esa pequeña fiera me tenía obsesionado. La había observado durante meses, desde que Miriam, en su torpeza, me mostró una foto de ella. Fue entonces cuando supe que haría cualquier cosa para tenerla. Primero, claro, debía ganarme a su madre, enamorarla más de lo que ya estaba. No voy a mentir: Miriam es una mujer apasionada, y en la cama no tiene rival. He disfrutado nuestras noches juntos, aunque me lleve algunos años. Pero ella no es más qu
FedericoEstaba fuera de mí. Quería romper todo a mi alrededor. ¿Cómo era posible que Luna se hubiera ido sin siquiera avisarme? Apenas me di cuenta de que dejó el vecindario y no tuve más que deducirlo por los rumores. No hubo una llamada, una explicación, nada. Fui un idiota al pensar que podía tener una relación con ella, que había alguna esperanza para nosotros. Pero no. Prefirió irse lejos, dejarlo todo atrás, antes que quedarse en su hogar, en su barrio, cerca de mí.No lo podía creer. Me encendí un porro para calmar el torbellino en mi cabeza, pero ni la marihuana lograba apaciguar el enojo. Me quedé mirando a Jamileth. Ella bailaba, sensual, despreocupada, como si el mundo no importara. Nunca había sentido algo similar por otra mujer, no como lo que sentía por Luna. Sin embargo, era claro que a ella no le importaba lo nuestro. A decir verdad, supongo que su madre tampoco habría permitido una relación entre nosotros. Tal vez yo no era suficiente para ella, o tal vez lo sabía des
LunaicyEl nudo en mi estómago se hizo más fuerte cuando mi madre entró a mi habitación. Apenas colgué la llamada de Federico, ella se quedó mirándome con una mezcla de reproche y algo más difícil de descifrar. Me quito el teléfono pero no sin antes soltar lo que parecía ser una orden disfrazada de consejo:—Dile que terminas con él. Hazlo ahora.Quise replicar, pero su tono no dejaba espacio para discusión. No sabía siquiera si tenía algo serio con Federico, pero el hecho de que mi madre lo creyera suficiente como para intervenir me hizo sentir pequeña, impotente. Me entrego el teléfono y tuve que hacerlo. Con un suspiro entrecortado, marqué su número y terminé la conversación de manera brusca. —Esto es lo mejor— pensé, pero mi mente estaba dividida. Por un lado, quería seguir con mi vida, enfocarme en mis estudios, encontrar una salida de este infierno. Por otro lado, quería buscar a mi padre, decirle que viniera por mí y por mi hermanita Estrella, porque cada minuto en esta casa er
Paseaba sin rumbo por la calle central, miraba todo a mi alrededor con total aburrimiento, — En serio que este día era fatal para mi— La universidad, el trabajo y encima él. Si él mi vecino él que últimamente me tenía con la mente ocupada con sus mensajes sin enviar o quizás ya no tenía ganas de escribirme, sin embargo ayer lo vi, cuando pasaba por su casa estaba de pies mirando su celular quise saludarlo pero no tuve valor, pase caminando a toda prisa y su voz me detuvo en seco.—Ya ni saludar quieres—Replico con seriedad a lo que fruncí el ceño expectante esperando a ver que más me decia—Muy seria mi vecina.—No lo creo—Respondi señalando su celular, el lo observo y luego sonrió, mire que empezó a escribir y a los instantes un mensaje entró, diciendo.—Parece que tu novio ya no te deja chatear conmigo—frunci el entrecejo y sonreí con burla.—No será al contrario—Comento con sarcasmo, escribo rápidamente y le mando un mensaje—Cuidado es tu mujer la que no permite que saludes a los ve
Lunaicy.No dejaba de pensar en todo lo que planeaba disfrutar esta noche. Federico no dejaba de mirar mi habitación. Me daba vergüenza, pero no podía dejarlo en la sala. De hecho, no vino para estar en la sala; vino para una noche alocada.—Eres fanática de The Weeknd —cuestionó, mirando los pósters en mi pared.—Sí, me encanta su música y sus locuras.—También te gusta ella —dijo, señalando el póster de Isabella la Rosa.—Sí, ella también. ¿Y a ti qué te gusta?—Tu look es parecido al de ella, Luna —dijo inspeccionándome.—Ups, ¿no te gusta?—Tranquila, de hecho me encanta —me sonrojé— Y me gustan la música electrónica y el metal.—Casi tenemos el mismo gusto —declaré sin dejar de verlo. Su mirada se posó en mi hombro y luego trazó líneas con un dedo. Me puse nerviosa por su tacto.—Me gusta tu tatuaje —expresó, luego dejó un beso en mi hombro donde tenía una línea y una rosa, e incluso mi lunar. Sentí cómo su lengua mojaba mi piel y me ericé como un pollo desplumado.—Federico, ¿pu
Lunaicy.Salí de la universidad a toda prisa. Sabía que mamá me iba a matar si no llegaba a tiempo para recoger a Estrella. Se me había olvidado que mi hermana salía de su clase de ballet a las 11, mientras que yo terminaba a las 12:30. Me quedé investigando sobre el tema que quiero exponer, pero bueno, debía apurarme.Monté en mi moto y salí lo más rápido que pude hacia la escuela de ballet. Cuando llegué, Estrella ya me esperaba en la puerta, con el ceño fruncido y los brazos cruzados. —Lo siento, cariño,—dije mientras me quitaba el casco. —Sabes que hoy me tocaba salir tarde.—Ya sé, pero tengo hambre,— respondió ella, aunque su tono se suavizó un poco.—Vamos, te llevo a casa,— añadí. Justo en ese momento, mi teléfono sonó. Era mamá.—¿Ya están en casa? —preguntó con su tono serio habitual.—Ya vamos para allá —respondí, intentando mantener la calma—. Estrella está conmigo.—Bien. Quiero que se queden en casa. Voy a llevar a una persona que estará un tiempo con nosotras.—¿Una pe
Lunaicy.No podía creer lo que mi madre estaba diciendo. Entiendo que tiene derecho a rehacer su vida, pero un hombre tan joven... todo esto no me cuadraba. Su mirada no me agradó, y cuando su mano apretó la mía al saludarme, sentí una incomodidad que me recorrió la espalda. Mientras estábamos almorzando, mi madre estaba eufórica, más feliz de lo que la había visto en años. Yo, por otro lado, solo sentía una creciente necesidad de salir de ahí, pero no podía. Era su casa, su decisión. No me correspondía intervenir.—¿Cómo va todo en la escuela, hija? —preguntó mi madre con esa sonrisa brillante que no le gusta mostrarnos a nosotras sus hijas y tal parece que a él si.—Bien, mamá, gracias por preguntar —respondí con una sonrisa forzada.— ¿Y tú cómo vas, Estrellita?—Le pregunto a mi hermanita.—Estoy aprendiendo mucho. Pronto habrá un evento.—Me alegro. Esta vez espero poder ir a cada uno de tus eventos, cariño —respondió mi madre, casi orgullosa, aunque la última vez no pudo asistir.
Lunaicy.Los días pasaban tan rápido que me sentía abrumada. Quisiera que, al igual que el tiempo volaba, mi madre pudiera abrir los ojos y ver que ese hombre no era para ella. Pero claro, los sentimientos no se eligen, ¿verdad? Entiendo que tiene derecho a ser feliz, pero desde que lo vi, algo no me cuadraba. Lo siento, pero no confío en él. No puedo explicarlo bien, es más la forma en la que me mira. Hay algo inquietante, algo que me pone nerviosa. ¿Es que lo imagino o en verdad me observa como un pervertido? No lo sé, pero esa incomodidad está ahí, constante, como una sombra.Lo peor de todo es que ahora quiere llevarnos lejos de aquí, lejos de todo lo que conocemos. No puedo aceptarlo. Siempre hemos estado juntas, y Marta, los vecinos de la cuadra, crecimos aquí en este vecindario. No necesitamos irnos. Ella jamás quiso estar aquí de verdad, mientras trabajaba apenas pasaba tiempo en casa, y cuando lo hacía, dormía. Su trabajo la tenía viajando de un lado a otro, y solo venía los