Tal como esperaban, la mina abandonada del abuelo Antonio Castro tenía una extraña configuración que delataba que algo se ocultaba en su interior. No seguía ninguna veta de mineral. Era evidente que, si alguna vez había funcionado, fue hace muchos, demasiados, años.Seguía siendo un misterio cómo había llegado a ser posesión de su antepasado.Según lo que la joven había interpretado, debían encontrar una puerta secreta de madera, con la misma secuencia de diagramas del monolito de piedra, que estaría situada en la profundidad de uno de esos pasillos llenos de polvo y oscuridad.Afuera, quedaron algunos de sus hombres, aguardando que ellos se comunicaran cuando fuera el momento de extraer lo que fuera que encontraran.Los Kasparov tenían linternas potentes y un mapa hecho por la joven.-Sígueme, Mikka, pero no te alejes, por si acaso. Creo que sé cómo recorrer este laberinto, pero puede haber alguna trampa extra… Hasta ahora ninguna de las otras partes del tesoro estuvieron protegidas
Ella vivía en un pequeño departamento del centro de Londres. No era lujoso, pero más que suficiente para su comodidad, además de que no dependía de nadie para cubrir sus gastos.Se había recibido como diseñadora de una de las universidades más prestigiosas de Inglaterra, con un promedio sobresaliente, reflejando mucho de lo aprendido durante su adolescencia, y por eso mismo, ese día tenía la entrevista de sus sueños, nada más y nada menos que en la empresa de indumentaria más famosa, GreenLuxury.Por supuesto, a pesar de que desayunó temprano y se subió con suficiente tiempo como para llegar con mucho margen al enorme edificio del centro, resultó que su pequeño y anticuado automóvil, muy caprichoso, se negó a arrancar.Así que allí estaba, nerviosa luego de media hora de esperar al servicio mecánico, más veinte minutos de una reparación que resultó absurdamente sencilla y le daba la razón a su cuñado sobre que debería aprender más cosas prácticas y menos artísticas, conduciendo con la
Mikhail estaba de un pésimo mal humor esa noche, a pesar de que fuera de esa oscura habitación dentro del bar de uno de sus contactos locales se podían oír música, voces alegres y risas.Había tenido que hacer un viaje repentino y fugaz a una región perdida de su país natal, que le traía malos recuerdos, para resolver en persona un "problema".Uno de esos problemas con forma humana, imprudentes y de lengua ágil, demasiado ágil como para saber estarse quieta y sin hablar cuando debía.No toleraba el lugar, pero seguía órdenes. Y al fin y al cabo, toleraba aún menos la traición. Deseaba terminar rápido con ese mal trago, salir de ese hoyo y regresar a su hogar en avión para acostarse con alguna de sus amantes y sacudirse esa pesadumbre de la nostalgia.Anya se movía con habilidad de "barwoman", adquirida con la práctica de la necesidad, en la barra del bar en el que trabajaba, en una noche tan corriente como todas las de las últimas semanas. No ganaba mucho, pero era lo suficiente par
Anya corrió a esconderse tan rápido como pudo, mientras Jasha se acostumbraba a la oscuridad del lugar, encandilado por la luz exterior de la tarde, y se topaba con el cuerpo del pobre herido, en el suelo.El hombre seguía con vida, y lo miraba desafiante.-¿Vienes… a terminar… Jasha?El interpelado sonreía con maldad.Mientras tanto, la joven despertó a Sonya tapándole la boca mientras le indicaba sin hablar que hiciera silencio. La niña la observaba con ojos desorbitados, mientras Anya abría un pequeño escondite en el suelo y se metía allí junto a su hermanita.Desde allí, podían oír a la perfección cualquier sonido del exterior, pero no las podrían ver.Jasha levantó al padre de Anya y lo sentó bruscamente en una silla del comedor.-Es un milagro que sigas vivo, Dmitry.Él esbozó una sonrisa torcida. -No… será… por mucho… tiempo…El traficante se rió.-Sí, se me ha pasado un poco la mano… pero puede terminar rápido. Sólo dime dónde demonios tienes el mapa del tesoro.-Yo… no lo… t
Pocas horas más tarde, Chekov las acompañaba en silencioso secreto por las calles menos concurridas de Viborg hasta salir de la pequeña ciudad.En las afueras, un vehículo los esperaba, con el tanque lleno.El hombre conducía, mientras Anya observaba todo, incapaz de descansar, mientras Sonya dormía en su regazo.La niña estaba debilitada por su salud, por el hambre, por la angustia.Su hermana se preocupaba, pero no podía hacer nada, excepto acariciar su cabello mientras dormía. Excepto velar sus sueños, esperando que todo saliera bien.Chekov llevaba el vehículo por caminos desconocidos, sin asfaltar, acercándose a través de los escasos kilómetros que los separaban de la frontera con Finlandia.Le habló en un susurro:-Cuando estén del otro lado, las buscará un buen amigo mío, hagan lo que él les diga. Nos detendremos cerca de la costa, que es la parte de la frontera que está menos vigilada, desde allí él las recogerá y les indicará si seguirán por mar o por tierra algunos kilómetro
-Qué sorpresa verla aquí, señorita… ¿Anya, verdad? No esperaba verla en Helsinki. Me dice mi guardia que llegó hace días, buscándome.Anya no salía de su estupor. Ese hombre, temible y a la misma vez tan magnético que la dejaba inquieta por las sensaciones que generaba en ella, era precisamente a quien su padre le había pedido que buscara.Parecía una locura.-¿Usted… es Kasparov?Él asintió, acercándose a ella con lentitud. -Mikhail Kasparov. Es el apellido de mi madre. Lo que aún no me explica es por qué me está buscando. Estoy seguro de que sabe de lo que soy capaz, y no tengo gran tolerancia, así que espero que vaya al grano, señorita… ¿Para qué me busca? Recuerde que accedí a perdonar su vida una vez. Espero que no haga que me arrepienta. ¿Cómo me encontró?La joven decidió hablar apresuradamente, antes de que ese demonio se le acercara más:-Soy Anya, hija de Dmitry, él ha muerto hace unos días y me envió a buscarlo, por protección… según mi padre, usted se lo debe…Mikhail se
Subestimar a Jasha fue el primero de los errores del orgulloso Mikhail Kasparov, que había confiado en que todo le saldría bien de inmediato.Se apresuró en su primera acción en contra de los enemigos que perseguían el tesoro de Villalobos, y olvidó algunas de sus rutinas adquiridas con los años.Definitivamente, sus planes no estaban empezando con el pie derecho, aunque no podía quejarse de la forma de ser de su nueva esposa, que había asumido su rol con singular dignidad. Mara Reyes sería su segundo error.Alta, con una larga cabellera rubia, curvas exuberantes y ropa y zapatos de diseñador, Mara era una joven actriz y modelo que viajaba con bastante frecuencia a Helsinki, con el único objeto de acostarse con Mikhail Kasparov, su amante más preciado, de quien estaba profundamente enamorada y con el que tenía expectativas a futuro, segura de estar haciendo un buen trabajo conquistándolo en la cama, aunque para él, en realidad, ella no fuera más que otra de sus numerosas amantes ocas
A pesar de la provocación, Agnes estaba consciente del lugar que ocupaba en la vida de Mikhail. Eso no significaba que estuviera dispuesta a soportar provocaciones, por más comprensiva que fuera.El hecho de que Mara estuviera allí, había tomado a Kasparov por sorpresa, precisamente porque no la consideraba importante en su vida y ni siquiera la tuvo en cuenta cuando, forzado por las circunstancias, pasó de ser un hombre soltero a estar casado con la nueva Agnes Laine. Por lo tanto, ella misma tampoco tenía por qué responder o sobre reaccionar.No le interesaba nada de lo que había dicho Mara, ni siquiera la detallada descripción de sus encuentros.O al menos eso esperaba. Agnes se encogió de hombros, se giró hacia el sillón nuevamente, se sentó con calma, tomó un libro, y dijo sin mirarlos:-Confío en que Mikhail sabrá qué hacer contigo, Mara. No mereces un segundo más de mi valioso tiempo. Sin embargo, agradecería que me ahorres el sonido irritante de tu voz. Estoy leyendo.La señ