-Qué sorpresa verla aquí, señorita… ¿Anya, verdad? No esperaba verla en Helsinki. Me dice mi guardia que llegó hace días, buscándome.
Anya no salía de su estupor. Ese hombre, temible y a la misma vez tan magnético que la dejaba inquieta por las sensaciones que generaba en ella, era precisamente a quien su padre le había pedido que buscara.Parecía una locura.-¿Usted… es Kasparov?Él asintió, acercándose a ella con lentitud.-Mikhail Kasparov. Es el apellido de mi madre. Lo que aún no me explica es por qué me está buscando. Estoy seguro de que sabe de lo que soy capaz, y no tengo gran tolerancia, así que espero que vaya al grano, señorita… ¿Para qué me busca? Recuerde que accedí a perdonar su vida una vez. Espero que no haga que me arrepienta. ¿Cómo me encontró?La joven decidió hablar apresuradamente, antes de que ese demonio se le acercara más:-Soy Anya, hija de Dmitry, él ha muerto hace unos días y me envió a buscarlo, por protección… según mi padre, usted se lo debe…Mikhail se detuvo, confuso.-¿Dmitry?Él se quedó pensativo unos momentos. La volvió a mirar, recorriéndola concienzudamente con los ojos.Estaba algo diferente a la noche en el bar, más femenina y atractiva. Sin duda, en otra situación, aprovecharía su posición.Ella enrojeció, incómoda por el fuego de esa mirada, e intentó excusarse. Llevaba ropa que Kiana le había prestado.-Perdone mi apariencia, no logré salir de Rusia con nada, una mujer que conocí aquí me prestó algo…Tenía puesto un vestido ajustado de color azul como sus ojos, el cabello suelto y un tapado de piel artificial negro. Se veía diferente a cuando la conoció, más atractiva.Tras unos segundos de silencio, él le contó:-Hace algunos años, en medio de una "operación", me hirieron. Su padre me encontró en esa situación, me llevó a un lugar seguro, y me salvó de una muerte segura. Es probable que por eso él la haya enviado a buscarme, quedé en deuda con Dmitry…Se hizo un silencio incómodo.Ella no estaba segura si esa deuda también contemplaba a las dos hijas de su salvador, que estaban desamparadas ahora.Tampoco estaba segura, ahora que estaba frente a él, de querer la ayuda de un hombre como Kasparov, pero tenía bastante claro que no había quedado en una posición en la que pudiera elegir.Miró a su alrededor, vio algunos objetos en la enorme sala, además del fragmento de un tatuaje asomando en la mano de Mikhail, con lo poco que sabía de la mafia rusa y sus alcances, una sospecha se instaló en su pecho.Aunque Dmitry la había mantenido al margen de todo siempre que había podido, en secreto, ella sabía mucho más de lo que su padre creía.Por eso, reconoció las señales.Era claro que Mikhail Kasparov era un miembro importante de Zorro Blanco, una facción muy poderosa de la mafia, que tomaba su nombre del zorro ártico típico de la tundra, un sobreviviente.El nombre los representaba bastante bien. Habían resurgido luego de un periodo de latencia tras el cual casi desaparecen.Pero por la riqueza de esa casa, y el porte de Mikhail, enfundado en un costoso traje negro, era claro que él formaba parte de los altos mandos.Necesitaba a un hombre como él si quería encontrar a Sonya y vengar a su padre.Necesitaba sus recursos, aunque Kasparov le diera cierto terror.Y necesitaba saber qué tan profunda era esa alianza forzada con Dmitry, así que habló sin rodeos, abandonando de pronto el trato formal con el que había empezado:-Esa deuda con mi padre… entiendo que si él me envió a buscarte es porque tiene mucha importancia en su mundo, aunque yo no sepa mucho y me haya mantenido al margen todo lo que pudo. Ahora, mi hermana y yo necesitamos tu ayuda, él necesita ser vengado para descansar en paz…Él notó el cambio, y le siguió el juego. Además, ahora quería saber más de su historia.-¿Hermana? ¿Dónde está?Anya miró al suelo con dolor.-La perdí en el camino, nos traicionaron… un "amigo de mi padre", Chekov, nos vendió. Tengo que encontrarla, tengo que vengarme de él y de Jasha por lo que le hizo a papá… No dispongo de mucho tiempo. Sonya… tiene apenas diez años. Y una enfermedad que requiere medicinas con frecuencia: algo de claustrofobia y asma… Tienes que ayudarme…Mikhail la observó con suspicacia y sonrió con malicia.-¿"Tengo" que ayudarte?Ella lo miró con desafío, y luego suspiró.No estaba segura de cómo actuar frente a ese hombre. Pero Anya no sabía suplicar.Tenía heridas poderosas en su alma, heridas que nadie conocía, que le impedían ser esa mujer que mira con sumisión y se arrodilla por su vida.Ya no más.Además estaba el asunto de la deuda de vida. Incluso alguien como ella, sabía que era importante en la mafia, un asunto de honor.-Sí, tienes que ayudarme. Y lo mejor sería que te casaras conmigo, estaría más segura y podría llevar a cabo el rescate de mi hermana… y mi venganza que ahora también es tuya. Te juro que honraré mi lugar como tu esposa, seré tan útil como pueda, pero estoy convencida de que es lo mejor.Mikhail se mostró disgustado. No le gustaba la presión que Anya ejercía, mucho menos el extraño sentimiento que la idea de casarse con ella le producía. La sangre parecía bullir en su interior y sabía que era a causa del deseo.Sin embargo, nada de todo este asunto le agradaba, y con una mueca en su rostro, se lo dejó claro:-No pienso casarme, Anya. Claro que honraré mi deuda y te protegeré… y a tu hermana. Pero no seremos marido y mujer, no veo la necesidad… Aún no comprendo por qué las persiguen o por qué las traicionaron. Sin embargo, no creo que sea importante que estemos casados, aunque siento que me ocultas algo importante.Anya sí que creía que era importante. Casarse era la única manera de asegurarse de que él no la traicionaría, de que cumpliera con su parte del trato sin lugar a dudas.¿Cómo podía sentirse a salvo con un hombre como él, si no se convertía en una verdadera parte de su vida, si no tenían un vínculo aunque fuera en papel?¿Cómo garantizar su seguridad y la de su hermana si no lo conocía?Pero comprendía los reparos de Kasparov. Él tampoco la conocía lo suficiente.Así que apeló a su última arma, una que no le servía de nada si no encontraba a su hermana ni vengaba a su padre.Una a la que no tenía sentido aferrarse si no lograba su objetivo.-¿Y si te ofrezco algo más a cambio? Entiende, yo necesito garantías. Pero puedo ver que tú también. No nos conocemos así que puedo comprender que te niegues a casarte conmigo…Él la miró con desconfianza, pero visiblemente interesado.-¿Qué puedes tener para ofrecer? Dijiste que no habías logrado salir con nada de Rusia. ¿Tiene que ver con el motivo por el que te persiguen?Ella sacó de su pecho la pequeña caja envuelta en una bolsa.-No salí con nada… excepto esto.Mikhail se acercó con cautela.-¿Qué es eso?-Te lo diré. Pero dame tu palabra de que no intentarás quitármelo a la fuerza.Sonrió de costado, tentado de rechazar cualquier trato. Pero estaba picado por la curiosidad, y por el brillo de esos ojos profundamente azules.-Bien, Anya. Te doy mi palabra.-Espero que tu palabra tenga tanto valor como creo…Él se estaba enojando.-Comienzo a perder la paciencia… no me insultes…Ella alzó las manos en señal de tregua.-Bien, de acuerdo.Anya abrió la pequeña caja y le explicó:-Esta es la razón por la que Jasha torturó y asesinó a mi padre, y por la que Chekov, su amigo de años, lo traicionó. Es un mapa, uno que indica la ubicación exacta de un tesoro, el del gran capo de la mafia internacional, Bruno Villalobos…Los ojos de Mikhail brillaron. Ese tesoro era una leyenda. Era el sueño de cientos de hombres dentro y fuera de las organizaciones del submundo clandestino, una utopía nacida cuando Villalobos se vio obligado a escapar de su país y esconder su fortuna mientras su poder se dividía en varias facciones a lo largo y ancho del mundo.La escrutó entrecerrando sus ojos grises.-Bien… parece interesante. Y prometedor. ¿Qué me propones?Anya guardó el mapa nuevamente en la caja, y la refugió en su pecho, mirándolo con fijeza y resolución, mientras iba diseñando en su mente una estrategia.-Un contrato. Si aceptas casarte conmigo, por tres años, y me ayudas a encontrar a mi hermana, y darle a Jasha su merecido, compartiré el mapa contigo, es decir, repartiremos el tesoro a partes iguales cuando lo encontremos… Debería bastar para que me ayudes con mi venganza y para pagar tu deuda con mi padre.Kasparov podía tener frente a él, en ese preciso instante, la posibilidad que había estado esperando toda su vida, el acceso al poder definitivo, con la única condición de darle tres años de su vida a Anya, eliminar algunos obstáculos que tarde o temprano se cruzarían en su camino, como Jasha y sus hombres, y buscar a una niña extraviada.No parecía un mal trato, hasta se veía demasiado fácil.Además, la joven era una imagen agradable para tener cerca, aunque podría complicar bastante sus rutinas actuales.Pero era un precio que estaba dispuesto a pagar a cambio de la mitad del tesoro de Villalobos.Así que la miró a los ojos, y le respondió:-De acuerdo. Llamaré a mi abogado de confianza ahora mismo, para que redacte nuestro acuerdo por escrito, para seguridad de ambos. Estoy seguro que ninguno de nosotros desea una sorpresa en estos tres años… ¿Alguna condición en particular para este peculiar casamiento?Un escalofrío recorrió la espalda de Anya.-Yo… Bueno… Además de dejar claro todo lo concerniente al mapa… Preferiría…Él la cortó de inmediato.-No te preocupes, no te obligaré a tener intimidad conmigo y consumar realmente este matrimonio, tengo claro que es un negocio y sólo algo para los papeles. No tendremos relaciones, a menos que tú lo quieras…La idea la paralizaba, y no precisamente porque Mikhail no le pareciera tan atractivo como un dios nórdico.-Gracias… eso estará bien.Él sintió que el aire se había enfriado, como si ella ocultara un secreto grave.Tendría que averiguarlo.Después de todo, en breve serían marido y mujer.El abogado de Kasparov fue eficiente.Pronto tenían redactado un contrato claro y preciso, tras lo cual solicitaron un juez y obtuvieron sus papeles legales de matrimonio, sin ceremonia ni nada del estilo, todo en menos de veinticuatro horas.Al fin y al cabo, no era una boda real.Si no una estrategia para sobrevivir.Lo siguiente fue cambiar el nombre de Anya, para su protección en ese mundo de la mafia y para despistar a sus posibles perseguidores.Era mejor que creyeran que se podía haber ahogado en el helado mar.Había sido idea de Mikhail y, sin duda, parecía un plan inteligente.Así que Anya se transformó en Agnes Laine de Kasparov.El primer movimiento de Mikhail, apresurado por saldar su parte del trato, fue enviar a uno de sus hombres a eliminar a Jasha.Él sicario viajó en secreto hasta el corazón de Viborg, interrogó con poca amabilidad a Chekov, dejándolo malherido y camino a una muerte segura, y encontró a su objetivo, en una casa con bastante seguridad.Esperaba a un hombre con cierta influencia, pero fácil de derrotar.Sin embargo, este singular asesino resultó más difícil de aniquilar de lo esperado, escapando por los pelos del subordinado de Mikhail, aunque gravemente herido.Lo cual sería un grave error de cálculo de parte del nuevo aliado de la hija de Dmitry.Jasha parecía una alimaña inútil, pero era hábil y además, no estaba solo, como podría haber creído Kasparov.Era mucho más que un simple traficante.Por eso, tarde o temprano, haberlo menospreciado le pesaría.El torturador de Dmitry escapó a Lituania, precisamente porque allá, dentro de una de las organizaciones más poderosas, estaba su cuñado, que no era otro que Boris Kiev, el líder de Oso Negro.En busca de protección, le reveló a Boris toda la historia del mapa al tesoro de Villalobos, despertando el interés del jefe mafioso.Mikhail Kasparov, lejos de comenzar a saldar su deuda con su nueva esposa, Agnes, estaba a punto de entrar en un torbellino de conflictos.Agnes, todavía, tenía muchos secretos por descubrir.Subestimar a Jasha fue el primero de los errores del orgulloso Mikhail Kasparov, que había confiado en que todo le saldría bien de inmediato.Se apresuró en su primera acción en contra de los enemigos que perseguían el tesoro de Villalobos, y olvidó algunas de sus rutinas adquiridas con los años.Definitivamente, sus planes no estaban empezando con el pie derecho, aunque no podía quejarse de la forma de ser de su nueva esposa, que había asumido su rol con singular dignidad. Mara Reyes sería su segundo error.Alta, con una larga cabellera rubia, curvas exuberantes y ropa y zapatos de diseñador, Mara era una joven actriz y modelo que viajaba con bastante frecuencia a Helsinki, con el único objeto de acostarse con Mikhail Kasparov, su amante más preciado, de quien estaba profundamente enamorada y con el que tenía expectativas a futuro, segura de estar haciendo un buen trabajo conquistándolo en la cama, aunque para él, en realidad, ella no fuera más que otra de sus numerosas amantes ocas
A pesar de la provocación, Agnes estaba consciente del lugar que ocupaba en la vida de Mikhail. Eso no significaba que estuviera dispuesta a soportar provocaciones, por más comprensiva que fuera.El hecho de que Mara estuviera allí, había tomado a Kasparov por sorpresa, precisamente porque no la consideraba importante en su vida y ni siquiera la tuvo en cuenta cuando, forzado por las circunstancias, pasó de ser un hombre soltero a estar casado con la nueva Agnes Laine. Por lo tanto, ella misma tampoco tenía por qué responder o sobre reaccionar.No le interesaba nada de lo que había dicho Mara, ni siquiera la detallada descripción de sus encuentros.O al menos eso esperaba. Agnes se encogió de hombros, se giró hacia el sillón nuevamente, se sentó con calma, tomó un libro, y dijo sin mirarlos:-Confío en que Mikhail sabrá qué hacer contigo, Mara. No mereces un segundo más de mi valioso tiempo. Sin embargo, agradecería que me ahorres el sonido irritante de tu voz. Estoy leyendo.La señ
El resto del camino fue tranquilo, aunque seguían mirando en todas direcciones, temerosos de que aparecieran nuevos enemigos de repente.Era algo inusual, Mikhail iba sumido en sus pensamientos, intentando adivinar cómo supieron de su viaje a Rusia y quiénes los habían atacado.Agnes observaba el espejo, esperando un nuevo agresor, calculando dónde había dejado él las armas.Pero eso no sucedió, nadie los atacó, y poco más de doscientos kilómetros después, antes de llegar a San Petersburgo, arribaron por fin a un viejo y destartalado edificio, que estaba muy lejos de ser realmente un orfanato.Allí ningún ser humano, mucho menos un niño, debería vivir.Algún oscuro secreto se ocultaba detrás de esa casona derruida. Era un sitio gris, horrible y lleno de humedad.A Agnes se le encogió el corazón de sólo imaginar a su hermana en ese sitio, con su asma, en medio de ese frío terrible.Y ella viviendo en una mansión.La culpa comenzaba a acosarla.Nunca, jamás, debió separarse de ella. Ha
Mikhail Kasparov era un hombre implacable. Cruel, siempre que fuera necesario.Mujeriego y en absoluto romántico, había cerrado sus puertas al amor hace muchos años.Demasiados.Con un secreto oculto en su pasado y un plan para su futuro.Un hombre sediento de poder, de ganar influencias, al precio que fuera.Pero se sentía demasiado culpable por haber fallado a su nueva esposa, con el honor herido, con una deuda aún sin pagar.No sólo Jasha se le había escapado en las narices, dejándolo mal parado.La hermana que debía recuperar, la pequeña Sonya, estaba muerta.Ella tenía razón.Agnes podía sobrevivir en la organización y en ese contexto, si él le enseñaba cómo hacerlo, porque, cuando esos tres años de contrato pasaran, era probable que se encontrara sola en el mundo. Con una parte del tesoro más codiciado de la mafia mundial.Y de repente, el gélido Kasparov, no se sentía capaz de dejarla a su suerte, desprotegida, aunque en el futuro ella dejara de tener un vínculo con él. No p
Mikhail la miró en silencio y se cruzó de brazos, evidentemente ofendido por las palabras de su esposa, y ahijada en la mafia.Le habló con un matiz de incredulidad en su voz:-¿Lo preguntas en serio, Agnes? ¿Acaso no me hiciste ayer un juramento solemne? ¿No me pediste ayuda? Nunca rompería nuestro acuerdo, tenemos un contrato y además un vínculo nuevo. Seré muchas cosas, querida esposa, no todas buenas, pero tengo honor y palabra. Y ayer acepté ser tu padrino… Tus sospechas realmente me avergüenzan.Ella lo observaba, llena de furia, aún buscando aire con grandes bocanadas.Él tenía razón en todo, aunque seguía sin entender por qué la había arrastrado por la fuerza al fondo del agua.Y sí que tenía fuerza.Había sido como estar atrapada por una cadena de acero.-Pero… casi me matas, Mikhail… ¿Qué pensabas? Me superas por muchísimo en fuerza, me tomaste por sorpresa sin darme tiempo a tomar aire, no sé nadar bien y no podía respirar, a punto de perder la consciencia… ¿Por qué hicist
Poco más tarde, Mikhail Kasparov entraba al gran salón de la casa del gobernador con una sonrisa fingida, pero llevando del brazo a su nueva conquista, y actual esposa, Agnes, que atraía todas las miradas curiosas, de hombres que la observaban sin disimulo y de mujeres que la envidiaban de un modo casi palpable.Algunas de ellas, acompañantes, esposas o amantes de hombres influyentes, ya habían tenido encuentros ocasionales con él y habían tratado de conquistarlo definitivamente, como un codiciado premio.Él era rico, joven, atractivo y muy hábil en la cama.Mikhail se acercó a algunos de los invitados mas importantes y los saludó, presentando a la joven.Para todos, el matrimonio era una verdadera sorpresa.El soltero empedernido, atrapado por esa mujer desconocida.Luego de que entraron al salón comenzaron a conversar cordialmente con varios funcionarios, a los que ella les sonreía con una gracia natural, aprendiendo a moverse con elegancia, sin soltarse de su brazo.Realmente domin
Cuando Mikhail volvió a la fiesta, buscó a Agnes y al juez con la mirada llena de curiosidad.Descubrió que el señor Gorennen no estaba por ningún lado, lo que le llamó bastante la atención. No solía ser de los primeros en irse de una fiesta, salvo que se enredara con alguna mujerzuela. Ella, tan radiante como la había dejado, conversaba con un hombre alto y apuesto, con una prolija barba castaña en su rostro, y le sonreía con seductora gracia. Aunque el sujeto no miraba precisamente su boca, si no las grandes curvas que el vestido insinuaban.Eso, en contra de su voluntad, le hizo sentir una poderosa punzada de celos.A pesar de que él mismo la había empujado a hacer esas cosas, le dolía presenciar lo rápido que había aprendido a seducir y moverse en ese ambiente. Y lo efectiva que era.Supo que, muy pronto, necesitaría más de ella que sólo fingir ser un matrimonio.A menos que encontrara la forma de canalizar esa energía que lo enardecía.La deseaba, ella lo atraía como un imán y
Mikhail la soltó con lentitud y se alejó poniéndose de pie para dar por terminada la lección de ese día.Pero Agnes no estaba dispuesta a que culminara así, después de todo lo que se había esforzado mientras él la ignoraba y la derribaba una y otra vez.Así que se lo reclamó, enrojecida por el enojo.-¡No! No es justo… estuviste ausente todo el entrenamiento, quiero mi revancha, Mikhail. Tengo que tratar de vencerte, sólo necesito un intento más…Mikhail la miró con incredulidad.Esa mujer era casi tan tenaz como él, y eso era mucho decir.Se cruzó de brazos y sonrió con displicencia. -Pero si apenas te mantienes en pie, Agnes… Estás agotada, sería desleal… Continuaremos otro día. Te prometo que estaré más concentrado… Ahora no podrás hacer nada…Ella lo desafió, apretando los dientes y los puños, con los ojos destellando sus llamas azuladas:-Pruébame…El hombre sonrió satisfecho, y se puso a la defensiva.Cuando ella atacó, directo y casi sin técnica, con sus músculos agarrotados p