Mikhail la soltó con lentitud y se alejó poniéndose de pie para dar por terminada la lección de ese día.Pero Agnes no estaba dispuesta a que culminara así, después de todo lo que se había esforzado mientras él la ignoraba y la derribaba una y otra vez.Así que se lo reclamó, enrojecida por el enojo.-¡No! No es justo… estuviste ausente todo el entrenamiento, quiero mi revancha, Mikhail. Tengo que tratar de vencerte, sólo necesito un intento más…Mikhail la miró con incredulidad.Esa mujer era casi tan tenaz como él, y eso era mucho decir.Se cruzó de brazos y sonrió con displicencia. -Pero si apenas te mantienes en pie, Agnes… Estás agotada, sería desleal… Continuaremos otro día. Te prometo que estaré más concentrado… Ahora no podrás hacer nada…Ella lo desafió, apretando los dientes y los puños, con los ojos destellando sus llamas azuladas:-Pruébame…El hombre sonrió satisfecho, y se puso a la defensiva.Cuando ella atacó, directo y casi sin técnica, con sus músculos agarrotados p
Agnes, con cuidado, rescató la carne de la sartén donde se chamuscaba todavía por el calor residual, cortó algunos trozos, y la colocó en una fuente de cerámica. Le pidió ayuda a Mikhail:-Me consta que eres bueno con los cuchillos, así que, si estás de acuerdo, ayúdame con las verduras.Él sonrió.-Supongo que mientras no implique nada con llamas, puedo intentar.Ella le tendió una tabla de madera y una cuchilla, y cortaron cebollas, zanahorias y otros vegetales para colocarlos en la fuente junto a la carne.Luego, la joven recorrió los frascos de especias, oliendo y probando, sazonando la comida para después dejarla cocinarse en el horno con tranquilidad. Se deshizo del pan quemado, y puso a preparar nuevas tostadas.-Segunda oportunidad, Mikhail. Vigila que no se quemen.-A la orden, señora Kasparov. Ella negó con la cabeza mientras sonreía. Tenía que reconocer que esto era divertido. Y nuevo. Nunca había estado así con nadie.Él tampoco.Agnes cortó el queso en finas rodajas y l
Mikhail tenía mucho que pensar y Agnes no insistió más en el asunto de Montoya, por ahora. La entrenó durante la tarde en algo de puntería con un par de armas, forzándola a utilizar la mano izquierda también, y luego de cenar se despidieron, dirigiéndose cada uno a su habitación. Él aún estaba confundido con su rechazo, porque, el resto del tiempo, no parecía despreciarlo o detestarlo.Eso era extraño.Durante el día habían cocinado juntos como una pareja bastante normal, almorzaron en el comedor conversando de trabajo, entrenaron con armas de fuego sin ningún roce o incomodidad… ¿Por qué ella lo rechazaba si intentaba acercarse un poco más? Era casi evidente para Mikhail que tenía que ver con algo más, algo que se le escapaba sobre esa mujer que había vivido en un mundo sombrío y de necesidades.¿Por qué aún sus investigadores en Rusia no habían encontrado ninguna información sobre los últimos años de Agnes?Por supuesto, les había dado su nombre verdadero y proporcionado todos lo
Para Valter, la situación frente a él, que se desplegaba como un teatro singular del que era testigo privilegiado, fue bastante obvia. La joven de ojos azules y afilados, que había llegado con la bandeja de bebidas, por alguna razón extraña, en su local, resultaba ser la nueva y peculiar esposa de su amigo, un hombre que habitualmente era mujeriego y de carácter algo salvaje, y ahora estaba como adormecido. Y era una mujer bastante atractiva, que se movía como una gacela en esos zapatos de tacón, haciendo ondear sus caderas perfectamente dibujadas por el vestido púrpura, y sus ojos habían brillado con fuego asesino al mirar a Mikhail.A pesar de ser un matrimonio acordado por negocios, la señora Kasparov ardía de celos.Era clara para Valter la razón por la que ninguna de esas chiquillas nuevas e inocentes le había interesado a Kasparov, si tenía esa fiera indomable en su propia casa.Él se sonrió, tomó su trago, se sentó cual espectador en un cine y se limitó a observar lo que suced
Agnes se quedó largos minutos observando a Mikhail, con la respiración profunda y acompasada, dormido a su lado, mientras iba hilando poco a poco los recuerdos de lo que había sucedido la noche anterior.Lo observaba aún abrumada, mientras el fuerte pecho subía y bajaba, y los mechones de cabello rubio, aún húmedos, le caían sobre la frente.Entre sus extraños celos, la bebida en exceso, y las palabras que le había escuchado decir y misteriosamente la lastimaban, todo se mezclaba en un ruido mental de luces y sombras ininteligibles. Aunque él no había dicho nada que no fuera cierto. Ellos dos sólo eran socios, unidos por un objetivo común, vinculados por un contrato a tres años, y nada más. Parecía claro para él, aunque ella no estaba tan segura de lo que había hecho esa noche para que Mikhail estuviera en su cama aferrado en un nudo firme contra su cuerpo.Pero era maravilloso verlo dormir, apacible, con el torso desnudo, los labios entreabiertos, las pestañas ligeras, su cuerpo di
Al día siguiente, ambos fingieron que olvidaban todo lo sucedido durante esa noche en que todo pareció desbordarse y se centraron en el trabajo y el entrenamiento, ahora con mayor precisión.Él se concentró en la lucha cuerpo a cuerpo y la puntería de ella, además del uso de la daga.Mikhail asignó a dos hombres de confianza para que ayudaran a Agnes en lo que ella les pidiera que hicieran, mientras, por su lado, él colocaba un equipo paralelo que la mantuviera relativamente a salvo del peligro, informándole de cualquier movimiento. Además, y aunque le doliera pensarlo, diseñó con ese equipo un plan alternativo por si ella fallaba en su misión y era atrapada, o peor, era asesinada.Muy a su pesar, estaba obligado a analizar todas las posibilidades y tener todo cubierto por si acaso.El primer punto en la estrategia de Agnes era el conocimiento, siempre lo había sido. Conocer a la persona con la que tendría que trabajar para infiltrarse limpiamente en su mundo, para acercarse sin sosp
Agnes, desvanecida por la pérdida de sangre, herida de gravedad, era llevada en una veloz ambulancia a una habitación del hospital más cercano, con su cuerpo cubierto de rojo, la joven Carola llorando junto a ella y varios vehículos detrás. En uno de ellos, iba el señor Montoya. En otro, algunos de los hombres de Kasparov. Mikhail se había quedado en la casa donde habían llevado a las dos mujeres, sólo unos momentos más, y revisaba toda la escena con cuidado. Calvin, el ex novio resentido y traidor, estaba muerto en el suelo frío, con la hermosa daga de Agnes clavada en su pecho. La sacó con una sonrisa de satisfacción, la limpió bien con un pañuelo y la guardó en su bolsillo.Era una buena alumna, al menos en lo que respectaba a arrojar cuchillos con certera y letal puntería. Fuera de esa habitación, un par de secuaces del secuestrador estaban en extrañas posiciones, con orificios en sus cabezas, atravesadas por las balas del mismísimo Kasparov. Ordenó a algunos de sus hombres
Agnes lo miró a los ojos y le habló mientras la ira parecía invadirla de a poco:-Sabía perfectamente el riesgo que corría y me aseguré de que la bala no atravesara órganos vitales. Tuve que improvisar y estoy segura de haberlo hecho más que bien… estoy viva ¿o no? Y Montoya quiere hacer tratos contigo. Y, por añadidura, tengo un pequeño tesoro mexicano en mis manos que hasta parece una reliquia azteca. ¿Qué demonios te pasa? ¿Por qué me reprendes como si hubiera hecho algo mal? Estoy preparada, tú lo viste. Me cuidé, si tienes en cuenta las circunstancias inusuales... No podía prever el secuestro, Mikhail…Mikhail se sentó a su lado en la cama y suspiró. Era inútil negarlo más. Lo que ella decía era verdad. Había hecho todo bien, estaba viva, Montoya y su hija la adoraban, el trato iba por buen rumbo…Pero su enojo tenía otro motivo.A riesgo de quedar como un idiota, tendría que admitir lo que realmente pasaba.-De acuerdo, Agnes. Tienes razón. Pero yo…Ella lo miró interrogante,