Agnes lo miró a los ojos y le habló mientras la ira parecía invadirla de a poco:-Sabía perfectamente el riesgo que corría y me aseguré de que la bala no atravesara órganos vitales. Tuve que improvisar y estoy segura de haberlo hecho más que bien… estoy viva ¿o no? Y Montoya quiere hacer tratos contigo. Y, por añadidura, tengo un pequeño tesoro mexicano en mis manos que hasta parece una reliquia azteca. ¿Qué demonios te pasa? ¿Por qué me reprendes como si hubiera hecho algo mal? Estoy preparada, tú lo viste. Me cuidé, si tienes en cuenta las circunstancias inusuales... No podía prever el secuestro, Mikhail…Mikhail se sentó a su lado en la cama y suspiró. Era inútil negarlo más. Lo que ella decía era verdad. Había hecho todo bien, estaba viva, Montoya y su hija la adoraban, el trato iba por buen rumbo…Pero su enojo tenía otro motivo.A riesgo de quedar como un idiota, tendría que admitir lo que realmente pasaba.-De acuerdo, Agnes. Tienes razón. Pero yo…Ella lo miró interrogante,
Las cicatrices de Agnes eran para ese hombre, sorprendido por la imagen, como un mensaje que tenía que ser descifrado y Mikhail, acongojado, se sintió impulsado de rozarlas suavemente con los dedos, mientras ella palidecía ante la inevitabilidad de tener mostrarse así, mancillada y frágil, frente a esos ojos grises que, sin embargo, no mostraban repulsión ni pena, si no todo lo contrario.Era mucho más que sólo desnudarse ante él, era revelarse como un enigma, y dejar que Mikhail hallara por su cuenta respuestas sobre lo que sentía al respecto.Agnes tembló levemente ante el toque de Mikhail, atemorizada, pero no lo rechazó.Él las acarició sólo unos instantes, lo suficiente para notar el daño que habían causado, y el poco tiempo de antigüedad que su textura y color dejaban entrever.Conteniendo sus impulsos y lanzando miradas de fuego, el hombre la ayudó a bañarse como había prometido, ignorando por un momento las marcas de su piel.Le lavó con cuidado el largo cabello negro, masajea
Desde el día del baño, y a pesar de que ella ya no llevaba vendas en su herida, Mikhail se quedaba con Agnes cada noche, con frecuencia, sólo abrazándola, y en ocasiones besándola con suavidad, recorriendo con sus lengua la calidez de su boca dulce y la piel aromática de su cuello.Ella se relajaba cada vez más, dejando escapar sutiles gemidos entre sus jadeos, mientras el hombre la pegaba a su cuerpo y la joven podía sentir cómo se encendía y endurecía.Aún tenía miedo, pero Mikhail la trataba con paciencia y cariño.Poco a poco, Agnes iba sanando su trauma.Si él tenía otros impulsos, más violentos, los dominaba con bastante entereza.Durante el día, el trabajo y el entrenamiento continuaban con dureza.Tenían que terminar con el trato que habían iniciado con el gobernador, pero antes, necesitaban saber quién los había delatado, para no correr riesgos.Así que rastearon el origen de los oficiales de la emboscada, hasta el mismo detective Harp. En un desolado estacionamiento, Mikhai
Agnes era, por desgracia para Kasparov, la mejor alternativa para llevar a cabo con éxito la misión, ya que ésta consistía en infiltrarse con éxito en un crucero en el Caribe, donde el oficial que tenía la lista en su poder, supuestamente "investigaba" el tráfico de personas.En realidad, su objetivo allí era muy diferente, pero, lo que a ellos les interesaba, era que el sujeto haría allí una escala obligada antes de regresar a Finlandia y entregar la lista en persona a su jefe, y probablemente a otros traficantes a cambio de dinero.Eran muchos los interesados en que el poder de Zorro Blanco disminuyera, ya que prácticamente eran un monopolio imbatible en la región.Y Oso Negro los seguía de cerca, sólo que ellos traficaban con "bienes" que para muchos en la organización de Yuri eran inadmisibles.Era probable, según lo que Agnes y Mikhail pensaban, que la lista ya hubiera sido copiada, pero, según sus informantes, ellos afirmaban que aún estaba solamente en un disco externo que este
Agnes se sentó en la cama, con la piernas cruzadas y una sonrisa sensual en sus labios.-Hola, querido… soy tu regalo de bienvenida… ¿no te avisaron?...El hombre la miraba con desconfianza, aunque la recorría con cierto deseo en los ojos.-¿Regalo?Ella se puso de pie y se acercó moviendo las caderas.-¿No te dijeron nada? ¿Acaso no te gusto? Te aseguro que puedo hacerte ver las estrellas, cariño…Él dudó, con los ojos clavados en ese escote monumental, dulce como la crema, y relamiéndose. Por lo general le gustaban más jovencitas e inocentes, recién compradas de preferencia, pero esa mujer era muy apetecible y voluptuosa como para despreciar. Y era gratis.Y además, ella ya estaba acariciando su pecho y su vientre mientras se arrodillaba y comenzaba a bajar la cremallera de su pantalón con una sonrisa cargada de lujuria, entreabriendo los labios, anticipando lo que estaba por hacerle.Así que le dijo mientras le ayudaba a liberar su mástil creciente:-Oh, claro que me gustas… Pero
Aprovechando que Agnes y Mikhail estaban por trabajo en su país, Carola Montoya invitó a su amiga a una fiesta en su hermosa casa, una fiesta bastante grande a la que acudirían diferentes personalidades del mundo del espectáculo y de los negocios, un poco diferente al entorno habitual de los Kasparov, y que a la mujer le producía bastante curiosidad. Ella se sentía tentada de asistir, pero la cohibía el hecho de que era un evento junto a la piscina, tenía que vestirse con bikini, y codearse con gente que no conocía… y al principio estaría sin Mikhail, que resolvería otros asuntos primero y llegaría más tarde al lugar.Carola le juraba que no la dejaría sola, y él mismo le insistía a Agnes para que fuera.-¿Por qué quieres que vaya, esposo?-Porque a veces salir de tu zona de confort será útil y necesario, y prefiero que sea en casa de Montoya, alguien que conozco. Estoy seguro de que no sólo brillarás, si no que aprenderás…Ella se sonrojó.-Pero… Mikhail, debo usar bikini…-Consigu
Agnes se recuperaba lentamente de los efectos del narcótico que Benito Murano le había puesto en su bebida.Aunque lo más herido era su dignidad, y su orgullo. Se sentía una tonta por haber caído a causa de su vínculo de confianza con Carola Montoya. La apreciaba, pero nunca debió confiar.Era su primera lección, pero, aparentemente, era más sencillo aprender a disparar y lanzar cuchillos, que comprender que cualquiera a su lado podía ser un enemigo.Sin duda se había metido en un mundo ruin.Tuvo suerte, Mikhail estaba a su lado para rescatarla, pero era consciente de que no siempre sería así, sobre todo si quería seguir escalando en Zorro Blanco, cuando las circunstancias y el trabajo los obligara a estar separados.Eran un equipo letal, juntos.Pero a la distancia… ella aún podía ser vulnerable.Los pensamientos de Mikhail al observarla, no eran demasiado diferentes.Debería encontrar el modo de protegerla siempre.Kasparov había crecido en ese mundo desde niño, así que, para él,
Mikhail, recién bañado, se durmió abrazado a su esposa, sin más somnífero que el aroma embriagador de esa mujer que había trastocado su mundo.Uno monótono, gris y rojo.Ese mismo día, mientras descansaban juntos, la policía internacional recibía pruebas de las actividades ilegales de Miguel Murano, que no tuvo mucho tiempo para llorar a su hijo, forzado a mantenerse oculto y prófugo.No necesitaba ser adivino para saber quién lo había traicionado, y pronto se vengaría, donde más le dolía.Aunque por ahora no podía pisar Finlandia, dónde el joven mafioso había regresado con su esposa, ya que la ley lo podría atrapar.Mikhail Kasparov había dejado ver su fuerza, y su poder, pero también le había demostrado al mundo clandestino cuál era su talón de Aquiles.Más temprano que tarde, sufriría las consecuencias. El aspecto final de Benito Murano, los rumores de lo que había sucedido, y los métodos de Mikhail Kasparov, no pasaron desapercibidos para nadie, no sólo en el ambiente en el que h