Agnes se sentó en la cama, con la piernas cruzadas y una sonrisa sensual en sus labios.-Hola, querido… soy tu regalo de bienvenida… ¿no te avisaron?...El hombre la miraba con desconfianza, aunque la recorría con cierto deseo en los ojos.-¿Regalo?Ella se puso de pie y se acercó moviendo las caderas.-¿No te dijeron nada? ¿Acaso no te gusto? Te aseguro que puedo hacerte ver las estrellas, cariño…Él dudó, con los ojos clavados en ese escote monumental, dulce como la crema, y relamiéndose. Por lo general le gustaban más jovencitas e inocentes, recién compradas de preferencia, pero esa mujer era muy apetecible y voluptuosa como para despreciar. Y era gratis.Y además, ella ya estaba acariciando su pecho y su vientre mientras se arrodillaba y comenzaba a bajar la cremallera de su pantalón con una sonrisa cargada de lujuria, entreabriendo los labios, anticipando lo que estaba por hacerle.Así que le dijo mientras le ayudaba a liberar su mástil creciente:-Oh, claro que me gustas… Pero
Aprovechando que Agnes y Mikhail estaban por trabajo en su país, Carola Montoya invitó a su amiga a una fiesta en su hermosa casa, una fiesta bastante grande a la que acudirían diferentes personalidades del mundo del espectáculo y de los negocios, un poco diferente al entorno habitual de los Kasparov, y que a la mujer le producía bastante curiosidad. Ella se sentía tentada de asistir, pero la cohibía el hecho de que era un evento junto a la piscina, tenía que vestirse con bikini, y codearse con gente que no conocía… y al principio estaría sin Mikhail, que resolvería otros asuntos primero y llegaría más tarde al lugar.Carola le juraba que no la dejaría sola, y él mismo le insistía a Agnes para que fuera.-¿Por qué quieres que vaya, esposo?-Porque a veces salir de tu zona de confort será útil y necesario, y prefiero que sea en casa de Montoya, alguien que conozco. Estoy seguro de que no sólo brillarás, si no que aprenderás…Ella se sonrojó.-Pero… Mikhail, debo usar bikini…-Consigu
Agnes se recuperaba lentamente de los efectos del narcótico que Benito Murano le había puesto en su bebida.Aunque lo más herido era su dignidad, y su orgullo. Se sentía una tonta por haber caído a causa de su vínculo de confianza con Carola Montoya. La apreciaba, pero nunca debió confiar.Era su primera lección, pero, aparentemente, era más sencillo aprender a disparar y lanzar cuchillos, que comprender que cualquiera a su lado podía ser un enemigo.Sin duda se había metido en un mundo ruin.Tuvo suerte, Mikhail estaba a su lado para rescatarla, pero era consciente de que no siempre sería así, sobre todo si quería seguir escalando en Zorro Blanco, cuando las circunstancias y el trabajo los obligara a estar separados.Eran un equipo letal, juntos.Pero a la distancia… ella aún podía ser vulnerable.Los pensamientos de Mikhail al observarla, no eran demasiado diferentes.Debería encontrar el modo de protegerla siempre.Kasparov había crecido en ese mundo desde niño, así que, para él,
Mikhail, recién bañado, se durmió abrazado a su esposa, sin más somnífero que el aroma embriagador de esa mujer que había trastocado su mundo.Uno monótono, gris y rojo.Ese mismo día, mientras descansaban juntos, la policía internacional recibía pruebas de las actividades ilegales de Miguel Murano, que no tuvo mucho tiempo para llorar a su hijo, forzado a mantenerse oculto y prófugo.No necesitaba ser adivino para saber quién lo había traicionado, y pronto se vengaría, donde más le dolía.Aunque por ahora no podía pisar Finlandia, dónde el joven mafioso había regresado con su esposa, ya que la ley lo podría atrapar.Mikhail Kasparov había dejado ver su fuerza, y su poder, pero también le había demostrado al mundo clandestino cuál era su talón de Aquiles.Más temprano que tarde, sufriría las consecuencias. El aspecto final de Benito Murano, los rumores de lo que había sucedido, y los métodos de Mikhail Kasparov, no pasaron desapercibidos para nadie, no sólo en el ambiente en el que h
No serían sólo noticias sobre el pasado de Agnes lo que deberían encontrar en Rusia. Los pasos del tesoro de Villalobos, los guiaban a ambos de regreso a la tierra de la que una traicionada Anya había tenido que huir.Según las pistas, el Bruno "el capo" Villalobos, había dividido su tesoro en tres partes. Y el mapa de Agnes los llevaba a la primera parte y una posible pista hacia la segunda parte.Aunque sólo encontraran una fracción, si los rumores eran ciertos, la suma sería considerable.Ambos estudiaban el mapa en el despacho de Mikhail, con mapas actuales de Rusia y los libros que Agnes revisaba desde el primer día.Ella hablaba resuelta, mientras le señalaba a su esposo diferentes lugares en el mapa y en los libros, en español y en ruso.-Villalobos podría haber ocultado su tesoro en México, y eso parece ser que fue lo que todos esperaban. Si te fijas aquí, colocó el nombre de una montaña, y lo hizo en español: "Monte Rosas Blancas". Al principio busqué alguna referencia leyen
En Helsinki, Kiana se hacía cargo con pericia de los trabajos importantes que Agnes le había encomendado.Desde que trabajaba con ella, su vida había mejorado sustancialmente, consiguió una pequeña pero cómoda casa en las cercanías de la mansión Kasparov, y gracias a eso podía tener viviendo con ella a su hermano, atendido por una enfermera particular.Estaba tan feliz, que a menudo olvidaba las penurias y vejaciones que había vivido.Sabía que Mikhail no confiaba en ella, pero su alma era leal a su amiga, hasta que estuvieran en el infierno.Sin embargo, la salida de los Kasparov de la ciudad, y las noticias de que Mikhail ya no era el favorito de Yuri, dejaba el terreno preparado para un cóctel de conflictos de territorio, y luchas de poder, hasta el punto de que Jasha vio su oportunidad de acercarse, demasiado, a los dominios de Zorro Blanco. Sabía que Demian era un inútil, la antítesis total de Kasparov, y que, por la suma correcta, traicionaría hasta a su propia madre.Pero no e
Jasha sabía que los hombres de Mikhail y él mismo, no eran para subestimar, a pesar de que parecieran pocos.Llegaría con una veintena de los suyos, con la ventaja de tener más influencia en Rusia que su adversario.Pero, además, Kasparov no le interesaba.Su plan era distraerlo, concentrar su ataque al frente de la casa, mantenerlo ocupado, y colarse con sigilo por la parte trasera, y capturar a la inútil de Anya. No podría sola, como no había podido enfrentarse a él hace pocos meses.Parecía una vida, pero era poco tiempo el que había transcurrido. Sería fácil.Al fin y al cabo, no era más que una mujer sola y desesperada.Mikhail escuchaba a Agnes y estaba a punto de estallar.-¡Estás loca! No te dejaré sola aquí para que Jasha se te acerque con impunidad. No pienso correr ningún riesgo.Ella suspiró.-Necesito que confíes en mí. Tiene que creer que tendrá una oportunidad, de lo contrario, nunca se acercará lo suficiente para ser capturado… ¿Olvidas que ya se te escapó una vez?
Mikhail cumplió lo prometido a su esposa, ansiosa de revancha, y fue meticuloso y lento. Agnes lo observaba con sus ojos azules brillando con luz fantasmagórica, sentada en un sillón cómodamente, en un vaivén de sensaciones, entre la fascinación y el terror. Incluso, en ocasiones, era una tarea difícil de ver y su rostro palidecía, deseando darle fin a todo de una vez, aferrando la empuñadura de su daga de zafiros.Pero ese hombre, desangrándose ante ella, merecía sufrir y se obligaba a no olvidarlo. Se obligaba a mirar y hacer memoria.A recordar, en cada gota de sangre enemiga derramada, cómo había visto y oído a su padre en Viborg, cómo él y sus hombres habían llevado a su hermana a un frío orfanato, donde sufriría, y cómo la pequeña había muerto, ahogada en el mar.Una muerte horrible que, por supuesto, ella nunca lograría olvidar.No. Resistiría el impulso de terminar ese suplicio con una puñalada en ese corazón lleno de maldad.Dejaría que Kasparov lo terminara lentamente, c