Para Valter, la situación frente a él, que se desplegaba como un teatro singular del que era testigo privilegiado, fue bastante obvia. La joven de ojos azules y afilados, que había llegado con la bandeja de bebidas, por alguna razón extraña, en su local, resultaba ser la nueva y peculiar esposa de su amigo, un hombre que habitualmente era mujeriego y de carácter algo salvaje, y ahora estaba como adormecido. Y era una mujer bastante atractiva, que se movía como una gacela en esos zapatos de tacón, haciendo ondear sus caderas perfectamente dibujadas por el vestido púrpura, y sus ojos habían brillado con fuego asesino al mirar a Mikhail.A pesar de ser un matrimonio acordado por negocios, la señora Kasparov ardía de celos.Era clara para Valter la razón por la que ninguna de esas chiquillas nuevas e inocentes le había interesado a Kasparov, si tenía esa fiera indomable en su propia casa.Él se sonrió, tomó su trago, se sentó cual espectador en un cine y se limitó a observar lo que suced
Agnes se quedó largos minutos observando a Mikhail, con la respiración profunda y acompasada, dormido a su lado, mientras iba hilando poco a poco los recuerdos de lo que había sucedido la noche anterior.Lo observaba aún abrumada, mientras el fuerte pecho subía y bajaba, y los mechones de cabello rubio, aún húmedos, le caían sobre la frente.Entre sus extraños celos, la bebida en exceso, y las palabras que le había escuchado decir y misteriosamente la lastimaban, todo se mezclaba en un ruido mental de luces y sombras ininteligibles. Aunque él no había dicho nada que no fuera cierto. Ellos dos sólo eran socios, unidos por un objetivo común, vinculados por un contrato a tres años, y nada más. Parecía claro para él, aunque ella no estaba tan segura de lo que había hecho esa noche para que Mikhail estuviera en su cama aferrado en un nudo firme contra su cuerpo.Pero era maravilloso verlo dormir, apacible, con el torso desnudo, los labios entreabiertos, las pestañas ligeras, su cuerpo di
Al día siguiente, ambos fingieron que olvidaban todo lo sucedido durante esa noche en que todo pareció desbordarse y se centraron en el trabajo y el entrenamiento, ahora con mayor precisión.Él se concentró en la lucha cuerpo a cuerpo y la puntería de ella, además del uso de la daga.Mikhail asignó a dos hombres de confianza para que ayudaran a Agnes en lo que ella les pidiera que hicieran, mientras, por su lado, él colocaba un equipo paralelo que la mantuviera relativamente a salvo del peligro, informándole de cualquier movimiento. Además, y aunque le doliera pensarlo, diseñó con ese equipo un plan alternativo por si ella fallaba en su misión y era atrapada, o peor, era asesinada.Muy a su pesar, estaba obligado a analizar todas las posibilidades y tener todo cubierto por si acaso.El primer punto en la estrategia de Agnes era el conocimiento, siempre lo había sido. Conocer a la persona con la que tendría que trabajar para infiltrarse limpiamente en su mundo, para acercarse sin sosp
Agnes, desvanecida por la pérdida de sangre, herida de gravedad, era llevada en una veloz ambulancia a una habitación del hospital más cercano, con su cuerpo cubierto de rojo, la joven Carola llorando junto a ella y varios vehículos detrás. En uno de ellos, iba el señor Montoya. En otro, algunos de los hombres de Kasparov. Mikhail se había quedado en la casa donde habían llevado a las dos mujeres, sólo unos momentos más, y revisaba toda la escena con cuidado. Calvin, el ex novio resentido y traidor, estaba muerto en el suelo frío, con la hermosa daga de Agnes clavada en su pecho. La sacó con una sonrisa de satisfacción, la limpió bien con un pañuelo y la guardó en su bolsillo.Era una buena alumna, al menos en lo que respectaba a arrojar cuchillos con certera y letal puntería. Fuera de esa habitación, un par de secuaces del secuestrador estaban en extrañas posiciones, con orificios en sus cabezas, atravesadas por las balas del mismísimo Kasparov. Ordenó a algunos de sus hombres
Agnes lo miró a los ojos y le habló mientras la ira parecía invadirla de a poco:-Sabía perfectamente el riesgo que corría y me aseguré de que la bala no atravesara órganos vitales. Tuve que improvisar y estoy segura de haberlo hecho más que bien… estoy viva ¿o no? Y Montoya quiere hacer tratos contigo. Y, por añadidura, tengo un pequeño tesoro mexicano en mis manos que hasta parece una reliquia azteca. ¿Qué demonios te pasa? ¿Por qué me reprendes como si hubiera hecho algo mal? Estoy preparada, tú lo viste. Me cuidé, si tienes en cuenta las circunstancias inusuales... No podía prever el secuestro, Mikhail…Mikhail se sentó a su lado en la cama y suspiró. Era inútil negarlo más. Lo que ella decía era verdad. Había hecho todo bien, estaba viva, Montoya y su hija la adoraban, el trato iba por buen rumbo…Pero su enojo tenía otro motivo.A riesgo de quedar como un idiota, tendría que admitir lo que realmente pasaba.-De acuerdo, Agnes. Tienes razón. Pero yo…Ella lo miró interrogante,
Las cicatrices de Agnes eran para ese hombre, sorprendido por la imagen, como un mensaje que tenía que ser descifrado y Mikhail, acongojado, se sintió impulsado de rozarlas suavemente con los dedos, mientras ella palidecía ante la inevitabilidad de tener mostrarse así, mancillada y frágil, frente a esos ojos grises que, sin embargo, no mostraban repulsión ni pena, si no todo lo contrario.Era mucho más que sólo desnudarse ante él, era revelarse como un enigma, y dejar que Mikhail hallara por su cuenta respuestas sobre lo que sentía al respecto.Agnes tembló levemente ante el toque de Mikhail, atemorizada, pero no lo rechazó.Él las acarició sólo unos instantes, lo suficiente para notar el daño que habían causado, y el poco tiempo de antigüedad que su textura y color dejaban entrever.Conteniendo sus impulsos y lanzando miradas de fuego, el hombre la ayudó a bañarse como había prometido, ignorando por un momento las marcas de su piel.Le lavó con cuidado el largo cabello negro, masajea
Desde el día del baño, y a pesar de que ella ya no llevaba vendas en su herida, Mikhail se quedaba con Agnes cada noche, con frecuencia, sólo abrazándola, y en ocasiones besándola con suavidad, recorriendo con sus lengua la calidez de su boca dulce y la piel aromática de su cuello.Ella se relajaba cada vez más, dejando escapar sutiles gemidos entre sus jadeos, mientras el hombre la pegaba a su cuerpo y la joven podía sentir cómo se encendía y endurecía.Aún tenía miedo, pero Mikhail la trataba con paciencia y cariño.Poco a poco, Agnes iba sanando su trauma.Si él tenía otros impulsos, más violentos, los dominaba con bastante entereza.Durante el día, el trabajo y el entrenamiento continuaban con dureza.Tenían que terminar con el trato que habían iniciado con el gobernador, pero antes, necesitaban saber quién los había delatado, para no correr riesgos.Así que rastearon el origen de los oficiales de la emboscada, hasta el mismo detective Harp. En un desolado estacionamiento, Mikhai
Agnes era, por desgracia para Kasparov, la mejor alternativa para llevar a cabo con éxito la misión, ya que ésta consistía en infiltrarse con éxito en un crucero en el Caribe, donde el oficial que tenía la lista en su poder, supuestamente "investigaba" el tráfico de personas.En realidad, su objetivo allí era muy diferente, pero, lo que a ellos les interesaba, era que el sujeto haría allí una escala obligada antes de regresar a Finlandia y entregar la lista en persona a su jefe, y probablemente a otros traficantes a cambio de dinero.Eran muchos los interesados en que el poder de Zorro Blanco disminuyera, ya que prácticamente eran un monopolio imbatible en la región.Y Oso Negro los seguía de cerca, sólo que ellos traficaban con "bienes" que para muchos en la organización de Yuri eran inadmisibles.Era probable, según lo que Agnes y Mikhail pensaban, que la lista ya hubiera sido copiada, pero, según sus informantes, ellos afirmaban que aún estaba solamente en un disco externo que este