Anya corrió a esconderse tan rápido como pudo, mientras Jasha se acostumbraba a la oscuridad del lugar, encandilado por la luz exterior de la tarde, y se topaba con el cuerpo del pobre herido, en el suelo.
El hombre seguía con vida, y lo miraba desafiante.-¿Vienes… a terminar… Jasha?El interpelado sonreía con maldad.Mientras tanto, la joven despertó a Sonya tapándole la boca mientras le indicaba sin hablar que hiciera silencio. La niña la observaba con ojos desorbitados, mientras Anya abría un pequeño escondite en el suelo y se metía allí junto a su hermanita.Desde allí, podían oír a la perfección cualquier sonido del exterior, pero no las podrían ver.Jasha levantó al padre de Anya y lo sentó bruscamente en una silla del comedor.-Es un milagro que sigas vivo, Dmitry.Él esbozó una sonrisa torcida.-No… será… por mucho… tiempo…El traficante se rió.-Sí, se me ha pasado un poco la mano… pero puede terminar rápido. Sólo dime dónde demonios tienes el mapa del tesoro.-Yo… no lo… tengo…-Sé que te estás muriendo, y parece que no tienes nada que perder… pero será mejor que hables… o tu muerte será mucho más larga…-No lo tengo… Jasha… no sé… qué te hace pensar… que miento…-Digamos que sé de buena fuente la verdad. Ahora… veamos cuándo te quiebras…Anya y su hermana no podían verlos desde su escondite, pero sí que oyeron el grito desgarrador de su padre, mientras se tapaban la boca para no delatarse.Era evidente que el traficante lo estaba torturando para sacarle la verdad.Ella tapó los oídos de su pequeña hermana, mientras contenía las náuseas que le provocaba esa situación, y las lágrimas se deslizaban por sus mejillas.Dmitry no podía ceder. Aunque entregara ese mapa, lo matarían a él y a sus hijas. Tenía que aferrarse, antes de morir, a la esperanza de que ellas estarían bien.Resistiría lo suficiente como para cansar a Jasha, para darles a ellas una oportunidad de escapar, de sobrevivir, de un futuro…Pero el traficante sí que sabía hacer daño. Estuvo varias veces a punto de flaquear, pero al final, su último aliento se extinguió.El torturador no había logrado su objetivo.Se enfureció como una bestia salvaje, lanzando un rugido feroz, destrozando toda la casa mientras buscaba ese maldito mapa en cada cajón, mueble y libro de la biblioteca.Nada.O Dmitry lo había cedido a alguien, o su informante le había mentido.De cualquier modo, alguien lo pagaría muy caro.Por ahora, la única opción de Jasha era encontrar a la joven Anya, de la que seguramente sería más fácil, y divertido, obtener el paradero del mapa.Se alejó de la casa con una sonrisa maligna, ante la perspectiva de encontrar a la hermosa joven.Desde su escondite, Anya echó un vistazo antes de que Jasha se fuera, grabándose a fuego su rostro recio en la memoria, para nunca olvidar.Para nunca perdonar.Un día, se lo haría pagar.Ella se escondió con Sonya, que sollozaba levemente, hasta que la noche oscura cubrió cada rincón con su manto, y supo que podrían salir sin ser descubiertas.Dejó a su hermana en el escondite y salió con sigilo al patio trasero. Afuera de la casa no se oía absolutamente nada… y eso era sospechoso. Una señal de que nada estaba bien.No se oía ni un auto, ni el ladrido de un perro.Nada.Desenterró la pequeña caja, y la abrió con cuidado. Allí estaba, un mapa misterioso con un tesoro inusual. Alcanzó a ver un nombre que por décadas había sido famoso en el mundo del narcotráfico: Bruno "el capo" Villalobos. Se decía que había huido a Rusia con sus mejores hombres, y que su riqueza era incalculable. Si era cierto, este podría ser el camino a la libertad para Anya y Sonya.La joven volvió a guardar el papel en la caja, la envolvió en una bolsa plástica para protegerla y se la escondió en el pecho.Era pequeña y fácil de disimular.Regresó a la casa, armó una mochila sencilla, buscó abrigo y ropa que las ocultara lo mejor posible en la oscuridad, y buscó a la niña.La pequeña se aferró a ella sollozando.-Tranquila, Sonya… yo te cuidaré ahora. Tenemos que irnos de aquí, en silencio.-Pero… papá…Ella miró en dirección al cuerpo. La imagen era desagradable.-Él ha muerto… no mires hacia allá ¿entendiste? Estaremos bien. Papá me dio la dirección de un hombre que nos protegerá. Iremos juntas, a Finlandia, y allí estaremos a salvo. No te apartes de mí. Si nos separan, quiero que recuerdes el nombre de Kasparov, en Helsinki. Allí nos encontraremos. ¿De acuerdo?La niña repitió, susurrando:-Sí… Kasparov… Helsinki…-Bien, cariño. Todo estará bien…Salieron de la casa en absoluto silencio, a través del patio trasero, que se unía con la casa de un vecino.Evitaron las calles principales y se escondieron en cada esquina.Descubrieron con angustia que muchos hombres armados patrullaban la zona.Jasha las estaba buscando con esmero.El mapa era su prioridad, y no podía dejarlas escapar sin interrogarlas.Estaba furioso consigo mismo. Había exagerado con Dmitry, y había perdido su oportunidad de averiguar más.Si hubiera esperado para actuar, si hubiera sido inteligente, habría capturado primero a las hijas, para extorsionarlo y hacerlo hablar.Pero la ambición lo había cegado.Su última opción era encontrar a Anya, disfrutar torturarla, y, si eso no funcionaba, presionar a la joven con su pequeña hermana.Obtendría ese mapa a cualquier precio, pero no podía volver a equivocarse y dejarse llevar por la codicia.Anya necesitaba encontrar la manera de cruzar la frontera, pero no tenía idea de cómo hacerlo o a quién pedirle ayuda. Nunca había salido de Rusia, no tenía ese tipo de contactos, y estaba segura de que no sería nada fácil.Sólo conocía a una persona en Viborg, que había estado junto a su padre por años y ella había considerado un tío: Chekov.Y aunque Dmitry le había dicho que no confiara en nadie, no tenía otra opción.Su jefe en el bar parecía un buen hombre. Sin embargo, los contactos que había descubierto que tenía con ese Adonis mortal ruso, presenciando semejante espectáculo sangriento en su propio depósito, la hacían dudar de que no las entregara a ese sujeto por dinero, o por lealtad.Por eso, su única opción era Chekov, quien tenía los contactos y experiencia necesarios para esa tarea.Así que Anya dirigió sus pasos cautelosos hasta la casa del amigo de su padre, con la esperanza de que él les ayudara a cruzar a Finlandia.Una vez allí, ya resolvería cómo seguir.Lo importante, por ahora, era estar fuera del alcance de Jasha.Se acercaron con precaución al patio trasero de Chekov, y Anya golpeó despacio la puerta.Era tarde en la noche, pero había tanto silencio que seguro escucharía.Aguardaron unos minutos. Quietas.El aire estaba frío, Sonya se agazapaba contra su hermana mayor, lo único que le quedaba en el mundo, buscando calor y protección.Anya siempre había sido fuerte, era una sobreviviente, ya que había en su pasado cosas horribles que deseaba olvidar, y su pequeña hermana, con una salud más endeble, la adoraba.Los minutos se estiraron largamente, hasta que finalmente oyeron unos pasos acercarse y la puerta se abrió.El hombre las observó con desconcierto.-¿Anya? ¿Qué hacen aquí? ¿Qué ha sucedido?Los ojos de la joven se llenaron de lágrimas al recordarlo.-Papá está muerto, Chekov. Tenemos que huir, Jasha nos persigue…Una sombra de duda cruzó los ojos de él.-¿Jasha?Ante esa mirada, ella tomó la decisión de no decirle toda la verdad. Era el mejor amigo de su padre… y sin embargo él mismo le había dicho que no confiara en nadie.-Sí, no sé por qué… lo mataron. Sonya y yo nos escondimos… pero esta ciudad ya no es segura para nosotras. Debemos irnos…Chekov asintió.-Entiendo, pero ¿hacia dónde irán?Anya fingió pensarlo, mientras su hermanita la miraba con sus grandes ojos.-No estoy segura… ¿Podemos pasar a entrar en calor?-Sí, claro, lo siento… qué descortés he sido. Pasen, les daré té caliente.-Sólo para Sonya, yo estoy bien, no deseo perder tiempo… es peligroso.-De acuerdo.Sin separarse, las dos se sentaron en el sillón de la pequeña sala.Chekov preparó el té, mientras preguntaba:-¿Entonces? ¿Qué tienes en mente, Anya?-¿Podría ser Finlandia? Es un país que está cerca, y no creo que Jasha nos siga allá. No valemos nada.-Hum… pues algo deben valer para él, si hizo todo este despliegue buscándolas… ¿Estás segura de que no sabes lo que quiere?Ella negó con la cabeza.-No tengo idea… sólo nos escondimos mientras… él… asesinaba a papá…El hombre miró el suelo.-Entiendo… lo siento tanto… Dmitry, era mi mejor amigo… desde hace muchos años… es una gran pérdida…-Sí…Chekov se quedó pensando unos instantes.-Las ayudaré a llegar a Finlandia, por mar. Tengo algunos contactos que podrían ser útiles.-¿Puedes arreglarlo ahora mismo? No quiero esperar a que sea de día…-Sí, claro. Haré unas llamadas mientras Sonya toma su té.-Gracias… Mi padre estaría feliz de saber que eres un amigo tan valioso…-Se lo debo… él era como un hermano…Chekov se alejó lo suficiente de las hermanas como para no ser oído, y marcó un número.Apenas le atendieron, susurró:-Están aquí. Pero no hagas una tontería. Tengo un plan.Pocas horas más tarde, Chekov las acompañaba en silencioso secreto por las calles menos concurridas de Viborg hasta salir de la pequeña ciudad.En las afueras, un vehículo los esperaba, con el tanque lleno.El hombre conducía, mientras Anya observaba todo, incapaz de descansar, mientras Sonya dormía en su regazo.La niña estaba debilitada por su salud, por el hambre, por la angustia.Su hermana se preocupaba, pero no podía hacer nada, excepto acariciar su cabello mientras dormía. Excepto velar sus sueños, esperando que todo saliera bien.Chekov llevaba el vehículo por caminos desconocidos, sin asfaltar, acercándose a través de los escasos kilómetros que los separaban de la frontera con Finlandia.Le habló en un susurro:-Cuando estén del otro lado, las buscará un buen amigo mío, hagan lo que él les diga. Nos detendremos cerca de la costa, que es la parte de la frontera que está menos vigilada, desde allí él las recogerá y les indicará si seguirán por mar o por tierra algunos kilómetro
-Qué sorpresa verla aquí, señorita… ¿Anya, verdad? No esperaba verla en Helsinki. Me dice mi guardia que llegó hace días, buscándome.Anya no salía de su estupor. Ese hombre, temible y a la misma vez tan magnético que la dejaba inquieta por las sensaciones que generaba en ella, era precisamente a quien su padre le había pedido que buscara.Parecía una locura.-¿Usted… es Kasparov?Él asintió, acercándose a ella con lentitud. -Mikhail Kasparov. Es el apellido de mi madre. Lo que aún no me explica es por qué me está buscando. Estoy seguro de que sabe de lo que soy capaz, y no tengo gran tolerancia, así que espero que vaya al grano, señorita… ¿Para qué me busca? Recuerde que accedí a perdonar su vida una vez. Espero que no haga que me arrepienta. ¿Cómo me encontró?La joven decidió hablar apresuradamente, antes de que ese demonio se le acercara más:-Soy Anya, hija de Dmitry, él ha muerto hace unos días y me envió a buscarlo, por protección… según mi padre, usted se lo debe…Mikhail se
Subestimar a Jasha fue el primero de los errores del orgulloso Mikhail Kasparov, que había confiado en que todo le saldría bien de inmediato.Se apresuró en su primera acción en contra de los enemigos que perseguían el tesoro de Villalobos, y olvidó algunas de sus rutinas adquiridas con los años.Definitivamente, sus planes no estaban empezando con el pie derecho, aunque no podía quejarse de la forma de ser de su nueva esposa, que había asumido su rol con singular dignidad. Mara Reyes sería su segundo error.Alta, con una larga cabellera rubia, curvas exuberantes y ropa y zapatos de diseñador, Mara era una joven actriz y modelo que viajaba con bastante frecuencia a Helsinki, con el único objeto de acostarse con Mikhail Kasparov, su amante más preciado, de quien estaba profundamente enamorada y con el que tenía expectativas a futuro, segura de estar haciendo un buen trabajo conquistándolo en la cama, aunque para él, en realidad, ella no fuera más que otra de sus numerosas amantes ocas
A pesar de la provocación, Agnes estaba consciente del lugar que ocupaba en la vida de Mikhail. Eso no significaba que estuviera dispuesta a soportar provocaciones, por más comprensiva que fuera.El hecho de que Mara estuviera allí, había tomado a Kasparov por sorpresa, precisamente porque no la consideraba importante en su vida y ni siquiera la tuvo en cuenta cuando, forzado por las circunstancias, pasó de ser un hombre soltero a estar casado con la nueva Agnes Laine. Por lo tanto, ella misma tampoco tenía por qué responder o sobre reaccionar.No le interesaba nada de lo que había dicho Mara, ni siquiera la detallada descripción de sus encuentros.O al menos eso esperaba. Agnes se encogió de hombros, se giró hacia el sillón nuevamente, se sentó con calma, tomó un libro, y dijo sin mirarlos:-Confío en que Mikhail sabrá qué hacer contigo, Mara. No mereces un segundo más de mi valioso tiempo. Sin embargo, agradecería que me ahorres el sonido irritante de tu voz. Estoy leyendo.La señ
El resto del camino fue tranquilo, aunque seguían mirando en todas direcciones, temerosos de que aparecieran nuevos enemigos de repente.Era algo inusual, Mikhail iba sumido en sus pensamientos, intentando adivinar cómo supieron de su viaje a Rusia y quiénes los habían atacado.Agnes observaba el espejo, esperando un nuevo agresor, calculando dónde había dejado él las armas.Pero eso no sucedió, nadie los atacó, y poco más de doscientos kilómetros después, antes de llegar a San Petersburgo, arribaron por fin a un viejo y destartalado edificio, que estaba muy lejos de ser realmente un orfanato.Allí ningún ser humano, mucho menos un niño, debería vivir.Algún oscuro secreto se ocultaba detrás de esa casona derruida. Era un sitio gris, horrible y lleno de humedad.A Agnes se le encogió el corazón de sólo imaginar a su hermana en ese sitio, con su asma, en medio de ese frío terrible.Y ella viviendo en una mansión.La culpa comenzaba a acosarla.Nunca, jamás, debió separarse de ella. Ha
Mikhail Kasparov era un hombre implacable. Cruel, siempre que fuera necesario.Mujeriego y en absoluto romántico, había cerrado sus puertas al amor hace muchos años.Demasiados.Con un secreto oculto en su pasado y un plan para su futuro.Un hombre sediento de poder, de ganar influencias, al precio que fuera.Pero se sentía demasiado culpable por haber fallado a su nueva esposa, con el honor herido, con una deuda aún sin pagar.No sólo Jasha se le había escapado en las narices, dejándolo mal parado.La hermana que debía recuperar, la pequeña Sonya, estaba muerta.Ella tenía razón.Agnes podía sobrevivir en la organización y en ese contexto, si él le enseñaba cómo hacerlo, porque, cuando esos tres años de contrato pasaran, era probable que se encontrara sola en el mundo. Con una parte del tesoro más codiciado de la mafia mundial.Y de repente, el gélido Kasparov, no se sentía capaz de dejarla a su suerte, desprotegida, aunque en el futuro ella dejara de tener un vínculo con él. No p
Mikhail la miró en silencio y se cruzó de brazos, evidentemente ofendido por las palabras de su esposa, y ahijada en la mafia.Le habló con un matiz de incredulidad en su voz:-¿Lo preguntas en serio, Agnes? ¿Acaso no me hiciste ayer un juramento solemne? ¿No me pediste ayuda? Nunca rompería nuestro acuerdo, tenemos un contrato y además un vínculo nuevo. Seré muchas cosas, querida esposa, no todas buenas, pero tengo honor y palabra. Y ayer acepté ser tu padrino… Tus sospechas realmente me avergüenzan.Ella lo observaba, llena de furia, aún buscando aire con grandes bocanadas.Él tenía razón en todo, aunque seguía sin entender por qué la había arrastrado por la fuerza al fondo del agua.Y sí que tenía fuerza.Había sido como estar atrapada por una cadena de acero.-Pero… casi me matas, Mikhail… ¿Qué pensabas? Me superas por muchísimo en fuerza, me tomaste por sorpresa sin darme tiempo a tomar aire, no sé nadar bien y no podía respirar, a punto de perder la consciencia… ¿Por qué hicist
Poco más tarde, Mikhail Kasparov entraba al gran salón de la casa del gobernador con una sonrisa fingida, pero llevando del brazo a su nueva conquista, y actual esposa, Agnes, que atraía todas las miradas curiosas, de hombres que la observaban sin disimulo y de mujeres que la envidiaban de un modo casi palpable.Algunas de ellas, acompañantes, esposas o amantes de hombres influyentes, ya habían tenido encuentros ocasionales con él y habían tratado de conquistarlo definitivamente, como un codiciado premio.Él era rico, joven, atractivo y muy hábil en la cama.Mikhail se acercó a algunos de los invitados mas importantes y los saludó, presentando a la joven.Para todos, el matrimonio era una verdadera sorpresa.El soltero empedernido, atrapado por esa mujer desconocida.Luego de que entraron al salón comenzaron a conversar cordialmente con varios funcionarios, a los que ella les sonreía con una gracia natural, aprendiendo a moverse con elegancia, sin soltarse de su brazo.Realmente domin