Anclada al Alfa
Anclada al Alfa
Por: Alana Aguilar
Capítulo 1.

En una noche aclamada por la frialdad de la brisa acompañada de un leve susurro del viento recorriendo cada rincón que se  enfrente a él, se encuentra una mujer corriendo en medio de los pinos del bosque llena de tensión y preocupación por conseguir su objetivo, acompañada de  una pequeña niña llorando tomada de su mano.

El ambiente era tenso y lleno de terror, la desigualdad del suelo no ayudaba en nada para poder avanzar ya que estaban rodeadas de penumbras e incertidumbre.

— ¡Corre Elisa por favor!— Pedía  la mujer mirando en todas direcciones y con el rostro lleno de pavor, pero ¿a qué le temía tanto si se encontraban solas?

— ¡Mamá! —Grita la niña de no más de seis años de edad al caerse por haber tropezado con una piedra, la oscuridad en tramos demasiado largos les impedía mantenerse erguidas por mucho tiempo.

La mujer se agacha para tomar a la pequeña en sus brazos conmovida por las lágrimas de su pequeña hija, pero debía continuar con la carrera que parecía no tendría fin jamás.

— Mamá me duele — Decía entre sollozos Elisa, abrazando a su mamá con fuerza.

— Ya casi llegamos corazón, hay alguien que  ha prometido ayudarnos, no te preocupes, todo estará bien.

La luna llena se mostraba grande y llena de luz en el cielo como una marca imborrable que debía ser esa noche, aunque no podía ser muy precisa ya que el follaje de los árboles que las rodeaban  les impedía ver con claridad.

Pero en medio de todos esos árboles Aralia, la mujer que se encontraba corriendo por su vida, miró una poca de esperanza.

—Llegaremos— Decía entre sollozos por el esfuerzo como una especie de mantra para mantener su fuerza activa— verás que todo saldrá bien.

Aralia toda su vida había pensado que las historias de lo sobrenatural, hombres lobos y brujas  eran solo eso… historias.

Pero todo había cambiado de manera drástica al tener a su pequeña Elisa.

La realidad y la fantasía habían desdibujado la línea que los mantenía separados para adentrarla en un mundo lleno de cosas desconocidas, poniendo en riesgo a su gran pequeño amor, ya que ella no podría protegerla de lo que no conocía.

— ¡Mamá un lobo! — Grito Elisa  quien ya había visto imágenes de los animales del bosque.

Solo un paso más y llega al claro de luna, donde había sido citada por él, eso pone en alerta a Aralia, no podían quitarle a su pequeña y haría todo lo necesario para impedirlo.

Se agacha en el claro donde hay unas piedras con la altura suficiente para cubrir a su pequeña pero antes de comenzar a cubrirla de manera improvisada le coloca un collar en el cuello con manos temblorosas, una bruja le había dicho que con él bloquearía su olor y los hombres lobo no podrían identificarla, protegiéndola del peligro que representaba ser ella misma.

¡Vaya locura se había vuelto su pequeña y normal familia!

—Elisa— Decía ella al momento de comenzar a cubrirla con palos y ramas, forzando una sonrisa en sus labios— Vamos a jugar a las escondidas, no hagas ruido, ni te muestres, no importa lo que escuches, debemos ganar ¿entiendes?

Aralia comienza a acariciar de nuevo el rostro de su pequeña y borrar el camino de llanto que ha dejado marca en ella.

— Pero mami… tengo miedo—La niña respondía con los ojos llenos de lágrimas y un puchero que no podía evitar.

— Eres valiente, fuerte y muy especial Elisa—Aralia debía mantenerse firme— recuerda que te amo y que pase lo que pase estarás bien.

Elisa asiente mirando directamente a los ojos a su mamá.

Ella siguió cubriendo a su pequeña hija hasta que no podía verla y se paró en el único lugar donde podrían llegar a ella, como una especie de barrera humana.

En ese momento escuchó un ruido entre las sombras y al girarse se encontró con un hombre imponente, de casi dos metros de altura, fuerte y con el cuerpo musculoso, capaz de partir un árbol con las manos y ella sintió un escalofrío recorrer su espalda. Él no era Alfa  Breiman, algo había salido mal.

— Humana— El hombre lobo se acercó a ella de manera amenazante— Dame el recipiente.

El recién llegado se acerca extendiendo su brazo con poca paciencia e imponiendo su orden anterior.

— ¿Dónde está Alfa Breiman? — Pregunta Aralia con la voz temblorosa y llena de miedo, el único hombre lobo que había visto tan cerca era al Alfa Breiman, líder de la manada Luna Prohibida y no tenía la mirada cruel de este otro.

— Él me ha enviado a mí para recogerlo, — Gruñe el hombre lobo frustrado— Dame el contenedor si quieres seguir viva.

La voz profunda y grave del individuo agregando la amenaza provocó un escalofrío en todo el cuerpo de ella.

— No — Responde Aralia al mismo tiempo que da un paso sutil hacia atrás para proteger un poco más a su pequeña.

— No deberías estar aquí— La voz que escuchó la mujer a su izquierda la hizo soltar el aire, Alfa Breiman había llegado finalmente.

Un hombre de dos metros de altura con la piel clara, ojos azules y profundos, con un cabello largo y negro como la noche, caminaba en pose de ataque en dirección a protegerla, “todo un hombre lleno de valor y heroísmo” Pensó Aralia en automático.

— Alfa Breiman, quería ayudarte con el traslado del contenedor, eso es todo. — La postura de superioridad del hombre lobo desconocido había sido reducida, reconociendo el poder del Alfa presente, agachando la vista por un instante mostrando sumisión.

Alfa Breiman se gira en dirección de Aralia.

— ¿Estás bien?

Ella asiente pero de manera inmediata grita llena de horror.

Un lobo gigante acababa de tomar con sus colmillos a Alfa Breiman,  para ella era algo impactante como un hombre aunque grande pudiera soportar la mordida de un lobo, además de ver como Alfa Breiman le abría las quijadas con ambas manos  al oponente contrarrestando su ataque.

Lo siguiente fue brutal, la imagen del Alfa Breiman se había desfigurado para que en medio de ropa desgarrada, apareciera otro lobo un poco más grande que el primero con un lunar en su pelaje con forma de luna llena en el cuello.

La lucha era desgarradora pero Alfa Breiman llevaba la delantera, provocando heridas graves al lobo completamente oscuro, de manera inesperada aparecieron otros dos lobos veteados en tonos cafés, decididos a derrotar al Alfa.

Alfa Breiman mantenía la ventaja a pesar de la disparidad de números, pero uno de los lobos veteados tomó uno de los brazos del Alfa y se negaba a soltar su presa.

Aralia al ver esto comenzó a desesperarse y arrojó rocas y palos a los lobos invasores.

— ¡Traidores es lucha desleal!— Gritaba ella, y esto provocó que el otro  de los lobos veteados  enfocara su atención en ella.

El lobo mencionado con los colmillos ensangrentados y un gruñido feroz se giró para dar un zarpazo certero en el pecho y cuello de la mujer, provocando que ella comenzara a desangrarse de manera inmediata, ya que con una de las garras el lobo había abierto la vena aorta, una de las principales en el cuerpo humano.

En ese instante Alfa Breiman comenzó a aullar repetidamente lleno de impotencia, al escuchar que el corazón de la humana estaba latiendo cada vez más débil y en un momento después ya se había detenido.

El aullido desgarrador era una alarma para los guerreros de la manada Luna Prohibida de la que Alfa Breiman era el líder.

En ese momento de distracción un  hombre lobo salió de entre las sombras con su forma humana para arrojar un líquido sobre las heridas de Alfa Breiman, él notó que era agua de matalobos, una sustancia letal si no se tenía el antídoto a tiempo.

Después de esto todos los lobos, incluido el que tenía forma humana se dispersaron entre las sobras de los árboles huyendo de la pronta llegada de los guerreros de la manada Luna Prohibida.

En un intento por asegurarse que la pequeña Elisa estuviera bien, Alfa Breiman toma su forma humana y a pesar del dolor desgarrador se arrastra con lo que le resta de fuerza para encontrarse con la pequeña con los ojos cerrados y temblando llena de terror.

— Pequeña, no abras los ojos— Le susurró a la niña el Alfa siendo consciente de su fin cercano. — Eres especial Elisa, lamento que te necesitemos y estés envuelta en este mundo que no te corresponde.

El Alfa aprieta las quijadas para soportar el dolor. Gira su vista concentrado en la luna y en medio de su inconciencia susurra.

—Diosa luna permite que mi linaje se encargue de proteger a esta pequeña que sin saberlo es la solución a un peligro inminente que amenaza  nuestro clan... incluso nuestra especie. Ancla su existencia a mi  linaje Diosa luna te lo suplico.

Las palabras llenas de honestidad y deseo, acompañadas del último aliento de un honorable líder se mantuvieron flotantes entre cada uno de los parajes que presentaba el follaje que los rodeaba.

En ese momento el Alfa Breiman perdió la vida en medio de un enlace con la Diosa.

¿Qué pasará con la pequeña? ¿Por qué tanto interés del Alfa por protegerla?

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