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Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©«¿Cuántos días y horas se pueden pasar en la obscuridad?, ¿cuánto tiempo pasa antes de que se te acabe el oxígeno en este lugar tan cerrado?, ¿cuánto minutos antes de morir de sed?, ¿o que el olor por haberte hecho del baño encima invada la habitación?, ¿cuánto?, ¿cuánto?, ¿cuánto?»
Patria ardía en calentura. Ya no hablaba porque su cuerpo no se lo permitía más. Sentía frío, temblaba y se aferraba de las sábanas sucias como si fueran la representación de la vida misma porque ella no deseaba morir. Tenía que regresar a Bor, ver a sus padres, abrazarles y decirles que jamás regresaría a trabajar a Mur, que se quedaría a ayudarles en el negocio y que dejaría la enseñanza de lado aunque por ahora se había convertido en toda su pasión.
Quería todo eso y más, pero su cuerpo parecía no responderle porque se iba rindiendo poco a poco. Si ella lo deseaba sólo necesitaba cerrar los ojos y dejarse ir, relajar su cuerpo y entregar su alma al Dios que estaba en los cielos y que los vigilaba a todos sin distinción.
De pronto, Patria escuchó cerca de su oído «hoy no, hoy no», le decía la voz suave que le sonaba tan familiar. Patria, siguiendo la corriente repitió en su mente «hoy no, hoy no… todavía no» y ella con los ojos cerrados y apretándolos con fuerza trataba de reconocerla. Quería preguntarle ¿quién eres?, ¿qué haces aquí? ,pero tenía que guardar fuerza, tenía que sobrevivir.
«Hermana, hoy no», por fin le dijo la voz y ella en un sollozo apagado supo que era su hermano Marte, ese que hace años atrás había muerto.
―Marte― murmuró ella mientras sus labios temblaban.
«Hoy no Patria, hoy no», seguía escuchado.
―No me dejes, te lo pido― habló con un poco más de fuerzas.
«No te dejaré, estoy aquí contigo», respondió Marte de inmediato y ella alzó la mano para tratar de tocarlo, quería asegurarse que su hermano estaba ahí.
―Marte, te lo pido, no me dejes― dijo con firmeza mientras sentía como flotaba en un mar de calma.
«Este es mi fin, me estoy elevando», pensó mientras sentía como su cuerpo volaba sin necesidad de que ella hiciera algo. Brindándole una sensación tan rara que le era difícil de sobrellevar; si estaba muriendo, no era como lo imaginaba.
Patria, en sus múltiples lecturas y anécdotas que había escuchado en Bor sobre lo que pasa cuando uno está a punto de morir, había escuchado que era como sentir que el alma se separaba del cuerpo: ligero, libre, sin dolor, sin sentir nada. Después, se veía una luz blanca tan acogedora y brillante que seguías hasta el final de ese túnel donde te esperaba lo que más deseabas; tal vez para ella era su hermano Marte.
―No siento nada― habló ― no te veo.
«No es tu día Patria, hoy no» repitió la voz de su hermano mientras seguía volando por los aires hasta un rumbo completamente desconocido. Ya no se aferraba de nada, sólo sentía como sus manos y pies colgaban libres sin que ella los pudiese mover.
―Ya casi― escucho otra voz cercana a ella.
«Hoy no Patria», volvió a escuchar.
―Llévame contigo― contestó mientras sentía como las lágrimas corrían por sus mejillas.
―Ya casi― volvió a escuchar la otra voz que a ambos los acompañaba.
«Hoy no, todavía no… envejecerás y yo vendré por ti».
―Tengo frío Marte, tengo frío― rogó mientras su cuerpo comenzaba a tiritar.
―Lo siento― contestó la otra voz.
De pronto, sintió como su cuerpo caía en el vacío para después tocar el agua fría que le caló hasta los huesos y provocó que por un momento se hundiera. Al salir, Patria tomó aire desesperadamente mientras el dolor de las costillas regresaba.
Ella estiró las manos al aire y sintió cómo otra la sumergió de nuevo con fuerza ―no quédate, quédate así― escuchó de nuevo la voz.
Patria con cuidado abrió los ojos y vio una luz destellante que por un segundo la cegó. Momentos después unos centelleantes ojos azules la miraban fijamente a los suyos y supo que su hermano había desaparecido de la escena.
―Hace frío― se quejó, mientras trataba de frotarse lo brazos y entrar en calor.
―Es la temperatura, jamás pensé que te subiría tanto― escuchó la voz de la persona que desde el principio la había traído ahí.
Patria poco a poco fue enfocando su rostro, después de tanto tiempo en la obscuridad era normal que no pudiese ver ni enfocar bien. Seguía perdida en ese azul tan puro, cuando por fin pudo ver sus cejas tupidas y la nariz con cicatrices de que en algún momento de su vida se la habían roto y no había recibido los cuidados necesarios. Siguió observándolo, pasó a sus labios finos, de un color rojo, que destacaba al igual que el azul de sus ojos, y que por un momento robaron su atención. Después, terminó de armar el rompecabezas de todo el rostro que dio como resultado al del general de la DETT que los cuidaba en el auditorio en el momento que todo cambió.
―¡No!, ¡no! ― pataleó y manoteó Patria tratando de zafarse de su mano para poder salir de lo que ahora sabía era la bañera― ¡Déjeme en paz!, ¡déjeme ir! ― seguía repitiendo mientras el agua entraba un poco a sus pulmones haciendo que tosiera y que las costillas le dolieran cómo nunca antes había sentido dolor.
―¡Tranquila!, ¡tranquila! ― Le pidió él con esa voz profunda pero a la vez muy agradable, lo que confundió a Patria por un momento.
―¡Déjeme ir!, ¡déjeme ir! ― Luchaba pero el general era más fuerte que ella y el dolor tampoco le ayudaba mucho a defenderse.
―Sólo quiero ayudarla, sólo quiero ayudarla― repetía el general mientras se defendía de los golpes firmes de Patria que a su parecer eran bastante fuertes y atinados.
Patria se rindió porque un ataque de tos, en ese momento, hizo que se mareara por el fuerte dolor que le provocaba en las costillas. Tosió constantemente hasta que un poco de sangre le salió por la boca, después, sin poderlo evitar, volteó su cabeza fuera de la bañera y volvió el estómago; el azulejo blanco se pinto de rojo.
«Hoy no Patria, hoy no», volvió a escuchar.
―¿Se siente mejor?― Preguntó el general mientras le estiraba una toalla para que se limpiara.
―¿Qué pasó?, ¿dónde estoy? ― preguntó ignorando lo que el general le preguntaba.
―Está en mi casa, en una de las habitaciones― contestó esta vez sin rodeos el general― me tardé más de la cuenta en el trabajo y cuando regresé la encontré ardiendo en calentura y hablando sola, tuve que actuar.
Patria continuaba volviendo el estómago asustada, tal vez el golpe le había perforado un órgano interno y ahora se desangraba poco a poco sin que el general hiciese algo. Cuando por fin terminó de volver todo lo que tenía en el estómago, regresó a la bañera y se recargo contra la pared descansando un momento. Con cuidado examinó su cuerpo, sus brazos, sus piernas, notó que aún tenía puesto el uniforme de la escuela donde trabajaba, y que había perdido su único par de tacones.
―Tome― le ofreció el general un vaso con agua.
Ella volteó a verlo y se encontró con un rostro duro y menos expresivo, ese que reflejaba tantas tragedias y malas noticias que seguro se llevaría hasta la tumba; sabía que el general era capaz de hacer cualquier cosa.
Patria, tomó el vaso con una de las manos para después darle un sorbo pequeño que la llevó a un desenfrenado frenesí haciendo que tomara el agua en dos enormes sorbos saciando esa sed que seguro tenía desde hace días atrás.
―Yo me la llevaría con cuidado― murmuró él mientras limpiaba la sangre sobre el azulejo, con el rollo de papel de baño.
Por unos segundos se quedaron en silencio y sin más la luz del baño se apagó dejándolos a obscuras siendo el único faro la luz de la luna que provenía de afuera.
―Es el corte de luz de las doce― respondió él la pregunta qué Patria tenía en mente.
Otra vez el silencio reinó en la habitación, era evidente que empezar una conversación era difícil tanto para él como para ella, así que los dos prefirieron no hacer ninguna charla y mejor seguir en sus pensamientos por unos momentos. Ella sentía como el agua fría se iba calentado poco a poco y así supo que su temperatura corporal iba descendiendo. El general, después de terminar de limpiar y acomodar todo, sin previo aviso puso su mano sobre la frente de la maestra. Esta vez Patria no pudo ver su rostro porque la luz no era suficientemente alta para ello.
―Creo que ya está― murmuró y luego se dirigió a una de las esquinas del baño para sacar del botiquín un termómetro que después de un “pip” , hizo que la pantalla se prendiera de color naranja indicando que había bajado pero no lo que él esperaba.
Hmmmm, hizo y luego lo dejó a un lado.
―¿Qué pasa?
― Aún no baja lo suficiente― habló. Él se dió la vuelta y salió del baño dejándola sola sentada dentro de la bañera.
Patria aprovechó para tratar de ponerse de pie y ver si podía salir de ahí, pero el dolor de las costillas era tan fuerte que no pudo moverse lo suficientemente rápido; él volvió con un balde y sin decir nada lo hecho al agua.
―¡Qué te pasa!― gritó al sentir los hielos cayendo sobre su cuerpo.
―No puedo dejar que la temperatura suba― dijo firme y seguro de sus palabras.
―¡Pero no así!, ¡¿qué no tiene tacto?! ― le regañó la joven mientras movía las piernas un poco desesperada para que los cubos no le quemaran la piel.
El general no respondió, se quedó firme observándola con esa mirada penetrante que atravesaba la obscuridad y que provocaba que ella girara su rostro hacia otro lado. Después se agachó, tocó el agua y se quedó pensando si era suficiente hielo o tenía que ir por más.
―Esperaremos aquí a que la temperatura baje después le daré algo de ropa y la llevaré a su habitación.
―El bunker no es una habitación― respondió ella sintiendo de nuevo el frío por todo su cuerpo.
―No hablo del búnker, hablo de una habitación dentro de la casa― le corrigió el general sorprendiendo a Patria por completo.
―¿Por qué el cambio?
―Por seguridad mía, si los conflictos llegan hasta acá necesitaré refugiarme, no quiero morir a causa de una bomba que caiga encima de la casa― comentó con naturalidad.
Por unos momentos Patria llegó a pensar que el general tenía un poco de calidez en él sin embargo, con esa respuesta comprobó que se había equivocado y que no debía dejarse llevar por esa impresión.
―Si tanto teme por su seguridad ¿por qué no me deja ir?, ¿por qué tomarse tantas molestias? ― le preguntó de manera desafiante.
―Ya te dije que soy un hombre de honor, me gusta resarcir lo que hice mal.
―Más bien no se quería quedar con la culpa de haberme matado ¿cierto?, porque a comparación de las otras veces que lo ha hecho yo soy inocente.
―¡No se atreva a decir eso!, ¡usted no me conoce!, ¡no sabe quién soy! ― Exclama enojado.
―Sólo sé que un general de la DETT ha visto y hecho cosas inimaginables en nombre de su país, así que no dudo que me mate mientras duermo ¡Por qué no me mata de una vez y me va a tirar al desierto como suelen hacerlo cuando quieren desaparecer gente!
―¡BASTA! ¡BASTA YA! ― Gritó con fuerza haciendo que su voz tenue cambiara a una más agresiva e invadiera el baño. Él aventó su cuerpo hacia delante provocando qué Patria se hiciera para atrás en la bañera― debe sentirse afortunada de que no la dejé morir.
―No sé cuál es la fortuna― respondió ella― cuando me encuentro encerrada en un búnker con la ropa llena de orines y con la temperatura tan alta que me hizo delirar porque usted prácticamente se fue. Si la fortuna es estar viva de esta manera entonces mejor no me mantenga con vida, lléveme ahora mismo al desierto, pégueme un disparo entre ceja y ceja y déjeme ahí.
―¡Eso es lo que quieres!, ¡eso es lo que quieres!― Gritó y tomo la muñeca de Patria y la jalo hacia él para sacarla de la bañera.
Ella gritó del dolor cuando movió los miembros de su cuerpo que se encontraban lastimados. La habitación, de repente, comenzó a dar vueltas y sintió cómo todo su cuerpo se debilitaba sin poderse sostener; momentos después se desvaneció.
«Hoy no Patria, hoy no...»
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Esta vez Patria despertó de golpe, no hubo sueños ni voces, sólo una necesidad de hacerlo. Inmediatamente se puso alerta al recordar que el general de la DETT era quien la tenía cautiva en su casa. La obscuridad se había marchado y ahora toda la habitación se encontraba iluminada por los rayos de sol que entraban a través de la ventana. La habitación era sencilla sin muchos muebles, con una cama de latón que hacía un poco de ruido al moverse, un armario de color blanco que cubría toda la pared lateral, la puerta para entrar al baño, una ventana en el respaldo de la cama y un pequeño sofá al lado. Sobre éste se encontraba sentado el general completamente vestido con su uniforme de la DETT esperando, a que ella despertara, sin decir ni una palabra.
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Ioan Edevane era un hombre simple, callado y cumplido con su trabajo. De rutinas y hábitos marcados. Jamás en su vida llegaba tarde a un lugar o a su trabajo por lo que la gente lo conocía por su gran disciplina. Pocas veces sonreía, era observador, se guardaba sus sentimientos para él mismo, jamás los expresaba. Muchos decían que tenía el corazón frío, que no le importaba nada y por eso era perfecto para trabajar en la DETT, tenía todo el perfil.Él había crecido en una familia estricta, de abuelo y padre militares que desde pequeño le había enseñado la disciplina y el amor por su país. Su madre, una ama de casa reservada pero amorosa, lo llevó por el “camino del honor y el respeto”, siempre estaba aseado y ten&iacu
La rutina del general aburría a Patria, pero por ahora era lo único que tenía para sobrevivir en un país que no era el suyo. Afortunadamente cada día ella seguía sanando y una semana después ya podría moverse con facilidad por la habitación aunque no le servía de mucho, sólo había cuatro paredes, el baño, el sofá y la cama.Todos los días era lo mismo, despertar a la misma hora que lo hacía el general, escuchar como hacía ejercicio en su habitación y una hora después, él entraba a su habitación para dejarle el plato de avena sobre la cajonera al lado de la puerta y repetirle las reglas. Cerraba la puerta con llave y la dejaba sola todo el día hasta las seis o siete de la noche, donde regresaba con algo de cenar para ella, una mezcla de verduras congeladas con pollo desherbado que no sabía absolutamente a nada. Finalme
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©La casa del General Ioan era bastante amplia y extremadamente blanca, tenía todas las paredes, el pasamanos de la escalera, el azulejo del piso y las alfombras de ese color, haciendo que la luz del sol se reflejara por todas partes y el lugar se viera increíblemente iluminado. Patria pensó que tal vez el general no había cambiado el color de la casa cuando se la entregaron recién construida o que tal vez era su color favorito. También llegó a pensar que tal vez era una estrategia, ya que así era fácil saber si alguien se había metido su casa dejando huellas que lo pudieran delatar y con lo paranoico que era el General seguro esa esa la opción.―¿General?― Volvió a murmurar y al no escuchar respuesta regresó hacia su habitación, cerró la puert
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Uno de los talentos de Patria definitivamente no era cocinar, y no porque no supiera hacerlo, sino porque su madre era la que cocinaba los deliciosos manjares en casa. Sin embargo, ella podía hacerlos también, ya que le ayudaba y se sabía las recetas de memoria, desde las medidas hasta las porciones e incluso el sazón. Así que, mientras le cocinaba al General, trataba de recordar las manos de su madre cortando las papas, mezclando las verduras, echando la sal, como si estuviese evocando una especie de hechizo para que la comida le quedara rica y a Ioan le gustase. Cuando ya estuvo listo, el General bajó a poner el servicio de mesa, le explicó a Patria dónde se encontraban los manteles, la vajilla y los cubiertos y finalmente se sentaron juntos en el comedor de afuera, ese que él jamás usaba pero ahora por ser dos comerían ahí. Patria puso la olla caliente en el centro, tom
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Patria no sabía cuánto tiempo había pasado si minutos, horas o días, solo el silencio la acompañaba. Debajo de la escalera no se escuchaba absolutamente nada, no había ni siquiera una pequeña ventana que le dejara ver al exterior y que ella pudiese saber cómo se encontraba el mundo de allá afuera. La obscuridad era pesada, la deprimía, la hacia sentir mal y la mareaba, necesitaba aire y lo necesitaba ya. Era la primera vez que ella había pasado encerrada por tanto tiempo. Sin embargo, como le prometio a Ioan, no salió, no se movió del lugar donde estaba por miedo a que alguien la descubriera. Aún recordaba las detonaciones y los gritos de terror, que había a su alrededor, cuando él la sacó del búnker y la llevó a la casa. Por mucho tiempo se puso a pensar en quienes serían, ¿sus alumnos?, ¿sus compañeros de trabajo? ¿Gente de Bor que cómo ella había quedado atrapada en est
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Ioan no debía estar en la redada que hubo para los habitantes ilegales de BOR, no era su lugar sin embargo, le tocó. Ese noche que salió de su casa preocupado por dejar a su inquilina secreto debajo de la escalera literal encerrada sin poder escapar, nunca pensó que terminaría con un arma en la mano y la orden de disparar en caso de que algún boriano se resistiera. Se subió al auto junto con John Salmos que parecía venía en éxtasis emocionado por la lucha y sobre todo por la misión que les habían dado, tomo su arma y la cargo para luego enseñársela a Ioan. ―Era de mi padre―le dijo―y ahora cumplirá con su deber. Hace tiempo atrás esta misma arma hizo justicia y ahora lo volverá a hacer. Ioan lo observaba sin ninguna expresión en su rostros, algo muy normal en él por lo que no encendió las alarmas de su loco compañero de trabajo. Vio cuando John Salmos estalló en car
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Ioan sentía el cuerpo pesado, demasiado para ser verdad; los párpados también. El General no sabía lo poderosas que eran las hierbas que tenía en ese invernadero hasta que Patria le dio a probar una, ahora le costaba trabajo abrir los ojos a pesar de estar consciente. Agudizó el oído para ubicarse donde se encontraba,¿estaría en una celda?,¿en un hospital?, ¿en algún tipo de hoyo en el centro de la tierra?, ya que en realidad no escuchaba nada. Movió con mucho esfuerzo las piernas y se percató que no estaba amarrado, así que lo hizo con más libertad tratando de que el resto de su cuerpo despertara. Cuando las piernas dejaron de pesar, la sensación subió, abandonando parte de su pecho, para después subir por los brazos y las manos hasta el cuello. Momentos después pudo abrir los ojos, se alegró por dentro al ver el techo de su habitación, ¡estaba vivo!, ¡vivo!, y al parecer