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Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Obscuridad, todo era obscuridad. Ésta se sentía, se olía, se palpaba, así fue como Patria supo que se encontraba en un lugar obscuro, tal vez un hoyo o una tumba. Un lugar donde ella también sentía mucho dolor, demasiado como para poder moverse. Quería abrir los ojos pero no podía, estaban demasiados pesados, tan adoloridos que tenía ganas de arrancarlos con los dedos, pero tampoco podía mover las manos, ni los pies, ni las piernas, ni el resto del cuerpo sólo los labios que con todo el esfuerzo del mundo le ayudaron a pronunciar. ―Me duele.Shhhhhhh la callaron de inmediato y por unos momentos fue toda la interacción que tuvo. La obscuridad le dio paso al silencio, tal vez Patria se estaba volviendo loca pero el silencio olía distinto a la obscuridad, tal vez después de lo que había pasado había obtenido nuevos poderes que le hacían oler cosas que prácticamente no deberían tener olor o simplemente ya había perdido la razón. ―Me duele― volvió a repetir, implorando, quejándose. ―¡Sé que te duele! ― le habló la voz un poco más dura y firme― pero estoy haciendo todo lo que puedo, sólo no te muevas y no hables, te lo pido.Patria volvió a guardar silencio, el dolor le podía más que el ímpetu de averiguar dónde se encontraba, así que simplemente obedeció a la voz que le había respondido. Durante mucho rato estuvo en silencio, tratando con los sentidos de averiguar dónde estaba. Ella de vez en cuando sentía el tacto de la otra persona que estaba a su lado. Escuchaba como raspaba la garganta y a veces tosía. Lo hacia bajito como si no quisiese que el ruido se alejara de dónde estaban y su tacto era delicado, como si estuviese curando sus heridas.―Tómate esto― volvió a hablarle la voz varonil y en seguida sintió una píldora entrando a su boca con mucho tiento. Patria no tuvo tiempo de preguntar qué era, sólo obedeció y después con un gran sorbo de agua fresca tragó la píldora para luego volver a recostar la cabeza con ayuda de él. ―Gracias― murmuró.―Hice lo que pude―respondió él, sin prestar atención al agradecimiento de Patria― por ahora no puedo hacer más, así que espero que sobreviva la noche―agregó. ―¿Es de noche?― Preguntó ella de nuevo.―Sí, acaban de dar las doce.La persona que yacía a su lado, se movió. Gracias a ese movimiento Patria supo que estaba sobre un colchón o una cama por lo que pensó que posiblemente se encontraba dentro de una habitación. Supo que el hombre planeaba dejarla, así que habló. ―No me dejes aquí, tengo miedo― admitió. ―Es todo lo que puedo hacer por ti, no me pidas más― escuchó la voz que le contestó fríamente cada vez más apartada de ella.―Sólo dime donde estoy o dime al menos que tengo ¿por qué siento tanto dolor?―Guarda silencio te lo pido. Cada vez que me hablas puedes comprometerme, ahora duerme ― respondió el hombre sin dar cabida a mas preguntas. Patria hubiese querido insistir, exigirle que le dijera dónde estaba y qué tenía, pero de pronto los párpados le empezaron a pesar como si fuera a quedarse dormida. El cuerpo adolorido comenzó a adormecerse al grado que no sentía sus extremidades, estaba segura que la píldora le había hecho eso, la había inmovilizado pero, a la vez, le traía un gran alivio porque ya no sentía dolor.―Gracias― murmuró con las últimas fuerzas que le quedaban. Ya no supo si la persona que la cuidaba le respondió, ya que había caído en un sueño profundo que una vez más la alejó de la realidad.Patria no soñó, no pudo, tampoco supo si mientras dormía habló entre sueños como otras veces solía hacerlo. Eso le decía su madre, cuando la despertaba a veces a media noche mientras tenía conversaciones con la obscuridad en voz alta. Esta vez, simplemente pasó la noche alejando el dolor, apaciguado por una píldora mágica que la ayudó a que algunos malestares desaparecieran. No sabía si estaba lejos o cerca de su hogar pero de una cosa estaba segura, estaba viva y ese simple hecho debía festejarse. De nuevo, en su mente, escuchó el grito del hombre ¡Están cerrando la frontera!, para dar paso a la imagen de las luces que la habían cegado y después sentir el golpe que la desmayó de manera tan vívida que provocó que se despertara de un sobresalto abriendo los ojos rápido y luego cerrándolos de inmediato al sentir una terrible migraña. ―Tranquila, tranquila ― volvió a escuchar la voz de la persona que la cuidaba ―sólo revisaba si ya había bajado la temperatura―sintió las manos de aquel desconocido sobre su frente y luego discretamente sobre su pecho― no quisiera que te murieras aquí metiéndome en problemas― finalizó.Patria podía sentir los labios resecos, el cuerpo aún adormecido pero al menos el dolor en las costillas ya no la mataba como hace horas atrás.―Agua― murmuró.Su cuidador le puso la boca de una botella sobre los labios e inmediatamente ella comenzó a tomar desesperada hasta que se ahogó comenzando a toser desesperada provocando que regresara el inmenso dolor en las costillas.―Debiste hacerlo con cuidado― dijo su cuidador y luego alejó la botella para que Patria pudiese toser todo lo que quisiese― veo que ya estás un poco mejor, la temperatura ha bajado y la pastilla te ha servido, ¡vaya noche incómoda que me hiciste pasar!―¿Dónde estoy?, ¿quién eres? ― Insistió Patria mientras abría los ojos para toparse con la obscuridad que no le dejó ver ni siquiera un poco, alguna señal que le diera un norte. ―Te daré otra píldora para dormir, eso ayuda a la recuperación del cuerpo y también me iré más tranquilo sabiendo que no hará nada en mi ausencia que pueda meterme en problemas.―¡No! ― exclamó Patria ―se lo pido por favor, dígame dónde estoy, dígame quién es usted― rogó mientras escuchaba como la persona abría lo que supuso era el frasco con píldoras. Pudo sentir cómo se acercaba de nuevo a ella y antes de que pudiese meter la píldora en su boca, Patria con la fuerza que tenía en su mano izquierda dio un manotazo que hizo que ésta volara lejos de ella.Hmmmmm escuchó el reclamo de su cuidador.―No sé si sepas pero son costosas― le reclamó.―No me interesa― habló Patria con firmeza― no me la tomaré hasta que me diga dónde estoy, creo que merezco saberlo. El silencio cubrió la habitación, no había duda de qué Patria posiblemente se encontraba en un lugar prohibido como para que la persona a cargo tratara de mantenerla en silencio. Después, un suspiro por parte de él lo rompió por completo. Supuso que más le valía decirle donde se encontraba antes de perder más tiempo; tenía prisa por irse.―Estás en Mur― habló― no te diré exactamente donde pero estás aquí.―Pero… ¿cómo?«Mis papeles», pensó y de pronto supo porque tanto silencio en la habitación. Su situación no era del todo conveniente. ―Sufriste un accidente o más bien yo te atropellé con la camioneta cuando trataba de huir de una emboscada, te golpee fuerte pero, por fortuna, no fue nada grave―habló con una tranquilidad que hizo a Patria estremecer.―¿Es usted ciudadano de Mur?― Preguntó curiosa.―Soy quien debo ser y no le diré más, tenerla aquí me compromete en formas inimaginables, conformese con saber que me toqué el corazón para traerla hasta aquí y ayudarla.―Y, ¿por qué no me dejó ahí?, los de la frontera me hubiesen levantado y llevado a Bor.El hombre comenzó a reír bajito― se nota que no tiene ni idea de lo que está pasando afuera, si la salvé fue porque no me gusta dejar cosas que me comprometan, usted tiene suerte de que la hubiese encontrado. Posiblemente no la hubieron visto entre tantos cuerpos y para este momento ya estuviera muerta― Dijo en un tono de frialdad que hizo que la habitación se congelara de nuevo.―¿Por qué tanta obscuridad? ― Habló de nuevo Patria.―Porque estás en un bunker, y ya no contestaré nada más porque ya le di demasiada información, ahora toma la píldora.―¡No!― Exclamó Patria firme y volvió a mover la mano para tirar la píldora pero, esta vez, él la tomo con fuerza.―No estoy bromeando señorita, sí está aquí es porque me apiadé de usted y la recogí antes de que otra cosa le sucediera o peor, una bomba cayera sobre usted e hiciera volar sus miembros por todas partes. Es afortunada de estar de este lado porque Bor dentro de unos días quedará destruído. Tenerla aquí es de alto riesgo para mí como no tiene idea, un ruido, un movimiento en falso y podría condenarme, así que tome la asquerosa píldora y duérmase hasta que regrese.―Me está lastimando― respondió Patria entre lágrimas al sentir cómo le apretaba la muñeca con una furia descomunal.La persona aflojó la mano liberándola por completo y Patria sin poder contenerse comenzó a llorar, lo hacía callada, ahogando el llanto entre los labios para que no la escuchara, aunque de vez en cuando salían pequeños quejidos.―Le pido señorita, sólo tómese la píldora― insistió― tengo que irme, entre más me tardo más sospecharán que algo pasa.Patria obedeciendo abrió la boca y en seguida, al sentir los dedos de su cuidador, la cerró dandole una mordida que lo hizo gritar.―¡Mierda!― Gritó sacando los dedos de la boca y aventando la pastilla por los aires― ¡Entonces muérete de dolor! ― Gritó rompiendo la única regla que al parecer le había impuesto a Patria.―¡Si no me dice quién es gritaré hasta que me lo diga! No me importa si me quedo sin voz.―¡Qué no grite! ¡No grite!― Insistió cubriendo su boca ―¡Estamos en guerra! ¡Estamos en peligro!Patria movió el cuello como pudo para zafarse de las manos de su cuidador y luego contestó ―no sé para qué me rescató si da lo mismo tenerme aquí escondida que tirada en medio de la calle― luego reflexionó― ya entiendo, como usted me atropelló le sale más barato mantenerme viva a que me muera en Mur.―Inteligente― respondió él sin mas y luego el sonido del frasco de píldoras volvió a sonar― ¿sabe cuánto me saldría la repatriación de su cuerpo a Bor? Más que estas pastillas, más que una ramo de plátanos o lo más caro que usted pueda imaginar. ―No sé lo que cuesta un plátano― respondió ella en un tono de superioridad― tengo un platanal en mi jardín, no nos preocupamos por eso. ―Pero no tiene estas pastillas, que entre más las tome mejor se sentirá y más rápido podré llevarla a la frontera sin meterme en problemas, así que hágame caso, tomese la píldora y duerma hasta que yo regrese.―¿Qué pasa si en su ausencia alguien viene y me descubre aquí? ― Preguntó Patria.―Está en un búnker, bajo tierra, nadie sabrá que su ubicación, excepto que se mueva y haga ruido ¿entiende? Ahora tómese la píldora, le juro que le ayudará a sanar.Patria en ese instante abrió la boca, tomó la píldora y sin necesidad de agua se la pasó despareciéndola por completo. Después trató de buscarlo con la mirada y le dijo― me la tomé sólo porque sé que es mi pase para alejarme y deshacerme de usted. ―Bien, al menos en eso estamos de acuerdo ― contestó él en forma de reto y luego caminó hacia algún lugar del búnker― regresaré en un rato y la despertaré si aún sigue dormida para ver cómo se encuentra. En caso de que despierte antes le ruego no haga nada, no grite, no se mueva, se lo pido ―¿podría hacer eso por mí? ― Le preguntó.Patria se quedó en silencio mientras observaba el punto donde ella suponía que él que se encontraba en la habitación― ¿qué pasa si tengo sed? ― Preguntó.Su cuidador regresó hacia donde estaba ella. Patria alzó ligeramente la mano y la rozó contra sus ropas. Él vestía lo que parecía un pantalón de vestir, indicado que su trabajo era importante o en alguna oficina.―Le dejo el agua aquí, al lado ― habló por fin y tocando su mano con la de ella la dirigió hacia un pequeño banco que había ― ¿puede sentir la botella? ― Preguntó.―Sí― respondió Patria ya adormilada.―Entonces me voy, recuerde, no ruido ni movimientos― volvió a repetir.Patria asintió con la cabeza porque el habla ya se le había ido con el adormecimiento del cuerpo que poco a poco la llevaba a caer en ese sueño profundo y regenerador. Antes de que cerrase los ojos vio una pequeña luz que provenía de una de las esquinas del lugar para después ver una sombra subiendo unas escaleras.―Gracias.― Murmuró por alguna razón.Shhhh sin ruido, fue lo último que alcanzó a escuchar y después un espiral la jaló de nuevo al enigmático mundo de los sueños.Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©«¿Cuántos días y horas se pueden pasar en la obscuridad?, ¿cuánto tiempo pasa antes de que se te acabe el oxígeno en este lugar tan cerrado?, ¿cuánto minutos antes de morir de sed?, ¿o que el olor por haberte hecho del baño encima invada la habitación?, ¿cuánto?, ¿cuánto?, ¿cuánto?»Patria ardía en calentura. Ya no hablaba porque su cuerpo no se lo permitía más. Sentía frío, temblaba y se aferraba de las sábanas sucias como si fueran la representación de la vida misma porque ella no deseaba morir. Tenía que regresar a Bor, ver a sus padres, abrazarles y decirles que jamás re
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Esta vez Patria despertó de golpe, no hubo sueños ni voces, sólo una necesidad de hacerlo. Inmediatamente se puso alerta al recordar que el general de la DETT era quien la tenía cautiva en su casa. La obscuridad se había marchado y ahora toda la habitación se encontraba iluminada por los rayos de sol que entraban a través de la ventana. La habitación era sencilla sin muchos muebles, con una cama de latón que hacía un poco de ruido al moverse, un armario de color blanco que cubría toda la pared lateral, la puerta para entrar al baño, una ventana en el respaldo de la cama y un pequeño sofá al lado. Sobre éste se encontraba sentado el general completamente vestido con su uniforme de la DETT esperando, a que ella despertara, sin decir ni una palabra.
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Ioan Edevane era un hombre simple, callado y cumplido con su trabajo. De rutinas y hábitos marcados. Jamás en su vida llegaba tarde a un lugar o a su trabajo por lo que la gente lo conocía por su gran disciplina. Pocas veces sonreía, era observador, se guardaba sus sentimientos para él mismo, jamás los expresaba. Muchos decían que tenía el corazón frío, que no le importaba nada y por eso era perfecto para trabajar en la DETT, tenía todo el perfil.Él había crecido en una familia estricta, de abuelo y padre militares que desde pequeño le había enseñado la disciplina y el amor por su país. Su madre, una ama de casa reservada pero amorosa, lo llevó por el “camino del honor y el respeto”, siempre estaba aseado y ten&iacu
La rutina del general aburría a Patria, pero por ahora era lo único que tenía para sobrevivir en un país que no era el suyo. Afortunadamente cada día ella seguía sanando y una semana después ya podría moverse con facilidad por la habitación aunque no le servía de mucho, sólo había cuatro paredes, el baño, el sofá y la cama.Todos los días era lo mismo, despertar a la misma hora que lo hacía el general, escuchar como hacía ejercicio en su habitación y una hora después, él entraba a su habitación para dejarle el plato de avena sobre la cajonera al lado de la puerta y repetirle las reglas. Cerraba la puerta con llave y la dejaba sola todo el día hasta las seis o siete de la noche, donde regresaba con algo de cenar para ella, una mezcla de verduras congeladas con pollo desherbado que no sabía absolutamente a nada. Finalme
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©La casa del General Ioan era bastante amplia y extremadamente blanca, tenía todas las paredes, el pasamanos de la escalera, el azulejo del piso y las alfombras de ese color, haciendo que la luz del sol se reflejara por todas partes y el lugar se viera increíblemente iluminado. Patria pensó que tal vez el general no había cambiado el color de la casa cuando se la entregaron recién construida o que tal vez era su color favorito. También llegó a pensar que tal vez era una estrategia, ya que así era fácil saber si alguien se había metido su casa dejando huellas que lo pudieran delatar y con lo paranoico que era el General seguro esa esa la opción.―¿General?― Volvió a murmurar y al no escuchar respuesta regresó hacia su habitación, cerró la puert
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Uno de los talentos de Patria definitivamente no era cocinar, y no porque no supiera hacerlo, sino porque su madre era la que cocinaba los deliciosos manjares en casa. Sin embargo, ella podía hacerlos también, ya que le ayudaba y se sabía las recetas de memoria, desde las medidas hasta las porciones e incluso el sazón. Así que, mientras le cocinaba al General, trataba de recordar las manos de su madre cortando las papas, mezclando las verduras, echando la sal, como si estuviese evocando una especie de hechizo para que la comida le quedara rica y a Ioan le gustase. Cuando ya estuvo listo, el General bajó a poner el servicio de mesa, le explicó a Patria dónde se encontraban los manteles, la vajilla y los cubiertos y finalmente se sentaron juntos en el comedor de afuera, ese que él jamás usaba pero ahora por ser dos comerían ahí. Patria puso la olla caliente en el centro, tom
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Patria no sabía cuánto tiempo había pasado si minutos, horas o días, solo el silencio la acompañaba. Debajo de la escalera no se escuchaba absolutamente nada, no había ni siquiera una pequeña ventana que le dejara ver al exterior y que ella pudiese saber cómo se encontraba el mundo de allá afuera. La obscuridad era pesada, la deprimía, la hacia sentir mal y la mareaba, necesitaba aire y lo necesitaba ya. Era la primera vez que ella había pasado encerrada por tanto tiempo. Sin embargo, como le prometio a Ioan, no salió, no se movió del lugar donde estaba por miedo a que alguien la descubriera. Aún recordaba las detonaciones y los gritos de terror, que había a su alrededor, cuando él la sacó del búnker y la llevó a la casa. Por mucho tiempo se puso a pensar en quienes serían, ¿sus alumnos?, ¿sus compañeros de trabajo? ¿Gente de Bor que cómo ella había quedado atrapada en est
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2105097776956TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Ioan no debía estar en la redada que hubo para los habitantes ilegales de BOR, no era su lugar sin embargo, le tocó. Ese noche que salió de su casa preocupado por dejar a su inquilina secreto debajo de la escalera literal encerrada sin poder escapar, nunca pensó que terminaría con un arma en la mano y la orden de disparar en caso de que algún boriano se resistiera. Se subió al auto junto con John Salmos que parecía venía en éxtasis emocionado por la lucha y sobre todo por la misión que les habían dado, tomo su arma y la cargo para luego enseñársela a Ioan. ―Era de mi padre―le dijo―y ahora cumplirá con su deber. Hace tiempo atrás esta misma arma hizo justicia y ahora lo volverá a hacer. Ioan lo observaba sin ninguna expresión en su rostros, algo muy normal en él por lo que no encendió las alarmas de su loco compañero de trabajo. Vio cuando John Salmos estalló en car