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Después de pensar que ya había perdido toda esperanza de llevármela por las buenas, mi maldita suegra hasta me hizo entrar en su lujosa vivienda. Tenía curiosidad de cómo había hecho para adquirir este bien inmueble, así que, mientras ella se fue a cambiar de ropa a su habitación, yo comencé a husmear por toda la casa donde tenía alcance.

Me topé con un escritorio en un salón casi en abandono. Sentí curiosidad, de inmediato me acerqué y abrí la primera gaveta. En ella se encontraban varios documentos, pero uno de ellos me llamó la atención: el recibo por la compra de un arma de fuego que casualmente coincidía con el mes en el que mi padre murió supuestamente por su propia mano.

Lo guardé dentro de mi camisa y continué buscando. Encontré un arma de fuego, similar a la que se encontró en la escena donde perdió la vida mi padre. Me asusté mucho porque aquella del pasado las autoridades la recogieron y se quedaron con ella y ahora aparece en la casa de la que fue mi madrastra.

No toqué el
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