Me estremecí al verlo, quise pasar a un lado de mi maldito hermanastro e ignorarlo, pero él se volvió a poner frente a nosotros.—¡Papá! —gritó mi hijo con felicidad. ¿Has terminado el trabajo? —preguntó con dulzura, recordando que yo le había mencionado eso. —Acompáñanos a nadar, a mamá le da miedo la profundidad. —Dijo en el oído, pero yo siempre lo escuché.—Está bien, nadaremos en lo más profundo del mar. Dijo, y yo sonreí al ver la felicidad de mi pequeño.—¿Qué haces aquí con el niño? ¿Qué tal si nuestros padres te encuentran? —me regañó, se notaba muy preocupado. —Te estuve llamando desde hace rato, ¿por qué no contestabas el maldito teléfono? —cuestionó molesto.Esa reacción de Andy puso en alerta a Brenda, que nos observaba a ambos con mirada confundida.—¿Cómo así? ¿Por qué tienen miedo de que mis suegros se aparezcan aquí? —cuestionó Brenda, sin entender nuestros putos secretos.—No es eso, cariño. —Maldición, vuelve a tratarla bonito delante de mí—. Lo que sucede es que el
La hora de la cena se acercaba y yo estaba muy nerviosa. Vestí a mi hijo primero para luego hacerlo yo. Un poco de maquillaje que casi ni se notaba, y un vestido largo y suelto con un par de sandalias fue mi atuendo.Andy había quedado de venirnos a recoger a la cabaña, esperé por un par de minutos hasta que al fin apareció. Quise reprocharle, pero no, este era mi día especial y él se había esforzado por complacerme, no podía estar molesta por algo tan insignificante.—¿Están listos? —preguntó, dándome una ligera mirada de pie a cabeza.—Sí, respondí con una sonrisa que él ignoró y dirigió su atención a nuestro hijo.—¡Pequeño, estás precioso! Y mira, estamos vestidos de la misma manera. —comentó, brindándole una tierna sonrisa.Yo volteé a verlos a ambos y sí, en efecto, los dos vestían camisa azul celeste y pantalón negro.—Lo siento, esto se trata de una coincidencia. —Dije, haciéndole saber de qué nada había sido planeado.—No importa, me encanta que mi hijo y yo vayamos así. —dij
Ya estaba a punto de entregarme en los brazos de Morfeo cuando mi teléfono vibró con insistencia. No tenía a nadie para que me llamara a esa hora y por eso no me interesaba levantarme y responder.Lo había dejado separado de mi cama; quien sea que estuviera llamando ya me estaba hartando por su insistencia. A regañadientes me levanté dispuesta a apagarlo. Era Andy el que me estaba llamando, me preocupé porque había llamado en varias ocasiones, respondí, mi corazón se aceleró al pensar que quizá tendría noticias sobre nuestros padres.—¿Qué sucede? —Atendí de inmediato.—Estoy afuera de tu cabaña, ¿puedo pasar un segundo para darle el beso de buenas noches a mi hijo?—Es tarde y él ya está dormido, da igual si le deseas buenas noches o no.—No da igual, sabes que ya se me hizo una costumbre de cada noche. No podré dormir si ahora no lo hago. Por favor, Raquel, te lo suplico con el corazón en la mano.En otra ocasión diría que él está borracho, pero no es así. Su voz suena sobria y perf
Traté de protestar por negarse a que nos divorciemos, pero él no lo permitió. Quería decirle que él estaba loco y arriesgando su relación con su amor del pasado.Fue a ella que conoció primero y obviamente es a quien ama, de eso no hay duda. Me ha quedado claro desde que regresó y me echó en cara que están juntos desde que nos separamos, aunque me duele, pero esa es la realidad.Andy me besó, desde hace tantos años estaba deseando un beso de sus seductores labios. Ahora está sucediendo, pero no, esto no está bien. Él está jugando con dos mujeres y yo no seré parte de su estúpido juego.—¡Suéltame! —Pedí. Empujándolo con fuerza y haciéndolo caer, provocando que se lastime a un lado de la frente con la esquina de la mesa.—Lo siento, lo siento. —Me disculpé al ver un hilo de sangre que se asomaba.—Tranquila, despertarás al bebé. —Dijo, tratando de calmar mi estúpida reacción.—Siéntate en la cama, te voy a curar. ¡Ah, lo siento mucho, es mi culpa! —repetí. Realmente avergonzada. Pero e
En ese momento se me insinuó para que tuviéramos sexo. Pero no, jamás aceptaría estar con él nuevamente cuando me abandonó por ir detrás de Brenda.—Por favor, mi vida. Te deseo, desde que nos reencontramos, te deseo tanto que no he dejado de pensar en ti.—Me ignoraste, dijiste que yo estaba loca, no vengas ahora a darte baños de santidad. —reproché al recordar nuestro primer encuentro en la clínica cuando él pidió que me sacaran de la sala de operaciones porque mi mente no estaba bien.—Yo no sabía que habíamos sido víctimas de nuestros padres. Te juro que todo este tiempo te maldije por haberme traicionado, nuestros padres son los culpables de nuestra separación.—Te dije que ellos no nos aceptarían, pero no, tú insististe en que nos casáramos y que todo estaría bien.—Perdóname, mi amor, fue una situación de celos que se me salió de las manos. Pero ahora estamos juntos de nuevo y podemos retomar nuestra vida desde donde la dejamos.—¿Tan fácil se te hace?—Cariño, solo recuerda lo
Cuando volví a despertar, me llevé el susto del día al ver que Andy seguía en la cama. Vi la hora en mi teléfono y, ¡joder! Las nueve de la mañana y este cabrón no se ha ido a su cabaña junto a Brenda.Lo desperté porque ya presentía que ella vendría a preguntar por él, ¿y qué mierda le diría? ¡Ah, mira, querida, tu amor durmió a mi lado porque somos marido y mujer! Ja, Andy, ¿en qué puros problemas me quieres meter? —Renegué en mi mente.—Buenos días, mi bella esposa. —saludó, abriendo sus ojos con pesadez. —Es la primera vez en años que duermo con tanta tranquilidad después de nuestra separación. —declaró.—Vete, Andy, no pierdas más el tiempo con tus mentiras porque no voy a creer en ellas.—Ah, me duele la herida que me hice por tu culpa. —se quejó—. Ayuda a colocarme una bendita. —Pidió. Se le veía fea el área, estaba un poco morada e inflamada. Me pregunto qué dirá en la clínica cuando los colegas quieran saber lo que sucedió.Tomé un poco de alcohol y la limpié para luego cubri
ANDYRaquel me compartió su ubicación, me alegré de que no hayan caminado tan lejos de la playa. Estoy muy molesto porque ella sabe que donde sea que el bebé se encuentre corre peligro y aun así se le ocurre separarse de mí.Llegué al lugar donde el buscador me indicaba. Estoy preocupado porque antes de colgar la llamada escuché un sonido y ella no volvió a hablar. Mi hijo le hablaba y ella no le respondía, luego la llamada se fue y no volvió a atenderla.Juro que todo el trayecto hasta aquí lo hice corriendo, afortunadamente me mantengo en forma y no se me complicó hacerlo. Veo que hay un grupo de personas rodeando a alguien, me acerco a ellos, temiendo lo peor.—¡Papá! —gritó mi pequeño al verme. Haciendo que el alma regrese a mi cuerpo, pensé que mi padre se lo había llevado; eso era lo que más temía. Raquel está sentada sobre una banqueta, una señora le ofrece agua y otra le acaricia el cabello como tranquilizándola.—¡Estás aquí! —exclamó con su mirada feliz y llena de esperanza.
Finalmente, Andy accedió a mi petición de acompañarles. Pero antes fui chantajeada, y es que si no le daba un beso me dejaría encerrada en el auto. Odio que se ponga en plan seductor cuando estamos en una situación caótica.Odio que él tenga control sobre mis emociones cuando la culpa me atormenta por estar engañando a Brenda, sigo creyendo que ella es el amor de su vida, no creo esa teoría de que están juntos solo por una promesa que le hizo al padre de ella.Caminamos por mucho rato, pero aun así el teléfono no funcionaba. Se me hacía un tanto extraño el lugar, no recordaba que lo hubiéramos pasado cuando veníamos.—Creo que nos hemos equivocado de camino. —Dijo Andy, sacándome de mis pensamientos… justo lo mismo que yo estaba analizando.—Ya lo he notado. —Respondí. No quise decir algo más porque me siento molesta y de mi boca no saldrá nada agradable si la llego a abrir.—¿Y ahora qué hacemos? —Preguntó. Como si yo le daría la solución.Me encogí de hombros, pero él no lo notó por