capitulo 2. presentimiento

Denise ingresa en su oficina encontrando a su madre sentada ante su escritorio, la joven se queda parada mientras que ambas se sostienen la mirada por un momento.

—Entonces, ¿es un hecho?

—En efecto —Mónica frunce un poco el ceño al observar una expresión sospechosa en su hija.

—¿De verdad? —cuestiona.

—Madre, he firmado hace un momento.

Mónica se inclina hacia atrás mientras continúa observándola.

—¿Cambiaste la lista no es así? —Denise se sorprende por la audacia de su madre —. Por supuesto que sí lo has hecho —la mujer niega al sentirse decepcionada de su hija.

—Madre, no tuve opción. George es…

—¡¿George?! —pregunta rápidamente al escuchar como tutea a su hija —. ¡George Harper!

—Phil Harper y su hijo son muy astutos, no dejarían pasar por alto que la lista de coches estaba alterada, no creo que sea bueno que los subestimes madre.

Ella sonríe de medio lado, luego se pone en pie para comenzar a caminar hacia su hija quien se le notaba nerviosa y algo angustiada.

—Así que George Harper te persuadió, ¡que interesante!

—Madre…—le dice al verla tan cerca.

—No, no, pero si no lo digo por nada malo —vuelve a sonreírle —. Parece que le has caído muy bien a ese muchacho —Denise frunce el ceño.

—¿Qué?

—Lo que has oído, ¿Acaso crees que no he visto cómo te miro en la oficina de Phil?

Denise lleva la mirada hacia otro lado al mismo tiempo que traga saliva ya que recuerda aquellas veces en las que ambos se besaron.

—¿Tengo o no tengo razón?

—Por supuesto que no —la mujer frunce el ceño ya que no le cree una sola palabra a su hija.

—¡Claro! —de pronto Mónica toma a su hija por el mentón con gran fuerza para acercarla a su propio rostro y mirarla fijamente a los ojos —. ¿Me tomas por idiota?

La joven observa la peligrosa mirada de su madre y se petrifica, no menciona una sola palabra, simplemente se limita a observarla a los ojos.

—Se lo que quiere ese Harper —Mónica sonríe —. Y quizás debamos facilitarle las cosas.

—¿Qué? —Denise parpadea reiteradas veces al sentir como su madre aprieta un poco más su mentón.

—¡Si! ¿No te parece?

—No entiendo lo que quieres decir madre.

Mónica tensa la mandíbula, sujeta a su hija por la nuca maltratando su cuerpo.

—Accederás a todo lo que él quiera.

—¡¿Qué dices?! —en ese instante Denise se libera de las garras de su madre—. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Pretendes que me venda?

Su madre la observa fijamente, detalla su cuerpo notando que ya era toda una mujer y además de eso muy hermosa. A fin de cuentas, era un Harper, un idiota fácil de enredar tal cual como su padre.

—No lo mires así niña estúpida, es un negocio muy provechoso.

—¿Para quién? —Mónica traga saliva —. ¿Para quién madre? —insiste.

—Para ambas, ¿no lo crees?

—No, no lo creo —Denise se cruza de brazos —. Pienso que esto es para tu propia conveniencia, dudo mucho que yo salga beneficiada de esta absurda idea tuya.

—¿Qué es lo que quieres?

Denise se asombra de las palabras de su madre, parecía tan decidida en lo que le estaba proponiendo.

—No estás hablando en serio —Denise hace amago de pasar a un lado de ella, pero su madre la sujeta del brazo.

—¿Quién ha dicho que estoy bromeando?

—No puedes venderme a un Harper, ¿enloqueciste?

—Ya te dije que solo serían negocios.

—Negocios en los que quieres que yo me acueste con George Harper solo para tu propio beneficio.

—Mis beneficios también serán tuyos, eres mi hija ¿o no?

Denise no apoyaba aquello, su madre parecía a ver perdido la razón. No podía dejar influenciarse por ella, aceptar salir con George seria la peor decisión de su vida.

—No me interesa George Harper, madre.

—Pero a mí sí, me importa mucho la fortuna de Phil. Que por derecho debió de ser mía.

—El hecho de que hayan estado casados no significa que lo tuvieras que dejar la bancarrota—camina hasta su silla para tomar asiento —. Ya te has abierto en los negocios por tu cuenta, no tienes por qué intentar robarle la fortuna de otra.

—Tú no entiendes nada, apenas eres una niña que no conoce nada de la vida.

La joven se cruza de brazos intentando mostrarse fuerte delante de su madre, si mostraba debilidad luego haría de ella lo que quisiera, y ya eran muchos años en los que vivía de esa menara con ella.

—Sea lo que sea, no me interesa hacer ningún tipo de negocios con George Harper a menos quesea estrictamente laborar.

—Muy bien, muy bien… —ella se endereza, toma su cartera y voltea a mirar a su hija —. Cuando el contrato te haya sido enviado quiero una copia de él.

—Por supuesto, te la haré llegar.

Denise observa a su madre alejarse y al verse sola en su oficina suelta el aliento contenido, le resulto muy fácil deshacerse de su madre y eso no le gustaba.

[…]

—Pero mira nada más, sin querer tengo a una mina de oro a mi lado —musita mientras que observa la puerta por encima de su hombro —. La estúpida de mi hija resulto ser bastante productiva.

En ese instante los engranajes de su cerebro la llevan a maquinar una excelente idea, solo tendría que convencer a la tonta de Denise para que coopere con su plan. No podía salir nada mal, de hecho, todo saldría muy bien.

—Si el tonto de George está interesado en Denise no puedo desaprovecharlo, aunque realmente es una lástima que semejante chico se interese por esa tonta insípida.

Pero qué otra cosa podía hacer, la juventud le ganaba partido. Debía trabajar con las herramientas que tenía y esa era su hija. Debía lograr que esa tonta se le metiera por los ojos a George para enamorarlo y si era posible casarlos.

Su sonrisa se amplió al imaginar la gran fortuna que amasaría luego de esa unión, el hijo de Phil seguramente tenía mucha participación en esa compañía, y si su preciada hija se casaba con él también tendría participación.

Por supuesto como su hija era una tonta ella manejara muy bien su parte, de hecho, más que bien.

—No puedo dejar pasar esta oportunidad, tengo que obligar a Denise a que acceda a este negocio tan importante.

La mujer sonríe al mismo tiempo que camina con pasos firmes mientras que pensaba que sus planes debían salir tal cual como los estaba maquinando.

[…]

—Entonces, ¿Ya hicieron negocios con ella?

—No te preocupes madre, yo seré quien supervise todo el asunto. Mi padre no estará involucrado en nada.

—Vamos Ciana, no tienes que angustiarte por esas cosas. George y yo sabremos llevar estos negocios en paz y tranquilidad.

—No me preocupan ustedes, si no ella, es muy mañosa y no me gusta cómo manera sus negocios.

—De hecho, solo hemos estado haciendo tratos con su hija Denise —la mujer levanta la mirada para ver a su esposo.

—¿Con la hija?

Ciana se sorprendió de escuchar que Mónica le cedió poder a su hija, lo que se decía de ella es que era muy ambiciosa y que no dejaba que nadie se metiera en sus asuntos incluyendo a su hija.

Se queda pensando un momento mientras analiza el asunto.

—Denise es una joven muy activa, sabrá cómo manejar estos negocios —Phil añade mientras toma un poco de vino —. ¿Dónde está Diana? ¿Por qué no bajo a cenar con nosotros?

—Está enojada porque no la he dejado hacer ese viaje que quería, ya sabes como es.

—Volvió a tocar el tema del viaje.

—Solo deberían dejarla ir, a fin de cuentas, ya está grandecita para asumir sus responsabilidades —su hermano la defiende al mismo tiempo que se pone en pie —. Me retiro a mi casa madre, gracias por la cena. Padre nos vemos mañana.

Ambos asientes a su hijo quien parte de inmediato, Ciana lo mira desde la mesa y afina la mirada luego frunce los labios.

—¿Denise es una joven atractiva? —pregunta mientras mira a su hijo abandonar la casa.

—Es una muchacha agradable y de buen trato, muy diferente a su madre.

—¿A si?

—Acepto los términos del contrato sin mucho recelo, George y ella conversaron mucho al respecto y llegaron a buenos acuerdos.

—¿George?

Ciana tenía un presentimiento sobre aquella sociedad, sin embargo, no podía entrometerse en los negocios de su esposo. A fin de cuentas, ellos eran los que sabían cómo era todo el asunto, pero eso no la llevaba a dejar a un lado que Denise era joven al igual que su hijo George.

—¿Por qué lo preguntas? —Phil observa a su esposa un poco curioso.

— No es nada, solo tenía algo de curiosidad por saber cómo era ella.

—¿Qué estás pensando cariño? ¿No creerás que esa chica buscara la manera de que yo…?

—No —voltea a verlo, toma su mano y le sonríe —. Estoy segura de que no hará una cosa como esa.

—No quiero que te preocupes por nada de eso, ¿de acuerdo?

Phil planta un beso en los labios de su esposa que la tranquiliza solo un poco.

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