Capítulo 2
Cuando oyó su voz en el club, había música sonando, así que no la percibió bien, pero ahora estaba tan cerca, le oyó su voz baja, y tan clara que le golpeaba el corazón al punto que no podía ni respirar.

Él podía hablar, pero no fue a ella a quien le habló primero. Incluso, se va a divorciar de ella. Todo eso es verdad. ¿Por qué? ¿Por qué divorciarse? Carolina quería preguntar, pero se contuvo. ¿Por qué quiere divorciarse? Durante este tiempo juntos, ella no le hizo ningún daño, así que debería darle una razón.

El corazón de Carolina estaba frío, pero ella ansiaba el calor de su cuerpo y lo abrazó un poco más fuerte.

—Bueno, te oí hablar con alguien, pero no oí lo que se decía, cariño, tu voz es tan bonita.— Le besó en la espalda.

Cariño era la forma de ella llamarle en la intimidad, así que cuando él lo oía le respondía con pasión y locura, pero esta vez, solo la apartó.

—Estoy cansado.

Carolina, pálida miró la alta figura de su marido y demandó:

—Pero yo quiero, ¡eres mi marido y debes cumplirme!

Carolina tenía en mente que no podía estar cansado para ella, ¿o acaso ya había tenido sexo con esa mujer?

Tenía que comprobarlo.

Lucas, aunque sorprendido por la actitud de ella, se dejó llevar por las caricias de las suaves manitas de ella que coqueteaban ya por todo su cuerpo. Enseguida su respiración se hizo entrecortada. Su cuerpo era honesto, él nunca ha podido resistirse a sus insinuantes coqueteos y caricias. Con los ojos velados por el deseo, se dio la vuelta y la cogió por la barbilla, besándola apasionado. Carolina cerró los ojos percibiendo que en el cuerpo de Lucas no había más que su propio olor natural, entonces se relajó, haciendo subir rápidamente la temperatura en el baño.

Entre abrazos tibios y besos fogosos que descendían de los hombros hasta los senos, el hombre le susurró:

—Amor, vamos a…

Pero Carolina lo interrumpió:

—Estoy cansada, vamos a dormir. —y alargó la mano para apagar la luz.

Había pagado durante un año y se había enamorado de él hacía mucho tiempo. Ahora que puede hablar, quiere divorciarse. Pues no estoy de acuerdo. ¡No puede ser tan sinvergüenza!

En medio de la oscuridad, Lucas vio el rostro de Carolina y le brillaron los ojos, suspiró al tomarla entre sus brazos y la apretó contra sí, quedándose profundamente dormido.

El día siguiente.

Cuando Carolina se despertó, Lucas no estaba a su lado, ella entró en pánico y se levantó apresuradamente de la cama para buscarlo. La pequeña casa en la que vivían, la compró ella trabajando duro durante años, y después de casarse con él, se hizo tan acogedora. Ella había imaginado que su futuro sería cada vez mejor, él era muy bueno, aprendía todo de un tirón. Ella le dijo una vez que, seguramente, en su futuro ganaría mucho dinero para adquirir una casa grande donde vivir y él asintió con la cabeza prometiendoselo con mucha seriedad y aun no le había dado una casa grande, así que no podía irse.

Buscando desesperada en la habitación, Carolina iba perdiendo el color, pero la puerta se abrió y Lucas entró llevando el desayuno. Cuando Carolina le vio, se lanzó sobre él de inmediato y le abrazó con fuerza, como si temiera que saliera corriendo.

Lucas se sorprendió y preguntó, — ¿Qué pasa?

Carolina lo miró fijamente a los ojos, —Siempre estaremos juntos, ¿verdad?

Lucas se quedó callado.
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