Capítulo 28
Lucas frunció el ceño, colgó directamente el teléfono y salió. Dentro del jardín, Cecilia ya había llegado frente a la anciana señora. Llevaba un algodón de azúcar en la mano y se lo entregó a la anciana señora.

—Abuela, ¿crees que este gatito es mono?

A la anciana señora se le iluminaron los ojos al ver el algodón de azúcar, pero no alargó la mano para cogerlo, sino que tiró de la mano de Carolina. —Nieta política, cómprame algodón de azúcar, no me gustan los gatitos, sino los conejos.

En el momento en que Cecilia apareció, los nervios de Carolina se tensaron inconscientemente.

Sin embargo, cuando llegó la voz de la anciana señora, su corazón se aflojó de repente y surgió un sentimiento indescriptible que la entristeció un poco y le dio ganas de llorar.

—Vale, te lo traeré.

La anciana señora Rodríguez sonrió, —Mi nieta política es la mejor.

Cecilia sostuvo el algodón de azúcar y se puso rígida en el aire. Retiró lentamente la mano y miró a Carolina, —A la abuela le gustas mucho.

Caro
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