Capítulo 24
—Treinta millones y la casa, ¿no lo quieres? —Lucas la miró astutamente, en sus ojos había emociones que ella no podía entender.

La mano de Carolina se cerró en un puño y le miró fijamente, desinflándose de repente. Ella quería lo todo. Con dinero y una casa, ¿por qué iba a seguir trabajando? Abandonar definitivamente esta ciudad, irse lejos, para que él no pudiera encontrarla nunca más. Oh.... hizo el ridículo, ¿cómo quería ir a encontrarla? Con cara fría, buscó el botiquín, se acercó a su lado y se sentó, abrió el botiquín y sacó el contenido y empezó a esterilizar sus heridas.

—Me duele. —Susurró.

Aquella voz baja y magnética estaba justo al lado de sus oídos, ligeramente ronca, teñida de su singular sensación granulada, un choque fatal para los oídos de Carolina. Su respiración se agitó durante unos minutos, y el movimiento de sus manos aumentó en lugar de ser ligero. Esta vez, Lucas no dijo nada. Sólo la miró en silencio, sus cejas eran frías, sus grandes rasgos eran exquisitos y
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