Capítulo 3
—Di algo.

Pero Lucas, se dio la vuelta y la apartó, devolviéndose y colocando el desayuno en la mesa del comedor.

—Come primero —le dijo.

Carolina, hundida en su dolor, miró con tristeza su espalda. Ella lo detuvo anoche y no lo dejó decir ni la palabra divorcio, pero su actitud dejaba todo en claro: se estaba distanciando de ella.

¡Él no era así antes! Al principio, la seguía a todas partes, iba a donde ella fuera, pegajoso como un perrito. Ella lo enseñó a leer, juntos aprendieron el lenguaje de señas, así que él la miraba cada vez con más atención. Hiciera lo que hiciera ella, siempre la seguía con la mirada, como si ella fuera todo su mundo.

—Lucas, todavía no me has dado un beso de buenos días.— Le dijo Carolina, acercándosele. Ellos tenían ese acuerdo desde que comenzaron su relación.

Lucas empujó el café delante de ella, — Comamos primero, tengo algo que hablar contigo más tarde.

La mano de Carolina se cerró en un puño, — ¿Es que si no como, no dirás nada?

Los ojos oscuros de Lucas la miraron, — Lo has oído todo. — Se refería a lo que dijo ayer en el palco.

Carolina cerró los ojos y preguntó, —¿Por qué?— Aunque lo había aguantado una y otra vez, pero ahora que todo fue revelado, ya no podía engañarse a sí misma.

—Debo hacerme cargo de ella, porque es muy importante para mí.— Lucas dijo.

—¿Y yo? ¿Qué soy para ti? —Carolina lo miró lastimera— este año juntos, ¿Qué significa para ti? —Pensativa se le acercó. — Recuperaste la memoria y recordaste quién eres, ¿verdad?

—Sí—dijo él—… Carolinita, este año estuviste a mi lado, te estoy muy agradecido, te lo pagaré. Puedes pedir lo que quieras.

— No quiero el divorcio. — Carolina le miró y enfatizó cada palabra.

Lucas respondió con severidad:

—Debemos divorciarnos —y su actitud era tan indiferente a todo, algo que Carolina no le había visto antes.

Carolina apretando los puños lo miraba fijamente —¡No me voy divorciar!

Compensar, ¿Cómo podría compensar todo su amor y dedicación durante este año?

Lucas frunció las cejas, parecía un poco impaciente, — Carolina, si sigues así, no será bueno para ninguno de nosotros.

Carolina, sin embargo, se sentó y empezó a desayunar sin hablar. De todos modos, ella nunca se divorciaría. Lucas se sentía abrumado, lo vivido durante el último año, llegaba por momentos a su memoria y lo torturaba horriblemente.

Lucas, con total indiferencia le dijo:

—Te haré llegar el acuerdo de divorcio mas tarde, allí puedes mencionar tus condiciones, las que quieras.

Se dio la vuelta y se marchó.

¨¡Pum!¨ Carolina pateó la silla a su lado y, con ira, soltó:

—¡Maldito hombre! Es realmente un perro!

Carolina hizo todo lo posible por controlar sus emociones, respiró hondo varias veces hasta que se recompuso. Cuando estuvo lista y abrió la puerta para irse, efectivamente, el acuerdo de divorcio le llegó. Frente a ella estaba un hombre trajeado que le entregó enseguida el documento, pero Carolina sin verlo siquiera, lo rompió y le dijo:

—¿Divorcio? ¡imposible!

Y, sin importarle el visitante, se fue a su trabajo.
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