Capítulo 7
“¡Paf!”, Carolina abofeteó a Lucas.

—¿Indecente? Tú, un casanova que engaña a su esposa, ¿te atreves a llamarme indecente?

Las pupilas de Lucas se contrajeron de repente, ¡no esperaba en absoluto que se atreviera a golpearle! Él creció como un noble, ¿cuándo le habían tratado así? Con la punta de la lengua contra sus mejillas, agarró la muñeca de Carolina y la presionó contra la cama.

—Carolina, te he consentido demasiado —le dijo mientas caía pesadamente sobre ella.

Carolina se paralizó de inmediato, sintió miedo. Claro, era el tercer hijo de una familia adinera. Creció entre cosas buenas y excelentes servicios, con un estatus incomparablemente honorable. No había sido tratado así antes y se enfadaría. Pero se merecía esa bofetada, era su marido y la engañó.

Carolina trató de ignorar su miedo, sus ojos aún estaban teñidos de rojo, pero lo miró muy obstinada. —Mi cariño Lucas sí me consentía, pero tú, el honorable señor Rodríguez, ¿cuándo me ha consentido? ¿No te hace chiste echarme esas palabras en cara?

Lucas oscureció la mirada, ocultando una fría tormenta.

—Así, tu no despiertas interés en ningún hombre.

Lucas se levantó, soltándola con desprecio y se alejó.

Carolina se enfureció, su pecho subía y bajaba violentamente, ¿no le interesaba? Anoche seguía con ella en esta cama, ¿y hoy dice que no le interesa? ¿Podría ser por esa chica? La ira iba creciendo en todo su ser, se levantó detrás de él y lo abrazó —¡Lucas, no tienes permiso para irte! Aún no estamos divorciados! Debes quedarte conmigo.

—¿Quedarme? Pero si pareces una loca. —sonrió mirándola despectivo.

Durante medio años de matrimonio, como su esposa, Carolina naturalmente sabía cómo coquetear con él, sus suaves manitas directamente se deslizaron en su ropa, acariciando los músculos abdominales.

La respiración de Lucas se paró por un momentito, agarrando su muñeca, y dijo, — ¿Qué estás haciendo?

Ella se pegó al cuerpo de él—: ¿No dijiste que no despierto interés en los hombres? Lucas, debes identificarte con lo que dices.

Al ver su rostro sombrío, en la comisura de sus labios afloró un arco provocativo, — ¿Qué? ¿Quieres conservar tu cuerpo para esa mujer? Pero aún no estamos divorciados, tienes la obligación de completar lo que debes completar. —Metiendo su mano por senderos conocidos, ella le susurró:

—Si realmente no puedes, pagaré por tu trabajo, después de todo siempre me has servido bien, tu cintura sigue siendo buena para lo que la quiero ahora…

Lucas ardió en ira.

«Esta maldita mujer ¿por quién me toma?»

La pellizco en el cuello y, transmitiéndole escalofríos, dijo:

—¡Carolina, conocerás las consecuencias de provocarme!

La beso ferozmente, haciéndola cerrar los ojos aferrándose a él con devoción. Lágrimas resbalaron por sus ojos, lo tenía entre sus brazos, en su cuerpo, encontró al Lucas de antes. Él era el señor Rodríguez, y también era su cariño!

Vivió las consecuencias de su osadía, que la hacían dormir solo tres horas en la noche, pero en el sexo se aferraba a él. Pronunciando su nombre…

«¡Cariño mío, no me divorciaré de ti, aunque muera!»

El día siguiente.

Carolina llegó tarde, y se lo descontaron de su sueldo, informándole a ella que lo ordenó el director general personalmente. Carolina apretó los dientes y pensó:

«¡Maldito Lucas! Solo le di una sola bofetada y ya se vengó... Y con mi sueldo.»

Definitivamente era ingenua…

Cuando la reunión de la mañana terminó, Miguel le entregó un documento:

—Este informe necesita una investigación, ve y la haces.

Carolina lo cogió y vio que era en una obra en construcción. Enseguida frunció el ceño.

Miguel, viendo el gesto, le preguntó:

—¿Tienes alguna objeción sobre la orden del señor Rodríguez?
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