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El destino se entrelaza

Mientras continuaba mi día, una incomoda sensación de olvido me invadió. había dejado un folder importante en el banco. La información en su interior era crucial para las decisiones que estaba considerando. No podía permitirme perderlo.

Instruía a mi chofer para regresara al banco de inmediato. Mientras nos acercábamos al lugar, mi mente esta absorta en la idea de recuperar ese folder. Sabía que el tiempo era valioso, y no podía darme el lujo de perderlo.

Cuando llegábamos al banco, mi chofer se estacionó el automóvil frente a la entrada, y me baje para entrar, pero a lo lejos una figura en la acera llamó mi atención. Era una mujer, y la reconocí de inmediato con la misma que se cruzó en mi camino esa mañana., con la que tuve ese desafortunado encuentro.

No podía evitar notar que su rostro mostraba signos de angustia. Mientras sollozaba en medio de la acera, mi instinto compasivo se activó. No importa cuán ocupado estuviera, no podía simplemente ignorar a alguien en necesidad.

Le indique a mi chofer que fuera a recoger el folder mientras me acercaba a esa mujer. Me senté a su lado en el banco de la acera, y aunque ella parecía sorprendida por mi presencia, decidí romper el silencio.

¿Estas bien? Pregunté, tratando de sonar amable y preocupado.

Ella me explicó rápidamente su situación, y la angustia en su voz era evidente. Habló sobre la deuda medica que afectaba a su familia y el ultimátum del hospital del hospital. Era una carga emocional que podía sentir en sus palabras.

Lo siento por lo estás pasando, dije sinceramente, tratando de ofrecer consuelo. Quizás… podríamos hablar de cómo puedo ayudarte.

Ella me miró con sorpresa y, aunque su expresión seguía siendo cautelosa, estaba dispuesta a escuchar. La posibilidad de encontrar una solución para su situación parecía intrigarla. La incertidumbre flotaba en el aire mientras consideraba mi oferta, y no podía evitar sentir que este encuentro inesperado podría cambiar el rumbo de nuestras vidas de maneras que aún no comprendíamos.

Finalmente, decidí dar un paso adelante en esta inusual conexión. Y le pregunte por su nombre a lo cual ella respondió de manera serena. Emily Mitchell, alzando su mirada me dijo y tu ¿cómo te llamas?

Saqué mi tarjeta de presentación de mi billetera y se la entregué y mi nombre es Nicholas Anderson. Si deseas escuchar más sobre cómo puedo ayudarte, dije, no dudes en llamarme. Estoy dispuesto a hablar de opciones y soluciones.

Emily tomó mi tarjeta con cautela, sus ojos reflejaron una mezcla de esperanza y duda. Era un primer paso, un gesto que podría llevarnos por caminos inexplorados. Mientras nos despedíamos y me alejaba para continuar con mi día, no podía evitar pensar en el giro inesperado que había tomado mi jornada y en la posibilidad de que este encuentro con Emily Mitchell marcaría el comienzo de un nuevo capítulo en nuestras vidas.

Esa mañana, después de mi inesperado encuentro con Emily en el banco, regrese a mi oficina en Anderson Enterprise, donde las responsabilidades empresariales me esperaban con impaciencia.

A pesar de las interminables demandas de mi trabajo, mi mente no dejaba de divagar hacia la conversación que había mantenido con ella. Las imágenes de nuestra charla se entremezclaban con los informes y los documentos en mi escritorio, y la posibilidad de ayudarla en su difícil situación financiera se convertía en una constante en mi mente.

Cada vez que miraba la pantalla de mi computadora o atendía una llamada telefónica, un destello de recuerdo de nuestra conversación emergía en mi cabeza. Recordaba la expresión preocupada en su rostro, sus palabras sinceras y la forma en que sus ojos reflejaban la urgencia de su situación. A pesar de mi vida profesional agitada, no podía evitar sentir una profunda empatía por ella y su familia.

Mis pensamientos se dividían entre las responsabilidades del trabajo y la creciente necesidad de encontrar una solución para ayudarla. Me preguntaba si había alguna manera de combinar ambas facetas de mi vida, de encontrar un equilibro entre mis obligaciones laborales y la posibilidad de ser un apoyo en su momento de necesidad.

Mientras revisaba algunos informes en mi despecho, mi mejor amigo y abogado de confianza, David, entro en la habitación. Al ver mi expresión pensativa, no perdió tiempo en señalarlo.

¿Pasa algo, Nicholas? Preguntó David, inclinándose sobre mi escritorio.

Tomé un momento antes de responder, eligiendo cuidadosamente mis palabras. Le conté sobre el encuentro en el banco y como Emily estaba luchando con una abrumadora deuda médica que amenazaba a su familia. David escuchó atentamente, su expresión reflexiva mientras asimilaba la información.

Es una situación difícil, comento David después de un momento. Pero también me hace pensar en algo. Nicholas.

Le miré, intrigado por sus palabras. ¿En qué estás pensando, David?

David sonrió de manera significativa. Podrías aprovechar esta situación en tu beneficio, Nicholas. Podrías considerar casarte por conveniencia.

Sus palabras me sorprendieron. La idea de un matrimonio por conveniencia no era nueva, pero hasta el momento, no la había considerado en serio. David prosiguió, explicando cómo un matrimonio de este tipo podría ser la solución para cumplir con la cláusula del testamento de mi abuelo y, al mismo tiempo, ayudar a Emily con sus problemas financieros.

Mientras David hablaba, mi mente se llenaba de preguntas. Era una propuesta pragmática, pero también planteaba un sinfín de desafíos. La idea de casarme por conveniencia con alguien que apenas conocía era desconcertante, y no podía evitar preguntarme cómo afectaría mi vida personal y profesional. Me preguntaba cómo afectaría esta decisión mi vida personal. ¿Cómo sería vivir con alguien con quien no compartía un vinculo emocional genuino? ¿Podríamos llevar una vida matrimonia que, en esencia, sería un acuerdo de negocios, sin amor ni afecto real? ¿Cómo afectaría esto mi propi felicidad y bienestar emocional?

La conversación con David dejó una semilla de reflexión en mi mente. El futuro era incierto, y estaba a punto de tomar una decisión que tendría un profundo impacto en mi vida y en la de Emily. Mientras contemplaba las posibilidades, sabía que había más en juego de lo que cualquiera de nosotros podía imaginar.       

  

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