El día que había estado esperando finalmente llegó. Me encontraba en la sala de estar, mirando mi reflejo en el espejo mientras ajustaba la corbata. Intentaba mantener la calma, pero la verdad es que los nervios me estaban ganando. Mis dedos temblaban ligeramente mientras revisaba los últimos detalles en mi celular. Todo tenía que salir perfecto. Había planeado este momento al milímetro, y nada podía salir mal.De repente, escuché unos pasos ligeros en la escalera. Levanté la vista, y mi corazón se detuvo por un instante. Allí, en lo alto de la escalera, estaba Sarah, deslumbrante, bajando con gracia, cada paso que daba parecía iluminar la habitación. Su vestido, aunque sencillo, acentuaba cada curva de su cuerpo y su cabello caía en ondas suaves sobre sus hombros. Su mirada reflejaba una mezcla de felicidad y ansiedad.- Ya estoy lista -dijo con una sonrisa tímida, aunque me preocupa que Emily no me haya llamado para ayudarle con los preparativos de este día. Quizás no quiere molesta
SARAHEmily me llevó por el pasillo de la casa, hasta llegar a una habitación con puertas de madera tallada. Al abrirlas, me quedé sin palabras. La habitación estaba iluminada por la suave luz de un candelabro, y en el centro, sobre un maniquí, estaba el vestido de encaje estilo sirena que me había probado una semana atrás. Era un sueño hecho realidad.Me voltee hacia mi mejor amiga, mis ojos se llenaron de lágrimas de emoción.- Amiga, ¿es este el vestido que vimos en la tienda? ¿Es realmente para mí? pregunté, con la voz quebrada por la emoción.Emily asintió, sonriendo con satisfacción.- Sí, amiga. David se aseguró de que todo fuera perfecto para ti. Este vestido estaba destinado a ser tuyo desde el primer momento que lo viste.Me giré y toqué el vestido, sintiendo la suavidad del encaje bajo mis dedos. Estaba maravillada por la atención a los detalles: las pequeñas flores bordadas y el brillo sutil de las perlas que adornaban el escote. Sin poder contener mis emociones, giré y ab
DAVIDEl sol brillaba con fuerza en el cielo, y el jardín estaba lleno de flores de colores vibrantes. Las risas de nuestros amigos y familiares flotaban en el aire, mientras el sonido suave de la música creaba una atmósfera de ensueño. Me encontraba de pie junto al altar, ya vestido con un traje negro impecable. Podía sentir cómo mi corazón latía con fuerza, y mis manos temblaban ligeramente de la emoción. Esta era la culminación de todo, el momento que había esperado, el día en que uniría mi vida a la de Sarah para siempre.A mi alrededor, los invitados comenzaron a susurrar, y supe que había llegado el momento. Levanté la vista y la vi. ella estaba de pie en la entrada del jardín, con su vestido de novia que se ajustaba perfectamente a su figura. Era un ángel, su sonrisa era brillante, y sus ojos reflejaban la luz del sol, llenos de amor y felicidad. Caminaba con paso lento y seguro, tomada del brazo de su madre, quien la llevaba hacia mí.El mundo desapareció a mi alrededor. No ve
La ceremonia había terminado y los invitados se reunían en el gran jardín para la recepción. El lugar brillaba bajo las luces colgantes que titilaban como estrellas, mientras las flores blancas y lilas adornaban cada rincón, envolviendo el ambiente en una atmósfera mágica. Sarah y yo entramos de la mano, recibidos por aplausos y sonrisas de nuestros seres queridos. Mi corazón latía rápidamente, no solo por la emoción de estar casado con la mujer de mi vida, sino también por la noticia de que pronto seríamos padres.La música suave llenaba el aire cuando tomé a Sarah de la mano y la guie hacia la pista de baile. Las luces se atenuaron, y una melodía lenta comenzó a sonar. La acerqué por la cintura, mientras ella envolvía sus brazos alrededor de mi cuello, nos movíamos al ritmo de la música.- Eres mi todo, Sarah -le susurré al oído mientras nos movíamos bajo las luces brillantes. Nunca he sido más feliz.Ella sonrió con lágrimas de alegría en sus ojos.- David, no puedo pedir nada más.
SARAHRecuerdo cada detalle de ese día como si hubiera sido ayer. A veces, los momentos más importantes de nuestra vida parecen pasar en un abrir y cerrar de ojos, pero este... este se quedó grabado en mi memoria para siempre.Me desperté esa mañana sintiendo que algo estaba por suceder. El peso de mi vientre era una constante, pero había una emoción, un presentimiento de que el bebé no esperaría mucho más. El sol se filtraba a través de las cortinas, iluminando la habitación con una luz suave y cálida, casi como si estuviera preparando el escenario para el gran evento.- David... susurré, aunque sabía que estaba profundamente dormido a mi lado. Siempre había sido así, el sueño pesado y despreocupado de alguien que sabe que las cosas están bajo control. Lo envidiaba un poco por eso. Me giré lentamente, sintiendo cada movimiento como un desafío, y acaricié su mejilla para despertarlo.Él gruñó un poco, apenas abriendo los ojos.- ¿Qué pasa? murmuró, su voz ronca por el sueño.- Creo qu
La lluvia caía incesante sobre las calles de Nueva York, como lágrimas del cielo que lamentaban las decisiones que Emily Mitchell estaba a punto de tomar. El viento aullaba, llevando consigo sus suspiros de angustia mientras caminaban por las brillantes luces de Time Square. Su mente estaba en un torbellino, atrapada en una tormenta de deudas médicas y la presión de mantener a flote a su familia.El destino de Emily la llevó a un edificio de gran altura en el corazón de Manhattan, un lugar oscuro y enigmático donde las sombras parecían cobrar vida. Allí, en una oficina lujosamente amueblada con vistas panorámicas de la ciudad que nunca duerme, se encontró cara a cara con Nicholas Anderson. Alto, guapo y vestido con traje impecable, Nicholas tenía un aire de misterio que la hizo preguntarse si estaba haciendo el trato adecuado o si estaba entrando en un mundo de sombras aún más oscuro.El contrato estaba sobre la mesa, esperando a ser firmado. Un matrimonio de conveniencia, eso es lo q
EMILYSoy Emily Mitchell, una mujer de treinta años con una vida que, hasta hace poco seguía un guion perfectamente trazado. Vivo en un modesto pero acogedor apartamento en el Upper West Side de New York. Mi mundo esta llenó de libros, leyes y una rutina meticulosamente planeada.Soy abogada, una profesional que trabaja en uno de los bufetes de abogados más respetados de la ciudad. Mi carrera ha sido una fuente constante de satisfacción y desafío. Los tribunales, los contratos y las negociaciones son mi pan de cada día. Mi pasión por el derecho es inquebrantable, y no temo luchar en la sala de audiencias cuando es necesario.Mi día típico comienza temprano, a la seis de la mañana. Practico yoga en mi sala de estar antes de que el sol se levante, una rutina que me ayuda a mantener la calma y el equilibrio en mi vida agitada. Luego, me preparo para enfrentar el bullicio de la ciudad. Mi armario está lleno de trajes a medida y accesorios elegantes; mi apariencia es un reflejo de la profe
EMILY La llamada de mi hermano Daniel había marcado el comienzo de una tormentosa etapa en mi vida. Después de colgar el teléfono, me encontré paralizada por las noticias de las crecientes deudas médicas que asediaban a mi familia. Las preocupaciones que me habían acosado en secreto durante años se habían convertido en una realidad ineludible. Mi madre estaba liberando una ardua batalla contra una enfermedad crónica durante un largo tiempo, una lucha que había ejercido una inmensa presión sobre nuestros recursos financieros. No escatimamos esfuerzos en brindarle la mejor atención médica posible, pero lamentablemente, los costos asociados con su tratamiento habían aumentado de manera exponencial con el tiempo. Las facturas médicas, como ominosos nubarrones, se cernía amenazantes sobre nuestras cabezas, formando una carga financiera cada vez más pesada. Cada visita al hospital, cada medicamento recetado y cada procedimiento médico se traducían en cifras abrumadoras que se acumulaban