SARAHRecuerdo cada detalle de ese día como si hubiera sido ayer. A veces, los momentos más importantes de nuestra vida parecen pasar en un abrir y cerrar de ojos, pero este... este se quedó grabado en mi memoria para siempre.Me desperté esa mañana sintiendo que algo estaba por suceder. El peso de mi vientre era una constante, pero había una emoción, un presentimiento de que el bebé no esperaría mucho más. El sol se filtraba a través de las cortinas, iluminando la habitación con una luz suave y cálida, casi como si estuviera preparando el escenario para el gran evento.- David... susurré, aunque sabía que estaba profundamente dormido a mi lado. Siempre había sido así, el sueño pesado y despreocupado de alguien que sabe que las cosas están bajo control. Lo envidiaba un poco por eso. Me giré lentamente, sintiendo cada movimiento como un desafío, y acaricié su mejilla para despertarlo.Él gruñó un poco, apenas abriendo los ojos.- ¿Qué pasa? murmuró, su voz ronca por el sueño.- Creo qu
La lluvia caía incesante sobre las calles de Nueva York, como lágrimas del cielo que lamentaban las decisiones que Emily Mitchell estaba a punto de tomar. El viento aullaba, llevando consigo sus suspiros de angustia mientras caminaban por las brillantes luces de Time Square. Su mente estaba en un torbellino, atrapada en una tormenta de deudas médicas y la presión de mantener a flote a su familia.El destino de Emily la llevó a un edificio de gran altura en el corazón de Manhattan, un lugar oscuro y enigmático donde las sombras parecían cobrar vida. Allí, en una oficina lujosamente amueblada con vistas panorámicas de la ciudad que nunca duerme, se encontró cara a cara con Nicholas Anderson. Alto, guapo y vestido con traje impecable, Nicholas tenía un aire de misterio que la hizo preguntarse si estaba haciendo el trato adecuado o si estaba entrando en un mundo de sombras aún más oscuro.El contrato estaba sobre la mesa, esperando a ser firmado. Un matrimonio de conveniencia, eso es lo q
EMILYSoy Emily Mitchell, una mujer de treinta años con una vida que, hasta hace poco seguía un guion perfectamente trazado. Vivo en un modesto pero acogedor apartamento en el Upper West Side de New York. Mi mundo esta llenó de libros, leyes y una rutina meticulosamente planeada.Soy abogada, una profesional que trabaja en uno de los bufetes de abogados más respetados de la ciudad. Mi carrera ha sido una fuente constante de satisfacción y desafío. Los tribunales, los contratos y las negociaciones son mi pan de cada día. Mi pasión por el derecho es inquebrantable, y no temo luchar en la sala de audiencias cuando es necesario.Mi día típico comienza temprano, a la seis de la mañana. Practico yoga en mi sala de estar antes de que el sol se levante, una rutina que me ayuda a mantener la calma y el equilibrio en mi vida agitada. Luego, me preparo para enfrentar el bullicio de la ciudad. Mi armario está lleno de trajes a medida y accesorios elegantes; mi apariencia es un reflejo de la profe
EMILY La llamada de mi hermano Daniel había marcado el comienzo de una tormentosa etapa en mi vida. Después de colgar el teléfono, me encontré paralizada por las noticias de las crecientes deudas médicas que asediaban a mi familia. Las preocupaciones que me habían acosado en secreto durante años se habían convertido en una realidad ineludible. Mi madre estaba liberando una ardua batalla contra una enfermedad crónica durante un largo tiempo, una lucha que había ejercido una inmensa presión sobre nuestros recursos financieros. No escatimamos esfuerzos en brindarle la mejor atención médica posible, pero lamentablemente, los costos asociados con su tratamiento habían aumentado de manera exponencial con el tiempo. Las facturas médicas, como ominosos nubarrones, se cernía amenazantes sobre nuestras cabezas, formando una carga financiera cada vez más pesada. Cada visita al hospital, cada medicamento recetado y cada procedimiento médico se traducían en cifras abrumadoras que se acumulaban
Después de aquel desagradable encuentro en el banco, regrese a la fila, sintiéndose aún más frustrada por la falta de avance en mi búsqueda de ayuda financiera. Había explicado mi situación al empleado del banco, pero después de revisar mis antecedentes crediticios y evaluar mi situación, la respuesta que recibí fue desoladora: Lo siento, señorita Mitchell, pero en este momento no podemos aprobar su solicitud de préstamo. Mis esperanzas se desmoronaron antes esa negativa. Salí del banco con la sensación de que las puertas se me cerraban en todas las direcciones, como si el destino se burlara de mí., me despedí de Sarah, ya que ella tenía algo urgente que hacer. Mientras caminaba por la acera, con lágrimas de frustración a punto de brotar, recibí una llamada en mi teléfono. Era el hospital donde mi madre estaba siendo tratada, con él corazón en la garganta respondí. Señorita Mitchell, soy el director del hospital, dijo una voz grave al otro lado de la línea. Necesito hablar con uste
Mientras continuaba mi día, una incomoda sensación de olvido me invadió. había dejado un folder importante en el banco. La información en su interior era crucial para las decisiones que estaba considerando. No podía permitirme perderlo.Instruía a mi chofer para regresara al banco de inmediato. Mientras nos acercábamos al lugar, mi mente esta absorta en la idea de recuperar ese folder. Sabía que el tiempo era valioso, y no podía darme el lujo de perderlo.Cuando llegábamos al banco, mi chofer se estacionó el automóvil frente a la entrada, y me baje para entrar, pero a lo lejos una figura en la acera llamó mi atención. Era una mujer, y la reconocí de inmediato con la misma que se cruzó en mi camino esa mañana., con la que tuve ese desafortunado encuentro.No podía evitar notar que su rostro mostraba signos de angustia. Mientras sollozaba en medio de la acera, mi instinto compasivo se activó. No importa cuán ocupado estuviera, no podía simplemente ignorar a alguien en necesidad.Le indi
EMILYPasaron dos días desde mi conversación con Nicholas. Había estado dando vueltas al asunto en mi mente, sopesando las opciones y considerando la posibilidad de aceptar su oferta de ayuda. Era una decisión que podría cambiar el rumbo de mi vida y la de mi familia, y no quería tomarla a la ligera.Una tarde soleada, decidí hablar con mi mejor amiga, Sarah, sobre la situación. nos encontramos en un tranquilo café, y mientras compartí mi dilema, su mirada comprensiva me dio apoyo que necesitaba. Sarah había sido mi confidente durante años, y su sabio consejo siempre había sido un faro en momentos de incertidumbre.Emily, a veces la vida nos presenta oportunidades inesperadas, dijo Sarah con calma. Puede que esta es una de esas ocasiones. ¿Por qué no te da la oportunidad de ver qué tiene para ofrecer Nicholas?Su perspectiva me hizo reflexionar. Tal vez era cierto, tal vez el destino estaba jugando un papel en todo esto. Y quizás, solo quizás, Nicholas podría ser la clave para resolve
NICHOLASLa cena con Emily había terminado de una manera que jamás hubiera anticipado. Después de que ella me arrojara el agua en la cara y se marchara furiosa del restaurante, me encontré en un estado de desconcierto. Mi propuesta de matrimonio por conveniencia la había indignado, y no podía culparla por su reacción. Había subestimado la magnitud de los que estaba sugiriendo.Los días siguientes se deslizaron en un abismo de incertidumbre, formando un paréntesis cargado de ansiedad. El silencio de Emily me tenía atrapado entre dos mundos, uno donde se encontraba la preocupación por su bienestar y el otro donde se desataban las inquietudes sobre cómo habíamos dejado las cosas.Mis pensamientos se teñían de preocupación, como una sombra que se negaba a desaparecer. Había tomado la decisión de ofrecerle mi ayuda en un momento de desesperación, un gesto impulsivo que parecía tan correcto en ese momento. Pero su respuesta, explosivo y negativa, había generado una tormenta en mi mente. Las