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Un cruce de caminos

Después de aquel desagradable encuentro en el banco, regrese a la fila, sintiéndose aún más frustrada por la falta de avance en mi búsqueda de ayuda financiera. Había explicado mi situación al empleado del banco, pero después de revisar mis antecedentes crediticios y evaluar mi situación, la respuesta que recibí fue desoladora: Lo siento, señorita Mitchell, pero en este momento no podemos aprobar su solicitud de préstamo.

Mis esperanzas se desmoronaron antes esa negativa. Salí del banco con la sensación de que las puertas se me cerraban en todas las direcciones, como si el destino se burlara de mí., me despedí de Sarah, ya que ella tenía algo urgente que hacer.

Mientras caminaba por la acera, con lágrimas de frustración a punto de brotar, recibí una llamada en mi teléfono. Era el hospital donde mi madre estaba siendo tratada, con él corazón en la garganta respondí.

Señorita Mitchell, soy el director del hospital, dijo una voz grave al otro lado de la línea. Necesito hablar con usted urgentemente.

Mi mente se llenó de temores mientras escuchaba al director del hospital explicar la situación. Las deudas médicas de mi madre habían alcanzado un punto crítico, y el hospital estaba presionado para el pago de la factura pendiente. Tiene una semana para liquidar toda la deuda, anuncio el director.

Las palabras retumbaron en mis oídos como un eco ominoso. Una semana. No era el tiempo suficiente para encontrar una solución, pero el hospital no estaba dispuesto a esperar más. El estrés y la incertidumbre me aplastaban, y sentí un nudo en el estómago.

Cuando colgué el teléfono, me encontré en medio de la calle, incapaz de contener las lágrimas. Las preocupaciones financieras se habían vuelto una pesadilla que amenazaba con destruir a mi familia. No sabía cómo podría conseguir la cantidad de dinero necesaria en tan poco tiempo.

Mientras sollozaba en medio de la acera, una figura se acercó, y reconocí de inmediato al hombre que me había derramado el café en el banco.

¿Estás bien? Preguntó, su tono de voz sorprendentemente compasivo.

Le explique la situación con rapidez, sin detenerme a considerar la ironía de encontrarme con él de nuevo en ese momento crucial. Él me escucho en silencio mientras le contaba sobre la deuda médica de mi madre y el ultimátum del hospital.

Lo siento por lo que estás pasando, dijo finalmente, y aunque su expresión era neutral, sus palabras sonaban sinceras. Quizás… podríamos hablar de cómo puedo ayudarte.

Su oferta era intrigante, pero también inquietante. A pesar de la urgencia de mi situación, no sabía si podía confiar en él. La incertidumbre me envolvía mientras contemplaba la posibilidad de aceptar su propuesta, y mi mente se llenaba de preguntas sin respuesta. 

NICHOLAS

El día que me entere de la cláusula del testamento, sentí como si el suelo se hubiera movido bajo mis pies. La presión aumentaba con cada día que pasaba, y la fecha límite se acercaba inexorablemente. La idea de un matrimonio por conveniencia había comenzado a rondar mi mente como una solución pragmática, pero también llena de incertidumbre.

Decidí que era el momento adecuado para tomar medidas concretas y encaminarme hacia un futuro más seguro y estable. Ese día, me dirigí al banco con la firme determinación de buscar asesoramiento financiero y explorar todas las opciones disponibles. Mi mente estaba enfocada en garantizar que estaría completamente preparado cuando llegara el momento de asumir la dirección de la empresa familiar.

La mañana esta fresca y llena de expectativas mientras atravesaba las puertas del banco. La arquitectura impone y las luces brillantes del vestíbulo contrastaban con mis preocupaciones internas, pero me sentía decidido a enfrentarlas. Tomé un número y me senté observando las personas que esperaban, cada una con sus propias inquietudes financieras. 

Fue entonces cuando un encuentro casual cambio el rumbo de mi día. Mientras me encontraba en el banco, cargando con una taza de café en una mano y una carpeta en la otra, noté que la fila avanzaba lentamente. Decidí acelerar las cosas, así que me aproximé a la mujer que estaba en frente de mí y le pedí cortésmente que se moviera un poco para despejar el camino.

Sin embargo, ella parecía absorta en su conversación con el empleado del banco y me ignoró por completo. Decidí dar un paso atrás para esperar con paciencia, pero un mal cálculo hizo que tropezara y derramara mi café sobre su chaqueta.

El líquido caliente se esparció por la tela, y una oleada de frustración me invadió. gire hacia mí con una mirada de enojo.

¡Mira lo que has hecho! Exclamo, tratando de limpiarse el café derramado con un pañuelo.

Mis disculpas fueron sinceras, y me apresure a bajar mi carpeta para ver el daño. Mis disculpas, fue un accidente, dije en tono sereno, lamentando profundamente la situación incómoda en la que nos encontrábamos.

Su respuesta, sin embargo, fue una mirada llena de sarcasmo. ¿Un accidente? Replicó con amargura. Parece que deberías tener más cuidado.

Sus palabras me hicieron sentir aún más incómodo, y sabía que no podía arreglar la situación de inmediato. Decidí disculparme nuevamente antes de alejarme, sintiendo que esa breve interacción había sido un encuentro inoportuno.

A medida que me alejaba del banco, mi mente volvía a centrarse en la inminente fecha límite para cumplir con la cláusula del testamento de mi abuelo. Las preguntas sin respuesta llenaban mi mente mientras continuaba con mi búsqueda de soluciones para garantizar el futuro de Anderson Enterprise.

Cada paso que daba me llevaba más cerca del momento crucial en el que debía encontrar una solución que aseguraba el futuro de la empresa. Las preguntas sin respuesta llenaban mi mente, como sombras persistentes que se negaban a desaparecer. ¿Cómo podría cumplir con la cláusula del testamento sin sacrificar mi propia felicidad? ¿Podría encontrar una manera de mantener a la empresa a flote y, al mismo tiempo, encontrar un equilibrio en mi vida personal? 

Si bien aquel encuentro con ella, había sido inusual y desagradable, no podía evitar sentir que nuestras vidas estaban destinadas a cruzarse nuevamente. La incertidumbre sobre lo que vendría a continuación me perseguía mientras contemplaba las decisiones que se avecinaban.

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