Harry estaba de camino a la habitación de su hijo Jedward, no quería pasar la noche con su esposo, quien había jurado hace tres años jamás volverle a levantar la mano, al menos que sea para una caricia suave.
Después de que Liam le había soltado ese puñetazo en el rostro se encerró en el baño y no había vuelto a salir de allí. Harry por su parte había sido inteligente y cuando escuchó el agua de la ducha caer salió de allí sin pensarlo dos veces.
Entró a la habitación de su hijo y vio que estaba en penumbras y que la cama estaba vacía, así que sin encender la luz fue directamente hacia el armario donde lo encontró con su oso de peluche llamado Hazza.
El oso de peluche había adoptado ese nombre simplemente porque tenía el mismo color de ojos al igual que los de su padre.
— Hey, príncipe, ya puedes salir —el niño levantó los brazos para que Harry lo tomara.
Harry tomó a su hijo en brazos intentando hacerse el menor daño posible.
Fue hacia la cama donde dejó a su hijo en esta y luego se quitó la ropa quedando en ropa interior. Se acostó en la cama y atrajo a su hijo en sus brazos, quedando en una posición cómoda para ambos.
—Tenía mucho miedo, Papi. Escuché muchos gritos y entonces hice lo que me pediste —dijo, escondiendo, su rostro en el cuello del mayor.
— Estoy orgulloso de ti, príncipe, hiciste lo mismo que te pedí —besó su cabello.
— ¿Qué pasó con papá? —preguntó, curioso.
— Nada, príncipe. No tienes de qué preocuparte. Ahora duerme que mañana es otro día —murmuró, lo último.
Jedward se acercó más a él y le dio un beso a su padre antes de dormirse.
Harry estaba en la cocina preparando el desayuno junto a su hijo, quien intentaba mezclar algo sin sentido. O sea, Harry le había dado harina y un poco de agua para que estuviera entretenido en algo mientras él hacía el desayuno para los tres.
— Me siento estúpido, papi, no sirvo para esto —dejó las cosas aún lado, y se cruzó de brazos.
— No eres estúpido, príncipe. Sólo te di eso para que te entretuvieras con algo —le dio un beso en la mejilla.
— Te amo, Papi —besó la mejilla de Harry.
— Yo también —sonrió.
— Buenos días —dijo Liam, entrando a la cocina con su traje puesto. Listo para salir.
— Buenos días —respondió cortante el rizado.
— Buenos días, papá —dijo su hijo, feliz.
Liam se acercó a Harry para darle un beso y éste se quejó porque había besado su lado lastimado.
— Aléjate —apartó su rostro.
— Espero que no me sigas llevando la contraria. Lo de anoche sólo fue el comienzo de lo que puedo llegar hacer, así que sé un buen esposo y sigue con el desayuno —besó su mejilla otra vez, y se sentó al lado de Jedward como si nada hubiese pasado.
Terminó de hacer el desayuno y les colocó los platos a cada uno enfrente y él se sentó al lado de Jedward.
Esa mañana ninguno quiso ir a comer al comedor y Harry lo agradeció internamente.
— Papá, ¿Por qué Papi tiene la cara roja? —señaló, el lado donde Harry tenía el golpe.
Liam miró a Harry esperando que este le diera la respuesta que estaba esperando su hijo, pero Harry le dio la espalda como si no hubiese escuchado nada.
— ¿Por qué preguntas eso? —dejó aun lado el plato.
— Porque papi no me quiso decir y me dijo que te preguntara a ti —hizo un puchero.
— Él solo tiene eso porque se portó mal y nada más —sonrió, forzado.
— Él nunca se ha portado mal, papá. Tú siempre le dices cosas feas y él siempre llora por eso. A mí no me gusta que papi llore, yo también lloro con él y a mí no me gusta llorar, papá —sus ojos se llenaron de lágrimas.
— Tú no tienes porque llorar, eres un hombre y los hombres no lloran. Así que ya sabes nada de lágrimas, solo sonrisas y si llegas a llorar que sea de felicidad y nada más —besó su mejilla.
— Quiero que ya no le grites a papi, él es muy bueno. Me enseña muchas cosas, como números, letras raras y cocinar ya no seas tan malo con él.
— Lo haré, amor, lo prometo.
Harry quien había escuchado la conversación en silencio no dijo nada solo rió sin humor ni gracia. Liam nunca cambiaría su forma de ser, ni con el sermón de su hijo más pequeño le acaba de dar.
El pequeño niño no siguió hablando del tema y cuando terminó su desayuno se levantó de allí y salió por el patio trasero hacia la casa de Kayled.
Liam después de ver a su hijo salir de la casa se volteó hacia donde Harry para observarlo con la mandíbula apretada y con los puños cerrados.
— ¿Por qué razón no le dijiste algo a nuestro hijo? —se levantó de su asiento.
— Porque no fue a mí a quien le preguntó, por si no te habías dado cuenta —sonrió, sin mostrar los dientes.
— Pero al menos tenías el derecho de haberle dicho algo, no dejarme la responsabilidad a mí y nada más —se colocó enfrente de él.
— Me imagino que querías que le dijera a nuestro hijo porque tengo la cara hinchada, porque me gritaste la noche interior y del porqué fui a dormir con él —levantó una ceja.
— No me tientes, Hamilton. Sabes bien que soy capaz de muchas cosas si una vez fui capaz de golpearte hasta cansarme y violarlarte lo haría una y otra vez, así que ya sabes no me busques porque me encuentras —besó sus labios de forma ruda—. Espérame despierto, vestido como lo hacías antes, quiero recordar viejos tiempos —dicho eso salió de la cocina dejando a Harry conteniendo los sollozos.
— Al parecer Harry no te atendió como debería atenderte —se burló Michael de él.
— Cállate, solo necesito un poco de silencio y nada más, solo eso —se sobó las sienes.
—Si sigues con tu cara de póker perderás a Harry otra vez —ambos entraron al coche.
— Él no se irá otra vez, primero lo encierro en la habitación y luego lo mato —habló serio.
— Solo te estoy advirtiendo sobre eso, sabes bien Harry es muy sensible en algunas cosas mejor dicho en todas las cosas, así que te aconsejo que no lo trates como antes —él también hablo serio.
— Es mejor que hagas silencio, sé muy bien cómo tratar a Harry. Llevamos tres años de casados y si tenemos buenas y malas es normal en las parejas de hoy en día, así que cállate y sigue con tu vida y yo con la mía —finalizó esa conversación.
— Tienes razón, es mejor que te deje hacer tu vida y yo seguiré con la mía. Que conste que te lo advertí —murmuró.
— Háblame del niño que te gusta —cambió de tema.
— No es nada del otro mundo, su nombre es Carl y nada más —se encogió de hombros.
— ¿Eso es todo? — preguntó con diversión.
— Bien. Su nombre es Carl, tiene dieciocho años, está en la universidad estudiando medicina. Ya tuvimos sexo es todo —se encogió de hombros.
— ¿Ya te lo tiraste? —preguntó sentándose mejor.
— ¿Tu qué crees? Estamos juntos desde que él tiene quince años, tenemos casi tres años juntos y todo va de maravilla —sonrió.
— Eres peor que yo —negó riendo.
Liam sabía que Harry cumpliría con la orden que le dejó hoy en la mañana, sabía que Harry le tenía miedo antes, durante y después de haberse casado.Sabía que Harry temía que algún día Liam llegara a convertirse en lo que fue hace más de cinco años. Tenía en claro que se había sacado la lotería, cuando lo vio entrar a su habitación su corazón se paralizó por completo.— Ya es hora de irnos —murmuró Michael, entrando al despacho de este.— Ya. Tengo planes para este fin de semana —sonrió, con arrogancia.Harry tomó algunas cosas de su hijo y echó en una peque&n
Lo único que se escuchaba en esa habitación eran los gritos de dolor del pequeño rizado. Su cabeza dolía al máximo de los fuertes jalones que Liam le daba, su cabeza explotaba, sus lágrimas salían sin control, mientras suplicaba a los dioses que esa tortura acabara.Sentía como las manos de Liam dejaban marcas a su paso. Cada embestida era una tortura a su parte trasera. Gritó cuando de nada sintió como bajaba un líquido de entre sus piernas, soltó un gran sollozo al darse cuenta de que era sangre.— Me estás lastimando, ya detente —le suplicó.— Esto — una embestida—... a penas —otra—… empieza —dicho eso enterró la cabeza del rizado en las almoha
Su vida ya no vale nada, por lo único que vive es por su hijo hermoso de cinco años que cada día se parece más a él. Volverían a lo mismo de hace cinco años atrás. Las vueltas de la vida, ahora tendría que volver a hacer la puta de Liam otra vez.Algo que pensó que se había acabado hace tres años después que se casaron, su vida volvía hacer la mía de antes, sentía que era un déjà vù.Las veces que Liam lo violó con su hijo en el vientre y ahora se repetía lo mismo otra vez, sólo que su bebe tenía un mes de estar dentro de él y eso lo asustaba. Aún recordaba cómo fue tener a su hijo la primera vez, tuvieron que ponerle anestesia para poder hacerle la cesárea.
La cabeza de Michael daba vueltas, estaba metido en un lío extremadamente grande. Sabía desde que Liam y Harry se casaron que las cosas podían ponerse de esa manera. Harry no merecía un hombre como Liam, desde que conoció al mayor algo le decía que era bastante controlador. Un fuerte gruñido salió de sus labios cuando llegó al despacho de Liam.Entró cuando escuchó que el mayor le dijo que lo hiciera.— Al fin llegas —murmuró el mayor.— Lo siento, estaba con Carl y se me pasó el tiempo —mintió.— Veo que lo tuyo con ese niño va en serio —se sentó en su silla.— Sabes
Estaba de camino a la habitación después de limpiar la cocina cuando terminaron de cenar. Jugaba con sus manos mientras se mordía el labio con fuerza. Se detuvo enfrente de la habitación de su hijo y abrió la puerta. Frunció el ceño cuando encontró la cama vacía. Su vista se dirigió a la ventana donde encontró a su hijo sentado en esta.Deberá agradecerle a Liam por colocar unos cojines en ese lugar, se acercó a su hijo el cual aún no se había dado cuenta de que estaba allí. Se paró detrás de él y vio al niño de al lado hablando con él. Harry sonrió al ver que su hijo había hecho una amistad con ese niño nuevo.— Papi. Él se llama Nicolás... y es muy lindo —dijo es
El lunes había llegado dando así, el inicio de un nuevo día de clases para Jedward quien estaba feliz por ir a la escuela. Harry reía con él, mientras el menor hacía caras raras al tener que comer verduras en la escuela.Liam miraba la situación desde el umbral de la puerta de la cocina con una sonrisa que fue sustituida con una seriedad única en él.Harry lo miró desde donde estaba, por inercia tomó a Jedward en brazos para luego tomar su mochila e ir a la puerta.Liam lo siguió con la mirada, incluso después de que Harry entrara a su hijo en uno de los carros con Michael y su novio, los cuales se habían ofrecido a llevarlo todos los días de la semana.Ha
Ajustando bien las medias a sus cremosas piernas, se miró en el espejo por tercera vez desde que se las había puesto hace unos minutos atrás. No se veía mal, eso no. Después de haber dado a luz a su pequeño revoltoso hace cinco años había adquirido algunas curvas pronunciadas en su cuerpo.Y más ahora que estaba esperando a su segundo hijo. Aunque esta vez su vientre iba creciendo con más rapidez. Mordió su labio pasándose una mano por el cabello y haciendo una mueca al ver que este estaba bastante largo. Según él necesitaba un recorte de cabello otra vez. Se dio la vuelta a medio cuerpo para ver si algo en la parte de atrás estaba fuera de lugar. Caminó hacia la cama donde había dejado la bata de dormir y fue hacia la habitación de su hijo. Clavando sus uñas en la espalda de su esposo, arqueó la espalda y soltó un gemido ronco en el oído de Liam. No podía negar que se sentía bastante bien que Liam lo penetrara de esa forma tan poco usual en él.Tal vez sean los años que tienen teniendo sexo de esa forma. Pero la otra vez Liam lo había violado sin compasión, aun cuando él se había desmayado. Sus pies se arquearon cuando Liam tocó otra vez ese punto sensible en él.— Eres un bebé muy travieso —susurró Liam, sacando su cabeza en el cuello de Harry y acercándose su boca al oído de él.Harry soltó un suspiró antes de que Liam lo besara entrando su lengua hasta el fondo exploranCapítulo 11.