Capítulo 5.

Lo único que se escuchaba en esa habitación eran los gritos de dolor del pequeño rizado. Su cabeza dolía al máximo de los fuertes jalones que Liam  le daba, su cabeza explotaba, sus lágrimas salían sin control, mientras suplicaba a los dioses que esa tortura acabara.

Sentía como las manos de Liam  dejaban marcas a su paso. Cada embestida era una tortura a su parte trasera. Gritó cuando de nada sintió como bajaba un líquido de entre sus piernas, soltó un gran sollozo al darse cuenta de que era sangre.

— Me estás lastimando, ya detente —le suplicó.

— Esto — una embestida—... a penas —otra—… empieza —dicho eso enterró la cabeza del rizado en las almohadas.

Sus manos fueron directamente hacia ambos lados de la cabeza que estaba escondida entre la almohada y la cama. Comenzó a moverse con ímpetu arremetiendo con bastante fuerza logrando que del menor salieran más gritos de dolor.

Harry se movió hacia delante intentando sacar en pene del mayor pero solo recibió una nalgada bastante dolorosa.

— ¡Me estás lastimando! Ya déjame, Liam, te lo suplico —volteó su rostro para mirarlo a los ojos, y se arrepintió totalmente.

Liam volvió a jalar el cabello con fuerza para luego salir de su interior.

Hizo que el menor quedara boca arriba, para luego colocar una pierna en su hombro y la otra en su cadera. Acercó su boca a su cuello y lo mordió con fuerza dejando una marca en ese lugar que al poco rato comenzó a botar sangre a chorros.

Posicionó su pene en la entrada del menor y entró de forma bruta. Harry hizo lo imposible por sacar el miembro del mayor de su interior. Sentía cómo este entraba y salía con tanta facilidad a causa de la sangre que estaba saliendo de su interior.

Su mente y cuerpo deseaba castigar más al menor una y otra vez para que aprendiera que él mandaba en esa relación desde el momento en que se casaron. Sus manos pasaban al mismo ritmo de las embestidas del menor una y otra vez causando grandes marcas.

— Te odio y espero que te pudras en el infierno —dicho eso le dio una patada en el rostro logrando al fin sacar ese pedazo de carne de su interior.

Se levantó como pudo de la cama y salió de la habitación agarrándose de las paredes a su paso.

Vio como Liam  salía de la habitación con una mano en la nariz para que la sangre dejara de bajar de ese lugar. Harry comenzó a correr torpemente hacia las escaleras, pero Liam  fue más rápido y lo sujetó de la cintura obligándolo a que se echara hacia atrás y cayera ambos desnudos al suelo.

Los rayos de la tormenta era lo único que podía iluminar ese frío pasillo. Liam  le dio la vuelta al rizado para que este quedara con la boca en el suelo y entró en él otra vez. Sintió un fuerte tirón de su cabello logrando que levantara la cabeza y quedara sentado a espaldas del mayor justo encima de su pene.

— No debiste de hacer eso, bebé, sabes que a Daddy no le gusta que su bebé lo desobedezca —puso ambas manos a los lados del cuerpo del menor.

Harry puso los ojos en blanco cuando escuchó esas mismas palabras de hace cinco años. No sabía si lo que sentía por Liam  era amor o simplemente miedo. Eso fue lo único que pensó antes de que su cuerpo colapsara en el piso y que la voz de Liam  se hiciera lejana. 

Despertó en la cama con unos brazos tatuados en su cintura obligándolo a que no hubiera movimiento alguno por parte de él.

Miró hacia la ventana y agradeció a Dios que en la noche anterior se haya desmayado, se desprendió de los brazos protectores de Liam  y caminó hacia el baño con mucha paciencia en el camino.

Abrió el grifo del agua y se quitó la única prenda que había quedado en su cuerpo, las medias. Las tiró al cesto de ropa sucia y luego entró a la ducha. Salió de esta después de quince minutos de lamentos, secó su cuerpo y luego regresó a su habitación donde encontró a Liam  boca arriba durmiendo.

Cuando se vistió bajó las escaleras para luego ir a la cocina y preparar el desayuno de su esposo.

El teléfono de la casa suena y automáticamente lo toma.

Hola, casa de los Jackson — se le hace un nudo en la garganta al decir eso.

— ¿Papi? — dice una linda vocecita al otro lado.

— Hey, príncipe, mi nene hermoso, ¿Cómo estás? —no pudo evitar sonreír.

bien, papi, aunque esta noche no me fuiste me fuiste a dar el beso de las buenas noches como siempre haces y eso me puso muy triste —su voz sonó apagada.

Yo también te extraño, sabes que te quiero mucho, mi príncipe —comenzó a preparar unos tostadas.

Te extraño mucho. 

— Sabes que yo también te extraño mucho, mi amor. Mañana te iré a buscar y verás cómo nos vamos a divertir. Además, debes de ir a la escuela el lunes sin faltas.

— No quiero ir, papi, no me gusta la escuela —hizo un berrinche.

— Siempre tenemos la misma discusión. Sabes que debes de ir a la escuela para que seas un niño inteligente —le recordó, y no dudo en reír cuando escuchó un bufido del otro lado de la línea.

— Ya lo sé, papi, quieres que sea como papá.

—Olvida lo que dije. No seas como tu padre, no seas algo que no quieres ser por nada del mundo.

— Sabes que te amo, papi, eres lo mejor que me ha pasado —dijo feliz.

Tú también príncipe, te amo, luego te llamo para saber con van las cosas —dicho eso le tiro un beso recibiendo uno igual.

Suspiró mirando el teléfono dejándolo en el mismo lugar en el que estaba. Preparó un jugo de manzanas y lo colocó en la bandeja. Caminó con ella hacia la segunda planta de la casa y entró a la habitación que compartía con Liam.

Encontró la cama vacía lo que supuso que Liam  se estaba duchando, la dejó encima del escritorio que estaba aún lado del closet para tender la cama. Sus ojos se abrieron como platos al ver la cama sucia de sangre, inmediatamente quitó  las sábanas y las echó en el cesto.

Puso sábanas nuevas y en ese instante salió lo vestido únicamente con unos pantalones de pijama. Harry se levantó de la cama para buscar el desayuno y entregárselo a Liam.

— Por lo que veo, no se te olvido esto —le da un mordisco a la tostada—. Siéntate —señaló a su lado. 

Harry respiró dos veces antes de hacerlo.

— Si se vuelve a repetir lo de anoche, habrá problemas.

Harry miró una de las tostadas y entonces la tomó sin pensarlo dos veces. Liam  lo miró con una ceja levantada pero no dijo nada al respeto.

— ¿Me dejarás salir? — se animó a preguntar.

— Sabes cuál es la respuesta —habló, serio.

— Por favor, ven conmigo. Vamos a algún parque. Es lo único que te pido —suplicó.

— No.

— Haré lo que sea —quitó la bandeja de las piernas de Liam.

Buscó el cierre del pijama. Lo solo veía con deseo no recordaba hace cuanto Harry no le daba una buena mamada.

— Gánate esa salida, bebé.

— Sí, Daddy.

Que

empiece

el

juego

otra

vez.

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