Continúa la dura marcha

—Tienes la tensión un poco alta —le dijo Tamar— y también el pulso un poco débil. Te daré algo para que te sientas mejor.

Ella volvió a buscar con cuidado en su bolso de donde extrajo un par de píldoras, se las dio junto con la botella de agua y esperó a que se las tomara.

—En un rato te sentirás mejor, ¡ya verás!

Velkan decidió hacerle caso pese a que no se sentía muy mal, pero si tenía una extraña sensación en el cuerpo y la cabeza la sentía un poco pesada. Se recostó en el suelo y descansó la cabeza en una de las mochilas que había cargado.

Ella se sentó a su lado y le puso una mano en el pecho, luego la movió hacia arriba y le acarició un poco la cara y el cuello. Lo hacía con movimientos delicados y suaves, él se dejó llevar disfrutando de las caricias que ella le prodigaba, se fue relajando, cada vez más con los ojos cerrados. Al poco rato estaba profundamente dormido, ella se levantó del piso y se asomó de nuevo hacia abajo en el risco.

Se aseguraba de que no los vinieran sigui
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