Años después…
New York, Casa residencial de la familia Maxwell Evans
James intentó acomodar las últimas piezas de pie de aquel dominó de colores, Eli estaba recostada panza abajo acomodando ella del otro lado del último dominó. Levantó su mirada hacia a su padre, quien pareció estar aliviado de haber terminado el gran laberinto de piezas.
— ¿Ya, papá? —preguntó la pequeña Elizabeth, ella había heredado esos ojos azules de su padre, el cabello castaño y los mismos hoyuelos de la sonrisa de su madre. Era idéntica a Emily cuando era pequeña, solo que con una pizca de rebeldía, Elizabeth era como su padre, era tranquila, disciplinada y tenía algo que los había sorprendido a ambos, su forma de ver las cosas alrededor a sus siete a&nt
Sus manos estaban cubiertas de sangre. Vio sus ojos negros sin ese brillo que la caracterizaba. Se preguntó una y otra vez, ¿Qué hizo mal? ¿En quémomento ella…tomó esa decisión? James gritó su nombre a todo pulmón, haciendo que se despertara, el escalofrío lo recorrió por cada rincón de su cuerpo, estaba sudando, su corazón latía a toda prisa, la habitación estaba oscura, a excepción por la luz de la luna que se colaba por la ventana frente a él.Se sentó en la orilla de la cama, cerró sus ojos e intentó controlar sus emociones, no quería volver a regresar al psicólogo y volver a hablar de estas pesadillas, tenía que comprender que él no tenía la culpa, que ella tomó su decisión y tenía que aprender a seguir adelante.Abrió sus ojos y comenz&o
James Maxwell Londres, Inglaterra — ¿Dónde estabas? —preguntó Peter irritado cuandollegué a la mesa, me ajusté mi abrigo al sentarme. —Te he dicho que iba al baño, pero me he perdido, iba a subir a la segunda planta y un equipo de seguridad me ha detenido, me ayudaron a encontrar otro. —Ha venido el señor Evans a saludar y a presentarnos a su hija. —torcí mis labios mirando hacia los demás invitados. —Deberías de ser el más interesado en que nos asociemos con el señorEvans. —soltó molestó, giré mi rostro hacia a él. —Estoy tomando un riesgo, lo sabes. —él sonrió. —Lo sé, estás dando un paso a un mejor futuro, —iba a replicar cuando él levantó una mano en el aire para que me detuviera, arqueó una ceja. —Daremos un paso para un mejor futuro. Me corrijo. Miles, Steve y Marco, llegaron a la mesa, parecían decentes en esos trajes de etiqueta, lostres reían y murmurar
Emily EvansEmpujé la puerta del último cubículo, Ariana apenas alcanzó a vomitar en el interior del váter, recogí su cabellomientras tenía arcadas, negué irritada, este no era el plan para divertirnos, se acercó la hermana de Ariana, Amber. Negó al recargarse en la orilla del lavamanos, había mujeres retocando su maquillaje en el lugar, no estaba tan lleno como los antros a los que había ido.― ¿Mejor? ―dije acomodando bien su cabello, ella estaba de rodillas, asintió luego lev
James MaxwellRegresamos a la mesa, Peter mostró felicidad por lo que acababa de ver, solo pude rodar los ojosen señal de exasperación. No era nada del otro mundo hablar con una mujer. Le puse la mano en el hombro y le pedí que no dijera nada a los demás, pero…fue demasiado tarde.Ellos se habían dado cuenta.― ¡Eso Maxwell! ¡Has empezado a renacer de las cenizas! ¡Eres el ave fénix! ―festejaron los demás desde sus asientos, yo solo quería irme. Por primera vez en tanto tiempo pensé en que esta noche, era distinta a las demás, había sido hechizado por aquella joven mujer, lo que mi cuerpo sintió a su cercaní
Emily EvansEl hombre a mi lado era seducción pura. Sus labios carnosos, su mandíbula perfilada, sus hombros anchos en aquel traje elegante,su voz y su mirada me provocaban miles de cosas en mi interior, tenía que apretar mis muslos. Podía sentir hasta mis pezones erectos rozando con la delicada tela de mi vestido. Mi corazón no dejaba de galopar a toda prisa por todo lo que Brad estaba provocando en mí.― ¿Veinteañera? ―preguntó atónito, era adorable ver como no podía controlarse, asentí, pero bueno, si quería estar un pocomás con él sin que se asustara por mis veinte años recién cumplidos, mentí. Al cabo ya no lo vería denuevo.―Tengo veintidós años. ―sonreí, pero él arrugó su ceño.―Mentirosa. ―usó un tono serio
James MaxwellLa erección tiró de mi pantalón, lo que había dicho hace segundos atrás me hizo sentir alguien que no era realmenteyo, ¿O si, Maxwell? Ella me miró detenidamente como si estuviese escuchando mis pensamientos. Retrocedí un paso, pero ella intentó detenerme.―Tranquilo. ―susurró.Me pasé una mano por mi rostro, necesitaba salir de esta nube en la que estaba, mi corazón latió a toda rapidez, ¿Qué es lo que te pasa, Maxwell? ¡Apenas tiene veintidós años!―Lo siento, ha sido un arranque…―ella ladeósu rostro.―No te disculpes por besarme―la miré. ―No te disculpes por sentir lo que sentiste.Arrugué mi ceño.―Eres tan joven para entender lo que acaba de pasar. ―pude notar como sus mejillas se tiñeron de un
Emily Evans― ¿Crees que tu padre está muy contento con lo que has hecho, Emily? ―Biel comenzó a regañarme, mirépor la ventanilla sin decirle nada, él estaba a mi lado, dos guardaespaldas iban con nosotros, uno en el volante y el otro de copiloto, luego una camioneta detrás de nosotros. Solté un largo suspiro.― ¿Y mi nana cómo está? ―miré a Biel.Él me miró también.―La ha despedido. ―mi corazón se agitó con fiereza.―¡¡ ¿Qué?!! ―exclamé furiosa.―Ella estaba advertida.―¡Es una anciana! ¿Cómo fue capaz de hacerle eso aella? ¡No tiene a nadie más que a nosotros! ―las lágrimas se arremolinaron a punto de salir.―Debiste de pensarlo dos veces cuando ella te dijo que no t
James MaxwellTenía algo que me empezó a atraer. Su piel era cálida, pálida, pero cálida, sus ojos grises me miraban expectantes del otro extremode la gran mesa como si me estuviese esperando. Mi erección creció, más y más hasta tirar de mi bóxer. Ella notó mi incomodidad y sonrió, se levantó de la silla dónde estaba, luego desapareció. Había gente a nuestro alrededor, como si fuese una fiesta, era de noche, mis amigos estaban alrededor de la mesa, hablando trivialidades, luego, di un respingo en mi lugar, abrí mis ojos con sorpresa alsentir unos dedos tocándome, sabía que era ella. Pasé saliva con dificultad. Metí mis manos con rapidez para detenerla, así que levanté el mantel y ahí estaba, bajando el cierre de mi pantalón de vestir, ella estaba dispuesta a hac