James Maxwell
Regresamos a la mesa, Peter mostró felicidad por lo que acababa de ver, solo pude rodar los ojos en señal de exasperación. No era nada del otro mundo hablar con una mujer. Le puse la mano en el hombro y le pedí que no dijera nada a los demás, pero…fue demasiado tarde.
Ellos se habían dado cuenta.
― ¡Eso Maxwell! ¡Has empezado a renacer de las cenizas! ¡Eres el ave fénix! ―festejaron los demás desde sus asientos, yo solo quería irme. Por primera vez en tanto tiempo pensé en que esta noche, era distinta a las demás, había sido hechizado por aquella joven mujer, lo que mi cuerpo sintió a su cercanía, era algo nuevo, hace mucho no me sentía así. Capté la mirada de mis amigos sobre mí.
―Supérenlo. ―ellos soltaron en carcajadas, al ver mi gesto, cambiaron de tema, pero el que no parecía importarle mi reacción, fue a Peter, él siguió sonriendo en mi dirección. Puse de nuevo los ojos en blanco. Tomé un último sorbo a mi bebida y miré disimuladamente a la pista, algo en mí quería volver a verla.
Entre conversaciones triviales con los demás, entendí que su emoción por cambiar de ciudad, era real. Marco, Steve, Peter, Miles, eran los más emocionados, excepto yo.
“¿Cómo dejar tu hogar?” “Un hogar que tiene buenos y malos recuerdos”. Suspiré contra el vidrio de mi vaso de cristal. Cerré los ojos y finalmente terminé mi bebida.
El ardor recorrer mi garganta fue algo que me tranquilizó.
De cierta manera.
―Voy a ir a invitar a bailar a una hermosa inglesa. ¿Se van a quedar aquí, “amargados”? ―preguntó Miles, -Quién era el único más joven que el resto de nosotros- todos lo miraron y él único que se animó pero ir al bar, fue Steve.
―Te daré un aventón, pero yo iré a la barra.
Media hora después, todos estaban en la pista bailando, excepto yo. Desde aquí seguí buscando a aquella mujer.
―Hola. ―escuché cerca de mí, giré mi rostro y para mi sorpresa, era ella. Me levanté de un movimiento sin verme sorprendido por su presencia.
―Hola. ―estaba sola, le cedí el paso para que tomara asiento, lo aceptó tomando el lugar frente a mí. No supe que decir por un momento y ella se dio cuenta.
―Así qué no te gusta bailar, he. ―dijo con una gran sonrisa, una destellante sonrisa, me robó por un segundo un suspiro.
― ¿Cómo? ―salí de mi trance.
―No te gusta bailar, ¿No? ―negué.
―No soy bueno. Y no me atrae hacerlo.
― ¿Por qué no? ―preguntó sorprendida. ―A todo mundo le gusta bailar.
Pasé saliva por momento, las palabras no se acomodaban en mi boca.
―No lo sé…―hice un movimiento de hombros en señal de que no tenía ninguna puta idea. Pero en realidad si lo sabía. Había sido obligado en años pasados a tomar clases de baile y lo odié. No me gustaba hacer las cosas obligadas y menos si no eran de mi gusto. ― ¿Y…?― “Aunque sea el nombre pregunta a la mujer, James.” Me dije a mi mismo.
Ella sonrió y luego extendió su mano hacia a mí.
―Soy Ely. ―acepté su mano, la electricidad que recorrió mi cuerpo con solo tocar su piel, fue impresionante, pude ver su reacción.
―Brad. ―respondí. Brad era mi segundo nombre, era raro que lo dijera al presentarme. ― ¿Ely es el diminutivo de…Elizabeth? ―ella asintió acompañado de una media sonrisa cuando nos soltamos al mismo de las manos, pude ver como arrugó su ceño al acariciar su mano. Sus ojos me miraron detenidamente, curiosos.
― ¿Y qué haces en Londres? ―preguntó cruzando una pierna y recargándose en el respaldo de la silla, no pude evitar no mirar sus largas piernas. Me aclaré la garganta y desvié la mirada, luego la regresé rápidamente.
―Negocios. ―le sonreí.
―Oh, qué bien.
― ¿Y tú? ―pregunté ahora yo más curioso.
―He llegado del exterior…―sus ojos bailaron por un momento. ―No sé si voy a quedarme mucho tiempo después de lo que hecho para venir para acá. ―alcé una ceja. Llegó el mesero y dejó otra bebida para mí.
― ¿Y qué es lo que has hecho? ―pude ver sus mejillas teñirse de un rosa exquisito, mi miembro volvió a despertar, con nervios, intenté que no se notara, me aclaré la garganta, aunque ella estaba ajena a mi intima reacción, igual no pude evitarlo, ¿Qué es lo que te pasa, James? La miré. ―Digo, si se puede saber, claro.
―Me he escapado de casa. ―alcé las cejas con mucha sorpresa, ella soltó una risa de manera divertida. ― ¿Por qué esa reacción? ―preguntó cuándo se levantó de su lugar frente a mí de una manera elegante y luego se sentó a mi lado, miré cada movimiento que hizo al acercarse, se inclinó hacia a mí un poco, desde mi lugar podía ver su espalda desnuda, estiró su brazo y alcanzó la bebida que había puesto el mesero para mí, se enderezó y entonces, su escote fue mi segunda vista, tenía unos pechos perfectos, no eran muy grandes o muy pequeños, me imaginé poniendo una mano en ellos…me puse más duro. Mi mirada se posó en sus labios que tocaron el vidrio de mi vaso, solté de manera involuntaria un jadeo de excitación, intenté humedecer mis labios al sentir que se habían secado en instantes, ella al retirar sus labios de la bebida, cerró sus ojos y…gimió saboreando.
Me aclaré la garganta de nuevo. Ella abrió sus ojos y me miró, una sonrisa apareció de repente.
― ¿Qué? ―susurré, juré que no debió de escuchar mi pregunta por la música a lo lejos, pero ella leyó mis labios sigilosamente.
―El ardor que ha provocado es…delicioso. ―sonreí como un tonto adolescente.
―Así es, me encanta…―Ella arqueó una ceja. ―Me refiero a la bebida.
―Lástima. ―solté una risita nerviosa.
― ¿Qué cosa? ―pregunté a su palabra anterior. Hizo un mohín muy tierno, y eso, hizo visible unos adorables hoyuelos.
―Creí que yo te encantaba…
De nuevo me aclaré la garganta y me enderecé en mi lugar, evitando que se mostrara mi erección tirando de mi pantalón.
― ¿Y dices que te has escapado? ―desvié el tema bruscamente al sentirme atrapado contra pared. Ella se ha dado cuenta de lo que he hecho, asintió desenfadada recargándose en el respaldo del sillón.
―Sí, ―soltó un suspiro. ―Soy una chica rebelde.
Sus últimas palabras me tensaron.
― ¿Rebelde? ―solté un bufido. ― ¿Qué? ¿Qué acaso eres una colegiala? ―bromeé, ella soltó otro suspiro pero dramático.
―Hace unos días dejé de serlo. ―alcé mis cejas con brusquedad, ella al ver mi reacción, soltó una carcajada, pero realmente noté que esa risa, era sincera, solo me limité a verla intentando no estirar mis labios en una sonrisa fugaz, al terminar de hacerlo, dejó una mano en mi brazo, se limpió la orilla de sus ojos, pareció que se le habían salido unas lágrimas.
―Si eres mayor de edad, ¿Verdad? Por qué si no es así, ¿Cómo es que has entrado a este club? ―sus mejillas se sonrojaron más, se inclinó hacia a mí, quería hacerme hacia a atrás, pero estaba hipnotizado por toda ella.
―Tengo mis contactos. ―me guiñó el ojo.
― ¿Qué edad tienes? ―se mordió el labio inferior, pero atrapó la parte de enfrente, ella dudó en contestar.
― ¿La edad te importa? ―preguntó de manera seria.
―Claro. No quiero que me deporten y me cancelen mi visa por ser pillado con una menor de edad.
―Oh, ustedes los hombres con su mentalidad del año del caldo. ―arrugué mi ceño, no entendí a lo que se refería, tomó mi muñeca y revisó mi reloj, sus ojos se elevaron para clavarse en mí. ―Soy oficialmente…una recién veinteañera.
Emily EvansEl hombre a mi lado era seducción pura. Sus labios carnosos, su mandíbula perfilada, sus hombros anchos en aquel traje elegante,su voz y su mirada me provocaban miles de cosas en mi interior, tenía que apretar mis muslos. Podía sentir hasta mis pezones erectos rozando con la delicada tela de mi vestido. Mi corazón no dejaba de galopar a toda prisa por todo lo que Brad estaba provocando en mí.― ¿Veinteañera? ―preguntó atónito, era adorable ver como no podía controlarse, asentí, pero bueno, si quería estar un pocomás con él sin que se asustara por mis veinte años recién cumplidos, mentí. Al cabo ya no lo vería denuevo.―Tengo veintidós años. ―sonreí, pero él arrugó su ceño.―Mentirosa. ―usó un tono serio
James MaxwellLa erección tiró de mi pantalón, lo que había dicho hace segundos atrás me hizo sentir alguien que no era realmenteyo, ¿O si, Maxwell? Ella me miró detenidamente como si estuviese escuchando mis pensamientos. Retrocedí un paso, pero ella intentó detenerme.―Tranquilo. ―susurró.Me pasé una mano por mi rostro, necesitaba salir de esta nube en la que estaba, mi corazón latió a toda rapidez, ¿Qué es lo que te pasa, Maxwell? ¡Apenas tiene veintidós años!―Lo siento, ha sido un arranque…―ella ladeósu rostro.―No te disculpes por besarme―la miré. ―No te disculpes por sentir lo que sentiste.Arrugué mi ceño.―Eres tan joven para entender lo que acaba de pasar. ―pude notar como sus mejillas se tiñeron de un
Emily Evans― ¿Crees que tu padre está muy contento con lo que has hecho, Emily? ―Biel comenzó a regañarme, mirépor la ventanilla sin decirle nada, él estaba a mi lado, dos guardaespaldas iban con nosotros, uno en el volante y el otro de copiloto, luego una camioneta detrás de nosotros. Solté un largo suspiro.― ¿Y mi nana cómo está? ―miré a Biel.Él me miró también.―La ha despedido. ―mi corazón se agitó con fiereza.―¡¡ ¿Qué?!! ―exclamé furiosa.―Ella estaba advertida.―¡Es una anciana! ¿Cómo fue capaz de hacerle eso aella? ¡No tiene a nadie más que a nosotros! ―las lágrimas se arremolinaron a punto de salir.―Debiste de pensarlo dos veces cuando ella te dijo que no t
James MaxwellTenía algo que me empezó a atraer. Su piel era cálida, pálida, pero cálida, sus ojos grises me miraban expectantes del otro extremode la gran mesa como si me estuviese esperando. Mi erección creció, más y más hasta tirar de mi bóxer. Ella notó mi incomodidad y sonrió, se levantó de la silla dónde estaba, luego desapareció. Había gente a nuestro alrededor, como si fuese una fiesta, era de noche, mis amigos estaban alrededor de la mesa, hablando trivialidades, luego, di un respingo en mi lugar, abrí mis ojos con sorpresa alsentir unos dedos tocándome, sabía que era ella. Pasé saliva con dificultad. Metí mis manos con rapidez para detenerla, así que levanté el mantel y ahí estaba, bajando el cierre de mi pantalón de vestir, ella estaba dispuesta a hac
Emily Evans“La madre que me parió” ¡No puede ser! ¿Es? ¿Si es? ¿Estoy de nuevo soñando con este hombre y mi mente no ha podido separarla realidad de mi sueño erótico? ¡No puede ser! Y yo sin estar arreglada del todo.― ¿Emily? ―me llamó mi padre algo ansioso. Me aclaré la garganta y me presenté como era correctamente.―Buenos días, mi nombre es Emily Evans, y hoy, estaré presente en esta negociación, solo seré oyente. ―hice un gesto con mi cabeza, pude ver el rostro algo confundido de Brad, ¡Qué pequeño es este mundo!¿El destino? Tengo que hacer lo posible por tener un poco de tiempo para explicarle de ayer y la plantada que le hedado. Tomé lugar del otro extremo vacío de la gran mesa, había más hombres en ella
James MaxwellSentí mi corazón agitarse al escuchar la voz de George Evans, cerré los ojos, ya estaba jodido, súper jodido, rompería nuestrasociedad, me arruinaría por completo y evitaría que hiciera otro negocio con otras empresas, su alcance podría ser muy grande. Y esa no era lo peor, sería sacado a patadas de esta finca con mi grupo, Peter me odiaría de por vida.―Por la ventana. ―dijo Emily sacándome de mi trance.― ¿Qué? ¿Estás loca? Es de dos plantas, además, me van a ver bajar…―ella negó.―Sales, bajas, cruzasun área de jardín, y verás la terraza a lo lejos, solo hazlo, ahora. ―apretó su mandíbula,tenía la actitud de mandona, negué, tenía que enfrentarme a George, ni modo, si tenía que ser de esta
Emily EvansEstaba sentada en el banco de madera frente al tocador, en mi habitación, las yemas de mis dedos acariciaron lentamentemis labios, estaba sumergida en el momento en el que James me besó contra la puerta esta mañana. Mi corazón siguió latiendo emocionado, si me había besado era correspondida, o eso es lo que me daba a entender, el solo pensar que se mudaría a Londres…Tocaron a la puerta interrumpiendo de nuevo.― ¿Emily? ―llamaron del otro lado de la puerta.― ¿Sí? ―era Biel.―Pregunta tu padresi ya estás lista, el auto ya no tarda en llegar con los invitados y quiere que estés en laentrada principal para recibirlos. ―sonreí, ya era la hora de la cena, me levanté y me miré en el espejo de cuerpo completo, tenía un vestido negro estilo blusón p
James MaxwellDespués de una cena un poco incómoda por Emily quien no dejaba de mirarme, ya estábamos finalizando nuestra visita,ahora todos nos encontrábamos en el salón de caballeros, -así lo nombró, George- esperaría que terminaran sus puros y el brandy que había ofrecido a todos como un cierre de festejo por nuestra sociedad. Yo había dejado de fumar hace años atrás, y aunque por un momento me saboreé fumarme uno, fui más fuerte, no debía retomar ese hábito, estaba encaminado a una vida saludable, a mucho ejercicio,a una buena alimentación y a no tener problemas con nada ni nadie. Y a levantar más mis muros a mi alrededor y evitar que escalara la hija demi socio. ―Bueno, este viejo ya no es el joven de antes, ―comenzó a decir George al dejar su copa de brandy vac&