James Maxwell
Tenía algo que me empezó a atraer. Su piel era cálida, pálida, pero cálida, sus ojos grises me miraban expectantes del otro extremo de la gran mesa como si me estuviese esperando. Mi erección creció, más y más hasta tirar de mi bóxer. Ella notó mi incomodidad y sonrió, se levantó de la silla dónde estaba, luego desapareció. Había gente a nuestro alrededor, como si fuese una fiesta, era de noche, mis amigos estaban alrededor de la mesa, hablando trivialidades, luego, di un respingo en mi lugar, abrí mis ojos con sorpresa al sentir unos dedos tocándome, sabía que era ella. Pasé saliva con dificultad. Metí mis manos con rapidez para detenerla, así que levanté el mantel y ahí estaba, bajando el cierre de mi pantalón de vestir, ella estaba dispuesta a hac
Emily Evans“La madre que me parió” ¡No puede ser! ¿Es? ¿Si es? ¿Estoy de nuevo soñando con este hombre y mi mente no ha podido separarla realidad de mi sueño erótico? ¡No puede ser! Y yo sin estar arreglada del todo.― ¿Emily? ―me llamó mi padre algo ansioso. Me aclaré la garganta y me presenté como era correctamente.―Buenos días, mi nombre es Emily Evans, y hoy, estaré presente en esta negociación, solo seré oyente. ―hice un gesto con mi cabeza, pude ver el rostro algo confundido de Brad, ¡Qué pequeño es este mundo!¿El destino? Tengo que hacer lo posible por tener un poco de tiempo para explicarle de ayer y la plantada que le hedado. Tomé lugar del otro extremo vacío de la gran mesa, había más hombres en ella
James MaxwellSentí mi corazón agitarse al escuchar la voz de George Evans, cerré los ojos, ya estaba jodido, súper jodido, rompería nuestrasociedad, me arruinaría por completo y evitaría que hiciera otro negocio con otras empresas, su alcance podría ser muy grande. Y esa no era lo peor, sería sacado a patadas de esta finca con mi grupo, Peter me odiaría de por vida.―Por la ventana. ―dijo Emily sacándome de mi trance.― ¿Qué? ¿Estás loca? Es de dos plantas, además, me van a ver bajar…―ella negó.―Sales, bajas, cruzasun área de jardín, y verás la terraza a lo lejos, solo hazlo, ahora. ―apretó su mandíbula,tenía la actitud de mandona, negué, tenía que enfrentarme a George, ni modo, si tenía que ser de esta
Emily EvansEstaba sentada en el banco de madera frente al tocador, en mi habitación, las yemas de mis dedos acariciaron lentamentemis labios, estaba sumergida en el momento en el que James me besó contra la puerta esta mañana. Mi corazón siguió latiendo emocionado, si me había besado era correspondida, o eso es lo que me daba a entender, el solo pensar que se mudaría a Londres…Tocaron a la puerta interrumpiendo de nuevo.― ¿Emily? ―llamaron del otro lado de la puerta.― ¿Sí? ―era Biel.―Pregunta tu padresi ya estás lista, el auto ya no tarda en llegar con los invitados y quiere que estés en laentrada principal para recibirlos. ―sonreí, ya era la hora de la cena, me levanté y me miré en el espejo de cuerpo completo, tenía un vestido negro estilo blusón p
James MaxwellDespués de una cena un poco incómoda por Emily quien no dejaba de mirarme, ya estábamos finalizando nuestra visita,ahora todos nos encontrábamos en el salón de caballeros, -así lo nombró, George- esperaría que terminaran sus puros y el brandy que había ofrecido a todos como un cierre de festejo por nuestra sociedad. Yo había dejado de fumar hace años atrás, y aunque por un momento me saboreé fumarme uno, fui más fuerte, no debía retomar ese hábito, estaba encaminado a una vida saludable, a mucho ejercicio,a una buena alimentación y a no tener problemas con nada ni nadie. Y a levantar más mis muros a mi alrededor y evitar que escalara la hija demi socio. ―Bueno, este viejo ya no es el joven de antes, ―comenzó a decir George al dejar su copa de brandy vac&
Emily EvansNo me podía quitar de la cabeza la imagen de James cerrando sus ojos, suplicando que me fuera, me llevé una manoa mi collar y mis dedos comenzaron a jugar con él, pasé saliva con dificultad, cerré los ojos e intenté controlar mi corazón que siguió latiendo como un loco.― ¿Cuándo quitarás esa cara? ―preguntó Ariana entregándome una lata de cerveza fría.Solté un largo suspiro.―Ese hombre es el socio de mi padre, ―miré a mi amiga que se sentó del otro lado de la mesa, estábamos en la terrazade un bar famoso, eran tarde, pasaba de la medianoche.― ¿Y qué tiene que sean socios? ―ella dio un largo sorbo a su cerveza. ―Solo hay que aprender a separar los negocios de lo personal. ―ella me guiñó el ojo de manera divertida.―Hu
James MaxwellNew York, Estados UnidosDías después.Estaba sentado en la orilla de mi cama,respiraba agitado, estaba temblando, mis dedos apretaron con fuerza la sábana debajo de mí. Miré en la oscuridad de mi habitación, de nuevo aquel sabor del miedo, estaba en mi boca. Bárbara en mis brazos, mi grito desgarrador de aquella escena me hizo despertar de esa pesadilla…de nuevo.―Tranquilo, James. ―me dije a mi mismo con el corazón latiendo a toda prisa. Al sentirme un poco tranquilo,regresé a la cama. Era extraño, ya que cuandopasaba una pesadilla, inmediatamente iba directo al gimnasio, pero hoy no. Hoy no quería. Miré desde mi posición, hacia el otro lado de la cama, y más allá de aquel lugar vacío, estaba las dos puertas que dan al balc&o
Emily EvansAl decir esas palabras, colgué de repente. No quería escuchar una negativa.¿Desde cuando eres una miedosa, Emily? Mi corazón latió a toda prisa, me mordí la uña de mi pulgar, ¿Qué habrá pensado? Sin duda debe de pensar que es una obsesión, pero no era así. Ya había tenido obsesiones, y no se parece esta en absoluto. Solté un gritito al sentir cuando vibró mi celular en mi mano, la pantalla anunció el número de James. ¿Contesto? ¿Qué me va a decir? ¿Dirá que lo deje enpaz? ¿Qué me va a poner el dedo con mi padre? No, no podría, si lo hacía, mi padre escarbaría y se enteraría de lo de mi cumpleaños. Vibró denuevo. Lo tenía así para evitar que llegara el sonido a otros oídos.―Sé
Emily EvansLas puertas del elevador privado se abrieron, entré y escuché que hablabapor el celular, estaba de espaldas hacia a mí, podía ver tensión y en su tono de voz, irritación.―Hazlo. ―dijo de manera tajante y colgó. Se volvió hacia a mí.―Aquí estoy, señor Evans. ―él sonrió al escuchar como lo había llamada, estaba de pie detrás de la silla que estaba frente al escritorio impecable e intimidante.―Siéntate. ―me señaló la silla, lo hice en total silencio.― ¿Qué tal tu semana? ―intenté no decir unas palabrotas por lo que hacía Austin, así que me mordí la lengua.―Buena. ―dije solamente, con lo que quedaba de mi uña, me rascaba como tic el interior de mi mano, hacía círculos constantes. Era un tic de e